La incursión de la vaca Cooley

Esta es la historia del Cooley Cow Raid, el rama roja de la mitología Irlandesa.

la Razzia des vaches de Cooley

La incursión de la vaca Cooley

Una vez sucedió que Ailill y Medb [rey y reina de Connaught], después de acostarse en su cama real en el castillo de Cruachan en Connaught, tuvieron una charla de almohada.

“En verdad, oh esposa”, dijo Ailill, “la esposa tiene mérito cuando su esposo lo tiene. »

"Sí, tu esposa tiene mérito", respondió Medb; "¿Por qué piensas eso? »

“La razón por la que lo creo”, respondió Ailill, “es que hoy estás mejor que cuando me casé contigo. »

"Tenía valor antes que tú", dijo Medb.

—De este valor —respondió Ailill—, no lo hemos oído. Mujer, vivías de muchas mujeres, y, viniendo de la provincia más cercana, los enemigos practicaban sin cesar en ti el robo, el pillaje, el robo. »

“Nada de eso sucedió”, respondió Medb. "Mi padre era el Rey Supremo de Irlanda Eochaid Feidlech, hijo de Find, nieto de Findoman, bisnieto de Findên, cuarto grado de Findguin, quinto de Rogen the Red, sexto de Rigên, séptimo de Blathacht, octavo de Beothacht, noveno de Enna Agnech, décimo de Oengus Turbech. Eochaid Feidlech tuvo seis hijas: Derbriu, Ethne, Ele, Clothru, Mugain, Medb. Yo era el más noble, el más distinguido, era superior a los demás en benevolencia y liberalidad. Vencí en las batallas, en los combates y en la lucha. Yo tenía mil quinientos guerreros de estirpe real que habían venido de las otras provincias de Irlanda, tantos guerreros nacidos en mi provincia, y estos últimos iban acompañados de un número de soldados que para cada uno iba así decreciendo, diez, ocho, siete, seis , cinco, tres, dos, uno. Eran”, agregó Medb, “mi guardia habitual. Por eso mi padre me dio una de las cinco grandes provincias de Irlanda, la provincia de Cruachan, para que me llamen Medb de Cruachan. Fui propuesto en matrimonio por el Rey de Leinster Find hijo de Ross el Rojo, y por el Rey de Tara Cairpre el Gran Guerrero, hijo de Ross el Rojo; vinieron del rey de Ulster Conchobar, hijo de Fachtna Fathach7, venían de Eochaid el Pequeño. Y no acepté estas invitaciones, porque fui yo quien pidió un precio de compra que ninguna mujer antes que yo había pedido a un hombre de Irlanda; Pedí un hombre 1° sin avaricia, 2° sin celos, 3° sin miedo. Si hubiera avaricia en el hombre al que pertenecía, no sería apropiado que viviéramos juntos. Mi amabilidad, mi generosidad, mi liberalidad se interpondrían en el camino. La gente se reiría de mi esposo si fuera superior a él en generosidad; nadie se reiría si tuviéramos la misma bondad, la misma bondad los dos. Si mi esposo tuviera miedo, no sería apropiado que viviéramos juntos, porque yo pelearía y pelearía, haría hazañas, y eso solo; te reirías de mi marido, dirías: hay más vida en su mujer que en él; nadie se reiría si tuviéramos la misma vivacidad, si fuéramos tan animados como los demás. Si el hombre a quien pertenecería estuviera celoso, eso también sería indecoroso, porque antes de casarme nunca estuve sin un amante escondido a la sombra de un amante titular. Entonces encontré al hombre que buscaba, eras tú, Ailill, hijo de Ross el Rojo de Leinster: no eras avaro, no eras celoso, no eras perezoso. Hice contigo un contrato de matrimonio y te di el precio de compra más alto que una mujer puede recibir, es decir, ropa suficiente para vestir a doce hombres, un carro por valor de siete esclavas, una hoja de oro rojo tan ancha como tu cara, un trozo de electrum tan pesado como tu antebrazo izquierdo. Deja que cualquier individuo te haga una afrenta que te desanime o incluso te enloquezca, no obtendrás daños y el precio de tu honor sin que yo reciba tanto como tú, porque eres hombre sobre muchas mujeres. »

“No lo soy”, respondió Ailill, “tengo dos hermanos, uno reina en Tara, el otro reina en Leinster, es decir, Find es rey de Leinster y Carpré rey de Tara. Les entregué estos reinos debido a su derecho de nacimiento. No eran superiores a mí en benevolencia o liberalidad. No había oído que ninguna de las cinco grandes provincias de Irlanda pudiera ser propiedad de una mujer. Por primera vez oigo decir de esta provincia y de ella sola. Así que vine aquí y me apoderé de la realeza, la del derecho que tenía de mi madre. Efectivamente Mata de Muiresc, mi madre, era hija de Maga [Rey de Connaught]. ¿Y podría encontrar una reina mejor que tú? ya que eres la hija del Rey Supremo de Irlanda. »

“Por lo tanto”, respondió Medb, “mi fortuna es mayor que la tuya. »

"Extraña afirmación", respondió Ailill. “No hay nadie que tenga cosas más preciosas, tesoros y riquezas que yo. Lo se. »

CAPITULO DOS
CAUSA DEL SECUESTRO.

[Ailill y Medb cada uno hace un balance de su riqueza. Consecuencia de este doble inventario].

1. Se les presentó primero con los artículos de menor valor. Así comenzó la comparación de las dos fortunas: les trajeron sus baldes pequeños, sus baldes grandes y sus ollas de hierro; sus cántaros, sus cubas y sus asas.

Los dos lotes eran iguales.

Entonces les trajeron sus anillos para los dedos meñiques, sus brazaletes, sus anillos para los pulgares, sus joyas de oro, sus ropas tanto moradas como azules, negras y verdes, tanto amarillas como multicolores y grises, tanto marrones como manchadas y moteadas.

El rey y la reina tenían cada uno lo mismo.

Trajeron de los campos, de los pastos y de los llanos sus numerosos rebaños de ovejas, contaron y contaron estas bestias y hallaron en las dos partidas igualdad de peso, tamaño y número. Sin embargo, entre las cabezas de ganado pertenecientes a Medb había un carnero notable que valía una esclava, pero en la manada de Ailill había un carnero equivalente.

Trajeron de los pastos y parques sus caballos de trabajo, sus yuntas, sus manadas de sementales, yeguas y potros. En una manada de caballos perteneciente a Medb, se encontró un animal notable, que se pensó que era una esclava, pero Ailill tenía un animal equivalente.

Trajeron, de los bosques, de los valles y de sus laderas, de lugares escondidos, sus numerosas piaras de cerdos; fueron contados uno por uno; Medb tenía un cerdo macho notable, Ailill también.

Así trajeron de los bosques y desiertos de la provincia sus rebaños de vacas de todas clases, de todas categorías. Estas bestias fueron contadas y recontadas; eran del mismo peso, del mismo tamaño, del mismo número en los dos lotes, con una excepción: entre las vacas de Ailill encontramos un toro notable; era un ternero de una vaca Medb; su nombre era Cornu Blanco, Findbennach; no considerando honorable para él pertenecer a una mujer, se había ido al rebaño de vacas del rey.

2. A Medb le pareció que sus propiedades no tendrían ningún valor hasta que tuviera un toro equivalente. Llamó al correo MacRoth y le preguntó si, que ella supiera, había en alguna localidad de las cinco grandes provincias de Irlanda un toro como el de Ailill.

—Lo sé —dijo MacRoth—, un lugar donde está el mejor toro posible, un toro mejor que el del rey. Está en la provincia de Ulster en el cantón de Cooley, en Daré24, hijo de Fiachna. Su nombre es Brown de Cooley, Donn Cualnge. »

"Ve a buscarlo, MacRoth", dijo Medb, "y pídele a Daré que me lo preste por un año". Al final del año le devolveré cincuenta novillas y le devolveré el Brown of Cooley. Entonces hazle otra oferta, Mac Roth. Si sus vecinos, los habitantes del mismo país, toman mal la cesión por él de un animal de tan gran valor como el Pardo de Cooley, que venga él mismo con su toro; Le daré en las buenas tierras de Mag Aï tanta tierra como posee en Cooley; Le añadiré un carro de veintiuna esclavas, y lo haré dormir conmigo. »

3. Entonces los correos fueron a Daré hijo de Fiachna. Los correos, decimos, de Mac Roth y sus compañeros formaban una tropa de nueve hombres. Mac Roth fue recibido en la casa de Daré. No se podía hacer de otra manera, porque Daré era el jefe de la misión. Daré le preguntó a MacRoth cuál fue la causa de su viaje, qué propósito tenía. MacRoth dice por qué vino; relató la pelea de Ailill y Medb. He venido —añadió— a pedir el préstamo del Brun de Cooley para ponerlo frente al Blanc Cornu; recibirás a cambio cincuenta novillas y se te restituirá el Brown of Cooley. Voici une autre proposition : tu viendras toi-même avec ton taureau et tu auras en bonnes terres de la plaine d'Aï l'équivalent de ta propriété, plus un char valant vingt et une femmes esclaves, et en outre Medb te recevra dans son cama. »

Esta propuesta fue del agrado de Daré; se revolvió tanto que las costuras de su colchón de plumas se rompieron debajo de él: "Doy mi palabra", dijo; “Sin embargo, la gente de Ulster acepta mi aceptación: el precioso animal será llevado a Ailill y Medb, el Brown de Cooley irá a Connaught. MacRoth se mostró complacido con la respuesta del hijo de Fiachna.

4. Entonces la gente de Daré se hizo cargo de Mac Roth y sus compañeros. Ponen paja y juncos frescos debajo de ellos. Les trajeron buena comida y les dieron un festín que los embriagó por completo. Ocurrió que dos mensajeros comenzaron a hablar. “En verdad”, dijo uno de ellos, “es un buen hombre en cuya casa estamos. — "Eso es cierto", respondió el otro. "¿Hay", prosiguió el primero, "hay en el Ulster un hombre mejor que él?" —Sí —dijo el segundo correo—, Dare pertenece a Conchobar, y aunque todos los hombres del Ulster se reunieran alrededor de Conchobar, ninguno de ellos tendría que avergonzarse de su rey. Daré es muy bueno. Tomar al Marrón de Cooley por la fuerza y sacarlo de la provincia de Ulster sería un trabajo que requeriría la cooperación de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda, y Daré nos entrega este animal a nosotros que somos solo nueve correos. »

Entonces el tercer mensajero se unió a la conversación. " ¿Que dice usted? preguntó. El primer correo repitió: "Es un buen hombre en cuya casa estamos". — "Sí, está bien", prosiguió el segundo correo. "¿Hay incluso entre los habitantes de Ulster", dijo el primer correo, "alguien mejor que él?" —Sí, en efecto —respondió el segundo mensajero—, es Conchobar a la que pertenece Dare, e incluso si todos los hombres del Ulster se reunieran alrededor de Conchobar, ninguno de ellos tendría que avergonzarse de su rey. Pero Daré tiene una gran amabilidad. Tomar el Brown de Cooley por la fuerza sería un trabajo que requeriría la cooperación de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda. »

El tercer correo exclamó: "La boca de la que salieron estas palabras merece vomitar sangre y vomitar más". Si Daré no hubiera dado su toro voluntariamente, se lo habrían quitado a la fuerza. »

5. En este momento llegó a la casa ocupada por los correos el mayordomo de Daré, hijo de Fiachna; con él entró el copero y el sirviente que traía la comida. El mayordomo escuchó lo que se decía, la ira se apoderó de él; les dio comida y cerveza a los correos, pero no abrió la boca; no les dice: Comed y bebed; no les dice: Ni comáis ni bebáis. Fue a la casa donde estaba Daré, hijo de Fiachna, y le preguntó: "¿Le diste a los correos el famoso tesoro que es el Marrón de Cooley?" "Sí, soy yo", respondió Daré. “Bueno”, respondió el mayordomo, “si lo que dicen los correos es cierto, no eres rey del distrito donde se hizo este regalo. Según ellos, si no das este toro voluntariamente, lo darás por la fuerza, te obligarán a hacerlo el ejército de Ailill y Medb y la gran ciencia guerrera de Fergus, hijo de Roech. — "Lo juro", respondió Daré, "lo juro por los dioses a quienes adoro, no me lo quitarán por la fuerza, no me lo quitarán voluntariamente". »

6. Cada uno se quedó en su casa hasta la mañana. Los mensajeros se levantaron temprano en la mañana y fueron a la casa donde estaba Daré. “Dinos”, le pidieron a Daré, “dinos, oh noble señor, dónde está el Brown de Cooley; iremos a buscarlo. — "Ciertamente no", respondió Daré, "si tuviera la costumbre de traicionar a los correos, a los viajeros, a la gente que sigue los caminos, ninguno de ustedes se iría con vida". " - " Por qué ? preguntó Mac Roth. "Tengo mucha razón", respondió Daré; “Dijiste que si no entregaba el toro voluntariamente, lo entregaría por la fuerza gracias al ejército de Ailill y Medb y la gran ciencia guerrera de Fergus. —Pero —respondió MacRoth—, no importa lo que tu cerveza y tu comida hayan hecho decir a los mensajeros. Estas palabras no merecen atención, y no puedes reprocharlas ni al rey Ailill ni a la reina Medb. — “A pesar de nuestras convenciones, oh MacRoth”, replicó Daré, “no renunciaré a mi toro; no, no lo daré en absoluto. »

7. Los mensajeros regresaron y llegaron al castillo de Cruachan en Connaught. Medb les preguntó qué noticias traían. Mac Roth respondió que en realidad no traía noticias del toro de Daré. - " Por qué ? Preguntó Medb. Mac Roth contó cómo habían sucedido las cosas. "Será", dijo Medb, "más fácil arreglar eso que pulir los nudos de una cuerda". Sabemos que el toro no se dará de buena gana; se lo llevarán a la fuerza, Daré tendrá que abandonarlo. »

CAPITULO III
LLAMADO DE LOS GUERREROS DE CONNAUGHT A CRUACHAN AI.

1. Los enviados de Medb fueron a invitar a los siete Mané a venir a Cruachan con sus siete veces tres mil guerreros, a saber: Mané apodado Como Madre, Mané apodado Como Padre, Mané apodado Que se los lleve a todos, Mané llamado Pequeña Piedad filial, Mané dice Gran Piedad Filial, Mané dice El mayor orador. Otros enviados fueron a buscar a los hijos de Maga, es decir: Cet o Primero, hijo de Maga; Anluan o Luz Brillante, hijo de Maga; Maccorb o Chariot Child, hijo de Maga; Basell o Casa de la Muerte, hijo de Maga; En o Bird, hijo de Maga; Dôche o Actividad rápida, hijo de Maga; Scandai o Insulto, hijo de Maga. Vinieron estos guerreros y con cada uno de ellos tres mil hombres armados. Otros enviados de Ailill y Medb fueron a buscar a Cormac en el exilio inteligente, hijo de Conchobar, y Fergus hijo de Roech.Su fuerza era de tres mil hombres.

2 . La primera tropa en llegar vestía pelo corto, casacas verdes con broches de plata; cada hombre tenía sobre su piel una camisa de hilos de oro con entrelazado de oro rojo. Las empuñaduras de sus espadas eran blancas con empuñaduras plateadas. "¿Está Cormac ahí?" preguntaron los asistentes. "Desde luego que no", respondió Medb.

La segunda tropa tenía el pelo recién cortado. Cada guerrero estaba envuelto en una capa azul oscuro y vestía una camisa muy blanca sobre su piel. Las empuñaduras de sus espadas eran de oro y redondas con empuñaduras de plata. "¿Está Cormac ahí?" preguntaron los asistentes. "Desde luego que no", respondió Medb.

La tercera y última tropa tenía el pelo corto de un bonito color rubio, dorado y muy extendido sobre la cabeza, hermosos abrigos morados con bonitos broches en el pecho. Estos guerreros vestían hermosas camisas largas de seda que les llegaban hasta la mitad de sus pies. Juntos levantaron los pies, juntos los bajaron. "¿Es Cormac?" preguntaron los asistentes. "Sí, ciertamente", respondió Medb.

3. Acamparon y se instalaron esa noche, de modo que hubo mucho humo y fuego entre cuatro vados de Hai, los vados llamados Ath Moga, Ath Bercna, Ath Slissen, Ath Coltna. Permanecieron quince días en la fortaleza de Cruachan, bebiendo y disfrutando de todo tipo de placeres para facilitar su marcha.

4. Sus profetas y sus druidas les habían impedido además salir antes del final de la quincena para hacerles esperar un augurio favorable.

5. Entonces Medb le dijo a su cochero que enjaezara sus caballos; quería ir a pedirle una entrevista a su druida y obtener de él mediante una profecía la ciencia del futuro.

CAPITULO IV
PROFECÍA

1. Cuando Medb llegó donde estaba su druida, ella le rogó que le diera mediante una profecía la ciencia del futuro. “Muchos hombres”, dice, “se han separado hoy de aquellos por quienes son amados y a quienes ellos mismos aman, de su país, de sus campos, de sus padres, de sus madres. Si no vuelven con buena salud, los suspiros y las maldiciones que causará su desgracia, serán otros tantos golpes que me herirán. Pero ni en casa ni fuera hay nadie más querido para nosotros que nosotros mismos. Dime si vuelvo o no. — "No importa que tal o cual no vuelva", respondió el druida, "volverás".

2. "No es difícil", dijo el cochero, "si doy vuelta el carro a la derecha, eso nos dará un buen augurio y asegurará nuestro regreso".

3. El cochero hizo girar el carro e hizo retroceder a Medb. Entonces Medb vio algo que le pareció extraño: a su lado había una mujer en la camilla de un tanque que se aproximaba; ella estaba tejiendo trenzas; sostenía en su mano derecha un huso de bronce adornado con siete hilos de oro rojo; un manto verde moteado lo envolvía; un gran broche con una cabeza fuerte fue fijado en su pecho; tenía una cara roja y hermosa, ojos azules y alegres, labios rojos y delgados; sus dientes relucientes podrían compararse con una lluvia de perlas, sus labios como alises rojos. Tan melodioso era el sonido de las hebras de un estiércol en las manos de un artista erudito y experimentado, tan agradable era el sonido de la voz y las amables palabras que salían de su boca. Su piel, donde su ropa no la ocultaba, era tan blanca como la nieve en la noche. Tenía pies largos y muy blancos, uñas moradas, iguales, redondas, puntiagudas; pelo largo, rubio tan hermoso como el oro; tres trenzas de cabello rodeaban su cabeza, una cuarta descendía tan bajo que la sombra de esta trenza golpeaba sus pantorrillas.

4. Medb la vio: “¿Qué haces aquí ahora, oh niña? ella le dijo. —Trabajo —respondió ella— en vuestro interés y para vuestra felicidad reuniendo a los guerreros de cuatro grandes provincias de Irlanda para ir con vosotros a la provincia de los Ulates a llevaros las vacas de Cooley. — "¿Por qué me haces este servicio?" Medb respondió. “Tengo buenas razones para eso”, continuó la niña, “soy una de las esclavas que pertenecen a tu casa. — "¿Cuál de mi pueblo eres tú?" Preguntó Medb. “Yo soy”, respondió la niña, “Fedelm, la profetisa del palacio de los dioses de Cruachan. »

5. "¿De dónde eres?" Preguntó Medb. "De Gran Bretaña después de aprender el arte del filid allí", dijo la niña. "¿Tienes", dijo Medb, "la iluminación alrededor de tus manos, imbas forosna?" — "Debo tenerlo", respondió la niña.

Medb

6. “Bueno, Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fedelm

“Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

Medb

“Pero Conchobar está en Emain Macha plagado de enfermedades que deben durar nueve veces doce horas. Mis exploradores han ido a Emain. No tenemos nada que temer de la gente de Ulster. Dile la verdad Fedelm.

Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fédelm “Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

Medb

“Pero Cuscraid el Tartamudo de Macha, hijo de Conchobar, está enfermo en su isla. Mis exploradores han ido allí: no tenemos nada que temer de los habitantes del Ulster. Di la verdad, Fedelm.

Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fedelm

“Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

Medb

Pero Eogan está enfermo en Airther Hold. Mis exploradores han ido tan lejos. No tenemos nada que temer de la gente de Ulster. Dinos la verdad, Fedelm.

Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fedelm

“Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

Medb

“Pero Celtchair, hijo de Uthecar, está enfermo en su fuerte. Envié a mis exploradores allí. No tenemos nada que temer de la gente de Ulster. Di la verdad, Fedelm.

Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fedelm

“Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

Medb

Tú crees que este rojo significa desastre, yo no. Tan pronto como irlandesa se juntan, surgen peleas y batallas entre ellos; uno insulta a otro, se produce tumulto; todos quieren ir a la vanguardia, todos a la retaguardia, todos al vado, todos al río, todos a matar el primer cerdo, el primer venado, la primera caza. Pero dinos la verdad, Fedelm.

Fedelm, profetisa, ¿cómo ves nuestro ejército? »

Fedelm

“Veo escarlata en tus guerreros, veo rojo. »

7. Y ella comenzó a profetizar de nuevo. Ella predijo cómo Cuchulainn trataría a los hombres de Irlanda. Lo hizo mientras cantaba un poema:

Veo a un hombre guapo que hará trucos.
En su hermosa piel hay muchas cicatrices,
su presencia en la parte delantera de su cabeza lo enorgullece,
fijan en su frente el recuerdo de sus victorias.

Las siete piedras preciosas que distinguen a los valientes héroes
brillo en sus dos ojos.
Las puntas de sus armas están desnudas.
Un abrigo rojo con corchetes la envuelve.

Tiene un rostro muy noble.
Él sabe cómo honrar a las mujeres.
Este chico joven y de hermoso color
es un dragón en las batallas.

No sé qué Cu Chulainn
atrajo su mayor gloria;
pero lo que yo se
es que hará que este ejército se ponga todo rojo.

Cuatro pequeñas espadas que él juega brillantemente.
están en cada una de sus dos manos.
Jugará en el ejército.
Todos recibirán los golpes.

Mira cómo golpea y de la jabalina que lleva en el bolsillo,
y su gran espada, y su lanza.
Ese hombre del abrigo rojo
pone un pie en todas las huellas de nuestro ejército.

Tiene dos jabalinas en su carro brillante;
las lanza en todas direcciones, el guerrero de las contorsiones.
Se me mostró en una forma,
sin duda lo cambiará por otro.

Se fue a la pelea.
Si no tenemos cuidado, habrá traición.
Para pelear, alguien te busca,
es Cu Chulainn, hijo de Sualtam.

Él masacrará a tus ejércitos hasta ahora sanos y salvos.
y terminará con tu derrota final.
Le entregaréis todas vuestras cabezas.
La profetisa Fedelm no lo oculta.

La sangre fluirá de la piel de los héroes.
El recuerdo se conservará durante mucho tiempo.
Los cuerpos de los guerreros serán hechos pedazos. las mujeres lloraran
por Cuchulainn, el perro del herrero; lo veo.

Con la profecía, la predicción, termina la pieza principal de la historia, una pieza que incluye además la causa del secuestro y el diálogo de almohada entre Ailill y Medb en Cruachan Ai.

CAPITULO V
RUTA SEGUIDA PARA LA SECUESTRO

Este capitulo muy interesante para los que quieren estudiar la geografia antigua de Irlanda nos parecio inutil ponerlo en frances. La geografía histórica de Irlanda es un tema especial que, fuera de Irlanda, no atraerá a muchos lectores.

[[Comienzo de la Expedición y Nombre de las Rutas que los ejércitos de las Cuatro Grandes Provincias de Irlanda tomaron en el territorio de Ulster. El lunes después del final del verano; se movieron y avanzaron:

Sudeste de Cruachan Ai, por Mag Cruimm, por Tuaim Mona ('la Colina del Césped), por Turloch Teora Crich ('la Corriente de los tres territorios'), por Cul Silinne ('el Reduit de Silinne'), por Dubloch ('Lough Noir'), por Fid Dubh ('Bois Noirs'), por Badbgna, por Coltain, por Shannon, por Glune Gabur, por Mag Trega, por Tethba en el norte, por Tethba en el sur, por Cul ('el Reducido'), por Ochain, al norte por Uatu, al este por Tiarthechta, por Ord ('el Martillo'), por Slaiss (los Golpes'), al sur, por Indeoin ('el Yunque ' ), por Carn, por Meath, por Ortrach, por Findglassa Assail, ('Aguas Blancas de Assail'), por Drong, por Delt, por Duelt, por Delinn, por Selaig, por Slabra, por Slechta, donde las espadas talladas caminos que pasan Medb y Ailill, a través de Cul Siblinne, a través de Dub ('las Aguas Negras'), a través de Ochonn al sur, a través de Catha, a través de Cromma al sur, a través de Tromma, al este a través de Fodromma, a través de Slane, a través de Gort Slane, al sur de Druim Liccè, por Ath Gabla, por Ardachad ('High Field'), al norte por Feorainn, por Finnabair ('Plaine Blanche'), por Assa al sur, por Airne, por Aurthuile, por Druim Salfind (' Salfind Ridge' ), por Druim Cain, por Druim Caimthechta, por Druim macDega, por el pequeño Eo Dond ('Árbol Marrón'), por el gran Eo Dond, por Meide en Togmaill ('el Cuello del Hurón'), por Meide en Eoin, ('el Bird's Neck'), de Baille ('la ciudad'), de Aile, de Dall Scena, de Ball Scena, de Ross Mor ('Grand Pointe'), de Scuap ('the Genêts'), de Imscuap, de Cenn Ferna , de Anmag, de Fid Mor ('Gran Bosque') en Cannach de Cualnge, de Colbtha, de Crond en Cualnge, de Druim Cain camino a Midluachar, de Finnabair en Cualnge. Fue aquí donde los ejércitos de Irlanda se dividieron por la provincia en busca del toro. Por lo tanto, es a través de estos lugares que llegaron hasta; lo que llegan a Finnabair. Aquí termina el título. La historia continúa. ]]

CAPITULO VI
MARCHA DEL EJÉRCITO

1. Después de su primer movimiento, las tropas descansaron durante la noche en Cuil Silinne. Allí se plantó aquella noche la tienda de Ailill, hijo de Ross, que tenía a su derecha la tienda de Fergus, hijo de Roech. Luego vino Cormac, el exiliado inteligente, hijo de Conchobar; luego Ith hijo de Etgaeth; luego Fiachu, hijo de Firaba, finalmente Goibniu, hijo de Lurgnech. Así que a la derecha de la tienda de Ailill se colocó a Fergus, hijo de Roech, jefe de tres mil guerreros del Ulster, que lo acompañaban; esto había facilitado las relaciones y las discusiones entre Ailill y ellos, así como el suministro de comida y bebida a estos guerreros.

Medb de Cruachan estaba a la izquierda de Ailill, hijo de Ross. Luego vino Findabair, su hija, luego Flidais con el hermoso cabello, esposa primero de Ailill Find, luego de Fergus, hijo de Roech; Fergus iba a llevar a su esposa a la expedición. Cada siete noches traía al ejército suficiente leche para reyes, reinas, presuntos herederos de reyes, fílides, estudiantes.

2. En este día Medb no pidió que por una profecía le dejáramos saber quién en el ejército habría tenido una marcha lenta o una marcha rápida; no permitió que se desengancharan sus caballos ni que se bajara la barra de tiro de su carro antes de haber hecho un recorrido de inspección en el campamento.

Hecho esto, sus caballos fueron desenganchados y la barra de tiro de su carro bajada; se sentó cerca de Ailill, hijo de Ross y Mata Muiresc Ailill le pidió noticias, quería saber quién en el ejército se distinguía por su actividad o por su pereza. "Él es", respondió Medb, "es inútil hablar de nadie excepto de un solo cuerpo de tropas, [excepto el Galiàin]". - " Qué hacen ellos ? preguntó Ailill, "para merecer este elogio que los pone por encima de todos los demás?" “Tengo buenas razones para contratarlos”, respondió Medb, “cuando los demás habían marcado su instalación y su campamento, ya habían terminado la construcción de sus cabañas y otros refugios. Cuando los demás terminaron de construir sus cabañas y varios refugios, ya habían terminado de preparar sus comidas. Cuando los demás prepararon su comida, en casa la comida ya estaba terminada. Cuando los demás dejaron de comer, ya estaban dormidos. Sus siervos y esclavos tienen sobre los siervos y esclavos de Irlanda la superioridad que tienen hoy sus buenos guerreros y buenos jóvenes sobre los buenos guerreros y buenos jóvenes de Irlanda unidos en nuestro ejército. " - " ¡ Tanto mejor para nosotros ! dijo Ailill; “Vienen con nosotros, están luchando por nosotros. — "¡Que no vengan con nosotros!" gritó Medb, "¡que no peleen por nosotros!" —Así que se quedarán aquí —respondió Ailill—. “No, no se quedarán”, respondió Medb, (“porque si se quedan se levantarán en armas contra nosotros y se apoderarán de nuestras tierras”). "Entonces, ¿qué harán", preguntó Findabair, "si ni se van ni se quedan?" 'Muerte, asesinato y masacre', dijo Medb, 'eso es lo que quiero para ellos. "Es una desgracia que digas eso", respondió Ailill, "que lo digas porque su instalación en el campamento no los agotó". »

3. Fergus habló: "Verdaderamente y con buena conciencia no serán asesinados sin matarme a mí". - "No tienes derecho a hablarme así", respondió Medb, "tengo suficientes hombres para matarte y masacrarte a ti ya tus tres mil galiains". Tengo conmigo los siete Mané con siete veces tres mil guerreros, los hijos de Maga con sus tres mil hombres, Ailill con otros tantos, finalmente yo con mi pueblo. “Te equivocas al hablarme así”, respondió Fergus. “Tengo conmigo a los siete reyes de Munster con sus siete veces tres mil guerreros. Tengo conmigo tres mil de los mejores guerreros del Ulster y los tres mil Galiàin que son los mejores guerreros de Irlanda. Como vinieron aquí de su país, garantizo su seguridad; en el día de la batalla pelearán por mí. Sugeriré una manera de evitar cualquier discusión sobre los Galiàins; Lo entendí bien; Esparciré a los Galiains entre los hombres de Irlanda para que no haya cinco Galiains juntos. — "Muy bien", dijo Medb; “No me importa qué disposición tomemos, siempre y cuando esta gente no sea como aquí un tizón de discordia. »

Entonces Fergus dispersó a los Galiain entre los hombres de Irlanda, de modo que no eran cinco juntos.

4. Entonces las tropas comenzaron su movimiento de avance. La conducta del ejército dio dolor a los principales jefes; era necesario dirigir la marcha de muchos pueblos pequeños, de muchas razas, de muchos miles de hombres; era necesario asegurarse de que cada uno estuviera con sus amigos, que cada jefe tuviera a su alrededor a sus subordinados. Los principales caciques encontraron que se obtuvo este resultado, que en consecuencia la expedición comenzó regularmente. Después de haber dicho cómo había de hacerse la expedición, declararon que todo estaba como debía estar: cada cuerpo de ejército estaba en torno a su rey, cada sección de cuerpo de ejército en torno a su jefe, cada subdivisión de sección en torno a quien mandaba; cada rey, el presunto heredero de cada rey había tomado su lugar en la colina que le había sido asignada.

5. Entonces los principales jefes dijeron que era necesario hacer reconocimientos a cada lado de la línea que separaba el Ulster de la provincia vecina; agregaron que Fergus estaría a cargo de ello, que su deber sería aceptar esta misión. Había sido rey de Ulster durante siete años. Después del asesinato de los hijos de Usnech, después de este asesinato cometido a pesar de su protección y su garantía, había dejado Ulster y pasado en el exilio diecisiete años durante los cuales había sido enemigo de los Ulates.

Esta fue la razón por la cual era apropiado que fuera enviado en reconocimiento.

Entonces Fergus se adelantó al ejército como explorador. Pero lo dominaba su afecto por los Ulates. Dio al ejército una dirección falsa tanto para el norte como para el sur, por mensajeros hizo saber a los Ulates y comenzó a detener al ejército, para retrasar su marcha. Medb notó este proceso y se lo reprochó. Ella cantó un poema:

¡Oh Fergo! ¿qué diremos de esto?
¿Qué tipo de camino estamos siguiendo?
A veces en el norte, a veces en el sur,
vamos entre todos los pueblos, excepto los Ulates.

Fergus respondió:

Oh Medb, ¿por qué estás enojado?
Nada aquí parece una traición.
Es entre los Ulates que se encuentra
la tierra que cruzo.

Medb
Tu coraje te hace temer
por el ilustre Ailill a la numerosa tropa.
Pero ella no honra tu inteligencia,
la dirección que le das al ejército.

Fergus
No es para dañar al ejército.
que me alejo en este momento del camino ordinario.
Lo hago en el momento adecuado para evitar,
cuando sea el momento, Cu Chulainn, hijo de Sualtam.

Medb
Injusto para ti dañar a nuestro ejército,
Fergus, hijo de Ross el Rojo.
Fuiste muy bien tratado por nosotros.
en tu destierro, oh Fergus!

“No me quedaré al frente de las tropas por más tiempo”, dijo Fergus, “encuéntrame un reemplazo. Entonces, frente al ejército, Fergus se sentó.

6. Cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda pasaron por Cuil Silinne esa noche. Luego vino al pensamiento de Fergus las hazañas sedientas de sangre de Cuchulainn. Dijo a los hombres de Irlanda que tomaran precauciones: verían venir al león desgarrador, el juez de sus enemigos, el enemigo de las multitudes, el líder de la resistencia, el destructor de un gran ejército, la mano dispensadora, la antorcha. lit, Cú Chulainn, hijo de Sualtam. Así profetizó. Cantó un poema y Medb respondió:

Fergus
Recomiendo previsión y atención.
con multitud de armas y guerreros.
Vendrá a quien tememos,
el hombre de grandes hazañas, el gran hombre de Murthemne.

Medb
Mi amor, mi consejo de batalla,
eres tú, muy valiente hijo de Roech.
Tengo muchos guerreros y armas.
a esperar a Cuchulainn.

Fergus
Ellos serán empleados, oh Medb de la llanura de Hai:
guerreros y armas para luchar
el héroe a cuyo carro está enganchado el Gris de Macha.
Serán empleados todas las noches y todos los días.

Medb
Tengo aquí cerca de mí en reserva
héroes igualmente hábiles en la lucha y el saqueo,
tres mil guerreros que toman rehenes lo más rápido posible,
los tres mil valientes galáin.

Los guerreros de Cruachan, la hermosa fortaleza,
los guerreros bellamente encapuchados que vienen de Luachair,
los White Goidels de cuatro provincias de Irlanda
ahuyentará de mí al hombre que viene solo.

Fergus
Bairche y Banna ricos en tropas
harán brotar sangre de sus lanzas.
Veremos caer en la tierra y en la arena
los tres mil galáin.

Con la rapidez de la golondrina,
con la velocidad de un viento cortante,
mi querido y hermoso Cú Chulainn
mata a los seres que respiran.

Medb
¡Oh Fergo! Ven con nosotros,
va al encuentro de Cuchulainn
Deje que su dirección sea determinada por usted.
A Cruachan le llegará una dura lección.

Fergus
Realmente con coraje varonil se quitarán los despojos.
y para alegrar a la hija de Bodb,
el perro del herrero, por gotas de sangre
fluyendo como la lluvia, regará las tropas de los guerreros.

7. Una vez cantado el poema, los guerreros de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda pasaron ese día por Môin Coltna y, al encontrarse con una manada de ciento sesenta ciervos, los rodearon, los envolvieron por completo y luego los mataron; ninguno escapó. Ahora bien, algo inesperado, fue el Galiáin quien, aunque disperso, capturó a casi todos; quedaron sólo cinco por parte de los hombres de Irlanda; los tres mil galáin tenían así la casi totalidad de los ciento sesenta ciervos.

[[§8 falta en la Revisión céltico

8. Luego fueron a Mag Trega donde se desengancharon y prepararon su comida. Se dice que aquí es donde Dubthach recitó este poema:

"Admisión que no has oído hasta ahora,
Haciendo caso a la advertencia de Dubthach:
La guerra oscura y siniestra que te espera,
¡Contra los cuernos blancos de la reina Medb!

“Ahí vendrá el comandante en jefe,
Lucha por Murthemne.
Los cuervos beberán la leche del jardín,
Será el fruto de la lucha (?) de los porqueros

“El pantanoso Cronn los detendrá,
Los mantendrá fuera de Murthemne,
Hasta que el trabajo de los guerreros esté hecho.
¡En el monte norte de Ochain!

“Rápido, a Cormac, Ailill gime;
Ve a buscar a tu hijo,
No liberes ganado de los campos,
¡Que no le alcance el estruendo del ejército!

"Pronto tendrán batalla aquí,
Medb y un tercio del ejército.
Los cadáveres serán esparcidos ampliamente.
Si el furioso viene a ti! »

Entonces Nemain, es decir, el Badb, los atacó y no fue la noche más tranquila que tuvieron, con el ruido del boor, es decir, Dubthach, mientras dormían. Inmediatamente esparció estos temores entre el ejército y arrojó una gran piedra a la multitud antes de que Medb viniera a calmarlo. Así que continuaron su marcha hasta que pasaron la noche en Granard Tethba, al norte, después de que el ejército hubiera tomado una ruta tortuosa a través de pantanos y arroyos. ]]

9. Este día fue el primero en que vino Cuchulainn hijo de Sualtam. Su padre lo acompañó. Sus caballos pastaban en la hierba alrededor del monolito de Ard Chuillend. Los caballos de Sualtam al norte del monolito devoraron la hierba hasta el suelo. Los caballos de Cúchulainn en el sur devoraron la hierba primero hasta el suelo, luego en el suelo hasta la piedra desnuda: "Bueno, maestro Sualtam", dijo Cúchulainn, "estoy pensando mucho en el ejército, levántese, vaya a avisar a los Ulates". , que no se queden en la llanura, que se adentren en los bosques, los desiertos y las rocas de la provincia para evitar a los hombres de Irlanda. "Y tú", preguntó Sualtam, "tú, mi joven alumno, ¿qué harás?" — "Es necesario", respondió Cúchulainn, "que vaya a una cita con Fédelm Nóichride y que me quede allí hasta la mañana, es un compromiso que he asumido". "-" ¡Desgracia! gritó Sualtam, ¡ay de aquel que va dejando así a los guerreros del Ulster bajo los pies de sus enemigos y extraños para ir a buscar esposa! - "Sin embargo", prosiguió Cuchulainn, "debo ir allí". Si no voy, los compromisos de los hombres serán tratados como mentiras, se dirá que las mujeres cumplen su palabra. »

Sualtam fue a advertir a los Ulates. Cuchulainn entró en el bosque y con un golpe de espada cortó el tallo, el tronco y la cabeza ramificada del roble más hermoso; luego, usando vigorosamente un pie, una mano y un ojo, hizo un círculo con él, trazó una inscripción ogámica en la unión de las dos extremidades, puso el círculo alrededor de la parte superior y delgada de la piedra levantada de Ard Chuillend finalmente empujó el círculo hacia abajo para que llegara a la parte gruesa de la piedra. Después de eso Cuchulainn fue a su cita.

10. Esto es lo que pasó junto a los hombres de Irlanda. Fueron al monolito de Ard Chuillend y contemplaron una provincia que no conocían, Ulster.

Dos de la gente de Medb estaban siempre al frente del campamento y del ejército, llegando primero a todos los vados, a todos los ríos, a todas las simas, para evitar que las ropas de los hijos de reyes aparecieran en la prensa. Esta gente de Medb eran los hijos de Nera, él mismo hijo de Nuatar cuyo padre era Tacan. Nera fue gobernador de Cruachan. Los dos jóvenes guerreros se llamaban uno Err y el otro Innell; Fraech y Fochnam eran los nombres de sus cocheros.

Los nobles de Irlanda fueron a la piedra erguida y miraron los pastos donde pastaban los caballos alrededor de esa piedra; notaron el círculo rústico puesto por el héroe real alrededor de la misma piedra. Ailill tomó el círculo en su mano y lo puso en la mano de Fergus. Fergus leyó la inscripción ogámica dibujada donde, para formar el círculo, se habían atado los dos extremos del árbol. Luego explicó a los hombres de Irlanda lo que significaba la inscripción y para hacérselo entender cantó el siguiente poema:

Fergus ¿Qué significa este círculo para ti?
¿Cuál es el secreto de este círculo?
¿Cuántos hombres lo pusieron aquí?
¿Es un hombre? son varios?

Si pasaste este círculo esta noche
sin pasar la noche en el campamento,
el perro que desgarra toda carne te alcanzaría.
El insulto a este círculo resultaría en una vergüenza para ti.

Él causará un gran daño al ejército.
si vas más lejos que él.
Encuentra, oh druidas, aquí,
¿Por qué se hizo el círculo?

¿Qué significa este círculo para nosotros?
¿Cuál es el secreto de este círculo?
¿Cuántos hombres lo pusieron aquí?
¿Es un hombre? son varios?

El druida respondió:

Un héroe lo cortó, un héroe lo tiró.
Este círculo es para los enemigos que amenazan con un desastre.
Este obstáculo, que detiene reyes y un ejército,
fue colocado con una mano por un hombre.

Así es como realmente funcionó en una ira salvaje
el perro del herrero Red Branch
De ahí una obligación impuesta por un héroe cuya furia te ata.
Este es el significado de la inscripción grabada en el círculo.

Fergus
¿Qué significa este círculo para nosotros?
¿Cuál es el secreto de este círculo?
¿Cuántos hombres lo pusieron aquí?
¿Es un hombre? son varios?

el druida
Él está aquí para obstaculizar cientos de peleas.
a la marcha de los guerreros de cuatro grandes provincias.
O no sé nada, o es como digo.
Por eso se hizo este círculo.

Fergus
¿Qué significa este círculo para nosotros?
¿Cuál es el secreto de este círculo?
¿Cuántos hombres lo pusieron aquí?
¿Es un hombre? son varios?

Después de cantar así, prosiguió en prosa:

"Doy mi palabra de que si insultáis a este círculo y al héroe real que lo hizo, es decir, si esta noche no os quedáis acampados aquí, o si alguno no pisa, con un ojo y una mano un círculo semejante a esto, no importa si el héroe se encuentra actualmente bajo tierra o en una casa fortificada, es seguro que antes de mañana por la mañana te habrá infligido una muerte sangrienta para vengar este insulto. »

“No sería agradable para nosotros”, dijo Medb, “derramar nuestra sangre y enrojecer nuestra piel cuando entramos en esa provincia desconocida de Ulster. Preferimos derramar la sangre de otros y enrojecer su piel. »

“No despreciamos este círculo”, prosiguió Ailill, “y no insultamos al héroe real que lo creó. Nos refugiaremos hasta mañana por la mañana en el gran bosque del sur. Aquí es donde acamparemos. »

Los ejércitos entraron en este bosque. Con sus espadas, los guerreros talaron los árboles frente a sus carros, por lo que este lugar fue apodado Slechta, es decir, "los cortes", donde los pequeños Partraig están al suroeste de Kells of the Kings, arriba arriba de Cuil Sibrille.

Mucha nieve cayó esa noche. Había suficiente para alcanzar los hombros de los hombres, los muslos de los caballos, los ejes de los carros; la nieve hizo que todas las provincias de Irlanda fueran planas y unidas. Los hombres no prepararon refugio, no armaron tiendas, no se prepararon para comer ni beber, no prepararon comida. Hasta el amanecer de la mañana siguiente, ningún hombre pudo distinguir el acercamiento de un amigo o un enemigo. Ciertamente, los hombres de Irlanda no encontraron en ninguna parte un campamento donde la noche fuera más desagradable y más dolorosa que aquella noche en Cuil Sibrille. Temprano en la mañana, cuando salió el sol, los guerreros de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda partieron a través de la nieve brillante y acamparon en otro lugar.

11. Esto es lo que le pasó a Cuchulainn durante este tiempo. No se levantó temprano, quería comer algo, hacer una comida, lavarse y bañarse. Le dijo a su cochero que trajera los caballos y los enganchara al carro. El cochero trajo los caballos y los enjaezó. Cuchulainn subió al carro. Con su cochero fue a buscar las huellas del ejército.

Encontraron estas huellas cerca del monolito y aún más lejos: “Ay, maestro Loeg”, dijo Cuchulainn, “es desafortunado que estuve en esta cita ayer. Nos avergonzaríamos menos si desde un país vecino alguien nos hiciera oír una llamada, un grito, una advertencia, una palabra; pero tampoco dijimos nada. Los hombres de Irlanda han ido más lejos que nosotros en Ulster. — "Te lo predije", respondió Löeg, "ya que ibas a tu reunión, estabas destinado a sufrir un dolor tan grande como el que estás experimentando". "Bien, Loeg", replicó Cuchulainn, "llévanos tras los pasos del ejército". Estime, díganos el número de hombres de Irlanda que vinieron a atacarnos. »

Loeg siguió las huellas del ejército, lo rodeó, vio el frente, el costado, la espalda. "Está confundiendo sus cálculos, maestro Loeg", dijo Cuchulainn. "La confusión es inevitable", respondió Loeg. "Súbete al carro", prosiguió Cuchulainn, "y yo haré la evaluación". Cuchulainn caminó sobre las huellas del ejército, hizo la evaluación. Se fue para un lado, se fue para atrás. "Estás confundiendo tus cálculos, mi pequeño Cuchulainn", dijo Loeg. "No, no me equivoco", respondió Cuchulainn. “Sé el número del ejército que pasó por delante y más allá de nosotros: dieciocho cuerpos de tres mil hombres cada uno” y el decimoctavo cuerpo se distribuyó entre los otros diecisiete compuestos por irlandeses. »

Cú Chulainn tenía la superioridad en muchos géneros:

Superioridad de formas corporales, superioridad de figura, superioridad en acción, superioridad en natación, superioridad en equitación, superioridad en ajedrez y trictrac, superioridad en grandes batallas, superioridad en pequeñas batallas, superioridad en duelos, superioridad en evaluaciones, superioridad en elocuencia, superioridad en el consejo, superioridad en la caza, superioridad en el saqueo, superioridad del propio país sobre el vecino.

" Y bien ! maestro Loeg", dice Cuchulainn, "enganche los caballos al carro, estílelos, envíe el carro fuera, tome la derecha del ejército y asegúrese de llegar a la vanguardia, al centro o a la retaguardia; porque estaré muerto mañana, si antes de la noche no he hecho caer bajo mis golpes a uno de los hombres de Irlanda, ya sea amigo o enemigo. Entonces Loeg aguijoneó a los caballos y, dejando el ejército a su izquierda, llegó a Taurloch desde el gran bosque, al norte de Cnogba de los Reyes, en el lugar que ahora se llama Ath Gabla, "vado de la bifurcación".

Cuchulainn entró en el bosque, saltó de su carro y de un golpe de espada cortó, tallo y cabeza ramificada, una horca de cuatro puntas. Lo remató quemándolo, talló una inscripción ogámica en un lado y, con una mano, lo arrojó desde la parte trasera de su carro. El chorro era tan poderoso que dos tercios de la horquilla penetraron en el suelo, solo un tercio permaneció sobre el suelo. Fue entonces que cerca de esta bifurcación llegaron acompañados de sus cocheros los dos mozos de que ya hemos hablado, queremos decir los hijos de Nera, nieto de Nuatar, bisnieto de Tacan. Se preguntaron cuál de los dos le daría el golpe mortal a Cuchulainn y le cortaría la cabeza. Cú Chulainn se volvió hacia ellos, cortó las cuatro cabezas [dos cabezas de los guerreros, dos cabezas de los cocheros] y las puso cada una en una de las cuatro puntas de la horca. Dejó sus caballos frente al ejército irlandés al que precedieron en el camino; las riendas flotaban sobre los cuellos rojos de sangre, de los cuerpos de los hombres decapitados brotaba la sangre sobre las astas de los carros; A Cúchulainn le pareció que tomar los caballos, la ropa y las armas de los hombres que había matado no habría sido bueno para él.

12. Por tanto, el ejército vio llegar delante de él los caballos de los guerreros que lo precedían, vio los cuerpos decapitados de estos guerreros y la sangre que fluía sobre la madera de los carros. La vanguardia se detuvo detrás de ellos, hubo como un fuerte estruendo con el sonido de las armas. Medb, Fergus, los Manes y los hijos de Maga se acercaron.

Medb viajaba con nueve carros, dos delante de ella, dos detrás de ella, dos a la derecha, dos a la izquierda, el de ella en el medio. El objeto de los ocho carros que lo rodeaban era impedir que los terrones de tierra levantados por los cascos de los caballos, la espuma que salía de los frenos, la suciedad de un ejército tan numeroso y de una multitud tan numerosa. no vino a profanar el oro de la diadema de la reina.

" Qué tiene ? Preguntó Medb. “Es fácil decírtelo”, fue la respuesta. “Vimos llegar los caballos de los dos hijos de Nera, y detrás, en los carros, los cuerpos sin cabeza. »

Acto seguido celebramos un consejo. Se concluyó que este desastre atestiguaba la llegada de una numerosa tropa, que un gran ejército había atacado a estos guerreros, que era el ejército del Ulster, se resolvió enviar a Cormac al exilio inteligente, hijo de Conchobar, comprobar quién era en el vado. Se creía que si los guerreros del Ulster estuvieran allí, no matarían al hijo de su rey. Entonces Cormac al exilio inteligente, acompañado de tres mil hombres armados, fue a ver quién estaba en el vado. Una vez allí, vio al principio sólo la bifurcación plantada en el vado y sobre ella las cuatro cabezas cuya sangre fluía hasta el fondo de la bifurcación en el arroyo. Luego vio las huellas de dos caballos, las de las ruedas de un carro que debió de sacar a un solo guerrero del vado hacia el este.

Los nobles de Irlanda fueron al vado y se quedaron mirando el tenedor. Les pareció maravillosa la manera en que había sido engastado este trofeo: "¿Qué ha sido, Fergus", dijo Ailill, "¿cuál ha sido el nombre de ese vado en tu casa hasta el día de hoy?" 'Ath Grena', respondió Fergus, pero a partir de ahora siempre se llamará Ath Gabla 'vado de la bifurcación'. Y cantó un poema:

Ath Grena cambiará de nombre
por un perro fuerte y violento.
Aquí hay una horca de cuatro puntas;
desconcertó a los hombres de Irlanda.

En dos puntos como señal de batalla
son la cabeza de Fraech y la cabeza de Fochnam.
En otros dos puntos
La cabeza de Err y la cabeza de Innell

¿Qué significa la inscripción ogámica al costado del tenedor?
Encuentra, oh druidas, elegantemente
quien hizo este tenedor,
quien lo plantó en la tierra.

[Un druida respondió]:

Esta horca con el terror que te provoca la fuerza,
¡La ves aquí, oh Fergus!
Por su bienvenida solo un hombre la cortó
con un excelente golpe de espada.

La hizo puntiaguda, la cargó sobre su espalda.
No era una habilidad pequeña.
Arrojó aquí abajo esta horca
Para que uno de ustedes la saque de la tierra.

[Entonces Fergus continuó]:

Este vado ha sido llamado Ath Grena hasta ahora.
Su recuerdo no se desvanecerá.
Este vado ahora se llamará Ath Gabla
por el tenedor que ves ahí. »

13. Una vez cantado este poema, Ailill dijo: “Admiro y me maravillo, oh Fergus. ¿Quién podría haber cortado la horca y las cuatro cabezas tan rápido frente a nosotros? "Lo que es aún más admirable y asombroso", respondió Fergus, "es la habilidad con la que de un solo golpe cortaron este tenedor, tallo y cabeza ramificada, y después de haberlo apuntado y quemado, lo a, con la punta de un mano, lanzado desde la parte trasera del carro de modo que dos tercios penetraron en el suelo, solo un tercio permaneció sobre el suelo. El que así clavó la horca no había cavado primero la tierra con su espada. Es a través de piedras verdes que se conduce. Está prohibido para los hombres de Irlanda cruzar este vado antes de que uno de ellos haya arrancado con una mano este tenedor que ha sido embestido arrojándolo con una mano. "Entre nuestros guerreros", dijo Medb, "es tu tarea, arrancar la bifurcación del fondo de este vado". "Tráeme un carro", respondió Fergus. — Le trajeron un carro, con el carro trató de sacudir la horca, y el carro quedó reducido a pequeños pedazos de escombros. "Tráeme un carro", dijo Fergus. Le trajeron otro carro, luego tiró de la horca con tanta violencia que hizo pedazos el carro. "Tráeme un carro", repitió Fergus. Con este tercer carro hizo un esfuerzo para tirar de la horquilla y el carro se rompió en pedazos pequeños. Ese fue el destino de diecisiete tanques Connaught, y Fergus no pudo arrancar la bifurcación del fondo del vado.

"Termina este simulacro, Fergus", le dijo Medb, "no aplastes todos nuestros tanques así". Esta operación fue muy larga. Si no estuvieras en nuestro ejército y no nos hubieras hecho perder el tiempo de esta manera, ya hubiéramos llegado a los Ulates, hubiéramos hecho mucho botín y secuestrado muchas vacas. Sabemos por qué estás haciendo esto. Es detener el ejército, retrasarlo, es hacernos esperar a que los Ulates, curados de su enfermedad, se levanten y nos ofrezcan batalla. Esta será la batalla del rapto. »

“¡Tráeme mi tanque de batalla!” gritó Fergus. Le trajeron su carro, y Fergus tiró de la horquilla sin romperse, sin romper una rueda, ni el montaje del carro, ni uno de los ejes. El héroe que empujó la horca hacia abajo había mostrado tanto vigor como el que la había sacado. Este guerrero combatiente solo habría triunfado sobre cien adversarios, como un martillo que aniquila lo que golpea, como una piedra que parte la cabeza de los que resisten. Puede luchar sin ayuda contra una multitud, descuartizar un gran ejército; él es la antorcha encendida que enciende, él es el líder en una gran batalla. Con una mano, Fergus arrebató la horquilla, se la echó al hombro y se la puso a Ailill. Ailill la vio, la miró: “Este tenedor me parece perfecto”, dijo, “de repente, el tallo y la cabeza ramificada, se cortó. "Sí, en verdad es perfecta", dijo Fergus, y para jactarse de ella cantó un poema:

Aquí está el famoso tenedor
cerca del cual estaba el cruel Cuchulainn
y al que dio, presente fatal,
cuatro cabezas de nuestros compatriotas.

Ciertamente no huiríamos de él,
como ante un hombre muy valiente y muy audaz.
Sin embargo, dejado allí por un perro que no está enfermo,
ella tiene su piel áspera cubierta de sangre por todas partes.

Es lamentable que el ejército se vaya al este.
por el terrible toro pardo de Cooley.
Héroes, después de separarse del ejército,
será golpeado por la espada envenenada de Cuchulainn.

El toro fuerte no lo dio [Daré].
A su alrededor con armas afiladas lucharemos;
los cráneos de muchas cabezas serán aplastados.
En Irlanda todas las familias gemirán.

no me corresponde a mi decir
las batallas que librará el hijo de Dechtire
sobre lo que los hombres y las mujeres escucharán
cómo se hace el tenedor aquí.

14. Cuando Fergus terminó de cantar, Ailill dijo que se detuviera, armara las tiendas, preparara comida y bebida, hiciera música y juegos, y luego comenzara la comida. Ciertamente, los hombres de Irlanda nunca habían encontrado un cuartel o campamento más desagradable y más inconveniente que el de la noche anterior. Se instalaron, armaron sus tiendas, prepararon comida y bebida, cantaron piezas musicales, jugaron juegos y luego vino la fiesta.

Ailill habló a Fergus: 'Es', dijo, 'una maravilla, una cosa extraña para mí que un guerrero haya venido a nosotros en el límite de esta provincia y haya matado tan rápidamente a los cuatro hombres que nos precedieron. Es probable que este guerrero sea el Rey Supremo de Ulster Conchobar, hijo de Fachtna Fathach” — “Es poco probable”, respondió Fergus, “sería vergonzoso insultar a Conchobar en su ausencia, no tiene precio que se comprometa a dar para preservar su honor. Si él mismo hubiera venido aquí, ejércitos, una multitud de guerreros de élite inseparables de él lo habrían acompañado. Supongamos que los hombres de Irlanda y Escocia, los Bretones y los sajones, emprendiendo una expedición contra él, se habían reunido en el mismo campamento, en la misma colina, les habría dado batalla y serían ellos los que habrían sido derrotados, no sería él. »

“¿Quién habría venido? preguntó Ailill. “Cuscraid el Tartamudo, hijo de Conchobar; ¿Viene de Inis Cuscraid? —Es poco probable —respondió Fergus; Cuscraid el Tartamudo es hijo de un gran rey. No hay premio que no aceptaría dar para preservar su honor. Si fuera él quien hubiera venido aquí, lo habrían acompañado los hijos de los reyes y los jefes reales que son uno con él y que, a cambio de un salario, le dan servicio de guerra. En vano los hombres de Irlanda y Escocia, los britanos y los sajones, emprendiendo una expedición contra él, se habrían reunido en el mismo campamento, en la misma colina, les habría dado batalla y los habría exterminado. No sería él quien habría sido derrotado. »

“¿Quién habría venido? preguntó Ailill, "¿es el rey de Farney, Eogan hijo de Durthacht?" "Es poco probable", respondió Fergus. “Si hubiera venido aquí, las fuerzas de Farney lo habrían acompañado, habría luchado contra nuestros cuatro guerreros, los habría hecho pedazos, no habría sido derrotado. »

“¿Quién vino a recibirnos? preguntó Ailill. “Probablemente sea Celtchair hijo de Uthechar. "Es poco probable", respondió Fergus. "¡Qué vergüenza cualquiera que lo insulte cuando no está!" Es la piedra que aplasta a los enemigos de la provincia, es el líder de la asamblea de guerreros, es él quien abre la batalla al frente de los Ulates. En vano contra él, en cualquier lugar, en una reunión de guerra, una expedición, un campamento, en una colina los hombres de toda Irlanda, de este a oeste, de sur a norte, se reunirían contra él, los habría combatido. , los habría hecho pedazos, no sería él quien hubiera sido masacrado. »

15. "¿De quién entonces", preguntó Ailill, "es probable la venida?" -No puede ser -replicó Fergus-, sólo puede ser mi pupilo, también el pupilo de Conchobar, ese muchachito que se llama Cuchulainn, es decir, perro de Culann el herrero. “Sí, sí”, respondió Ailill. “Te escuché mencionar a ese jovencito una vez en Cruachan. ¿Cuántos años tiene este niño ahora? "No es su edad lo que es más peligroso", respondió Fergus, "porque cuando era más joven sus actos eran aún más varoniles que hoy". " - " Qué quieres decir ? Preguntó Medb. ¿Hay ahora entre los Ulates alguno de su edad que sea más peligroso que él? “No”, respondió Fergus, “no hay lobo más sanguinario, guerrero más atrevido. No hay guerrero de la misma edad que valga un tercio o incluso un cuarto de Cuchulainn. No puedes concebir a su igual como un guerrero, como un garrote asesino, como un conquistador de tropas lo suficientemente orgullosas como para atacarlo. Nadie lucha más valientemente con los más dignos. Nadie a su edad combina en tan alto grado el tamaño, la belleza, los atractivos, la elocuencia, la crueldad, la dirección, la aptitud militar, la habilidad en la caza, la audacia del ataque, los éxitos asesinos, el talento para hostigar al enemigo. Nadie es tan ardiente, furioso, impetuoso como él: nadie gana la partida de nueve hombres en cada uno de sus cabellos (?) tan rápido como él. — "No le daremos mucha importancia", respondió Medb, "tiene un solo cuerpo, evita lastimarse, no puede evitar ser hecho prisionero". Está en edad de casarse; este joven imberbe no prevalecerá contra nuestros valientes guerreros. —Nosotros no decimos eso —respondió Fergus—, porque las hazañas del muchacho eran varoniles en una época en que era más joven que ahora. »

CAPITULO VII
HAZAÑAS DE CUCHULAINN DE NIÑA CONTADAS POR TRES PONENTES

SECCION UNO
Narrativa de Fergus hijo de Roech. — Los Juegos de Emain.

1. “Este niño”, dice Fergus, “fue criado en la casa de su padre y su madre en Mag Muirthemne. Le dijeron lo que estaban haciendo los niños buenos en Emain. »

“Así disfrutó Conchobar de la realeza tan pronto como se invistió con ella. Apenas se levantó empezó a poner en orden los asuntos de la provincia. Luego haría tres partidos del resto de la jornada. El primer tercio lo empleó en observar a los simpáticos niños hacer trucos, jugar, lanzar pelotas; juegos de trictrac y ajedrez ocuparon el segundo tercio; el último tercio lo pasó comiendo y bebiendo hasta que el sueño se apoderó de todos, por lo que los músicos lo pusieron a dormir. Ahora estoy en el exilio por su culpa y, sin embargo, doy mi palabra de que ni en Irlanda ni en Gran Bretaña hay un guerrero igual a Conchobar. »

“Al niño se le dijo lo que hacían los niños buenos en Emain, la tropa de muchachos jóvenes, y el niño le dijo a su madre que iría a jugar donde ellos jugaban, en Emain. "Es muy temprano para ti, niño", respondió su madre, "espera a que uno de los guerreros del Ulster venga contigo, o uno de los guerreros de los alrededores de Conchobar vaya contigo para protegerte de los jóvenes o vengarse si es necesario". . “Lo que me aconsejas”, respondió el niño, “está lejos de mis pensamientos. No esperaré a que un protector venga a mí, pero enséñame dónde está Emain. — "Está muy lejos de ti", respondió su madre, "el monte Fuad está entre Emain y tú". — "Me daré cuenta de la distancia", dijo el niño. »

2. “Se fue, tomó sus juguetes, su palo curvo de bronce, su bola de plata, su jabalina, su palo quemado en la punta; y lo usó para iluminar su camino. Con su palo curvo pateó su pelota y así la tiró. Luego con el mismo palo dio un segundo golpe y la pelota se fue no menos lejos que la primera vez. Arrojó su jabalina, tiró su palo curvo y corrió tras él. Ahora tomó su bastón curvo, ahora su jabalina, y el extremo grande de su bastón no había tocado el suelo antes de que él ya agarrara el extremo corto en el aire. »

“Siguiendo adelante, llegó a la alta meseta de Emain donde estaban los jóvenes. Ciento cincuenta simpáticos niños, rodeando a Folloman hijo de Conchobar, se encontraban en sus juegos sobre el césped de Emain. El niño fue al lugar donde estaban jugando, se paró en medio de ellos y con ambos pies tiró su pelota lejos de ellos para que no sobrepasara la altura de sus rodillas y no descendiera más bajo que sus rodillas. tobillos Ella siguió, sin desviarse de la dirección que él le había dado con sus dos pies, escapó de los proyectiles lanzados por sus rivales y pasando más allá de ellos rebasó la portería. »

3. “Todos juntos son testigos”, “esto es maravilloso, esto es extraño”, pensaron. “Pues hijitos”, dijo Folloman, hijo de Conchobar, “todos se unen contra él. ¡Que lo maten! Está mágicamente prohibido que cualquier chico agradable venga y se mezcle en tus juegos sin haber obtenido antes tu protección. De repente, pónganse en contra de él. Sabemos que es uno de los hijos de los héroes del Ulster y estos jóvenes no deberían tener la costumbre de venir a mezclarse en sus juegos sin haber obtenido antes su protección o su garantía. »

“Así que todos se volvieron contra él. Le tiran en la coronilla ciento cincuenta palos curvos y él con su solo palo desvía los ciento cincuenta. Le lanzan sus ciento cincuenta bolas, pero levantando los brazos y las manos despacha estos ciento cincuenta proyectiles. Le arrojan sus ciento cincuenta jabalinas de juego quemadas por la culata; él, levantando su pequeño escudo hecho de tablones, ahuyenta estas ciento cincuenta jabalinas. »

4. “Entonces se retorció. Parecía que cada cabello había sido martillado en su cabeza donde cada cabello había salido. Parecía que cada uno de esos cabellos arrojaba una chispa de fuego. Cerró uno de sus ojos que no era más grande que el ojo de una aguja, abrió el otro que se hizo más grande que una copa de aguamiel. Extendió sus mandíbulas tanto que su boca llegó a sus oídos. Abrió tanto los labios que se podía ver el interior de su garganta. De lo alto de su cabeza brota la luz que da fe de los héroes.

“Así que tomó la ofensiva; derrocó a cincuenta hijos de reyes que cayeron por tierra debajo de él. Cinco de ellos”, dice Fergus, “se interpusieron entre Conchobar y yo; estábamos jugando al ajedrez en la mesa de Conchobar; esta mesa estaba puesta en la alta meseta de Emain. El niño estaba siguiendo a estos cinco niños, quería hacerlos pedazos. Conchobar lo agarra del brazo. “Creo, niño”, dijo, “que no tratas a los niños a la ligera. "Tengo buenas razones para hacerlo", dijo el niño. “Cuando vine a encontrarlos, no recibí de ellos los honores que se deben a los anfitriones. " - " Quién eres ? preguntó Conchobar. “Soy el pequeño Setanta”, respondió, “soy el hijo de Sualtam y Dechtire, tu hermana; era improbable que me maltrataran como en tu casa. — «Cómo no sabes», dijo Conchobar, «que por arte de magia está prohibido venir a buscar a los niños sin antes ponerse bajo su protección». "Yo no sabía eso", respondió el niño, "de lo contrario, habría pedido su protección". —Bueno, niños —preguntó Conchobar—, ¿toman bajo su protección al muchachito? "Nosotros lo consentimos", dijeron. »

5 . “El niño estuvo desde entonces bajo la protección de los niños. Sus manos que lo sujetaban se soltaron. Pero él, de nuevo, se abalanzó contra ellos. Echó debajo de él a cincuenta hijos de reyes. Sus padres los creyeron muertos, sin embargo solo quedaron aturdidos por los golpes que habían recibido en la frente, fueron golpes muy, muy grandes. "Pero", preguntó Conchobar, "¿qué conexión hay ahora entre ellos y usted?" -Por los dioses a quienes adoro -replicó el niño- juro que se pondrán bajo mi protección y bajo mi patrocinio, así como bajo su protección y bajo su patrocinio me he puesto yo, para que mi mano no se aleje de ellos hasta que los haya levantado del suelo. -Pues hijito -respondió Conchobar-, toma a los niños bajo tu protección. — "Yo lo consiento", respondió el niño. Y los niños estaban bajo la protección y patrocinio del niño. »

6. "Cuando", agregó Fergus, "un niño pequeño hizo estas hazañas cinco años después de su nacimiento, fue capaz a esa edad de derribar a los hijos de guerreros y héroes en la puerta de su castillo, no hay razón para experimentar asombro. o admiración porque el mismo personaje a la edad de diecisiete años, durante la expedición que hizo para llevarse [el toro divino] y las vacas de Cooley, llegó a la frontera de la provincia, cortó una horca de cuatro puntas y mató uno, dos, tres o cuatro hombres. »

SECCIÓN SEGUNDA
Narrativa de Cormac al desterrado inteligente, hijo de Conchobar.
Asesinato del perro del herrero por Cú Chulainn, quien debe su nombre a esta hazaña.

1. Después de Fergus, habló Cormac el inteligente exiliado, hijo de Conchobar: “El muchachito”, dijo, “realizó una segunda proeza un año después de la recién relatada. - "¿Qué hazaña?" preguntó el rey de Connaught Ailill. Aquí está la respuesta de Cormac: “Culann, un herrero de Ulster, preparó un festín para Conchobar y fue a Emain para invitarlo. Le dijo que trajera solo un invitado con él a menos que lo acompañaran invitados indulgentes: "Porque", agregó, "no poseo ni una propiedad ni siquiera un campo. , solo tengo mis martillos, mi yunque, mis puños y mi tenazas”, respondió Conchobar que traería un solo acompañante. Entonces Culann volvió a su casa, que estaba fortificada, y se ocupó de preparar comida y bebida. »

“Conchobar se sentó en Emain hasta el anochecer, luego se puso su ligera capa de viaje y fue a despedirse de los niños. Al llegar al césped, vio algo que lo asombró; ciento cincuenta niños en un extremo del césped, un solo niño en el otro extremo, y este último era superior a todos los demás en la habilidad con que lanzaba la pelota y llegaba a la meta. El gol fue un agujero en el césped de Emain. Cuando les tocó a ellos lanzar sus bolas y a él evitar que sus bolas entraran en el hoyo, se aseguró de que ninguna entrara. Cuando les tocaba a ellos parar sus bolas y a él lanzarlas, las metía todas en el hoyo, sin fallar nunca su tiro. Cuando el juego era para quitarse la ropa, rasgó las ciento cincuenta ropas, y ni siquiera se pudo arrancar el broche que sujetaba su abrigo. Cuando llegó el momento de la lucha, hizo caer a los ciento cincuenta niños debajo de él, y reunidos alrededor de este niño, no pudieron dominarlo. »

Conchobar comenzó a mirar al niño: “¡Ah! jóvenes -dijo-, ¡dichoso el país de donde salió el niño que veis, si sus hazañas en la guerra se asemejan un día a sus juegos de infancia! “La duda que expresas está fuera de lugar”, continuó Fergus, “a medida que crezca este niño pequeño, también crecerán sus hazañas. Que este pequeño sea llamado para que venga con nosotros a la fiesta adonde vamos. Y Conchobar llamó al muchachito: "Ven con nosotros, muchachito", dijo Conchobar; “Venid a la fiesta adonde vamos. — "Claro que no, no iré", respondió el niño. - " Por qué eso ? preguntó Conchobar. "Porque los niños", respondió el niño, "todavía no han tenido suficiente de sus juegos y sus placeres". "Esperarlos hasta que hayan tenido suficiente sería demasiado largo", dijo Conchobar, "no los esperaremos en absoluto". — "Adelante", respondió el niño, "entonces me reuniré contigo". —Niño —dijo Conchobar—, tú no sabes el camino. — "Yo seguiré", respondió el niño, "Yo seguiré los pasos de la procesión, los caballos y los carros". »

2. “Entonces Conchobar fue a casa de Culann el herrero, y fue recibido con la honra que merecía su rango, dignidad, derecho, nobleza y conforme a las buenas costumbres. Debajo de él y de sus compañeros esparcen paja y juncos frescos. Empezamos a beber y comer cosas buenas. Culann le dirigió una pregunta a Conchobar. "Bueno, oh rey, ¿ordenaste a alguien que viniera a buscarte aquí esta noche?" —Claro que no —respondió Conchobar—, yo no le di tal orden a nadie. Ya no recordaba al niño que había invitado a venir a la fiesta con él. " ¿Porque esta pregunta? añadió. —Tengo un buen perro de guerra —dijo Culann—, tan pronto como lo desencadenen, nadie en el municipio se atrevería a caminar cerca de él. Él solo me conoce. Tiene la fuerza de cien hombres. — Dijo entonces Conchobar: "Que se abra la fortaleza al perro de la guerra, y que proteja al cantón". Liberaron al perro de guerra de su cadena, rápidamente dio la vuelta al cantón, llegó al punto alto desde donde vigilaba el pueblo; apoyó la cabeza sobre las patas; era el más feroz, bárbaro, furioso, feroz, terrible, beligerante imaginable.

“¿Qué pasó con los hijos de Emain durante este tiempo? Se separaron, cada uno fue a la casa de su padre y su madre, o de su madre adoptiva y su padre adoptivo. El niño, siguiendo los pasos de la procesión, se dirigió a la casa de Culann el herrero. Acortó el recorrido mientras se divertía con sus juguetes. Al llegar al césped frente a la fortaleza donde estaban Conchobar y Culann, arrojó sus juguetes excepto su pelota. El perro de guerra notó al niño y soltó aullidos que todos escucharon. Se deleitaba en tragarse al niño entero de un solo golpe, dándole su vientre como morada después de haberlo empujado a través de su vasta garganta y a través de su pecho. El pequeño utilizó el único medio que tenía para defenderse, le lanzó con fuerza su pelota al perro, el cual, entrando por la boca del animal, entró en su cuello, atravesó sus entrañas y salió por la puerta trasera; entonces el niño, agarrando dos de las patas del perro, lo arrojó contra una piedra erguida, cuyo impacto lo hizo pedazos y esparció la tierra alrededor con sus escombros. »

3. “Conchobar escuchó los ladridos del perro. “Ay, oh guerreros”, dijo, “tuvimos mala suerte cuando vinimos a beber cerveza en esta fiesta. " - " Por qué ? todos preguntaron. —Al muchachito que vino después de mí —respondió Conchobar—, el hijo de mi hermana, Setanta, hijo de Sualtam, lo mató el perro. A estas palabras los gloriosos Ulates se levantaron todos juntos. Aunque la puerta de la fortaleza estaba abierta, todos, en lugar de ir hacia esta puerta, siguieron de frente y cruzaron la empalizada que rodeaba la fortaleza. Todos iban rápido, pero Fergus más rápido que los demás. Tomó al niño del suelo, lo colocó sobre su hombro. Culann también salió y vio a su perro hecho pedazos; fue un golpe violento que lo golpeó en el corazón, luego regresó a la fortaleza con todos los demás. “Tu venida, hijito”, dijo, “me hizo feliz a causa de tu padre y de tu madre; pero no por ti. — "¿Qué tienes contra ese muchachito?" preguntó Conchobar. "No es para mi felicidad", continuó Culann, "que viniste a mi casa, pequeño, a beber mi cerveza y comer mi comida, porque hoy mis posesiones están destruidas, ¡como mi vida!" ella destruyó mi vida! El de mi pueblo que me quitasteis era un excelente siervo que guardaba mis ganados, mis rebaños, todos mis muebles. "No se enoje, maestro Culann", respondió el niño, "porque emitiré un juicio justo sobre este asunto". — "¿Qué juicio harás?" preguntó Conchobar. “Si hay un perrito de la raza de ese perro en Irlanda”, respondió el niño, “lo criaré hasta que pueda hacer lo que hizo su padre. Hasta entonces seré el perro guardián de los rebaños, muebles y tierras de Culann. — "Es bueno", prosiguió Conchobar, "el juicio que hiciste". "No podríamos juzgar mejor", agregó el druida Cathba. "¿Por qué no te llamaron el perro de Culann por eso, cû Chulainn?" — "Por supuesto que no", respondió el niño, "prefiero mi nombre, Setanta, hijo de Sualtam". - "No digas eso, niño", respondió Cathba, "porque el nombre de Cuchulainn será famoso en Irlanda y en Gran Bretaña, los labios de los hombres de Irlanda y Gran Bretaña se llenarán con ese nombre". — "En ese caso", respondió el niño, "lo que me propongas me será ventajoso". A partir de entonces este famoso nombre pasó a ser suyo, se le llamó el perro de Culann Cu-Chulainn ya que había matado al perro que estaba en Culann el herrero. »

4. "Cuando un muchachito hizo esta hazaña", añadió Cormac al exiliado inteligente, hijo de Conchobar, "cuando la hizo a los seis años de haber nacido, cuando a esa edad mató a un perro de guerra tan formidable que la tropa , los ejércitos no se atrevieron a acercarse al cantón defendido por este animal, no hay por qué experimentar admiración o asombro porque a los diecisiete años durante la expedición emprendida para sacar [al toro divino y] las vacas de Cooley, llegó a la frontera de una provincia vecina, cortó una horca de cuatro puntas y mató a uno, dos, tres o cuatro hombres. »

SECCIÓN TERCERA
Asesinato de los tres hijos de Necht Sceni. Historia de Fiachu hijo de Féraba.

1. “Un año después, el niño pequeño realizó una tercera hazaña”, dice Fiachu, hijo de Féraba. - "¿Qué hazaña logró?" preguntó Ailill, rey de Connaught. “El druida Cathba”, respondió Fiacha, “enseñó a sus alumnos al noreste de Emain. Tenía con él a cien estudiantes entusiastas que aprendían el arte druídico. Uno de ellos preguntó al maestro qué evento anunciaban los presagios para este día y si este evento sería feliz o infeliz. “Un niño pequeño”, respondió Cathba, “tomará las armas hoy, será brillante y famoso, pero tendrá una vida corta; su vida no será larga. El niño escuchó estas palabras en medio de los juegos al suroeste de Emain. Inmediatamente tiró sus juguetes y llegó a la casa donde Conchobar solía pasar la noche. “Te deseo toda la felicidad posible, oh rey de los Féné”, dijo el niño. “Por tus palabras supongo que has venido a preguntarme algo”, respondió Conchobar. "¿Qué quieres, pequeño?" "Tomen las armas", respondió el niño. "¿Quién te lo sugirió, pequeño?" — preguntó Conchobar. “Cathba, la druida”, respondió el niño. “Su consejo no será una traición”, respondió Conchobar. Le dio al niño dos lanzas, una espada, un escudo; el niño, sacudiendo y sacudiendo violentamente estas armas, las redujo a pequeños pedazos, pequeños fragmentos. Conchobar le dio otras dos lanzas, otra espada, otro escudo; el niño los sacudió, los arrojó violentamente una vez, comenzó de nuevo e hizo pequeños pedazos de ellos, pequeños fragmentos. Allí había lanzas, espadas, escudos con que armar a catorce de los buenos muchachos, niños que estaban cerca de Conchobar en Emain. Cuando uno de ellos tomaba las armas, era Conchobar quien se las daba; lucharon por él y él disfrutó de sus triunfos. De todas estas armas el niño hizo pequeños pedazos, pequeños escombros. -Estas armas no sirven, Maestro Conchobar -dijo el muchachito-, no son dignas de mí. Conchobar le dio las dos lanzas, la espada, el escudo que él mismo usaba. El niño agitó y agitó las lanzas y el escudo con violencia, blandió la espada y la dobló de modo que la punta tocara la empuñadura; no rompió estas armas, resistieron todos sus esfuerzos. "Estas armas son buenas", dijo; “Eso es lo que me conviene. ¡Dichoso el rey a quien pertenecen estas armas! ¡Feliz la tierra que lo parió! »

2. “[El rey y el niño estaban en una tienda.] El druida fue allí. "¿El niño pequeño tomó esas armas?" Cathba preguntó. —Sí, ciertamente, y no podía ser de otra manera —respondió Conchobar. "No me puede agradar", respondió Cathba, "que el hijo de su madre haya tomado las armas hoy". [Cathba sabía que el pequeño héroe, una vez armado, iba a morir joven.] "¿Qué?" -exclamó Conchobar-, ¿no le aconsejaste? “En absoluto”, respondió Cathba. "¿Qué piensas de ti?" duende, pequeño demonio”, dijo Conchobar, dirigiéndose al pequeño. "¿Nos mentiste?" “No se enoje, Maestro Conchobar”, respondió el niño, “fue Cathba quien me aconsejó. Uno de sus alumnos le preguntó cuál era su predicción para ese día. Respondió que un muchachito tomaría las armas hoy, que sería ilustre, que sería famoso, pero que su vida sería corta y de corta duración. -Es verdad, eso es lo que sé -dijo Cathba-, serás ilustre, serás famoso, tu vida será corta y efímera. “Me auguras un mérito maravilloso”, respondió el niño. “Si yo estuviera en el mundo sólo un día y una noche, no importa, siempre que después de mí quede mi historia y el relato de mis aventuras. »

3. “Bien, muchachito”, dijo Conchobar, “súbete al carro. Aquí está el primer tanque que les ofrezco. El niño subió al carro. Al primer carro en que subió, le dio y repitió golpes tan violentos que hizo pequeños pedazos, pequeños escombros. Se subió a un segundo carro y lo redujo como el primero a pequeños pedazos, pequeños escombros. Destrozó otro tanque más. En el lugar donde se guardaban diecisiete carros para los jóvenes, los chicos buenos de Conchobar en Emain, solo había pequeños pedazos, pequeños fragmentos de estos tanques, todos rotos por el niño, ni uno solo, no pudo resistirlo. . -Estos carros no sirven, maese Conchobar -dijo el muchachito-, no son dignos de mí.

“¿Dónde está el hijo de Riangabair, Ibar, mi cochero? preguntó Conchobar. “Ciertamente aquí”, respondió Ibar. “Llévate mis dos caballos contigo”, dijo Conchobar, “y átalos a mi carro. Así que Ibar tomó los caballos y los enjaezó al carro del rey. Entonces el muchachito subió al carro de Conchobar, lo sacudió todo, el carro aguantó, no se rompió. “Ciertamente, este tanque es bueno”, dijo el niño, “es el tanque que me conviene. " - " ¡Bien! hijito -prosiguió Ibar-, por esta vez deja los caballos en su pasto. — "Es muy temprano para mí", respondió el niño; “adelante de nosotros fuera de Emain hoy, es el primer día después de tomar las armas, una gran victoria debe dar fe de mi aptitud guerrera. Caminaron alrededor de Emain tres veces. —Ahora deja los caballos en su pasto, muchachito —dijo Ibar—. "Todavía es muy temprano para mí, oh Ibar", respondió el niño. “Vamos adelante para que los niños me deseen suerte hoy, el primer día después de tomar las armas. Fueron delante de ellos a donde estaban los niños. ¿“Ha tomado las armas”? preguntó cada uno de los niños. “Debo hacerlo”, respondieron. “Que tú”, continuaron, “que logres la victoria, mates a tu primer adversario, triunfes; pero para nosotros es demasiado pronto que tomes las armas, porque te separas de nosotros, ya no participarás en nuestros juegos. "No me separaré de ti", respondió; pero un presagio me hizo tomar las armas hoy. »

4. “Déjalo, muchachito”, dijo Ibar, “deja los caballos en el pasto esta vez. — "Aún es muy temprano", respondió el niño; “Y este gran camino que da la vuelta frente a nosotros, ¿adónde lleva? — "¿Qué te importa?" -respondió Ibar-, eso no impide que seas un joven agradable. -Bueno, amable criado -continuó el niño-, te interrogaré por los principales caminos de la provincia. ¿Hasta dónde llega esto? "Ella va al vado de la guardia del monte Fuad", respondió Ibar. "¿Por qué lo llaman el vado de la guardia?", preguntó el niño, "¿lo sabías?" “Sí, lo sé”, respondió Ibar. "Un buen guerrero de los Ulates anda allí de guardia por la defensa de su patria. Si los guerreros extranjeros querían venir a Ulster para ofrecer batalla, él sería quien aceptaría el desafío en nombre de toda la provincia. Si los artistas de talento, descontentos, querían irse del Ulster, sería él quien, para retenerlos allí y así preservar el honor de la provincia, les ofrecería ricos presentes. Si, por el contrario, los artistas de talento pensaban en entrar en Ulster, sería él quien garantizaría las liberalidades con que Conchobar les retribuiría por sus poemas cantados y por sus cuentos recitados en Emain después de su llegada. - "¿Sabes", dijo el niño, "quién está hoy cerca de este vado?" “Sí, lo sé”, respondió Ibar, “es Conall Cernach, el heroico y pendenciero hijo de Amargin, es Conall Cernach, el guerrero real de Irlanda. "Llévanos adelante, amable sirviente", dijo el niño, "llévanos al vado". »

"Yendo delante de ellos, llegaron al vado: '¿Éste ha tomado las armas? preguntó Conall. “Debo hacerlo”, respondió Ibar. "Que tú, niño pequeño", dijo Conall, "que alcances la victoria, que triunfes matando a tu primer adversario". Pero para nosotros es demasiado pronto para que tomen las armas, porque no son capaces de lograr tal éxito. Por el contrario, si el extranjero que vendría aquí fuera un artista que te pidiera que le garantizaras un salario, todos los Ulates te lo garantizarían; Si tu compromiso resulta en una batalla, todos los nobles del Ulster se levantarán para apoyarte. "¿Qué está haciendo aquí, Maestro Conall?" preguntó el niño. "Estoy de guardia para la defensa de la provincia, niño pequeño", respondió Conall. —Vete a casa esta vez, maese Conall —dijo el niño—, y déjame hacer guardia aquí para la defensa de la provincia. —No, pequeño —dijo Conall—, aún no eres capaz de enfrentarte a buenos guerreros. »

—Entonces —dijo el niño— iré más al sur, a Fertais Locba Echtrann, a ver si hoy encuentro mis manos bañadas en la sangre de un amigo o de un enemigo. "Yo te protegeré", respondió Conall, "no debes ir solo a la provincia vecina". — "No", respondió el niño, "tú no vendrás". -Por supuesto que lo haré -exclamó Conall-; “Los Ulates me darían una paliza si te dejo solo en la provincia vecina. Trajeron los caballos de Conall; los amarraron a su carro, y él partió para proteger al niño; llegó tan lejos como llegó. Pero el niño no quería ser suplantado por Conall, si se presentaba la oportunidad de hacer alguna hazaña gloriosa. En el suelo toma una piedra que le llena la mano y la arroja contra el yugo del carro de Conall; el yugo se parte en dos, Conall cae al suelo entre las dos piezas y se disloca el hombro. “¿Qué has hecho, hijo mío? Dijo Conall. “Tiré una piedra”, respondió el niño, “para ver si sé cómo dirigir mi lanzamiento, cómo tiro un proyectil y si tengo la materia de un guerrero en mí. — "¡Maldita sea tu piedra arrojadiza!" exclamó Conall; “¡Maldito seas tú mismo! Incluso si tuvieras que dejar tu cabeza con los enemigos hoy, no iría a defenderte más. "Eso es lo que os pedí a todos vosotros, guerreros del Ulster", respondió el niño, "porque tenéis una prohibición mágica de buscar la muerte en vuestros carros". Conall regresó al norte para ocupar su lugar en el vado de la guardia. »

5. "Vamos a contar las aventuras del niño". Fue al sur a Fertais Locha Echtrann. Se quedó allí hasta el final del día. “Si me atreviera a expresar una opinión”, dijo Ibar, “ahora sería apropiado que volviéramos a Emain. La asamblea empezó hace mucho tiempo, como el compartir y repartir lo que comemos y lo que bebemos; allí te está reservado un lugar todos los días, te sientas entre los pies de Conchobar; mi lugar está entre los sirvientes y los malabaristas adscritos a la casa de Conchobar, ha llegado la hora de ir a pelear con ellos. “Llévate los caballos para que nos lleven”, dijo el niño; luego se sube al carro. "Pero, oh Ibar", dijo, "¿cuál es el nombre de esa colina que ahora veo al norte?" "Es la montaña de Morne", respondió Ibar. "¿Y qué es este montón de piedras blancas que veo en la cima de esta montaña?" preguntó el niño. —Es —respondió Ibar—, es el carn blanco de la montaña Mourne. — "Pero ese coche es bonito", dijo el niño. "Sí, es lindo", respondió Ibar; “Sigamos adelante, niño mimado, para llegar a este carn. Eres un chico encantador y, sin embargo, insoportable, puedo verlo. Hoy es la primera vez que os acompaño; será el último hasta el fin del mundo, incluso si vuelvo a Emain. »

“Llegaron a la cima de la montaña. “Estamos bien aquí”, dijo el niño. “Enséñame cuál de cada lado pertenece a la provincia de Ulster, porque no conozco en absoluto el reino de mi amo Conchobar. — Ibar le dijo de qué estaba hecha toda la provincia de Ulster, le mostró las alturas, las colinas y las montañas de la provincia, las llanuras, los castillos, los puntos altos de Ulster. -Bueno, oh Ibar -dijo el niño-, pero ¿qué es esta llanura del sur donde hay tantos rincones, ángulos, aristas, valles? “Mag Breg”, respondió Ibar. "Enséñame", preguntó el niño, "¿cuáles son los edificios y fortalezas de Mag Breg?" Ibar le mostró Tara, Teltown, Knowth, Brug na Boine y el castillo de los hijos de Necht. “Pero”, agregó el niño, “¿no son esos hijos de Necht que se jactaban de no dejar más Ulates con vida de los que mataron?” "Sí, lo son", respondió Ibar. "Vamos adelante", respondió el niño. “Vayamos al castillo de los hijos de Necht. — "¿Qué pena que digas eso?" gritó Ibar. “Es obvio para mí que estás sugiriendo que haga algo loco. El que quiera ir -añadió- no seré yo. "Irás vivo o muerto", dijo el niño. "Iré vivo al castillo de los hijos de Necht", replicó Ibar; pero será muerto que yo saldré de él. »

“Fueron delante de ellos al castillo de los hijos de Necht y el niño saltó del carro al césped. En este césped había una piedra erguida, alrededor de esta piedra un círculo de hierro, y en el cierre de este círculo una inscripción ogámica apelando a los héroes. Esta inscripción decía: "Cualquier hombre armado que entre en el césped tiene prohibido salir sin haber pedido combate singular". El niño leyó la inscripción, rodeó la piedra con los brazos, la arrojó junto con el círculo al arroyo cercano y las olas se alzaron sobre él. “En mi opinión”, dijo Ibar, “hubiera sido mejor que esa piedra se hubiera quedado donde estaba. Sabemos que esta vez encontrarás en este césped lo que buscas, la muerte, sí la muerte, una muerte trágica. “Bien, Ibar”, respondió el niño, “arréglame la cubierta del carro y su piel para que pueda dormir un poco. — «Qué desgracia que me hables así», respondió el cochero, «porque estamos aquí en tierra enemiga, este césped no es de esos en que uno se divierte». El cochero, sin embargo, arregló la manta y la piel, luego, sobre el césped, el niño se durmió. »

6. “Entonces vino sobre el césped uno de los hijos de Necht. Su nombre era Foill, hijo de Necht. —No desenganche los caballos, cochero —dijo Foill—. —No pienso desatarlos —respondió Ibar—, todavía tengo las bridas y las riendas en la mano. — "¿De quién son estos caballos?" preguntó Foill. "Estos son los caballos de Conchobar", respondió Ibar. “Mira sus cabezas manchadas. "Los reconozco", prosiguió Foill, "¿y quién los condujo desde el Ulster hasta la frontera de la provincia vecina?" — "Un niño dulce y simpático", dijo Ibar, "se armó con nosotros y vino a la frontera de la provincia limítrofe a mostrar su buena apariencia". — "No será para conquistar y triunfar", dijo Foill; “si lo conociera capaz de luchar, no estaría vivo que de aquí en el sur regresaría al norte a Emain; no, no volvería con vida. "Ciertamente es incapaz de luchar, se diga lo que se diga", respondió Ibar, "está en su séptimo año". »

“En ese momento el niño levantó la cara del suelo, se llevó la mano a la cara, se puso morado y tomó de pies a cabeza la forma de una piedra de molino. “Ciertamente”, dijo, “soy capaz de pelear. “Lo que me parece más probable que lo que dices”, respondió Foill, “es que no eres capaz de luchar. "Para que sepas cuál es la probabilidad", respondió el niño, "debemos ir al vado juntos". Pero ve a buscar tus armas. Ven sin ellos al vado, no eres un guerrero. Yo no mato cocheros ni palafreneros, no mato gente desarmada. Foill se apresuró a buscar sus armas. "Por nuestro bien", dijo Ibar, "es justo que tengas cuidado, muchachito", en tu lucha contra él. — "¿Por qué es esto necesario?" preguntó el niño. -En Foill, hijo de Necht, en el hombre que ves -replicó Ibar-, ni las puntas ni los filos de las armas se han apoderado. "No me corresponde a mí decir eso", dijo el niño. “Con mi mano le jugaré el juego de la trampa, le arrojaré mi manzana de hierro dos veces derretida, alcanzará la parte plana del escudo de Foill, la parte plana de su frente, y, después de haberlos cruzado, sacará los sesos por la nuca de los que hará una especie de tamiz: a través de su cabeza veremos el día. Foill abandonó su castillo. El niño pequeño jugó el llamado juego de trucos, arrojó la manzana de hierro que aterrizó en la parte plana del escudo y en la parte plana de la frente de Foill, y después de cruzarlos, le rompió los sesos en la parte posterior de la cabeza; El día se vio a través de la cabeza de Foill y el niño se lo cortó. »

7. “Luego vino el segundo de los tres hermanos, Tuachall hijo de Necht. "Veo que te jactas de un logro", dijo Tuachall. "No tengo derecho a presumir porque maté a un guerrero", respondió el niño. 'No habrá necesidad de alardear esta vez', prosiguió Tuachall, 'porque te mataré. "Ve a buscar tus armas, ya que viniste sin ellas", respondió el niño. Tuachall se apresuró a buscarlos. “Es de nuestro interés”, dijo Ibar, “que tengas cuidado, pequeño, en tu lucha contra él. " - " ¿Por qué eso? preguntó el niño. 'Tuachall, hijo de Necht, el hombre que ves', respondió Ibar, 'debes derribarlo con el primer golpe de la espada, con el primer golpe del arma arrojadiza, con el primer ataque; de lo contrario nunca lo superarás por la habilidad y agilidad con la que gira las puntas de las armas. — "No puedes decirme eso", replicó el niño. “Tomaré la lanza de Conchobar en mi mano; esta lanza envenenada atravesará su escudo, llegará por encima de su vientre rompiéndolo todo, penetrará entre las costillas hasta el otro lado de su cuerpo después de haber atravesado su corazón” — “Será”, dijo Ibar, “la hazaña de un enemigo y no el acto amistoso de un conciudadano. - "No lo enviaré al médico", respondió el niño, "y de su salud nunca me preocuparé". Tuachall, saliendo de su castillo, llegó al césped. El niño pequeño agarró la lanza de Conchobar y la arrojó al escudo de Tuachall por encima del vientre de ese guerrero; al romper todo penetró entre las costillas al otro lado del cuerpo después de haber atravesado el corazón.El niño le cortó la cabeza a Tuachall antes de que por la caída del cuerpo hubiera tocado el suelo. »

8. “Entonces salió del castillo y llegó al césped el menor de los tres hermanos, Faindlé o la golondrina, hijo de Necht. "Fueron muy estúpidos los que lucharon contra ti", dijo Faindlé. - " ¿Por qué? preguntó el niño. — “Ven”, respondió Faindlé, “acércate aquí abajo, en el agua tu pie no llegará al fondo [sin que el agua te sobrepase la cabeza]. Y Faindlé se precipita hacia el agua.

-Conviene, muchachito -dijo Ibar-, que tengas mucho cuidado en tu lucha contra él. — "¿Por qué es esto necesario?" preguntó el niño. -Faindlé, el hombre que ves -respondió Ibar-, debe su nombre, Faindlé, es decir golondrina, porque vaga por el mar como la golondrina y la comadreja. Los nadadores del país nada pueden hacer contra él. — "No es apropiado que me hables así", respondió el niño. “Conoces el río que está cerca de nosotros en Emain, el Callann. Cuando los niños la rodeaban y pasaban sus juguetes por encima de ella, sin meterse ellos mismos en el agua, yo tomaba un niño simpático en cada una de mis dos manos, un niño simpático sobre cada uno de mis dos hombros, entonces estando así debajo de ellos seguía caminando. el agua sin que mojara siquiera los tobillos de mis pies. Faindlé y el niño pequeño lucharon en el agua. El niño puso su antebrazo sobre Faindlé y lo hizo hundir en el agua que llegaba a la cabeza de Faindlé, luego, dándole un hábil y rápido golpe de espada de Conchobar, le cortó la cabeza que se llevó dejando el cuerpo en el arroyo. »

"[Entonces detrás de él y detrás de Ibar se escuchó el grito lastimero de Necht, madre de los tres muertos]".

“Después de eso el muchachito e Ibar fueron al castillo, arrasaron las casas, las quemaron: lo que quedó de los edificios no superaba en altura las descargas de tierra de los fosos de circunvalación. Luego regresaron al monte Fuad llevando las tres cabezas de los hijos de Necht. »

9. "Entonces vieron delante de ellos una manada de ciervos: '¿Qué, oh Ibar, son estas muchas bestias tan ágiles? dijo el niño, "¿son estos animales mansos que son los favoritos de las reinas, o es una especie de vaca?" "Vacas", respondió Ibar; “Se esconden en las soledades del monte Fuad. "Picad a los caballos con el aguijón", dijo el niño; “Veamos si podemos llevarnos algunos de estos animales. El cochero espoleó los caballos; pero estos caballos, que pertenecían al rey Conchobar, eran demasiado grandes para correr tan rápido como la manada de ciervos. El niño se apeó del carro y tomó de esta tropa dos ágiles y fuertes ciervos. Los ató a la camilla del carro con correas. »

10. “Entonces Ibar y el niño pequeño fueron delante de ellos a la meseta de Emain donde vieron cerca de ellos una manada de cisnes blancos. "¿Qué son estos pájaros?" preguntó el niño; "¿Son una de esas aves domesticadas que son las favoritas de las reinas, o es otra especie de ave?" "Estos son otros pájaros", respondió Ibar; “Es una manada de cisnes que, provenientes de las rocas e islas del gran mar exterior, vienen a pastar a las llanuras y mesetas de Irlanda. "¿Cuál sería más glorioso de los dos, oh Ibar", dijo el niño, "o llevarlos vivos a Emain, o llevarlos allí muertos?" "Lo más glorioso sería traerlos vivos", respondió Ibar; “No todos pueden tomar aves vivas. Entonces el niño pequeño con un primer golpe de habilidad capturó ocho de estas aves, luego con un segundo golpe más hábil capturó dieciséis. Luego, con correas y cuerdas, los ató a la camilla del carro. “Llévate estos pájaros contigo, oh Ibar”, dijo el niño. "Es difícil para mí", respondió Ibar. - " Por qué eso ? preguntó el niño. “Hay una gran razón para eso”, respondió Ibar. “Si me muevo, las ruedas de hierro del carro me cortarán el paso a causa del paso fuerte, vigoroso y muy poderoso de los caballos. Si hago el menor movimiento los cuernos de venado me traspasarán, me traspasarán. "No eres un verdadero guerrero, oh Ibar", respondió el niño. “La mirada que lanzo a los caballos será suficiente para evitar que se desvíen del rumbo. Sólo tendré que mirar a los ciervos para que bajen la cabeza, me tendrán tanto miedo, y vosotros nada tendréis que temer de sus cuernos. »

11. “Continuando su rumbo llegaron a Emain. [La bruja] Leborcham que era hija de Aue y Adarc [esclavos de Conchobar, y que un día iba a predecir la muerte de Cûchulainn], se dio cuenta de ellos. “Un guerrero viene en un carro”, dijo, “su llegada es aterradora. Las cabezas de los enemigos que mató están en su carro cerca de él. Junto a él en su carro hay hermosos pájaros blancos. Los ciervos, estos animales salvajes que no pueden ser enjaezados, están cerca de él cautivos con cadenas, aprisionados con cuerdas; Si no nos protegemos de él esta noche, matará a los guerreros del Ulster. » — “Sabemos”, respondió Conchobar, “este viajero que llega en un carro es el niño, el hijo de mi hermana. Se fue a los confines de la provincia vecina, tiene las manos todas rojas de sangre; no está satisfecho con el combate y, si no tenemos cuidado, todos los guerreros de Emain perecerán como resultado. » Esta es la decisión que tomaron Conchobar y su consejo: sacar mujeres, enviarlas a conocer al niño, tres veces cincuenta mujeres o diez además de siete veces veinte, todas desnudas como su inmodesto conductor, Scandlach, a la cabeza. para mostrar su desnudez al pequeño héroe. La joven tropa de mujeres salió y sin reservas le mostró su desnudez. Pero él ocultó su rostro poniéndolo contra la pared del carro y no vio la desnudez de las mujeres. Entonces lo sacaron del tanque. Para calmar su ira le trajeron tres tinajas de agua dulce. Lo metieron en un primer tanque, le dio tal calor al agua que el agua rompió las tablas y los círculos del tanque como una cáscara de nuez. En el segundo tanque, el agua hirvió tan grande como tu puño. En la tercera tina el calor era de ese tipo que algunos hombres toleran y otros no. Entonces la ira del pequeño disminuyó. »

12. “Lo volvieron a vestir; Reanudó su rostro normal. De su persona, comenzando desde lo alto de su cabeza y terminando hasta sus pies, hizo una rueda de color púrpura. Tenía siete dedos en cada uno de sus dos pies, otros tantos en cada una de sus dos manos, siete pupilas en cada uno de sus dos ojos, y en cada una de estas pupilas se veían brillar siete piedras preciosas. En cada una de sus dos mejillas había cuatro manchas, una mancha azul, una mancha morada, una mancha verde y una mancha amarilla. Cincuenta mechones de cabello muy rubio iban de una oreja a la otra, podían compararse con una peineta de abedul o con agujas de color oro pálido iluminadas por el sol. El resto de su cabello estaba corto y brillaba como si lo hubiera lamido una vaca. Lo envolvía una capa verde sostenida por un broche de plata. Debajo de este abrigo llevaba una túnica de hilo de oro. Llegó y se sentó entre los pies de Conchobar, quien se pasó la mano por el pelo. »

13. “Este niño realizó estas hazañas a la edad de siete años: a esa edad derrotó a los grandes guerreros que habían matado a dos tercios de los hombres del Ulster. Estos hombres no habían encontrado un vengador antes de que este niño se enfrentara a sus asesinos. No es de extrañar que después, habiendo llegado a la frontera de la provincia a la edad de diecisiete años, matara a un hombre, dos hombres, tres hombres o cuatro hombres durante nuestra expedición para llevarnos [el toro divino] y el vacas de Cooley. »

[Fiachu hijo de Feraba dejó de hablar. ]

Tales fueron los relatos de las hazañas del niño Cûchulainn tal como los encontramos en la epopeya que relata el secuestro [del toro divino] y las vacas de Cooley. Estos relatos vienen después 1° del prefacio (es decir los primeros 4 capítulos), 2° la tabla del camino (capítulo V), 3° la narración de la marcha del ejército (capítulo VI).

Ahora continuaremos la historia.

CAPÍTULO VIII
SIGUIENDO LA MARCHA DEL EJÉRCITO.

1 [Primer desastre].

“Vámonos de aquí ahora”, dijo Ailill. Van al Mag Muicceda. Cûchulainn corta un roble frente a él y traza una inscripción ogámica en un lado de este árbol. Esta inscripción decía que nadie pasaría más allá de este roble hasta que un guerrero con su carro lo pasara saltando sobre él. El ejército planta allí sus tiendas y, montados en sus carros, los guerreros intentan saltar el roble. Allí perecieron treinta caballos y allí fueron destrozados treinta carros. Este lugar se llamó Pasaje de la Gloria [veremos más adelante que esto fue después debido al éxito de Fergus], y este nombre siempre se conservará.

2. Asesinato de Fraech (es decir, La Bruyère).

El ejército permanece allí hasta la mañana. Ailill y Medb llaman a Fraech, hijo de Fidach. “Líbranos”, dijo Medb, “quítanos el destino que nos pesa. Venid en nuestra ayuda contra Cûchulainn; Queremos saber si lucharás contra él. »

Fraech partió temprano por la mañana con ocho compañeros. Llegó al vado de Fúad y vio a Cûchulainn bañándose en el río. “Esperen”, dijo Fraech a su gente, “esperen hasta que haya llegado al hombre de allí. El agua no es buena para ti. » Se desnuda y se mete en el agua en dirección a Cûchulainn. “No vengas a mí”, dijo Cûchulainn, “si lo haces, morirás y para mí sería triste matarte. » — “Por supuesto que iré”, respondió Fraech, “iré para que nos encontremos en el agua y que tu juego conmigo corra el mismo riesgo para los dos. » — “Disfrútalo como te parezca bueno”, respondió Cûchulainn. — “Que cada uno de nosotros rodee al otro con la mano”, respondió Fraech. Cada uno hace grandes esfuerzos para abrumar al otro en el agua, y Fraech queda sumergido. Cûchulainn lo recoge. “Esta vez”, preguntó Cûchulainn, “¿lo soportarás si te perdono la vida?” — “No”, respondió Fraech, “no lo soportaré. » Entonces Cûchulainn derribó a Fraech y Fraech murió. Cûchulainn arrastró el cadáver hasta la orilla del río, que la gente de Fraech llevó al campamento. Y el vado siempre se ha llamado Gué de Fraech. Todos los guerreros del campamento cantaron el lamento de los muertos. Entonces vimos llegar una tropa de mujeres vestidas con túnicas verdes alrededor del cadáver de Fraech hijo de Fidach [eran síde, es decir diosas o hadas], lo llevaron a su divino palacio [en irlandés síd] que desde entonces se llamaba Síd de Fraech.

Entonces Fergus en su carro saltó más allá del poste de roble [plantado por Cuchulainn, de ahí el nombre Pasaje de la Gloria].

3. Asesinato de Orlam.

A la mañana siguiente los guerreros de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda se dirigieron hacia el este, al otro lado de la montaña llamada Cronn (es decir, al otro lado del Monte Redondo). Cûchulainn salió a su encuentro y se encontró con el cochero de Orlam, hijo del rey Ailill y la reina Medb. Estaba en el lugar llamado Tumba de Orlam, cerca del desierto de Lochad, al norte. El conductor cortó madera de acebo en el bosque para hacer un carro. “¡Ay!” exclamó Cûchulainn, “qué acto tan imprudente está cometiendo la gente del Ulster si son ellos quienes cortan leña frente al enemigo. Espera un poco aquí”, le dijo a su conductor, “espera hasta que sepa quién está cortando leña así. » Cûchulainn se fue y llegó cerca del cochero de Orlam. "¿Qué estás haciendo aquí, muchacho?" » preguntó Cúchulainn. - "Lo soy", respondió el cochero de Orlam. “Estoy cortando acebo para hacer un carro, porque ayer se nos rompieron los carros persiguiendo al famoso ciervo que hay por aquí. Quiero hablar de Cûchulainn. Y a ti, por tu valor te lo ruego, dame tu ayuda y evita que este famoso Cûchulainn venga a atacarme. » — “Te doy a elegir, muchacho”, respondió Cûchulainn, “o ensamblas los trozos de acebo con los que debe estar hecho el carro, o los cortas, será uno de los dos. » — “Yo haré el montaje”, dijo el cochero de Orlam, “es más fácil. » Cûchulainn comenzó a cortar los trozos de acebo y, tirando de ellos con los dedos de los pies y de las manos, los frotó entre sí para hacer desaparecer tanto sus curvas como sus nudos y dejar estos trozos de madera tan pulidos que una mosca podría no pararse sobre ellos cuando se alejaba. El cochero de Orlam lo observó hacerlo. “Me parece”, dijo este hombre, “que te he dado un trabajo indigno de ti; ¿Quien eres tu entonces? » — “Yo soy”, respondió el guerrero, “soy este famoso Cûchulainn, de quien hablaste esta mañana. » — “Es una gran desgracia para mí”, respondió el cochero de Orlam, “por culpa de este guerrero estoy perdido para siempre”. - “De ninguna manera, muchacho”, respondió Cûchulainn, “no mato a cocheros, ni a correos, ni a gente desarmada. ¿Pero dónde está tu maestro? » — “Está cerca de aquí, junto a la tumba”, respondió el cochero de Orlam. — “Ve a buscarlo”, respondió Cûchulainn, “adviertele, ten cuidado con él, porque si nos encontramos caerá bajo mis golpes. » El cochero de Orlam fue a buscar a su amo, su viaje fue rápido, incluso más rápido que el de Cûchulainn. Le cortó la cabeza a Orlam, la levantó en alto y se la mostró a los guerreros de Irlanda.

[Entonces Cûchulainn puso la cabeza de Orlam sobre la espalda del conductor de este desafortunado hombre y le dijo: “Llévala contigo y ve al campamento con esta carga. Si no vas como te digo, te lanzaré una piedra con mi honda. » Al llegar cerca del campamento, el conductor le quitó la cabeza a su amo de la espalda. Luego les contó a Medb y Ailill (padre y madre de Orlam) lo que acababa de sucederle. “Matar a Orlam”, dijo Medb, “ciertamente no es lo mismo que capturar un pájaro. » — “Cûchulainn declaró”, respondió el cochero, “que si no llevaba la cabeza de Orlam sobre mis espaldas al campamento, me rompería la cabeza con una piedra.]

4. Asesinato de los tres hijos de Gára.

Entonces los tres hijos de Gára vinieron a encontrarse con Cûchulainn en el vado de Ciannacht. Sus nombres eran Lon (mirlo), Ual (orgullo) y Diliu (inundación), los nombres de sus aurigas eran Meslir, Meslaig, Meslethair. La razón por la que vinieron a atacar a Cûchulainn fue que consideraban una atrocidad lo que había hecho en los días anteriores: el asesinato de los tres hijos de Nera, hijo de Núatar, nieto de Tacán en el vado de las Horquillas y el asesinato del hijo de Ailill y Medb, Orlam, cuya cabeza había mostrado a los guerreros de Irlanda. Dijeron que de la misma manera matarían a Cuchulainn y le quitarían la cabeza para mostrarla. Fueron al bosque y cortaron tres ramas de avellano blanco, las pusieron en manos de sus aurigas y dijeron que los seis juntos irían a atacar a Cuchulainn. Cûchulainn se volvió hacia ellos y les cortó las seis cabezas. Fue así como los hijos de Gára cayeron bajo los golpes de Cûchulainn.

5. Asesinato de Lethan.

Lethan, queriendo luchar contra Cûchulainn, llegó al vado ubicado cerca de Nith en el territorio de Conaille en Murthemne. Vado del Char es el nombre del vado donde se encontraron los dos guerreros. Debe su nombre al hecho de que el carro de Lethan se rompió durante la batalla librada en el vado. Entonces Mulche [el cochero de Léthan atropellado por Lôeg, el cochero de Cûchulainn, cayó muerto en la colina entre los dos vados. Y es por eso que a este cerro desde entonces se le llama cerro Mulche. En el carro Ford se encontraron Cûchulainn y Lethan. Cûchulainn, antes de derrotar a Lethan, le cortó la cabeza y la dejó cerca del cadáver. De ahí el nombre que lleva desde entonces este vado: Vado de Léthan en el territorio de Conaille en Murthemne.

6. Las bellas y buenas arpistas.

Así que para recrear a los guerreros irlandeses traídos por Ailill y Medb, vinieron las bellas y buenas arpistas de Ess Rúaid (Assaroë). Los guerreros irlandeses creían que estos arpistas eran los exploradores de los habitantes del Ulster. Les brindaron una caza incomparable que duró mucho tiempo, hasta que estos arpistas llegaron a transformarse en ciervos en las rocas de Lia Mór. Se decía que eran hermosos y buenos arpistas, pero eran druidas muy eruditos.

7. Asesinato del hurón y del pájaro favorito.

Entonces Cûchulainn lanzó una amenaza: “Allí”, dijo, “donde vea a Medb, le arrojaré una piedra que caerá cerca de ella, junto a su cabeza. » En efecto, donde vio a Medb le arrojó una piedra con su honda y esta piedra mató al pájaro favorito que Medb llevaba sobre su hombro cerca del vado al atardecer. Medb pasó el vado hacia el este. Entonces Cûchulainn le arrojó una segunda piedra con su honda y esta piedra mató al pequeño hurón que Medb llevaba sobre su hombro cerca del vado hacia el este. De ahí que Nuque du Ferret y Nuque de l’Oiseau fueran los nombres de estos dos lugares. Y el vado más allá del cual Cûchulainn arrojó las dos piedras de su honda recibió el nombre de Vado de la Honda. [……]

8. Advertencia dada al toro de Cooley por la diosa Morrigu.

Por primera vez, los Brown de Cooley llegaron al territorio de Margine. Lo rodearon cincuenta de sus novillas. [Lo siguió su pastor llamado Forgemen. Arrojó al suelo a los ciento cincuenta niños que jugaban boca arriba y mató a las dos terceras partes de ellos]. Al mismo tiempo cavó su hoyo y con sus cuernos arrojó la tierra muy lejos.

Fue el mismo día que de los palacios de los dioses vino [en forma de pájaro] Morrigu hija de Ernmas. Aterrizó en el monolito que estaba en Tara de Cooley. Quería advertir a Brun de Cooley del peligro al que lo exponía la llegada de los guerreros de Irlanda. Ella se dirigió a él: “Bueno, infeliz Brun de Cooley”, dijo Morrigu, “ten cuidado, porque los guerreros de Irlanda se acercarán a ti y te llevarán a su campamento si no tienes cuidado. »

Luego pronunció un discurso ante la bula, conservado en manuscritos, en el que le anunciaba grandes desgracias, pero gran parte de las cuales hoy siguen siendo ininteligibles.

Entonces Cooley Brown se fue. Fue delante de él al valle de los Genises, en el monte Culinn (es decir, Holly), y con él cincuenta de sus novillas.

Uno de los triunfos de Brun de Cooley consistió en cubrir cada día cincuenta novillas, que al día siguiente parían terneros. Las que no pudieron dar a luz los destrozaron, reventando alrededor de la cría que llevaban, porque no eran lo suficientemente fuertes para soportar la protuberancia de Cooley's Brown.

Otro de los triunfos de Brown Cooley fue que todos los días por la tarde [tres veces] cincuenta niños simpáticos jugaban juegos de habilidad sobre su amable espalda.

Otro de los triunfos de Cooley's Brun fue que cien guerreros estaban protegidos por su sombra del calor, por su abrigo del frío.

Otro de los triunfos de Cooley's Brun fue que ni el genio de rostro pálido, ni el genio con cara de cabra, ni el hada del valle se atrevieron a acercarse al municipio habitado por él.

Otro de los triunfos de Brun de Cooley fue el bramido melodioso que lanzaba todos los días por la tarde al acercarse a su recinto, a su establo, a su corral. Todo lo que un guerrero del norte, un guerrero del sur, un guerrero del centro del municipio de Cooley podía desear en la música, este guerrero lo obtenía gracias a los melodiosos bramidos que cada tarde hacía el Pardo de Cooley, cuando este toro se acercaba a su recinto, su establo, su corral.

Hemos dicho así algo de los triunfos de Brun de Cooley.

9. El ejército en Murthemne.

Luego, por la mañana, los ejércitos rodearon las rocas y las dunas del territorio de Conaille en Murthemne. Ahora, Medb dice que le colocaron escudos en la cabeza para protegerla; temía los proyectiles que Cuchulainn le habría lanzado desde lo alto de las colinas. Pero ese día Cûchulainn no hirió a los guerreros de Irlanda, no los atacó durante su marcha alrededor del territorio de Murthemne.

10. Asesinato de Loche.

Los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda durmieron en Réde Loche después de haber parado y acampado allí para pasar la noche.

Medb le dijo a uno de sus amables sirvientes que fuera al río a buscar agua para beber para ella y para esta niña. Loche era el nombre de esta chica. Loche fue allí, la acompañaron cincuenta mujeres, llevaba en la cabeza la diadema de oro de la reina. Cûchulainn le arrojó una piedra con su honda, rompió la diadema de oro en tres pedazos y mató a la niña. Por eso hay una llanura llamada Loche en Cooley. Es probable que Cûchulainn se hubiera equivocado y hubiera tomado a esta chica por Medb.

11. Asesinato de Lotario.

Desde Findabair en Cooley las tropas irlandesas se dividieron en varios cuerpos [y recorrieron el cantón en busca del toro de Cooley]. Destruyeron el país con fuego. Reunieron en Findabair a todas las mujeres, hijos, hijas y vacas de Cooley. “No lo habéis encontrado”, dijo Medb, “no veo el toro entre vosotros. » — “No está en el cantón”, respondieron todos. El pastor Lotario fue invitado a ir a buscar a Medb. “¿Dónde está el toro?” » preguntó Medb, “¿qué piensas?” » — “Tengo mucho miedo de decirlo”, respondió el pastor. Sin embargo, habló. “La noche en que todos los Ulates comenzaron la enfermedad que iba a durar nueve veces doce horas, el toro salió con tres veces cincuenta vacas a su alrededor. Está en Dubcaire, en el valle de Osiers. " - " Levantese ". dijo Medb, “y en grupos de dos lleven un trozo de mimbre. "Lo están haciendo. De ahí proviene el nombre de Glenn Gat, Valle de Osiers, que lleva esta localidad. [Habiendo encontrado el toro] lo llevan a Findabair. En cuanto el toro vio al pastor Lotario, lo atacó y pronto llevó en sus cuernos las entrañas de este infortunado hombre. También atacó con sus ciento cincuenta novillas a los guerreros que estaban en su campamento, de modo que mató a cincuenta de ellas. Esta expedición se conoce como el asesinato de Lothar. El toro abandonó el campamento y nadie supo adónde había ido. Los irlandeses estaban tristes. Medb preguntó al pastor [que, al parecer, aún no había expirado] dónde pensaba que estaría el toro. “Probablemente”, dijo, “se escondió en el monte Culinn (o monte Houx). »

Regresaron allí después de haber devastado el municipio de Cooley y no encontraron allí al toro. El río Cronn subía contra ellos hasta las copas de los árboles. [Pasaron la noche y] durmieron cerca de este río. Entonces Medb ordenó a algunos de su gente que lo cruzaran.

12. Muerte de Ualá.

Las tropas partieron por la mañana, llegaron al río Cronn e intentaron en vano cruzarlo. Prairie des Chars es el nombre del lugar donde llegaron, porque el río llevó un centenar de sus carros al mar. Medb le dijo a su gente que uno de ellos intentaría cruzar el río. De la gente de Medb se levantó un guerrero alto y fuerte. Su nombre era Uala; se puso una piedra fuerte en la espalda y fue a intentar cruzar el río. Pero el río lo arrojó hacia atrás sin vida, con la piedra en la espalda. Medb dijo que llevaran el cadáver más alto, se cavó su tumba, se erigió su piedra, es la piedra de Uala en Cooley.

13. Asesinato de los compañeros de Róen y Rói.

Cûchulainn estuvo muy cerca del ejército ese día. Provocó a los guerreros a la batalla. Mató a cien alrededor de Róen y Rói, los dos historiadores que hablaron por primera vez del secuestro [del toro divino y] de las vacas de Cooley.

14. Llamada por Medb a sus guerreros.

Medb le dice a su gente que vayan a luchar contra Cûchulainn. “No quiero que sea yo”, dijeron todos desde el lugar donde se encontraban, “nadie de mi familia le debe nada a Cûchulainn. Además, no importa quién sea su deudor. Luchar contra él es demasiado difícil”.

15. Paso por una brecha abierta en una montaña.

Las tropas siguieron el río que no pudieron cruzar y llegaron al nacimiento de este río que sale de la montaña. Podrían haber pasado entre el manantial y la cima de la montaña. Pero Medb le negó el permiso para hacerlo. Exigió que delante de ella para complacerla se cavara una trinchera en la montaña, era una afrenta para los habitantes del Ulster. Desde entonces, esta trinchera se llamó Cooley's Cow Removal Breach, porque por allí pasó la expedición.

16. Campamento en Val de la Laiterie.

La noche siguiente los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda subieron al escenario y acamparon en el Cruce de la Isla, en el irlandés Bélat Aileáin. Este lugar hasta entonces se había llamado así; Desde entonces, su nombre es Val de la Laiterie, por la cantidad de leche que el ganado y las tropas de vacas daban de beber a los hombres de Irlanda. Stone Stable es otro nombre para la misma localidad porque los hombres de Irlanda construyeron allí sus establos y corrales para su ganado, para sus tropas de vacas.

17. Acampar a la orilla del río llamado Glass Gatlaig, arroyo de la cestería.

Continuando su viaje, los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda llegaron a Sechair. Séchair era el nombre de un río que desde entonces se llama el curso de agua de mimbre, Glass Gatlaig. Toma su nombre de la tracería de mimbre dentro de la cual los guerreros de Irlanda colocaban sus rebaños y su ganado; y después de cruzar el río, dejaron allí su cestería. Por eso este curso se llama Glass Gatlaig.

18. Fergus y Medb. La venganza del marido.

Sin embargo, hay autores y libros lo que hizo que los guerreros de Irlanda siguieran otra ruta para ir de Findabair a Conaille.

Después de que todos llegaron con su botín al Findabair de Cooley, Medb dijo: “Debemos dividir el ejército en dos. La expedición no se realizará por una única ruta. Dejemos que Ailill y la mitad de las tropas pasen por Midluachair. Fergus y yo atravesaremos la Brecha de Ulates. » — “No es hermoso”, dijo Fergus, “la mitad de la expedición que nos asignaron. No podemos llevar a las vacas a través de la montaña sin compartirlas. » Así se hizo, y Ulster Cow Breach lleva este nombre debido al paso de las vacas.

Entonces Ailill le dijo a Cuillius, su cochero: “Encuéntrame hoy Medb y Fergus; No sé por qué se juntaron así; Estaría muy feliz si pudiera proporcionarme pruebas. » Cuilio se va. Cuando Medb y Fergus estuvieron en Cluichre, se quedaron detrás de los guerreros que continuaban el camino por delante. Cuillius se acercó a la pareja. Medb y Fergus no escucharon al hombre que los vio. Sucedió que Fergus había puesto su espada a su lado. Cuillius lo sacó de la funda y la dejó vacía. Luego fue a buscar a Ailill. "Así que es cierto", dijo Ailill. — “Sí”, respondió Cuillius, “comprendes el valor de este signo. » — “Muy bien”, respondió Ailill. Y ambos se miraron y rieron. - “Como pensabas”, respondió Cuillius, “los encontré acostados juntos. » — “Era una necesidad para ella”, dijo Ailill, “tenía que actuar de esta manera para asegurar el éxito de la expedición. Asegúrate de mantener esta espada en buenas condiciones; colóquelo debajo de su asiento en el tanque, envolviéndolo en una tela de camisa. »

Fergus se levantó para tomar su espada: “¡Ay! " él dijo. - " Que tienes ? » preguntó Medb. - "He hecho algo malo contra Ailill", respondió Fergus. “Esperad aquí hasta que salga del bosque”, dijo a Medb y a su cochero, “y no os extrañéis si falta mucho tiempo para que regrese. » Medb no se dio cuenta de que Fergus había perdido su espada. Sale con su espada de cochero en la mano y en el bosque se hace una espada de madera. De ahí que este bosque del Ulster reciba el nombre de Grand Scabbard Forest. “Vámonos de aquí para unirnos a nuestros camaradas”. dijo Fergus. Los guerreros de todas las tropas se reúnen en la llanura. Montan sus tiendas. En nombre de Ailill, se invita a Fergus a jugar al ajedrez. Cuando llegó a la tienda de Ailill se rió en su cara...

19. Continuación de las hazañas de Cûchulainn.

Cûchulainn llegó frente al vado de Cronn. “Maestro Lôeg”, dijo Cûchulainn a su cochero, “los ejércitos están cerca de nosotros. » — “Lo juro por los dioses”. respondió el cochero: “Realmente realizaré grandes hazañas delante de los guerreros montados en carros”…

“Ruego”, dijo Cûchulainn, “que las aguas vengan en mi ayuda. Rezo al cielo y a la tierra, en particular al río Cronn. Los Cronn los atacarán, no les permitirá quedarse en Murthemne hasta que termine el trabajo de los guerreros de Irlanda en la montaña del pueblo de Ochaine. » Entonces el agua subió tanto que llegó hasta las copas de los árboles.

Mane, hijo de Ailill y Medb, avanzó delante de todo el ejército. Cuchulainn lo mató en el vado; Allí se ahogaron treinta jinetes de la casa de Mane. Cuchulainn hizo que otros treinta y dos buenos guerreros de Mane cayeran al borde del agua. Los guerreros de Irlanda levantaron sus tiendas cerca de este vado. Lugaid, hijo de Nós, es decir del nieto de Lomarc, fue acompañado de treinta jinetes para hablar con Cûchulainn. “Te doy la bienvenida, Lugaid”, dijo Cûchulainn. “Si una bandada de pájaros viene a buscar comida a la llanura de Murthemne, tendrás un pato entero con la mitad de otro. Si proviene de pescado del río, tendrás un salmón entero con la mitad de otro, también tendrás tres briznas de hierba, una de berros, una de algas, una de algas. Un hombre te sustituirá en el vado. » — “Cuento con ello”, respondió Lugaid, “y espero que mi sustituto sea muy distinguido. » — “Tus ejércitos son hermosos”, prosiguió Cûchulainn. — “Es triste”, respondió Lugaid, “que estés solo frente a ellos. » — “Tengo conmigo”, respondió Cûchulainn, “las hazañas y el valor guerrero. Dime, maestro Lugaid, si tus ejércitos me temen. » — “Lo juro”, respondió Lugaid, “lo juro por el dios [por quien mi pueblo jura]: nunca un hombre ni dos juntos se atreverían a ir solos a derramar su orina fuera del campamento; deben ser veinte o treinta juntos para tener la audacia. » — “No lo aceptarán”, respondió Cûchulainn, “si les lanzo proyectiles con mi honda. »

Cûchulainn mató a treinta guerreros en el vado de Dorn. Las tropas no pudieron llegar a la esquina de Airther antes de la noche y allí Cûchulainn mató a otros treinta guerreros. Los guerreros de Irlanda levantaron sus tiendas en la esquina de Airther. Por la mañana, Cuillius, cochero de Ailill, comenzó a lavar el forro del carro de su amo en el vado, Cuchulainn le arrojó una piedra y así lo mató. Fue por esto que la esquina de Airther tomó el nombre de Vado de la Aniquilación, Ath Cuillne.

CAPÍTULO IX
NEGOCIACIONES CON CÛCHULAINN

Los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda subieron al escenario y acamparon para pasar la noche en la Colina de los Pájaros, Druim En, en el territorio de Conaille en Murthemne. Esa misma noche Cûchulainn acampó cerca de allí, en Ferta Illerga, y esa noche agitó tanto sus armas que cien guerreros murieron de shock por el efecto del miedo, del terror que les causaba Cûchulainn. Medb le dijo a Fiachu, hijo de Ferfébe, guerrero del Ulster, que fuera a hablar con Cûchulainn y le llevara una propuesta para un acuerdo. “¿Qué propuesta le haré? » preguntó Fiachu. — “No será difícil decirlo”, respondió Medb. “A través de él compensaremos a todos aquellos habitantes del Ulster que hayan sufrido daños; Le pagaremos la indemnización más alta según la sentencia de los irlandeses. Siempre habrá una fiesta para él en Cruachan. Se le dará su parte de vino y de hidromiel. Vendrá a mi servicio y al servicio de Ailill, y será más ventajoso para él que estar al servicio del pequeño señor al que sirve. » En el Rapto [del toro divino y] de las vacas de Cooley, no se dijo mayor burla ni palabra más insultante que ésta: tratar como a un pequeño señor al mejor rey provincial que entonces estaba en Irlanda; Estamos hablando de Conchobar.

Fiachu, hijo de Ferfébe, fue a hablar con Cûchulainn. Cûchulainn le dio la bienvenida. “Este deseo que me han hecho es leal”, respondió Fiachu. - “Él es realmente leal”, respondió Cûchulainn. — “Vine”, dijo Fiachu, “para hablar contigo en nombre de Medb. » — “¿Qué propuesta me traes? » preguntó Cúchulainn. - “Aquí está”, respondió Fiachu: “el pago de los daños debidos a los habitantes del Ulster, y usted mismo recibirá la compensación que los hombres de Irlanda determinarán. En Cruachan te celebrarán, te darán vino, hidromiel y te pondrás al servicio de Ailill y Medb, lo cual será más ventajoso para ti que el servicio del pequeño señor con quien estás. » — “No, por supuesto”, respondió Cûchulainn, “no venderé al hermano de mi madre para reemplazarlo por otro rey”. — “Finalmente”, continuó Fiachu, “vendrás mañana por la mañana a la reunión que te dieron Medb y Fergus en Glenn Fochaine”.

Temprano en la mañana, Cûchulainn fue a ver a Glenn Fochaine. Medb y Fergus estaban en la reunión. Medb miró a Cuchulainn, lo que le sorprendió mucho, ya que no parecía mayor que un niño agradable. “¿Es esto entonces”, preguntó Medb, el famoso Cûchulainn de quien hablas, oh Fergus? » Y, dirigiéndose a Fergus, escribió el siguiente poema:

“¿Es este entonces este hermoso perro?
¿De qué estáis hablando en casa, gente del Ulster?
Este perro que no se rinde ante un guerrero fuerte.
Sin quitarle a este guerrero a los hombres de Irlanda. »

[Fergus]
“Por muy joven que sea el perro que veas,
Quien viaja por la llanura de Murthemne,
No pone un pie en la tierra
Sin, por sí solo, mantener alejados a sus adversarios mediante las hazañas de un guerrero. »

[Medb]
“Se trae una propuesta de nuestra parte a este guerrero;
Si pide más, es un tonto:
Se le dará la mitad de sus vacas y de sus mujeres;
Pero que cambie su forma de luchar. »

[Fergus]
“En mi opinión, es bueno que no seamos derrotados por usted.
El perro de Murthemne el noble,
No rehuye hazañas salvajes y brillantes.
Lo sé, eso es lo que es. »

[Medb]
“¿Es este entonces este hermoso perro?
¿De qué habláis en casa, gente del Ulster?
Este perro que no se rinde ante un guerrero fuerte
¿Sin quitarle este guerrero a los hombres de Irlanda? »

"Habla con Cûchulainn, oh Fergus", dijo Medb. - “No”, respondió Fergus, “háblale tú mismo. Hay poca distancia entre nosotros y él de un lado al otro de este valle, el Glenn Fochaine. » Y Medb inició una entrevista con Cûchulainn, lo hizo en verso.

[Medb]
“Oh Cûchulainn, haz las paces con nosotros,
Quita de nosotros tu honda,
Tu lucha salvaje y brillante nos ha aplastado,
Nos quebró y nos hundió en la aflicción. »

[Cûchulainn]
“Oh Medb, esposa del gran hijo de Maga,
No soy un guerrero malvado y sin gloria.
Mientras esté vivo no me harás parar
Atacar por todos lados a quienes secuestran las vacas de Cooley. »

[Medb]
"Si estuvieras de acuerdo con nosotros,
Oh, perro de pelea de Cooley,
La mitad de tus vacas y tus mujeres,
Te pertenecería, efecto necesario de tus hazañas. »

[Cûchulainn]
“Ya que soy yo quien, según la ley de la guerra,
Soy en cierto modo el veterano protector de los Ulates,
No aceptaré nada hasta que me lo den.
Todas las vacas lecheras y todas las mujeres tomadas de los Gôidel. »

[Medb]
“Su estimación de su derecho es demasiado alta;
Masacraste a nuestros buenos guerreros.
Nos mataste muchos caballos, destruiste muchos objetos preciosos,
Y tú, nuestro único adversario, te quedarías con todos tus bienes”.

[Cûchulainn]
“Oh hija de Echaid la Bella de Irlanda,
No soy bueno peleando.
Aunque como guerrero tengo una felicidad brillante,
Mis opiniones tienen poco valor. »

[Medb]
“No te avergüenza lo que dices,
Oh hijo de Dechtire, vales más que un ejército de guerreros;
Tienes un lugar famoso en el mundo,
¡Oh perro guerrero de Culann! »

Así terminó el poema. Cûchulainn no aceptó ninguna de las propuestas que Medb le rogó que considerara; se separaron, yendo cada uno al lado opuesto del valle; Ambos se marcharon igualmente enojados.

Los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda subieron al escenario y acamparon durante tres días y tres noches en la Colina de los Pájaros, Druim En, entre las Conailles de Murthemne; pero no levantaron chozas ni tiendas de campaña, no prepararon comida ni tomaron alimento alguno; No cantaron ningún poema ni hicieron música durante estos tres días y tres noches. Todas las noches, Cûchulainn mataba a cien guerreros antes del amanecer.

“Nuestro ejército”, dijo Medb, “pronto será destruido de esta manera, si Cuchulainn nos mata a cien guerreros cada noche. ¿Por qué no le haríamos una propuesta hablando con él en nuestro nombre? — “¿Qué propuesta?” » preguntó Ailill. — “Le traeríamos”, respondió Medb, “todas las vacas lecheras, todas las esclavas que hemos tomado; dejaría de lanzar proyectiles con su honda a los hombres de Irlanda; Dejaría dormir a nuestras tropas. » — “¿Quién llevará esta propuesta?” » preguntó Ailill. - " ¿OMS?" respondió Medb; “Sólo puede ser Mac Roth el mensajero. » — “Por supuesto que no iré”, respondió Mac Roth, “me falta un dato fundamental: no sé dónde está Cûchulainn. » — “Pregúntale a Fergus”, dijo Medb, “probablemente él lo sepa”. » — “Ciertamente no lo sé”, respondió Fergus; “pero una cosa es probable: estaría entre Focháin y el mar, dejando que el viento soplara y el sol brillara sobre él después de la última noche de insomnio durante la cual él solo golpeó y masacró al ejército. » Y verdaderamente Cûchulainn estaba donde Fergus pensaba que estaba.

Anoche cayó mucha nieve; de modo que la nieve hizo que todas las provincias de Irlanda tomaran el aspecto de un tablero blanqueado. Y Cûchulainn rechazó las veintisiete camisas rígidas como pastillas de cera que bajo alambres y cuerdas llevaba sobre la piel. No quería que su juicio inteligente se viera perturbado cuando llegara la hora de su arrebato. El gran ardor de Cuchulainn y el calor de su cuerpo derritieron la nieve que lo rodeaba a una distancia de diez metros. Su ira, su ardor guerrero, el calor de su cuerpo eran tan grandes que su conductor no podía permanecer cerca de él.

“Un guerrero viene hacia nosotros, mi pequeño Cûchulainn”, dijo Lôeg. — “¿Cómo se hace este guerrero? » preguntó Cúchulainn. — “Es un chico moreno”, respondió Lôeg. "Tiene un rostro amplio y hermoso, lo envuelve un manto marrón de elegante forma, en este manto está fijado un brillante broche de bronce, una sólida camisola de piel de toro cubre su cuerpo, entre sus dos pies y la tierra hay dos sandalias, en En una mano tiene un palo blanco de avellana para ahuyentar a los perros, en la otra una espada afilada en un lado, cuya empuñadura es de marfil. » — “Pero”, dijo Cûchulainn, “estos son los signos distintivos de los correos. Mensajeros de Irlanda, ¿cuál me trae un mensaje? » Mac Roth, avanzando, llegó al lugar donde estaba Lôeg. “¿Cómo se llama el maestro a cuyo servicio estás, muchacho? » preguntó MacRoth. — “Estoy al servicio del guerrero que está allá arriba”, respondió Lôeg. Mac Roth fue hacia donde estaba Cûchulainn. — “¿Cómo se llama el guerrero a cuyo servicio estás?” » preguntó MacRoth. — “Estoy al servicio de Conchobar, hijo de Fachtna Fathach”, respondió Cûchulainn. - "¿Puedes ser mas específico? », insistió Mac Roth. — “Por el momento, lo que he dicho es suficiente”, respondió Cûchulainn. — – “¿Lo sabrías”, respondió Mac Roth, “y podrías decirme dónde encontraré a este famoso Cûchulainn por quien en este momento los hombres de Irlanda están lanzando gritos de dolor en esta expedición? » — “¿Por qué”, respondió Cûchulainn, “¿no me dices qué le dirías?” — “En nombre de Ailill y Medb”, respondió Mac Roth, “vine a hablar con él, a hacerle una propuesta, a ofrecerle un encuentro amistoso. » — “¿Qué propuesta le traes?” » preguntó Cúchulainn. — “Le ofrecemos las vacas lecheras secuestradas y las esclavas prisioneras, se las daremos con la condición de que ya no use su honda contra nuestro ejército, porque el juego que juega con él es tan ruidoso como un trueno. No todas las noches son agradables. » — “Aun así”, respondió Cûchulainn, “el que buscas estaría frente a ti y cerca de ti, no aceptaría la propuesta que le haces; porque los habitantes del Ulster, para reparar su honor manchado por vuestros ultrajes, por vuestras sátiras, por vuestras prohibiciones mágicas, matarían las vacas lecheras que vosotros habíais tomado; las matarían, a menos que se secara la leche de las vacas restantes. Si aceptaran su oferta, pondrían a las esclavas [devueltas por usted] en sus camas [en lugar de las mujeres libres que permanecían prisioneras] y veríamos a pequeños esclavos crecer en el Ulster [en lugar de niños libres] mujeres esclavas sus madres .

Mac Roth regresó. “¿No has encontrado el que buscabas?” » preguntó Medb. - “Encontré”, respondió Mac Roth, “encontré entre Focháin y el mar a un niño brusco, enojado, furioso y terrible. No sé si es Cûchulainn. » — “¿Aceptó la propuesta?” » continuó Medb. — “No”, respondió Mac Roth, “no lo aceptó. » Y Mac Roth explicó los motivos de la negativa. — “De hecho, fue con Cûchulainn con quien usted habló”, dijo Fergus.

“Vamos a llevarle otra propuesta”, dijo Medb. - “¿Qué propuesta?”, preguntó Ailill. “De las vacas capturadas”, respondió Medb, “le traerán las que no dan leche, y entre las cautivas, serán las libres las que le traerán; pero con su honda ya no arroja nada a nuestras tropas; el juego de truenos que les provoca cada noche es nada menos que agradable. » — “¿Quién hará esta propuesta?” “, dice Ailill. - " OMS ? ", respondieron, "si no Mac Roth. » — “Iré”, dijo Mac Roth, “esta vez sé a quién encontraré. » Mac Roth salió para hablar con Cûchulainn. “He venido esta vez”, dijo, “para hablar contigo, porque sé que eres el famoso Cûchulainn. » — “¿Qué propuesta me traes? » preguntó Cúchulainn. - “Te ofrecemos”, respondió Mac Roth, “las de las vacas capturadas que no dan leche y las mujeres libres que han sido hechas prisioneras, pero no arrojes nada más con tu honda a los hombres de Irlanda, déjalos dormir. ; El juego del trueno que les juegas todas las noches no es agradable. » — “No acepto esta propuesta”, respondió Cûchulainn, “porque si fuera aceptada, los habitantes del Ulster, por cuestión de honor, matarían a estas vacas que no dan leche. Los habitantes del Ulster son gente de honor y ya no tendrían vacas estériles ni vacas lecheras. [Al no tener más esclavas] obligarían a las mujeres libres a girar las piedras de molino, a amasar el pan, a trabajar como esclavas. No sería correcto para mí dejar atrás en el Ulster a las hijas de reyes y grandes jefes reducidas a llevar una vida de sirvientas y esclavas. » — “¿Hay alguna propuesta que aceptes? » preguntó MacRoth. — “Sí, claro”, respondió Cûchulainn. — “¿Me dirás cuál es esta propuesta? » preguntó MacRoth. — “No, ciertamente”, respondió Cûchulainn, “no lo diré. » — “Así que seguimos en duda”, dijo Mac Roth. » — “Si en vuestro campamento y entre vosotros”, respondió Cûchulainn, “hay alguien que conoce las condiciones que exijo, os las comunicará; de lo contrario, que nadie venga a traerme propuesta alguna ni a ofrecerme una reunión”. ; Quienquiera que fuera el mensajero, no le quedaría mucho tiempo de vida. »

Mac Roth respondió: “¿Lo has encontrado? » preguntó Medb. — “Sí, claro, lo encontré”, respondió Mac Roth. — “¿Aceptó?” » preguntó Medb. - “Él no aceptó”, respondió Mac Roth. — “¿Hay”, preguntó Medb, “algunas condiciones que él acepte?” - “Las hay”, respondió Mac Roth. — “¿Te dijo estas condiciones?” » preguntó Medb. — “He aquí sus palabras”, respondió Mac Roth: “No será él quien os diga estas condiciones. » — “Seguimos en duda”, dijo Medb. - " Pero ". respondió Mac Roth, “Cûchulainn dijo que si hay alguien entre ustedes que conozca las condiciones exigidas por dicho Cûchulainn, esta persona puede decírmelo; de lo contrario, Cûchulainn no tiene intención de ser enviado a pedir respuesta alguna a partir de ahora. En cuanto a mí, esto es lo que declaro: si me ofrecen la realeza de Irlanda, ya no llevaré ningún mensaje a Cûchulainn. »

Entonces Medb lanzó una mirada a Fergus: “¿Cuáles”, preguntó, “son las condiciones que desea Cûchulainn?” "No considero que las condiciones que él desea sean buenas para usted", respondió Fergus. — “¿Cuáles son estas condiciones?” » preguntó Medb. — “Aquí están”, respondió Fergus: “Uno de los guerreros de Irlanda irá a pelear con él todos los días. Mientras mata a este guerrero, el ejército suspenderá su marcha. Cuando haya matado a este guerrero, enviará a otro guerrero a luchar con él en el vado o, de lo contrario, los guerreros de Irlanda se prepararán y acamparán allí hasta el amanecer de la mañana siguiente; y, mientras dure nuestra expedición, la comida y el vestido de Cûchulainn serán nuestra responsabilidad. » — “Francamente”, dijo Ailill, “estas condiciones son ignominiosas. » “Son buenas condiciones”, respondió Medb; me convienen. Es mejor abandonar a un guerrero por día que a cien por noche. » — “¿Quién irá”, dijo Ailill, “para informarle de estas condiciones?” " - " ¿OMS? » respondió Medb. “Sólo puede ser Fergus. » — “No”, respondió Fergus. - " Por qué eso ? » dijo Ailill. — “Es necesario”, respondió Fergus, “que, para garantizar la ejecución de las condiciones propuestas para las fianzas, se entreguen garantías a Cûchulainn. » — “Soy garante”, dijo Medb. Y Fergus asumió el mismo compromiso.

CAPITULO X
ASESINATO CON ETARCOMOL

Se llevaron los caballos de Fergus y los engancharon a su carro. Al mismo tiempo, los dos caballos de Etarcomol fueron enganchados al carro de este último, que era hijo de Fid y Lethrinn. Era un joven tierno y amable de la casa de Medb y Ailill. " Dónde vas ? » preguntó Fergus. — “Nosotros vamos contigo”, respondió Etarcomol. “Me gustaría ver cuál es la cara y los rasgos de Cûchulainn, quiero mirarlo. » — “Si me escucharas”, respondió Fergus, “no irías en absoluto. » — “¿Pero por qué es eso? » preguntó Etarcomol. — “A tu alegría, a tu orgullo”, respondió Fergus, “se les opone la ferocidad, la habilidad guerrera, el odio del joven al encuentro del que vas. Es probable que haya una batalla entre ustedes antes de separarse. » — “¿No podrás intervenir entre nosotros? “Preguntó Etarcomol. "Podría", respondió Fergus, "si no buscas pelea tú mismo". » — “Nunca lo buscaré”, respondió Etarcomol.

Luego fueron a buscar a Cûchulainn. Éste se encontraba entonces entre Focháin y el mar y jugaba con Lôeg a una especie de juego de damas que en irlandés se llamaba bûanbach; No pasó nada en la llanura sin que Lôeg se diera cuenta y, sin embargo, contra Cûchulainn ganó todos los partidos. “Un guerrero se dirige hacia nosotros, mi pequeño Cûchulainn”, dijo Lôeg. - “¿Qué clase de guerrero?” » preguntó Cúchulainn. — “El carro que lleva a este guerrero”, respondió Lôeg, “me parece tan grande como la montaña más alta que domina la vasta llanura. El cabello tupido y rizado de una hermosa rubia dorada, extendido alrededor de su cabeza, me parece tan grande como uno de los árboles principales que se encuentran en el césped del castillo principal del Ulster. Lo envuelve una túnica morada con flecos de hilo dorado. Su abrigo lleva un broche de oro bien decorado. En su mano sostiene una gran lanza verdosa con una llama roja. Lleva un escudo abovedado cincelado con un jefe de oro rojo. Una espada larga, tan larga como el timón de un barco, descansa sobre los dos muslos del alto y orgulloso guerrero que está en medio del carro. » — “Pero”, dijo Cûchulainn, “daremos la bienvenida a este huésped que venga a nosotros. Conocemos a este hombre; Es mi maestro Fergus quien llega aquí. Veo a otro guerrero en un carro acercándose a nosotros. Sus caballos avanzan con bastante habilidad, elegancia y placer. Éste, maestro Lôeg, ¿es uno de los gentiles hijos de los guerreros irlandeses? Vino a ver mi aspecto y mis rasgos, porque soy famoso entre ellos incluso en medio de su campamento. » Fergus llegó y saltó de su carro. Cûchulainn le dio la bienvenida. “Considero que su deseo es sincero”, dijo Fergus. — “Sí, ciertamente, es sincero”, respondió Cûchulainn, “porque si una bandada de pájaros cruza la llanura, tendrás un ganso salvaje con otro que hará pareja; si llegan peces a la desembocadura de un río, tendrás un salmón con otro que formará pareja. Tendrás un puñado de un tipo de berros, un puñado de algas marinas y un puñado de un segundo tipo de berros. Si tenéis que luchar o batallar, seré Yo quien irá al vado a custodiaros, a protegeros, hasta que os llegue el sueño y os quedéis dormidos. » – “Muy bien”, respondió Fergus, “ya hemos experimentado su amable hospitalidad en esta expedición para el traslado de [el toro divino y] las vacas de Cooley. Pero este compromiso que pediste a los hombres de Irlanda, de enviar un guerrero a luchar contra ti, lo obtienes. He venido para hacer este acuerdo contigo; ¿Lo aceptas?" — “Sí, me comprometo a hacerlo, maestro Fergus”, respondió Cûchulainn, y la entrevista no duró más. Fergus temía que los hombres de Irlanda pensaran que los había traicionado o abandonado para complacer a su alumno Cûchulainn. Se llevaron los dos caballos de Fergus, los enjaezaron y él regresó.

Después de que Fergus se fue, Etarcomol permaneció sentado. Miró largo rato a Cûchulainn. “¿Qué estás mirando, muchacho?” » preguntó Cúchulainn. — “Te estoy mirando”, respondió Etarcomol. — “No tienes mucha vista”, replicó Cûchulainn, “tienes que mirar con atención. ¡Si supieras lo enojada que está la pequeña criatura que estás mirando! Esta pequeña bestia soy yo. ¿Y qué clase de persona soy yo a tus ojos? » — “Sin embargo”, respondió Etarcomol, “me das una buena impresión. Eres un chico simpático, hermoso, de presencia admirable, que juega muchos juegos brillantes, dignos de ser vistos; pero si crees que estás contado entre los buenos guerreros, entre los buenos soldados, entre los héroes de la valentía, entre esos martillos cuyos golpes destruyen al enemigo, no estamos de acuerdo contigo, no te colocaremos entre ellos. » — “Sé”, respondió Cûchulainn, “que aquí estás a salvo: cuando viniste del campamento enemigo, el honor de mi maestro Fergus era tu garantía. Mais je jure par mes dieux, ces dieux que j'adore : si ce n'était l'honneur de Fergus, tu ne rentrerais pas au camp sans qu'auparavant tes os n'aient été réduits en petits morceaux, tes membres mis en monedas. » — “Pero”, respondió Etarcomol, “no me amenaces más; deseabas obtener un combate singular de los guerreros irlandeses. Ahora, el único hombre en Irlanda que vendrá y te atacará mañana soy yo. » — “Ven entonces”, respondió Cûchulainn. “Aunque vengas muy temprano, aquí me encontrarás, no huiré de ti. » Etarcomol volvió y empezó a charlar con su cochero. “Lo seré mañana, muchacho”, dijo, ante la necesidad de luchar con Cûchulainn. » — “Lo prometiste”, respondió el cochero, “pero no sé si cumplirás tu palabra. » — “¿Qué es mejor”, preguntó Etarcomol, “o pelear mañana o hacerlo esta noche ahora mismo?” » — “En conciencia”, respondió el cochero, “aunque mañana no triunfaras, sería aún más desastroso luchar esta noche, ya que tu lucha [y tu derrota] estarían más reñidas. » “Dale la vuelta a nuestro carro, muchacho”, respondió Etacormol; “Porque juro por los dioses que adoro, que nunca volveré al campamento hasta que pueda traer conmigo para mostrar la cabeza de este pequeño ciervo, la cabeza de Cuchulainn. »

El conductor hizo girar el carro hacia el vado. Él y su amo colocaron el lado izquierdo de sus cabezas mirando a sus dos adversarios en dirección al vado. Lôeg se dio cuenta de esto. “He aquí”, dijo, “el guerrero en el carro que vino detrás de Fergus. Mi pequeño Cûchulainn lleva mucho tiempo aquí. » — “¿Qué dices de él?” » preguntó Cúchulainn. — “Giró el lado izquierdo de su cabeza en dirección al vado”, respondió Lôeg. — “Es Etarcomol, muchacho”, respondió Cûchulainn, “está buscando batalla contra mí. Esto no me resulta muy agradable debido al honor de mi padre adoptivo, bajo cuya protección vino aquí desde el campamento. Pero no lo protegeré en absoluto. Lleva, muchacho, mis armas al vado. No sería honorable para mí que llegara al vado antes que yo. » Entonces Cûchulainn fue al vado, se puso su espada desnuda sobre su hombro blanco y se preparó en el vado frente a Etarcomol. Llegó al vado. "¿Qué estás buscando?" » preguntó Cúchulainn. — “Batalla contra vosotros, eso es lo que busco”, respondió Etarcomol. — “Si hicieras lo que deseo”, dijo Cûchulainn, “no vendrías gracias a Fergus y su honor bajo cuya protección llegaste desde el campamento; pero no tienes que contar con mi protección en absoluto. » Entonces Cûchulainn dio un golpe con el que cortó la hierba bajo las plantas de los pies de Etarcomol. Cayó de espaldas como un saco con la hierba sobre el estómago. Cûchulainn podría, si hubiera querido, haber hecho dos trozos del cuerpo de Etarcomol. “Ahora te toca a ti”, dijo Cûchulainn, “acabo de darte una advertencia. » — “No quiero ir”, respondió Etarcomol, “volveremos a pelear. » Con el filo de su espada, Cûchulainn lo golpeó moderadamente y le cortó el pelo, desde la nuca hasta la frente, de una oreja a la otra. Se habría pensado que el pelo había sido cortado con una navaja fina y afilada; En Etarcomol no corrió ni una gota de sangre. “Ahora te toca a ti”, dijo Cûchulainn, “porque sólo me he burlado de ti. » — “No me iré”, respondió Etarcomol, “hasta que hayamos luchado de nuevo, hasta que haya tomado tu cabeza, hasta que, victorioso, haya triunfado sobre ti; o de lo contrario debiste haberme quitado la cabeza, y así obtuviste la victoria sobre mí, la gloria a mi costa. » — “Bueno”, respondió Cûchulainn, “de estas dos alternativas será la segunda la que se hará realidad. Tomaré tu cabeza y te conquistaré, tomaré la gloria de tu derrota. » Entonces Cûchulainn le dio un primer golpe que desde lo alto de la cabeza llegó hasta el ombligo, luego, con un segundo golpe perpendicular al primero dividió el cuerpo de su adversario en tres pedazos que cayeron al suelo. Así murió Etarcomol, hijo de Fid y Lethrinn.

Fergus no sabía que se estaba librando la batalla. Su ignorancia sobre este punto era inevitable, porque Fergus nunca miraba hacia atrás, ni cuando estaba sentado, ni cuando se levantaba, ni mientras viajaba, ni mientras caminaba, ni hacia la muralla, ni durante una batalla o combate singular. No quería que se dijera que al mirar hacia atrás actuaba con exagerada cautela; solo miró lo que estaba frente a él o en la misma línea que él. El cochero de Etarcomol llegó en la misma línea que Fergus. “¿Dónde está tu amo, muchacho? » preguntó Fergus. —Hace mucho tiempo, respondió el cochero, Cûchulainn lo mató en el vado. – – “No actuó con regularidad”, respondió Fergus, “este diablillo demoníaco, cuando me insultó de esta manera por el asesinato de un hombre que estaba bajo mi protección. Da la vuelta a nuestro carro, muchacho”, dijo Fergus a su conductor, “vamos a hablar con Cuchulainn. »

El conductor hizo girar el carro. Fueron a buscar a Cûchulainn al vado. “¿Por qué”, preguntó Fergus, “¿por qué me has insultado, diablillo demoníaco, al matar a un hombre que estaba bajo mi protección y custodia? » — “Después de la educación y los cuidados que me has brindado”, respondió Cûchulainn, “¿qué preferirías, o la victoria y triunfo de Etarcomol sobre mí o mi victoria y triunfo sobre él? Y una palabra más: pregúntenle a su criado, quién, Etarcomol o yo, estuvo involucrado en su fechoría. [El propio Cûchulainn hizo la pregunta al cochero de Etarcomol: “¿Soy yo la causa de su desgracia? » — “Para nada”, respondió el cochero. — “Etarcomol”, respondió Cûchulainn, “dijo que no se iría sin tomar mi cabeza o sin dejarme la suya. De los dos, maestro Fergus, ¿cuál fue el más fácil? - “Lo más fácil”, respondió Fergus, “fue lo que se hizo. » Etarcomol fue muy insolente].

“De los dos resultados posibles”, continuó Fergus, “prefiero el que obtuviste. Bendigo la mano que golpeó a Etarcomol”.

Luego ataron dos lazos a los tobillos de los pies de Etarcomol y arrastraron su cadáver detrás de sus caballos y su carro. Cada vez que este cadáver tropezaba con una piedra que sobresalía, quedaba alrededor de esta piedra alta y dura, un resto de su pulmón o de su hígado; en los lugares lisos, estos escombros, inicialmente dispersos, se acumularon alrededor de los caballos. Así, arrastraron el cadáver a través del campamento hasta la puerta de la tienda de Ailill y Medb. “Aquí está tu adorable hijo”, dijo Fergus, “teníamos que devolvértelo, devolvértelo. »

Medb salió por la puerta de su tienda. Ella alzó la voz muy alto. “Ciertamente”, dijo, “nos parece que eran grandes el ardor y la ira de Etarcomol, este perrito, cuando al comienzo del día salió del campamento. Pensábamos que no podíamos despreciar el honor bajo cuya protección se marchaba, el honor de Fergus. — “¿Qué causa”, respondió Fergus, “ha vuelto loca a esta mujer mal educada, a esta rústica?” ¿Por qué este perro de mínima condición atacó al perro de guerra al que los guerreros de cuatro grandes provincias de Irlanda no se atreven a acercarse y al que no se atreven a hacer frente? Yo mismo, si lo atacara, sería feliz si pudiera regresar con mi vida salvada. »

Así pereció Etarcomol.

[Se cavó la tumba de Etarcomol, y (después de haberlo enterrado allí) se colocó su piedra, en la que quedó grabado su nombre en escritura ogámica; se le hizo una solemne denuncia. Durante la noche siguiente, Cûchulainn no arrojó nada con su honda al ejército de Ailill y Medb.]

Aquí termina la historia del combate de Etarcomol y Cûchulainn.

CAPÍTULO XI
ASESINATO DE NATHCRANTAIL

Entonces se levantó un guerrero fuerte y grande, del pueblo de Medb; su nombre era Nathcrantail. Vino a atacar a Cuchulainn. No se dignó llevar más armas que veintisiete lanzas de acebo: quemándolas arriba y abajo las había afilado. Cûchulainn se encontró cerca del arroyo frente a Nathcrantail. Nada lo protegió. Nathcrantail le arrojó una primera lanza: Cûchulainn mientras caminaba pasó por la punta de esta lanza. Nathcrantail arrojó una segunda lanza, luego una tercera, y Cûchulainn los evitó mientras caminaba; así lo hizo hasta la última lanza.

Entonces apareció una bandada de pájaros en la llanura. Cûchulainn los persiguió, persiguió a cada uno, ninguno se le escapó, de modo que le dejaron lo suficiente para preparar la comida de la noche siguiente. Esta fue una de las ocupaciones de Cûchulainn durante el traslado de las vacas de Cooley: preparaba y comía pescado, aves y carne de venado. Pero para Nathcrantail la apariencia era que, derrotado y puesto en fuga, Cûchulainn se alejaba de él. Nathcrantail se dirigió a la puerta de la tienda de Ailill y Medb y, alzando la voz en voz muy alta:

“Este Cûchulainn, de quien hiciste un guerrero famoso”, dijo, “fue derrotado y esta mañana huyó delante de mí. » — “Sabíamos bien”, respondió Medb, “que atacado por buenos guerreros, por jóvenes valientes, Cûchulainn, este joven diablillo sin barba, no resistiría a estos valientes. Cuando vio acercarse a un buen guerrero, no le hizo frente y huyó”.

Al oír esto, Fergus sintió una gran molestia; no podía permitir que nadie se jactara de haber hecho huir a Cuchulainn. Le dijo a Fiachu, hijo de Ferfébe, que fuera a hablar con Cûchulainn. Se expresó así: “Dígale que fue un honor para él estar más o menos tiempo delante de las tropas irlandesas que realizaban hazañas contra ellas, pero que le sería más adecuado esconderse que huir delante de uno. de sus guerreros. Luego Fiachu fue a hablar con Cûchulainn. Le dio la bienvenida. “Confío en esta bienvenida”, respondió Fiachu. “Pero vengo a hablar contigo en nombre de tu padre adoptivo Fergus. » Y prosiguió: “Era honorable para ti estar más o menos tiempo delante de las tropas irlandesas que realizaban hazañas contra ellas, pero te sería más adecuado esconderte que huir ante uno de sus guerreros. " - " Qué quiere decir eso ? » preguntó Cûchulainn “¿Quién de vosotros se jacta de haberme hecho huir? » — “Soy Nathcrantail. » respondió Fiachu. - " Qué ? " respondió Cûchulainn, "¿no sabéis, tú, Fergus y los nobles del Ulster, que no mato ni a cocheros, ni a correos, ni a personas desarmadas? Nathcrantail no tenía más armas que lanzas de madera. No puedo matarlo hasta que tenga armas reales. Dile que venga aquí mañana por la mañana temprano y no huiré de él. »

A Nathcrantail le costó mucho esperar hasta que amaneciera y estuviera claro para ir a pelear con Cûchulainn; fue temprano en la mañana para atacarlo. Cûchulainn se levantó temprano por la mañana y ese día la ira se apoderó de él. Fue en un ataque de ira que se arrojó su capa. Cerca de él había un pilar de piedra. Su manto fue más allá de este pilar, lo sacó del suelo y el pilar de piedra se colocó entre Cûchulainn y su manto. Cûchulainn no se dio cuenta, tan grande era el movimiento de ira que lo agitaba. “¿Dónde está ese Cûchulainn? » preguntó Nathcrantail. — “Pero aquí está”, respondió Cormac al Exiliado Inteligente, hijo de Conchobar. — “No”, respondió Nathcrantail, “ésta no es la apariencia del guerrero que vi ayer. » — “Sin embargo”, respondió Cormac, “defiéndete de este guerrero, será lo mismo que si te defendieras de Cûchulainn. »

Entonces Nathcrantail avanzó y desde lejos arrojó su espada contra Cûchulainn. Esta espada alcanzó el pilar de piedra que estaba entre Cûchulainn y su capa. Contra este pilar se rompió. Cûchulainn caminando por el suelo chocó contra el jefe que estaba en la parte superior del escudo de Nathcrantail, y, golpeando a Nathcrantail por encima del borde superior de su escudo, le cortó la cabeza; luego, levantando la mano muy rápidamente, lo golpeó con una espada en la parte superior de la espalda, desde la parte superior de la espalda hasta el suelo hizo dos pedazos del cuerpo de Nathcrantail. Fue así como Nathcrantail sucumbió, asesinado por Cûchulainn.

Cûchulainn dijo entonces:

“Nathcrantail ha caído,
Pero las peleas se multiplicarán.
Es una pena que en este momento no tenga que luchar.
Contra Medb y un tercio del ejército. »

CAPÍTULO XII
DESCUBRIMIENTO DEL TORO

1. [Entonces Medb fue con un tercio del ejército a Mag Coba a buscar el toro. Cûchulainn la siguió ] Mató a Fer Taidle, de donde proviene el nombre del lugar llamado Taidle; mató a los hijos de Buachaill, de ahí el nombre del chillón llamado Carn Mac im-Buachalla; mató a Luasce en las laderas que por eso se llaman Pentes de Luasce; mató a Bobulge en estos lodos que desde entonces se llaman Boues de Bobulge; mató a Murthemne en su cima, en adelante conocida como Points de Murthemne.

2. Luego Cuchulainn volvió al norte para proteger y defender su país y su tierra, porque prefería su país y su tierra a todos los demás países y tierras.

3. Luego se encontró con los hombres de Crandche, es decir, los dos Artinne, los dos hijos de Lecc, los dos hijos de Durchride, los dos hijos de Gabul, Drucht, Dett y Dathen, Tae, Tualang, Turscur, Torc Glaisse. , Glass y Glassne, todos junto con veinte Fir Forcherda. Cûchulainn los sorprendió mientras tomaban su campamento al frente de todo el ejército, todos sucumbidos bajo sus golpes.

4. Allí Cûchulainn conoció a Buide hijo de Bán Blai del país de Ailill y Medb; él era parte de la misma casa de Medb. Su tropa estaba formada por veinticuatro guerreros; todos estaban envueltos en un manto. Delante de ellos caminaba el toro marrón de Cooley, que había sido capturado en el Valle de las Vacas en Mount Culinn (es decir, acebo), cincuenta vacas en procesión. "¿De dónde sacas este rebaño?" » preguntó Cúchulainn. — “De esa montaña”, respondió Buide. - " Cuál es tu nombre ? » respondió Cûchulainn. - “El nombre de un hombre que ni te ama ni te teme”, respondió Buide, “Soy Buide, hijo de Bán Blai, natural del país de Ailill y Medb. » — “Por eso”, respondió Cûchulainn, “recibe esta pequeña jabalina”, y le arrojó esta jabalina que golpeó el escudo de Buide y su cuerpo por encima de su estómago, luego, después de atravesar su cuerpo y su corazón, rompió tres de sus costillas en el lado opuesto a aquel por el que había entrado. Y Buide hijo de Bán Blai cayó muerto. De ahí viene el nombre del vado de Buide en el país de Ross [Condado de Louth].

5. Si el combate había sido largo o corto, no lo sabemos, pero los dos guerreros se habían tomado el tiempo de lanzar cada uno su jabalina a su adversario: no las habían lanzado de inmediato. Los compañeros de Buide habían aprovechado la oportunidad para correr el toro marrón de Cooley y llevarlo a su campamento tan rápido como podía ir la bestia cornuda: este día causó a Cuchulainn la mayor vergüenza, la mayor tristeza, el mayor malestar de espíritu que sintió durante esta expedición. .

6. Los nombres de las localidades por donde pasó Medb conservan la memoria de ello: todos los vados que pasó se llaman Vados de Medb; todo lugar donde estuvo su tienda se llama Tienda de Medb; En cada lugar donde colocó su látigo, hay un árbol llamado Árbol de Medb.

7. En este recorrido y ante la puerta de Dún Severick, Medb le dio batalla a Findmór esposa de Celtchar, ella la mató, luego devastó a Dún Severick.

8. Al cabo de un mes y poco más de quince días, los guerreros de las cuatro grandes provincias de Irlanda, Medb y Aillil con ellos, se encontraron reunidos en el mismo escenario, en el mismo campamento que la tropa capturada. por el toro.

9. Muerte de los forjadores.

El toro marrón de Cooley no dejó a su pastor con ellos. Este toro [y sus vacas] empujó delante de ellos al pastor que llevaba un escudo con un mango redondo, y lo llevaron a una estrecha grieta donde lo arrojaron a una profundidad de treinta pies, de modo que de su cuerpo hicieron pequeños pedazos. y escombros finos. Se llamaba Forgemen, por lo que la muerte de Forgemen es una parte de la eliminación del toro [divino y vacas] de Cooley.

10. Muerte del satírico Redg.

Cuando los guerreros de Irlanda, Medb y Ailill con la tropa que había tomado el toro, llegaron al escenario y al campamento, dijeron que Cûchulainn no sería más valiente que ningún otro si no fuera por el arma maravillosa que empuñaba. su pequeña jabalina. En consecuencia, enviaron al satírico Redg a pedir la pequeña jabalina. Redg pidió la pequeña jabalina, pero Cûchulainn no se la dio. “Mi jabalina no es nada extraordinario”, dijo Cûchulainn y, asintiendo, se negó a dársela. Redg respondió que le quitaría el honor a Cuchulainn. [Se volvió para irse.] Entonces Cûchulainn arrojó su pequeña jabalina, esta arma golpeó a Redg por detrás, penetró en el hueco que hay entre los dos huesos del cuello y, saliendo por la boca, cayó al suelo. “Esta joya”, dijo Redg, “nos llegó muy rápidamente. » Y en el vado su alma se separó del cuerpo. De modo que el vado pasó a llamarse Gué du Rapide Bijou. Y el bronce de la jabalina fue arrojado al curso de agua que, desde entonces, recibió el nombre de Corriente de Bronce.

11.Encuentro de Cûchulainn y Findabair

“Ofrézcamosle”, dijo Aillil, “entregarle a Findabair, [mi hija], con la condición de que se mantenga alejado del ejército. »

Mane, al igual que su padre, se propuso encontrar a Cûchulainn. Lôeg va a encontrarse con Mane. "¿De quién eres hombre?" preguntó Mané. Lôeg no respondió. Mane le hizo la misma pregunta tres veces. Lôeg finalmente respondió: “Soy”, dijo, “un hombre de Cûchulainn. No triunfarás sobre mí, no impedirás que te corte la cabeza. » — “Ese hombre es orgulloso”, dijo Mane, y dejándolo, fue a hablar con Cûchulainn. Estaba sentado en medio de la nieve que le llegaba hasta la cintura y se derretía a su alrededor a una distancia de un codo, tal era el gran calor de su cuerpo. Mane le hizo tres veces la misma pregunta, como ya había hecho cuando se dirigió a Lôeg. "¿De quién eres hombre?" » — “Soy un hombre de Conchobar”, respondió Cûchulainn. “No me molestes más o te cortaré la cabeza como le cortas la cabeza a un mirlo”. » — “No es fácil”, dijo Mane, “hablar con estos dos tipos. » Luego se va y va a contarles a Ailill y Medb cómo sucedieron las cosas. "Deja que Lugaid vaya con él", dijo Ailill, "y ofrécele a mi hija". » Lugaid va a buscar a Cûchulainn y le hace la propuesta. “Maestro Lugaid”, respondió Cûchulainn, “quieren tenderme una trampa. » — “Es un rey quien os hace esta proposición”, respondió Lugaid: “la palabra de un rey no es traición. » — “Que así sea”, respondió Cûchulainn. Luego Lugaid se fue y fue a repetir la respuesta de Cuchulainn a Aillil y Medb. “Que mi tonto se ponga mis ropas”, dijo Ailill, “que se ponga mi corona real en la cabeza, que se quede lejos de Cûchulainn, para no ser reconocido por él; Que mi hija acompañe a mi loco y que se la entregue por esposa a Cûchulainn. Esto es lo que van a hacer mi hija y mi tonto. Y espero -dijo al loco y a Findabair- que hagáis bien vuestro papel y que os aseguréis de que Cûchulainn no os retenga con él hasta el día en que, acompañado por los guerreros del Ulster, ven a darnos batalla. »

Entonces el loco se va y la chica con él. Fue desde lejos que el loco habló con Cûchulainn. Cûchulainn fue a su encuentro. Por la forma de hablar de su interlocutor reconoció a un loco. Le arrojó una piedra con una honda que tenía en la mano, y que, penetrando en la cabeza del loco, le sacó los sesos. Luego, acercándose a la muchacha, le corta las dos trenzas, le pone una piedra sobre el abrigo y la camisa y finalmente erige una columna de piedra tosca en medio del cadáver del loco. Estas dos piedras siguen en pie, la de Findabair y la del tonto. Entonces Cûchulainn se fue, dejando a Findabair y al tonto en la posición que decimos. Vinimos a recogerlos a Ailill y Medb y descubrimos que habían tardado mucho. Fueron vistos en el estado en que los había puesto Cuchulainn. Esto lo dijo todo el ejército. Cuchulainn no concedió una tregua a los guerreros de Irlanda.

12. Combate de Munremur y Cûrôi.

Cuando llegó la noche, los guerreros vieron repetidamente una piedra que venía del este y otra piedra que venía del oeste. Estas piedras se encontraron en el aire y cayeron tanto sobre el campamento de Fergus como sobre el de Ailill y Nera. Este juego, este ejercicio duró desde la tarde hasta la mañana.

Durante toda la noche los guerreros permanecieron sentados, sosteniendo sus escudos sobre sus cabezas para protegerse de las piedras que los habrían golpeado. El campo estaba lleno de piedras, de ahí su nombre, La Plaine Pierreuse, Mag Clochair. Cûrôi hijo de Dare arrojó algunas de estas piedras, quería ayudar a sus compatriotas y para ello se había colocado en Cotal para luchar contra Munremur hijo de Gerrcend. Había llegado de Emain Macha para dar su apoyo a Cûchulainn, y para ello había venido a Ard Rôch. Cûrôi sabía que en el ejército no había un guerrero capaz de resistir a Munremur. Por tanto, fueron Munremur y Cûrôi quienes emprendieron este ejercicio. El ejército les pidió que la dejaran en paz. Entonces Munremur y Cûrôi hicieron las paces; Regresaron, Cûrôi a su casa, Munremur a Emain Macha. Sólo regresaron, Cûrôi, el día de la batalla, Munremur sólo en el momento de la lucha de Ferdiad contra Cûchulainn.

Medb y Ailill dijeron: “Pídele a Cuchulainn que nos permita cambiar de lugar. » Cûchulainn aceptó y se produjo el cambio de lugar. Entonces la enfermedad de los guerreros del Ulster comenzaría a curarse. Una vez curados de esta enfermedad, una parte de ellos debía venir a atacar al ejército invasor para matar a sus guerreros.

13. Asesinato de niños.

En Emain Macha los niños charlaban entre ellos. “Es una desgracia para nosotros”, dijeron, “que nuestro señor Cûchulainn no tenga a nadie que acuda en su ayuda. " " ¿Que hacer? » preguntó Fiachra Fulech hijo de Fer Fébe y hermano de Fiachra Fialdama, también hijo de Fer Fébe. “Que me acompañe un grupo de vosotros y con ellos iré a ayudar a Cûchulainn. »

Con él se fueron trescientos muchachos con sus palos de juego; eran un tercio de los jóvenes del Ulster. Los guerreros de Irlanda los vieron avanzar hacia ellos a través de la llanura. “Un gran ejército”, dijo Ailill, “se dirige hacia nosotros a través de la llanura. » Fergus va a ver qué es. “Éstos”, dijo, “son algunos de los niños del Ulster que acuden en ayuda de Cuchulainn. » — “Que sin el conocimiento de Cûchulainn”, dijo Ailill, “una tropa marcha contra ellos, porque si se unen a él, no serán derrotados. » Ciento cincuenta guerreros van al encuentro de los trescientos niños, que perecen todos juntos. De esta multitud de niños que llegaron a Lia Toll, ninguno sobrevivió. Allí está la piedra de Fiachra hijo de Fer Fébe, porque allí perdió la vida.

“Piensa”, dijo Ailill, “pedirle a Cûchulainn que te deje salir de aquí, porque no podrás alcanzarlo por la fuerza cuando surja su heroica y luminosa llama. » Ordinariamente, en efecto, cuando surgía su heroica y luminosa llama, sus pies se volvían hacia atrás, sus nalgas y pantorrillas venían al frente; uno de sus ojos permaneció en su cabeza, de donde sobresalía el otro; La cabeza de un hombre podría haber cabido en su boca. Sus cabellos se volvieron espinosos como espinos y en cada uno apareció una gota de sangre. Ya no reconoció a ningún camarada ni amigo; También golpeó por delante y por detrás. Por eso los habitantes de Connaught le pusieron a Cûchulainn el sobrenombre de Riastartha, es decir Contorsionado.

13. La pelea de la esposa de Rochad.

Cûchulainn envió a su cochero a Rochad, hijo de Fatheman, uno de los habitantes del Ulster, para pedirle ayuda. Sucedió que Findabair amaba a Rochad, porque entonces era el joven guerrero más apuesto que había en el Ulster. El cochero se dirige a Rochad y le dice que acuda en ayuda de Cûchulainn, si para él, Rochad, la enfermedad de los guerreros del Ulster había terminado; se trataba de utilizar artimañas para masacrar a una parte de los guerreros de Irlanda.

Rochad viene del norte con cien guerreros. “Búscanos ahora en la llanura”, dijo Ailill [al guardia]. - “Ya veo”, respondió el guardia, “veo una tropa muy numerosa cruzando la llanura; en medio de ella un tierno joven guerrero cuyos hombros los demás no llegan. » — “¿Quién es este guerrero, oh Fergus? » preguntó Ailill. — “Es Rochad, hijo de Fatheman”, respondió Fergus, “ha venido a ayudar a Cûchulainn. Conozco los medios a utilizar contra él. Que cien guerreros de vosotros vayan con Findabair al centro de la llanura, que Findabair marche delante y que un hombre a caballo vaya y le diga a Rochad que venga solo y hable con Findabair. Una vez que él venga, impongamos nuestras manos sobre él y aseguremos que sus compañeros no puedan hacernos daño. » Así dicho, así hecho. Rochad fue a recibir al hombre a caballo. “He venido a usted en nombre de Findabair”, dijo el hombre a caballo: “ella le pide que venga a hablar con ella. » Rochad viene solo a hablar con Findabair. Una tropa enemiga lo rodea y le pone las manos encima; golpeamos a su pueblo que huye. Luego se le dio su libertad tras exigirle el compromiso de no volver a atacar a los guerreros de Irlanda antes del momento en que todos los guerreros del Ulster llegaran para darles batalla. Al mismo tiempo le prometieron darle Findabair y, dejándolos, regresó a casa.

Así termina la sección titulada La lucha de la mujer de Rochad.

14. Masacre de los soldados reales.

“Que se pida una tregua para nosotros en Cûchulainn”, dijeron Ailill y Medb. Lugaid va a buscar a Cûchulainn y éste le da una tregua, pero con una condición: “Que mañana por la mañana”, dijo Cûchulainn, “envíe a un hombre al vado para luchar contra mí. »

Había seis soldados reales en Medb, es decir seis presuntos herederos del rey. Pertenecían a los clanes Dedad. Eran tres Dub [es decir, negros] de Imlech y tres Derg [es decir, rojos] de Sruthair. “¿Por qué”, dijeron, “no deberíamos ir a atacar Cuchulainn? » Van allí a la mañana siguiente. Cuchulainn mató a los seis.

CAPÍTULO XIII
ASESINATO DEL CORAZÓN

Los guerreros de Irlanda se preguntaban quién de ellos sería capaz de dar batalla en Cuchulainn. Todos decían que el hombre designado para librar la batalla en Cûchulainn era Cúr, hijo de Da Lóth. Cúr se comportó de tal manera que no era agradable compartir su cama ni vivir con él. “Si lo matan”, decían, “será una buena liberación para el ejército; si Cuchulainn sucumbe, será aún mejor. » Cúr fue invitado a venir a la tienda de Medb. "¿Qué es lo que quieren de mí? " preguntó. “Ve y ataca a Cuchulainn”, respondió Medb. — “Tienes poca consideración por nuestro mérito”, respondió. “Me sorprende que me compares con un chico tierno y amable de la especie de Cûchulainn. Si hubiera sabido lo que querías, no habría venido yo mismo, te habría enviado a uno de los míos, un niño de su misma edad. »

“Lo que voy a decir, lo he visto de antemano”, respondió Cormac al Exiliado Inteligente, hijo de Conchobar. “Tendrías un mérito maravilloso si Cûchulainn cayera bajo tus golpes. » [Cúr no hizo caso de las palabras de Cormac] — “Asegúrate”, le dijo [a su cochero], de que partimos para nuestra expedición mañana por la mañana temprano. Haré esta ruta con alegría. La muerte que le daremos a este ciervo llamado Cûchulainn no se demorará. » Cúr hijo de Da Lóth se levantó temprano en la mañana. Para atacar a Cûchulainn llevó consigo su equipo de guerrero y buscó el momento adecuado para matarlo.

Ese día Cûchulainn había empezado temprano con sus trucos. Aquí están todos sus nombres: Apple Tower; innovador; torre del guerrero acostado de espaldas; truco de jabalina; truco de cuerda; circunferencia corporal; torre para gatos; salmón saltando por guerrero en carro; lanzamiento de jabalina; saltar más allá del cielo (?); el giro del noble guerrero en el carro; jabalina de saco; ventaja de velocidad; giro de rueda; enciende la respiración; ardor de llanto; el grito del héroe; golpe medido; tiro de mechón de cabello; Montó a lo largo de la lanza para pararse con el cuerpo recto sobre la punta, sólidamente como corresponde a un noble guerrero.

Todas las mañanas, temprano, Cûchulainn hacía todos estos trucos con la fuerza de una sola mano, como tan bien hace el gato con su garra; no quería que estos trucos lo olvidaran, que salieran de su memoria.

Durante un tercio del día, Cr hijo de Da Lóth permaneció de pie junto a su escudo, buscando la oportunidad favorable para matar a Cûchulainn. Entonces Lôeg le dijo a Cûchulainn: “Bueno, mi pequeño Cûchulainn, ten cuidado con este guerrero que quiere matarte. » Entonces Cûchulainn, habiendo puesto sus ojos en Cúr, le arrojó las ocho manzanas alto y lejos, que alcanzaron la parte plana del escudo y la frente de Cúr y le arrancaron los sesos de la parte posterior de la cabeza. Así fue como Cûchulainn mató a Cúr, hijo de Da Lóth.

“Si se respetan tus tratados y compromisos”, dijo Fergus a Medb, “enviarás a otro guerrero al otro lado del vado para luchar con Cûchulainn, o bien te montarás y acamparás aquí hasta el amanecer de mañana por la mañana. Cúr hijo de Da Lóth ha sucumbido. » — “Dada la causa por la que hemos venido”, dijo Medb, “nos da lo mismo permanecer en las mismas tiendas. » Los guerreros de Irlanda no abandonaron el campamento hasta que no sólo Cúr hijo de Da Lóth, sino también después de él Lóth hijo de Da Bró, Srub Dare hijo de Feradach y Foirc hijo de Tri n-Aignech cayeron muertos. Estos hombres cayeron alcanzados por Cûchulainn en combate singular. Sería demasiado largo contar en detalle cómo luchó cada uno de estos guerreros.

CAPÍTULO XIV
ASESINATO DE FERBAETH, LUCHA CON LAIRINE

1. Entonces Cûchulainn dijo a Lôeg, su cochero: “Tú, maestro Lôeg, ve al campamento de los guerreros de Irlanda y lleva mi saludo a mis camaradas, a mi hermano adoptivo, a mis contemporáneos; lleva mis saludos a Ferdiad hijo de Damán; a Ferdêt, hijo de Damán; a Bress, hijo de Ferb; a Lugaid, hijo de Nos; a Lugaid, hijo de Solamach; a Ferbaeth, hijo de Baetán; a Ferbaeth, hijo de Ferbend; todavía envío mis saludos a mi verdadero hermano adoptivo, Lugaid hijo de Nós, porque es el único en el ejército enemigo que ahora mantiene conmigo comunidad de sentimientos, amistad hacia mí; Llévale mis mejores deseos y pídele que te diga quién vino esta mañana a pelear conmigo. »

Lôeg fue al campamento de los guerreros irlandeses. Llevó saludos a los camaradas y hermanos adoptivos de Cûchulainn. También fue a la tienda de Lugaid, hijo de Nos. Lugaid le dio la bienvenida. “Es un deseo leal”, dijo Lôeg. — “Sí, leal”, respondió Lugaid. - " He venido ". respondió Lôeg, “para hablar contigo en nombre de Cûchulainn. Te traje un saludo sincero y entusiasta, para que me dijeras quién vino hoy a ofrecerle pelea a Cûchulainn. » — “¡Maldita sea su comunidad de sentimientos con Cûchulainn, la educación que recibió con él, la amistad que lo unía a él! A pesar de la educación que recibieron juntos, Ferbaeth es hijo de Ferbend. Durante mucho tiempo lo llevaron a la tienda de Medb. Junto a él traen a Findabair, hija de Ailill y Medb. Es ella quien le sirve de beber; y, cada vez que bebe, ella le da un beso; es ella quien le sirve su parte del banquete. No todos los invitados a la casa de Medb reciben bebidas como ella a Ferbaeth: sólo cincuenta carros llenos de cerveza fueron llevados al campamento. »

Lôeg regresó y fue a buscar a Cûchulainn. Su cabeza estaba pesada y muy triste; apenas pensó en alegrarse, suspiró. “Tengo la cabeza pesada y muy triste”, dijo Cûchulainn, “no es con alegría, es con suspiros que mi maestro Lôeg vino hoy a buscarme. Necesariamente quien se presenta a darme batalla es alguno de mis hermanos de crianza. » De hecho, luchar con uno de sus hermanos de armas era más doloroso para Cûchulainn que luchar con cualquier otro guerrero. “¿Quién viene ahora, maestro Lôeg, a atacarme hoy? » — “¡Maldita sea”, respondió Lôeg, “la comunidad de sentimientos que tiene contigo, la educación que habéis recibido juntos, la amistad que le une a vosotros! Él es tu propio hermano adoptivo, es Ferbaeth, hijo de Ferbend. Hace mucho tiempo que lo llevan a la tienda de Medb; lo traen junto a él a Findabair, hija de Ailill y Medb, es ella quien le sirve de beber; cada vez que bebe, ella le da un beso; es ella quien le sirve su parte del banquete. No a todo el mundo en Medb se le da una bebida como en Ferbaeth: al campo sólo se trajeron cincuenta carros llenos de cerveza. » Ferbaeth no esperó hasta la mañana para anunciar a Cûchulainn que renunciaba a su amistad. Cûchulainn le pidió que mantuviera la amistad, la comunidad de sentimientos, la camaradería. Ferbaeth se negó y exigió combate. Cûchulainn se enojó y le golpeó los pies hasta las plantas con una lanza sagrada que penetró entre su piel, su carne y sus huesos. Luego, sacando esta lanza, Cûchulainn la arrojó con la punta hacia adelante, por encima del hombro, detrás de Ferbaeth. Le daba lo mismo alcanzarlo o no. La lanza hirió a Ferbaeth en el hueco del cuello y, saliendo por la boca, cayó al suelo; luego cayó el propio Ferbaeth. “Lanzaste bien tu arma, mi pequeño Cûchulainn”, dijo Fiachra, hijo de Fer Fébe. Matar a un guerrero con una lanza sagrada fue un gran éxito para Cûchulainn. El lugar donde se encontraron Cûchulainn y Ferbaeth se llama desde entonces Punta de lanza de Murthemne.

2. Combate singular de Lairine.

“Maestro Lôeg”, dijo Cûchulainn, “ve al campamento de los guerreros de Irlanda, habla por mí con Lugaid. Averigua si han recibido o no noticias de Ferbaeth y pregunta quién viene a pelear conmigo esta mañana. »

Lôeg va a la tienda de Lugaid. Lugaid le da la bienvenida. » — “Es una bienvenida leal”, dijo Lôeg. — “Vengo”, continuó Lôeg, “para hablar contigo en nombre de tu hermano adoptivo, para que me digas si sabes que Ferbaeth ha venido a atacarlo. » — “Ferbaeth fue a atacar a Cûchulainn”, respondió Lugaid, “y bendita la mano que lo golpeó con sus golpes, ya hace mucho tiempo que cayó muerto en el valle. » — “Dime”, respondió Lôeg, “quién viene esta mañana a encontrarse con Cûchulainn para darle batalla. » — “Se habla”, respondió Lugaid, “de un hermano mío que desafiaría a Cuchulainn a la batalla. Es un joven guerrero, estúpido, orgulloso, vanidoso, que golpea duro y obstinadamente; queremos que este joven vaya a atacar a Cûchulainn para que lo maten y así poder vengarlo; pero no iré a vengarlo, nunca iré. Este hermano mío es Lairine, hijo de Nós, es decir, nieto de Blathmac. » — “Iré a hablar con Cuchulainn sobre él”, dijo Lugaid. Tomaron los dos caballos de Lugaid y los engancharon a su carro. Lugaid fue a Cûchulainn y entablaron una conversación. Así se expresó Lugaid: “Se dice que un hermano mío irá a pelear contigo; es un joven guerrero, estúpido, orgulloso, bárbaro, testarudo. La gente que lo rodeaba decidió que él iría y te daría batalla; esperamos que lo mates y queremos ver si lo vengaré pegándote; pero no iré, nunca iré. Y tú, en consideración a la camaradería que existe entre nosotros y que nos une, no mates a mi hermano. » — “Te doy mi palabra”, respondió Cûchulainn, “de que sólo lo pondré en un estado cercano a la muerte. » — “Te lo permito”, respondió Lugaid, “porque al venir a atacarte actúa en contra de lo que mi honor exigiría. » Entonces Cûchulainn, que había avanzado, retrocedió y Lugaid regresó al campamento.

Entonces Lairine, hijo de Nós, fue llamado a la tienda de Ailill y Medb. Findabair fue llevado a su lado. Con cuernos le sirvió un trago. Con cada trago que él bebía ella le daba un beso; ella le sirvió su parte de lo que tenía para comer. “Medb”, dijo Findabair, “no ofrece a todos la bebida que se les da a Ferbaeth y Lairine. Sólo se llevaron cincuenta carros cargados al campo. " - " Qué quieres decir ? “Preguntó Ailill. — “Pienso en el hombre que está allí”, respondió Medb. — “¿Qué dices de él?” » respondió Ailill. — “A menudo”, respondió Medb, “prestas atención a cosas que no la merecen. Lo más adecuado sería que prestes atención a la pareja en la que la bondad, el honor y la belleza se unen al más alto grado, no se encontrará mejor en ningún camino de Irlanda. Quiero hablar de Findabair y Lairine, hijos de Nós. » — “Esa también es mi opinión”, respondió Ailill. » Entonces Lairine se arrojó hacia la derecha, hacia la izquierda, dio tales sacudidas que las costuras de los cojines colocados debajo de él se rompieron y las plumas mancharon el césped del campamento.

Lairine lo encontró mucho antes de que amaneciera: estaba impaciente por atacar a Cûchulainn. Temprano a la mañana siguiente, equipado para la guerra, llegó al vado para encontrarse con Cuchulainn. Los buenos guerreros del campamento no creían que su dignidad les permitiera ir a ver la lucha a Lairine. Allí sólo iban mujeres, sirvientes y muchachas, que esperaban reírse y burlarse de su pelea. Cûchulainn salió al encuentro de Lairine hasta el vado; Sin creer que su dignidad le permitiera tomar las armas, llegó desarmado al encuentro de Lairine. Sus golpes hicieron que las armas cayeran de la mano de Lairine, como si alguien hubiera derribado juguetes de la mano de un niño pequeño. Lo molió como trigo; tomándolo entre sus manos, lo atormentaba, lo estrujaba, lo apretaba, lo aprisionaba y lo sacudía de manera que hacía volar el barro de sus ropas. Este barro formó una nube que se elevó en el aire en los cuatro puntos cardinales, luego, desde el fondo del vado, Cûchulainn arrojó a Lairine lejos, a través del campamento, hasta la puerta de la tienda de Lugaid. Lairine no podía levantarse sin gemir, ni comer sin quejarse; ya no salía de casa sin sentir debilidad en la espalda, opresión en el pecho y malestar estomacal; ciertas necesidades lo obligaban a salir a la calle con frecuencia. Fue el único hombre que regresó con vida después de luchar en Cuchulainn. Pero permaneció enfermo hasta que la muerte se lo llevó.

Así fue la lucha de Lairine en el Táin Bó Cúalnge.

3. Entrevista de Morrigan con Cûchulainn.

Cûchulainn vio acercarse a él una joven vestida de todos los colores y de formas distinguidas.

" Quién eres ? " preguntó. — “Yo soy”, respondió ella, “soy hija del rey que se llama Búan [es decir Eterno], vine a buscarte por amor a ti por tu fama, traje conmigo mis tesoros y mis rebaños. » — “No llegaste en el momento adecuado”, respondió Cûchulainn, “el hambre me ha agotado. No podré soportar los abrazos de una mujer mientras dure la lucha que apoyo. » — “Yo te ayudaré”, respondió la mujer. — “Si he emprendido esta empresa”, respondió Cûchulainn, “no es para obtener el amor de una mujer. » — “Entonces”, continuó, “te avergonzaré mucho cuando aparezca frente a ti durante tus peleas contra los hombres. Yo vendré en forma de anguila bajo tus pies en el vado y te haré caer. » — “La forma de una anguila”, respondió Cûchulainn, “te sienta mejor que la pretensión de ser hija de un rey. Te tomaré con los dedos de mis pies y te quebraré las costillas, y quedarán rotas hasta que venga de mí el juicio de bendición para ti. » — “Tomaré”, dijo, “la forma de un lobo gris y empujaré a las bestias de cuatro patas contra ti hasta el vado. » — “Te arrojaré”, respondió, “una piedra con mi honda, te sacará un ojo, y quedarás tuerto hasta que venga de mí el juicio de bendición para ti. » — “Iré y os atacaré”, continuó, “en forma de vaca roja sin cuernos, traeré bestias con cuernos que se abalanzarán sobre vosotros en los vados, en los lagos y no me veréis delante. Tú. » — “Te arrojaré una piedra”, respondió; “Ella te romperá la pierna y quedarás cojo, hasta que venga de mí el juicio de bendición. » Con eso, se fue.

CAPÍTULO XV
ASESINATO DE LÓCH HIJO DE MOFEBES

1. Entonces Lóch, hijo de Mofebes, fue invitado a ir a la tienda de Ailill y Medb. " Qué quieres de mí ? » preguntó Loch. — “Que vayas y luches contra Cûchulainn”, respondió Medb. — “No iré”, respondió, “a hacer esa empresa, porque no sería ni honorable ni hermoso para mí ir a atacar a un joven bondadoso y tierno sin barba. No me reproches esta negativa; Tengo un hombre que lo atacará: es Long hijo de Emones; Él vendrá y tomará tus órdenes. » Long fue llevado a la tienda de Ailill y Medb, quienes le prometieron grandes ventajas, ropa de todos los colores para doce hombres, un carro por valor de veintiocho esclavas, Findabair por esposa, siempre fiesta y vino en Cruachan. Long fue a atacar a Cûchulainn y Cûchulainn lo mató.

2. Medb dijo a sus esposas que fueran y aconsejaran a Cûchulainn que se dejara barba. Las mujeres fueron a Cûchulainn y le dijeron que se dejara barba. “No es dignidad de un buen guerrero”, decían, “darte batalla, ya que no tienes barba. » [Cûchulainn tomó un puñado de hierba, cantó sobre él una palabra mágica, de modo que desde entonces todos creyeron que tenía barba.] Entonces Cûchulainn con esta barba llegó a la colina delante de los guerreros de Irlanda. Les mostró su barba.

3. La vio Lóch, hijo de Mofebes. “Cûchulainn”, dijo, “¡tiene barba! » — “Sí, la veo”, agregó Medb. Prometió a Lóch las mismas grandes ventajas que a Long. “Iré y lo atacaré”, dijo Lóch.

Lóch fue a encontrarse con Cûchulainn. Los dos adversarios se encontraron juntos en el vado, donde Long había muerto. “Venid”, dijo Lóch, “al otro vado, más arriba; no me conviene luchar en el vado donde cayó mi hermano. » Se pelearon en el vado de arriba.

4. Entonces vino Morrigan, hija de Ernmas, de los palacios de los dioses; quería matar a Cûchulainn... Venía en forma de una vaca blanca con orejas rojas, acompañada de cincuenta vacas, unidas de dos en dos por una cadena de bronce. Las mujeres hicieron que Cûchulainn le impidiera mágicamente acercarse a esta manada que le habría causado la muerte; Cûchulainn arrojó un proyectil desde su honda a la distancia y le arrancó el ojo a Morrigan.

Entonces la Morrigan, en forma de una anguila lisa y de piel negra, entró en el arroyo y se enroscó en los pies de Cuchulainn [quien, levantándose, golpeó la anguila y le rompió en pedazos cada una de sus costillas. Pero mientras Cûchulainn estaba ocupado deshaciéndose de ella, Lóch lo hirió en el pecho.

Entonces llegó Morrigan en forma de un lobo terrible. Era de un gris rojizo. [Cûchulainn le arrojó una piedra con su honda y le sacó un ojo en la cabeza.] Durante el breve espacio de tiempo que Cûchulainn se defendió de ella, Lóch lo hirió por segunda vez. Después de esto surgió un movimiento de ira en Cûchulainn, de modo que con la jabalina encerrada en su bolso atravesó el pecho de Lóch, llegando hasta su corazón.

“¡Te hago una petición, oh Cûchulainn! “, dice Lóch. - "¿Qué deseas?" » respondió Cuchulainn. — “No te pido por tu vida”, respondió Lóch, “eso sería una cobardía. Dame una patada que me haga caer de bruces frente a mí, y que me impida quedar atrás de espaldas ante los guerreros de Irlanda; Ninguno de ellos debe decir que en el campo de batalla huí de ti, ni que tal fue la impresión que me produjo la muerte que me infligió la jabalina de tu bolso. » — “Te daré”, respondió Cûchulainn, “la patada que deseas. Tu petición es digna de un guerrero. » Y Cuchulainn le dio una patada por detrás.

Ese día una gran tristeza se apoderó de Cûchulainn. Lamentó estar solo para resistir al ejército que había venido a secuestrar [el toro y las vacas]. Le dijo a Lôeg, su cochero, que trajera a los guerreros del Ulster para que pudieran venir e intentar evitar el secuestro. Abrumado por el cansancio, escribió un poema:

1. Levántate, Lôeg, trae los ejércitos en mi ayuda.
Los hermosos ejércitos de Emain the Strong.
Las luchas diarias me han devastado.
Las heridas me inundaron de sangre.

2. En mi lado derecho y en mi lado izquierdo
Es difícil decir cuál está más enfermo.
La mano que los golpeó no fue la del doctor Fingin.
Quien detiene la sangre con un filo de madera.

3. Dile al amable Conchobar,
Que triste estoy, que dolido estoy:
Mucho ha cambiado de forma
El amable hijo de Dechtire, el que valía una tropa.

4. Estoy solo contra un ejército,
No lo dejaré, no lo superaré.
Es malo, no es bueno lo que me rodea,
Solo estoy para luchar en los muchos vados.

5. Una lluvia de sangre corre por mis armas,
Recibí heridas graves.
Ningún amigo viene a compartir conmigo batalla y gloria,
Excepto el conductor que conduce mi único carro.

6. Si una trompeta canta mi gloria,
Este solo instrumento no me hace feliz.
Muchas trompetas al mismo tiempo
Son más bonitas que una.

7. Hay un viejo proverbio hereditario:
“No se enciende una llama con un solo leño.
Si juntamos dos o tres,
Sus marcas arderían. »

8. No es fácil superar un solo tronco,
Debemos quemar otro contra ella.
La soledad está rodeada de mentiras,
On ne peut moudre avec une seule meule.

9. N’as-tu pas toujours entendu dire :
Quand un homme est seul, il est trompé; c’est vrai pour moi,
Moi, que personne n’appuie,
Et que plusieurs attaquent à la fois.

10. Quoique je sois seul, la troupe ennemie est nombreuse.
Cela agite mon esprit.
La ration de l’armée ennemie, est-elle comme la mienne,
Cuite à une seule crémaillère ?

11. Je suis seul en face de l’armée,
Près du gué au bout de Tir Mór.
J’ai eu plus d’un adversaire : Lóch avec Bodb,
Suivant la prédiction faite à l’enlèvement des vaches de Regamain

12. Lóch m’a déchiré les deux hanches,
La louve grise et rouge m’a mordu.
Lóch a blessé mon foie,
L’anguille m’a fait tomber.

13 . Mon petit javelot a arrêté Lóch,
J’ai crevé à la louve un œil.
J’ai brisé une cuisse à la vache
Au début de son attaque.

14. Depuis que conduit par Lôeg je portais le javelot d’Aife,
Il y eut au cours d’eau voyage d’un essaim hostile.
J’ai lancé le javelot aigu et mortel
Qui a terrassé Lóch fils d’Eogan.

15 . Les guerriers d’Ulster ne livrent pas la bataille
Que je soutiens contre Ailill et la fille d’Eochaid.
Pendant ce temps je suis dans la douleur.
Je suis blessé, mon sang coule à flots.

16. Dis aux brillants guerriers d’Ulster
Qu’ils aillent par derrière attaquer l’armée ennemie.
Les fils de Maga ont emmené leurs vaches
Et se les sont partagées.

17. Je libro bataille, j’en avais pris solennel engagement,
J’ai tenu ma parole;
Je combats pour mon cher et pur honneur,
Puissé-je n’être pas seul à le faire!

18. Les corbeaux sont joyeux du massacre
Dans le camp d’Ailill et de Medb ;
De tristes plaintes se font entendre
Pendant les cris des corbeaux dans la plaine de Murthemne.

19. Conchobar ne sort pas,
Son armée ne va pas au combat.
Qu’il soit ainsi absent,
C’est plus difficile à raconter que son élévation à la royauté.

20. Lève-toi Lôeg, fais venir à mon aide les armées,
Los hermosos ejércitos de Emain the Strong.
Les combats journaliers m’ont abattu,
Las heridas me inundaron de sangre.

Ici se termine le récit du combat de Lóch le Grand, fils de Mofebes, contre Cûchulainn, dans l’Enlèvement des Vaches de Cooley.

CHAPITRE XVI
RUPTURE DE LA CONVENTION

1. Alors le traité fait avec lui fut violé. Cinq guerriers vinrent à la fois l’attaquer. C’étaient deux Crûaid, deux Calad et Derothor. À lui seul Cûchulainn les tua tous les cinq. De là vient le nom de lieu Coicer Oengoirt (cinq guerriers d’un seul champ). Une autre expression consacrée dans le récit de l’Enlèvement est Coicsius Focherda (quinzaine de Focherd), parce que Cûchulainn resta quinze jours en Focherd. Cûchulainn chassa de Delga les ennemis, en sorte qu’aucun être vivant, homme ou bête à quatre pattes, n’a pu montrer son visage plus loin que lui entre Delga et la mer .

2. Guérison de la Morrigan.

Alors vint des habitations divines la Morrigan, fille d’Ernmas. Elle avait l’apparence d’une vieille femme, occupée à traire une vache à trois pis en présence de Cûchulainn. Elle venait pour obtenir son secours.

Toutes les fois que Cûchulainn blessait quelqu’un, le blessé ne pouvait guérir, si Cûchulainn ne prenait part au traitement. Il lui demanda à boire du lait de sa vache, puisque la soif le tourmentait. Elle lui donna le lait d’un pis. « Guérison par moi sans retard en résultera », dit Cûchulainn : celui des deux yeux de la reine, qui avait été crevé, se trouva guéri. Cûchulainn lui demanda encore le lait d’un pis. Elle le lui donna. « Que sans retard soit guérie », dit Cûchulainn, « celle qui m’a donné ce lait. » Il lui demanda à boire une troisième fois, et elle lui donna encore le lait d’un pis. « Bénédiction sur toi des dieux et de ceux qui ne sont pas dieux, oh femme ! », dit Cûchulainn. Et la reine fut guérie [de ses trois blessures à l’œil comme louve, à la cuisse comme vache et au côté comme anguille].

3. Alors Medb envoya cent guerriers attaquer à la fois Cûchulainn qui les tua tous. « Ce meurtre de nos gens », dit Medb , « est notre anéantissement. » — « Ce n’est pas la première fois», dit Ailill, « que cet homme nous anéantit. » L’endroit où Medb et Ailill étaient en ce moment s’appela depuis Anéantissement du Bout du Fort, Cuillend Cind Duni. Le gué où les cent guerriers périrent reçut le nom d’Áth Cró, Gué du Sang Coagulé, à cause de la quantité du sang liquide, et puis coagulé, qui se répandit sous le cours d’eau.

CHAPITRE XVII
LE CHAR ARMÉ DE FAUX ET LE GRAND MASSACRE DE LA PLAINE DE MURTHEMNE.

1. Soins donnés à Cûchulainn par le dieu Lug son père.

Quatre des cinq grandes provinces d’Irlande prirent étape et campement à l’endroit appelé grand, énorme massacre, dans la plaine de Murthemne. Ils envoyèrent leurs parts de bétail et de butin près d’eux, au sud dans les étables des vaches d’Ulster.

Cûchulainn s’arrêta près du tombeau sur les pentes de la montagne non loin d’eux, en leur voisinage. Son cocher Lôeg, fils de Riangabair, alluma du feu dans la soirée à l’heure de nones. Au delà de ce feu Cûchulainn vit, au-dessus des têtes des guerriers venus de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande, l’or pur de leurs armes briller avant le coucher du soleil dans les nuages du soir. La colère, une grande fureur furent provoquées chez lui par le spectacle de ses nombreux adversaires, de la foule de ses ennemis. Il saisit ses deux lances, son bouclier et son épée. Il secoua son bouclier, agita sa lance, brandit son épée et de sa gorge fit sortir le cri du héros ; les génies visages pâles, à figure de bouc, les fées des vallées, les démons de l’air lui répondirent, épouvantés qu’ils étaient par ce cri puissant en sorte que Nemain, c’est-à-dire Bodb, la déesse de la guerre, mit le désordre dans les rangs de l’armée. Les guerriers de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande firent avec les pointes de leurs lances et de leurs armes un tel bruit d’armes que cent hommes d’entre eux furent tués par l’épouvante, par un mal de coeur mortel, ce soir-là sur le sol où ils avaient pris étape et campement.

Quand Lôeg fut là, il vit quelque chose : au nord-est se dirigeant vers lui, un homme traversait le camp de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande ; « Un homme s’approche de nous maintenant, mon petit Cûchulainn», dit Lôeg. — « Mais quelle apparence cet homme-là a-t-il ? » demanda Cûchulainn. — « Il n’est pas difficile de répondre », dit Lôeg. « C’est un homme grand et beau. Sa tête chauve au sommet est entourée de cheveux blonds et bouclés. Un manteau vert l’enveloppe. Dans ce manteau est fixée sur sa poitrine une broche blanche d’argent. Serrée par une ceinture qu’orne de l’or rouge, une tunique en velours de roi couvre sa blanche peau et lui descend jusqu’aux genoux. Son bouclier est noir avec une dure bordure de laiton. Il tient à la main une lance à cinq pointes; près de lui est une pique fourchue. Les jeux et les tours qu’il fait sont merveilleux. Mais personne ne fait attention à lui, et lui ne fait attention à personne ; il semble que dans le camp où sont réunis les guerriers de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande, personne ne le voit. » — « C’est vrai, ô mon élève », répondit Cûchulainn, « c’est un de mes amis dans le monde des dieux qui a pitié de moi ; car ils ont su la grande peine où je me trouve aujourd’hui, moi seul en face des guerriers de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande qui enlèvent les vaches de Cooley. » — Cûchulainn ne se trompait pas. Quand le jeune guerrier arriva là où se trouvait Cûchulainn, il lui adressa la parole, l’assurant de sa compassion. [« Je te viendrai en aide », dit le jeune guerrier. — « Qui es-tu donc? » demanda Cûchulainn. — « Je suis ton père venu du palais des dieux, je suis Lug, fils d’Ethliu » répondit le jeune guerrier. — « Mes sanglantes blessures », reprit Cûchulainn, « sont lourdes à supporter, ma guérison est urgente] ». — « O Cûchulainn », répliqua le jeune guerrier, « un profond sommeil s’emparera de toi à la Tombe de Lerga ; il durera trois jours et trois nuits ; pendant ce temps je resterai en face des troupes ennemies. »

Alors Cûchulainn s’endormit ; il tomba dans un profond sommeil qui ne prit fin qu’au bout de trois jours et de trois nuits. C’était nécessaire, il y eut rapport exact entre la dose de ce sommeil et la dose de la fatigue subie par le héros, depuis le lundi avant le premier novembre, exactement jusqu’au mercredi après le premier février. Pendant ce temps Cûchulainn avait été privé de sommeil sauf les courts moments dans lesquels, au milieu de la journée, il avait dormi appuyé contre son javelot, la tête sur son poing, le poing enveloppant son javelot, ce javelot posé sur son genou ; car alors il ne cessait de frapper, d’abattre, d’exterminer les guerriers de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande.

Le jeune guerrier mit des herbes du pays des dieux, des plantes médicinales avec accompagnement de paroles magiques, dans les blessures, dans les plaies larges et les plaies profondes, dans les traces que de multiples coups avaient laissées sur le corps de Cûchulainn et celui-ci s’endormit sans même s’en apercevoir.

2. Meurtre des jeunes gens d’Ulster.

Ce fut en ce moment que du Nord et d’Emain Macha vinrent cent cinquante fils de rois d’Ulster, accompagnant Follomain, fils de Conchobar. Ils livrèrent trois batailles aux troupes irlandaises et dans chacune de ces batailles un tiers d’entre eux succomba, en sorte qu’ils périrent tous sauf Follomain, fils de Conchobar. Follomain, se vantant, prétendit qu’il ne rentrerait jamais de sa vie à Emain sans y apporter avec lui la tête d’Ailill et le diadème d’or que portait ce roi. Ce n’était pas chose facile ; il fut attaqué par les deux fils de Beith, fils de Bán, c’est-à-dire par les deux fils de la mère nourricière et du père nourricier d’Ailill, et dans le combat il périt. Ainsi furent tués les jeunes gens d’Ulster et Follomain, fils de Conchobar.

Pendant ce temps Cûchulainn était dans ce profond sommeil qui dura trois jours et trois nuits à la Tombe de Lerga. Puis il se réveilla, il passa la main sur son visage, il fit de son corps une roue toute rouge; le sommet de sa tête touchait la terre ; il reprit sa vigueur d’esprit ; il aurait été de force à se rendre à une réunion d’hommes, à un cortège, à un rendez-vous de femme, à une brasserie, à une des grandes assemblées politiques d’Irlande. « Pendant combien de temps ai-je été jusqu’ici plongé dans le sommeil ? ô jeune guerrier », demanda-t-il. — « Trois jours et trois nuits », répondit le jeune guerrier. — « Tant pis pour moi! » s’écria Cûchulainn. — « Pourquoi cela ? » demanda le jeune guerrier. — « Parce que pendant ce temps-là », répondit Cûchulainn, « l’armée ennemie n’a pas été attaquée. » — « Erreur », répliqua le jeune guerrier. — « Qui donc l’attaqua ? » demanda Cûchulainn. — « Les jeunes gens », répondit le jeune guerrier, « sont venus du Nord, c’est-à-dire d’Emain Macha; ils étaient cent cinquante accompagnant Follomain, fils de Conchobar, tous eux-mêmes fils de petits rois de la province d’Ulster ; ils ont livré trois batailles à l’armée ennemie pendant les trois jours et les trois nuits que ton sommeil a duré; dans chacune de ces batailles, un tiers d’entre eux a succombé ; ainsi tous ont péri sauf Follomain, fils de Conchobar.

Puis il raconta comment Follomain avait émis la prétention d’aller décapiter Ailill, de s’emparer de la couronne de ce roi et comment c’était lui qui avait été tué. « Il est dommage », dit Cûchulainn, « qu’en ce moment j’eusse perdu toute ma force ; si j’avais eu ma force, les jeunes gens qui ont péri n’auraient pas succombé, Follomain n’aurait pas succombé. » — « Continue à combattre, mon petit Cûchulainn », répliqua le jeune guerrier, « la mort de ces jeunes gens ne sera pas une tache à ton honneur, elle ne diminuera pas le renom de ta valeur dans les batailles. » — « Reste avec nous cette nuit, ô jeune guerrier », dit Cûchulainn, « reste afin qu’ensemble nous vengions sur l’armée ennemie les jeunes gens qui ont péri. »

3. Intercalation chrétienne

« Mais non, je ne resterai pas », répondit le jeune guerrier, « car en ta compagnie un autre a beau multiplier les exploits dans les combats, ce n’est pas à lui qu’en revient la considération, la célébrité, la gloire, c’est à toi. Aussi ne resterai-je pas avec toi  ; mais combats toi-même, fais seul acte de guerre contre l’armée ennemie ; elle n’a pas quant à présent pouvoir sur ta vie. » — « Et le char armé de faux, maître Lôeg », dit Cûchulainn, « peux-tu le préparer ? Si tu peux le préparer, si tu as l’équipement, prépare ce char ; si tu n’as pas l’équipement, ne prépare pas ce char. »

Alors le cocher se leva et fit la toilette de guerre que comportait son métier. Il revêtit le costume de guerre que portent les cochers, sa tunique moelleuse faite de peau, légère comme l’air, polie comme est ordinairement la peau, cousue avec des lanières de peau de cerf de manière à ne pas gêner la sortie des mains. Sur cette tunique il mit un manteau de dessus en plumes de corbeau fait par Simon le druide à Darius, roi des Romains, puis que Darius donna à Conchobar, qu’ensuite Conchobar donna à Cûchulainn et qui enfin fut donné par Cûchulainn à son cocher. Le même cocher prit son casque à crête, à quatre angles entre quatre surfaces planes avec multitude de toutes les couleurs et de toutes les toutes les figures possibles; puis il mit ce casque en place dehors entre ses deux épaules ; c’était un ornement pour lui et non une surcharge. Sa main posa devant son front le fil d’un jaune rougi semblable à une bande d’or rouge qui aurait été fondue au feu et fixée sur le bord d’une enclume, fil qui était le signe de sa qualité de cocher et qui le distinguait de son maître assis à côté de lui. Il ouvrit les entraves mises aux pieds des chevaux et de la main droite il saisit sa baguette brodée d’or. Dans la main gauche il prit les rênes à l’aide desquelles il maintenait les chevaux dans la bonne direction ; savoir, de la main gauche, manier la bride des chevaux est une partie essentielle de l’art du cocher.

Puis il mit à ses chevaux leurs cuirasses de fer ornées de broderies, qui les couvraient du front à la cheville des pieds. [Le char était armé] de petits javelots, de petites lances aux pointes dures, en sorte que chaque mouvement du char devait rapprocher de l’ennemi ces pointes, et sur le chemin suivi par le char chaque angle, chaque bout, chaque partie, chaque face de ce char devait déchirer l’ennemi. Par des paroles magiques Lôeg donna à ses chevaux et à Cûchulainn, son frère nourricier, un avantage merveilleux ; il les rendit invisibles pour tous les guerriers qui étaient dans le camp ennemi, tandis que lui et Cûchulainn voyaient tous les guerriers réunis dans ce camp. Les mêmes paroles magiques assuraient à Lôeg en ce jour une triple supériorité sur les autres cochers, supériorité dans l’art de sauter sur les crevasses, supériorité dans la direction des chevaux, supériorité dans le maniement de la baguette qui tenait lieu de fouet.

Alors le héros, le guerrier, instrument dont Bodb, déesse de la guerre, allait se servir pour dresser une muraille de cadavres, Cûchulainn, fils de Sualtam, revêtit son équipement de combat, de bataille, de guerre. Cet équipement de combat, de bataille, de guerre, consistait en vingt-sept chemises qui, réunies, atteignaient l’épaisseur d’une planche ; sur ces chemises des fils et des cordes faisaient cercle autour de lui, en les serrant contre sa blanche peau c’était pour empêcher que son bon sens et son intelligence ne se changeassent en fureur, quand suivant sa nature la colère s’emparerait de lui. Il mit sa ceinture belliqueuse de guerrier faite de cuir très dur et tanné, fabriqué avec la peau des épaules de sept taureaux ; cette ceinture l’enveloppait depuis l’endroit où sa taille était le plus mince jusqu’à l’endroit où elle devenait épaisse sous l’épaule.

Elle l’entoura pour détourner les javelots, les pointes de piques, le fer, les lances, les flèches; elle aurait de même détourné les pierres, les rocs, les cornes. Ensuite Cûchulainn prit son pantalon en velours de soie avec apparence de peau, avec une bande, d’or blanc et tacheté, bande fixée au-dessous du moelleux milieu de ce pantalon. Sur ce pantalon qui semblait de peau, mais qui était de velours, il en mit un autre fait de cuir brun, bien cousu, qui provenait de la peau des épaules de quatre jeunes taureaux. Puis il saisit ses armes belliqueuses de lutte, de combat, de bataille. Voici quelles étaient ces armes : huit petites épées en outre de sa rapière au manche brillant d’ivoire, huit petites lances en outre de sa lance à cinq pointes; huit petits javelots en outre de son javelot à manche d’ivoire, huit petits épieux en outre de sa baguette de jeu, huit petits boucliers de jeu en outre de son bouclier d’un rouge foncé sur lequel on voyait représenté un sanglier en marche et qu’entourait une bordure tranchante comme rasoir; cette bordure était si tranchante, si aiguë qu’elle aurait coupé un cheveu pendant en face d’un cours d’eau. Quand le jeune guerrier faisait le jeu du tranchant, il coupait avec son bouclier comme avec sa lance et avec son épée. Ensuite il mit autour de sa tête son casque à crête casque de combat, de bataille et de guerre, du fond duquel il jetait un cri égal à celui de cent guerriers; ce cri. se prolongeant, semblait renvoyé par chaque angle et chaque coin, car le même cri était poussé par les génies aux pâles visages, par les génies aux visages de bouc, par les fées des vallées, par les démons de l’air, devant lui, au-dessus de lui, autour de lui chaque fois qu’il sortait pour répandre le sang des guerriers et pour faire de brillants exploits.

Alors fut jeté sur lui son voile de protection, qui rendait invisible, vêtement venu de la terre de promesse et donné à lui par Manannan fils de l’Océan et roi de la terre de lumière.

Alors se produisit chez Cûchulainn sa première contorsion ; elle fut terrible, multiple, merveilleuse, inouïe; ses jambes tremblaient tout autour de lui comme un arbre contre lequel vient buter un cours d’eau, comme un tendre jonc qu’un cours d’eau vient frapper ; tremblaient chaque membre, chaque articulation, chaque extrémité, chaque jointure, du sommet de la tête jusqu’à terre. Furieux, il tordit son corps au milieu de sa peau ; ses pieds, le devant de ses jambes, ses genoux passèrent derrière lui; ses talons, ses mollets et ses fesses arrivèrent sur le devant; les muscles superficiels de ses mollets se posèrent sur la face antérieure de ses jambes et y firent une bosse aussi grosse que le poing d’un guerrier. Tirant les nerfs du sommet de sa tête, il les amena derrière la nuque, en sorte que chacun d’eux produisit une bosse ronde, très grande, indescriptible, énorme, inouïe, aussi grosse que la tête d’un entant à l’âge d’un mois.

Puis il déforma ses traits, son visage. Il tira un de ses yeux dans sa tête de telle façon qu’une grue n’aurait pu du fond du crâne ramener cet œil sur la joue; l’autre œil sauta hors de la paupière et vint se placer à la surface de la joue. Sa bouche se déforma de façon monstrueuse : il éloigna la joue de l’arc formé par les mâchoires et ainsi rendit visible l’intérieur de sa gorge ; ses poumons et son foie vinrent flotter dans sa bouche ; d’un coup de griffe de lion, il frappa la peau qui couvrait sa mâchoire supérieure et toutes les mucosités qui, comme un courant de feu, arrivaient de son cou dans sa bouche, devinrent aussi grandes que la peau d’un mouton de trois ans. On entendait le bruit que faisait son coeur en frappant contre sa poitrine; ce bruit était égal à celui que produisent le hurlement d’un chien de guerre qui aboie ou le cri d’un lion qui va attaquer des ours. La chaleur causée par sa violente et vigoureuse colère fit apparaître en l’air au-dessus de lui les flambeaux de Bodb, déesse de la guerre, les nuages pluvieux du ciel et dans ces nuages, des étincelles rouges de feu ; au-dessus de sa tête elles brillaient dans les airs où les produisait l’ardeur de sa colère.

Autour de sa tête, sa chevelure devint piquante et semblable à un faisceau de fortes épines dans le trou d’une haie. Si on avait secoué au-dessus de lui un beau pommier couvert de beaux fruits, les pommes ne seraient pas tombées à terre; elles seraient restées chacune fixée sur un de ses cheveux, par l’effet de la colère qui avait rendu sa chevelure piquante. Sur son front se dressa le feu du héros, feu long et gros comme la pierre à aiguiser d’un guerrier. Du sommet de sa tête se leva un rayon de sang brun, droit comme une poutre, aussi haut, aussi épais, aussi fort, aussi vigoureux, aussi long que le mât d’un grand navire; il en résulta une vapeur magique semblable à la fumée qui sort du palais d’un roi quand ce roi va près de son foyer le soir à la fin d’une journée d’hiver.

Après ces contorsions, Cûchulainn sauta dans son char de bataille armé de faux, de faux en fer avec tranchants minces, avec crochets, avec pointes dures et guerrières, avec appareil de déchirement, avec ongles piquants fixés aux essieux, aux courroies, aux courbes, aux principales pièces du char.

Puis, [frappant son bouclier de sa lance], il fit un bruit de tonnerre tel, qu’auraient pu le produire cent hommes, puis deux cents, puis trois cents, puis quatre cents, puis cinq cents. Ces chiffres n’étaient pas trop élevés pour lui, car tel fut le nombre des guerriers qu’il fit tomber dans sa première attaque au début de son combat contre quatre des cinq grandes provinces d’Irlande. Ce fut ainsi qu’il partit pour aller chercher ses ennemis. Il fit faire à son char un grand circuit à l’entour de l’armée de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande; il fit courir ce char lourdement. Les roues de fer pénétrèrent en terre, tellement qu’aucun château, aucune forteresse n’aurait pu leur résister, tant était grande la profondeur où ces roues de fer entraient en terre : mottes de terre et pierres, rocs, cailloux et graviers se soulevaient et montaient à la même hauteur que les roues. Ainsi s’exécuta le cercle de Bodb, déesse de la guerre, autour de l’armée de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande ; les guerriers irlandais ne purent s’éloigner en se plaçant autour et en dehors de ce cercle. Ce fut la réparation du meurtre des enfants d’Ulster. Puis Cûchulainn pénétra au milieu de l’armée et il répandit en grands tas les cadavres ennemis dans le grand cercle qu’il avait parcouru tout autour. C’était l’attaque d’un ennemi contre ses ennemis. Ils tombèrent, plante de pied contre plante de pied, nuque contre nuque, tant les cadavres étaient rapprochés, Cûchulainn fit ainsi trois fois le tour de l’armée en sorte qu’il laissa comme litière formant un grand cercle, les morts par groupes de six, trois cadavres joignant par la plante des pieds la nuque de trois cadavres autour du campement. De là le nom de cet épisode « Grand massacre par groupe de six dans l’Enlèvement » ; c’est un des trois principaux épisodes de l’Enlèvement où d’innombrables guerriers périrent; ces épisodes sont : « Grand massacre par groupe de six », « Mutuel massacre de Glenn amna, mieux Glenn domain « vallée profonde », « Combat à Garech et Ilgarech ». Il y périt autant de chiens et de chevaux que d’hommes.

4. Ce qui reste de la rédaction primitive.

D’autres disent que Lug, fils d’Ethliu, combattit avec Cûchulainn au grand massacre par groupes de six.

On ne sait pas le nombre des morts ; on ne pourrait compter combien d’hommes de la plèbe succombèrent; on a compté seulement les chefs; voici leur noms…. (suivent 186 noms).

[[ Les deux Cruad, deux Calad, deux Cir, deux Ciar, deux Ecell, trois Cromm, trois Cur, trois Combirgè, quatre Feochar, quatre Furachar, quatre Cassè, quatre Fota, cinq Caur, cinq Cerman, cinq Cobtach, six Saxan, six Duach, six Darè, six Dunchadh, six Daimiach, sept Rochad, sept Ronan, sept Rurthech, huit Rochlad, huit Rochtad, huit Rindach, huit Corprè, huit Malach, neuf Daigith, neuf Darè, neuf Damach, dix Fiach, dix Fiacach, dix Fedlimid. ]]

4. Cûchulainn tua cent trente rois au grand massacre de la plaine de Murthemne. En outre furent innombrables les chiens, les chevaux, les femmes, les jeunes garçons, les hommes de petite condition, les gens malpropres qui périrent aussi. Il ne resta sain et sauf qu’un tiers des hommes d’Irlande, les deux autres tiers avaient un os de la hanche brisé, ou moitié de la tête fracassée, ou un œil crevé, ou quelqu’autre lésion incurable qui dura toute la vie.

5. Description de la personne de Cûchulainn.

Le lendemain, Cûchulainn vint pour contempler l’armée et faire voir son aimable et jolie personne, aux dames, aux femmes mûres, aux jeunes femmes, aux filles, aux poètes et aux gens de science; car les formes merveilleuses d’art magique sous lesquelles il s’était montré la nuit précédente, ses contorsions ne lui faisaient pas honneur et n’avaient rien de beau. Il vint donc se montrer sous sa forme aimable et jolie.

Il était vraiment beau ce garçon qui vint montrer sa personne aux armées, Cûchulainn, fils de Sualtam. Ses cheveux avaient trois teintes : bruns en bas, rouges comme sang au milieu, ils étaient jaunes au sommet et couvraient la tête d’une sorte de diadème; ils lui formaient trois cercles autour du creux de la nuque. Les cheveux qui tombaient par derrière sur le haut des épaules ressemblaient tous à des fils d’or, c’étaient des fils minces, déliés, dorés, magnifiques, formant des boucles longues, distinguées, de belle couleur. Une pourpre fine aux tons d’or rouge, aux flammes d’or, faisait cent tours autour de son cou. Il avait sur la tête cent cordons semés d’escarboucles. On voyait sur chacune de ses deux joues quatre taches, une tache jaune, une tache verte, une tache bleue, une tache pourpre. Ses deux yeux, des yeux de roi, avaient chacun l’éclat de sept pierres précieuses. On comptait sept doigts à chacun de ses deux pieds, sept doigts à chacune de ses deux mains ; chacun de ses doigts pouvait séparément saisir la griffe d’un faucon ou celle d’un hérisson.

Ce jour-là il revêtit son costume de fête. Le vêtement qui l’enveloppa fut un manteau beau, bien ajusté, brodé, à cinq plis. Une blanche broche d’argent blanc, incrustée d’or, posée sur sa blanche poitrine, semblait être un flambeau lumineux d’un .éclat si puissant et si pur que les yeux des hommes ne pouvaient la regarder. Sur sa peau, il portait une tunique de soie joliment garnie de bordures, de ceintures, avec des galons d’or, d’argent, de laiton. Cette tunique atteignait le sommet de son brun pantalon.

Ce pantalon d’un brun rougeâtre, qui enveloppait le jeune guerrier, était fait d’un velours qu’aurait pu porter un roi. Son magnifique bouclier était de couleur pourpre foncée avec bordure d’argent bien blanc tout autour. À sa gauche se trouvait une épée dont la poignée avait des entrelacs d’or.

Dans le char, près de lui, on voyait une longue lance au tranchant bleu et un javelot plus court avec les cordes de lancement (amentum) dont se sert le guerrier et avec rivet de bronze. Il tenait d’une main neuf têtes, de l’autre main dix têtes [d’ennemis tués] et il les agita devant les troupes ennemies comme preuve de sa valeur et de son habileté guerrière. Medb mit son visage sous des boucliers qui formaient au-dessus d’elle une sorte de cuve renversée, elle fut ainsi à l’abri des javelots que ce jour-là Cûchulainn pouvait lui lancer.

6. Jalousie de Dubthach.

Ce fut alors que les jeunes filles demandèrent aux hommes d’Irlande de les élever sur le plat de boucliers posés sur des épaules de guerriers afin qu’elles pussent voir comment était fait Cûchulainn. Elles trouvèrent merveilleuses les jolies, les aimables formes qu’il avait ce jour-là en comparaison de l’orgueilleuse et magique laideur qu’elles lui avaient vue la soirée précédente. Alors jalousie, mauvais vouloir et envie s’emparèrent de Dubthach le paresseux d’Ulster, à cause de sa femme [qu’il crut amoureuse de Cûchulainn] et il donna conseil aux troupes d’agir traîtreusement avec Cûchulainn, de lui dresser une embuscade qui l’envelopperait et où il périrait.

Voici ce qu’il dit :

1 « Si l’homme aux contorsions est quelque part,
De là résulteront des cadavres d’hommes tués par lui ;
De là des cris autour des forteresses,
De là fondement de récits historiques.
[De là nourriture aux corbeaux]

2 De là des pierres dressées autour des tombes.
Sera augmenté le nombre des martyrs des rois.
Vous ne livrerez pas le bon combat
Sur le penchant de la colline contre ce fou.

3 De ce fou, je vois la personne ;
Il a neuf têtes sur ses coussins.
Je vois le butin qu’il doit au tranchant de son épée :
Dix têtes qui pour lui sont un grand trésor.

4 Je vois vos femmes dresser
Leurs visages vers les grands exploits.
Je vois votre grande reine
Qui ne se lève pas pour livrer bataille.

5 Si c’était moi qui étais votre conseiller,
Des guerriers envelopperaient cet homme
Afin d’abréger sa vie ;
Tel serait le sort du contorsionné. »

Fergus entendit ce discours ; ce conseil de traître, donné par Dubthach aux troupes, l’indigna. Il lui lança un fort vigoureux coup de pied, en sorte que Dubthach alla de son museau frapper la troupe en face. Puis il raconta toutes les mauvaises actions, tous les actes iniques, les trahisons, les choses honteuses que Dubthach avait fait contre les Ulates.

Voici ce qu’il dit :

1 « Si c’est bien Dubthach à la langue paresseuse,
Qu’il se retire derrière l’armée.
Il n’a fait aucun bien
Depuis qu’il a tué les filles.

2 Il a fait un acte qui n’est pas glorieux, qui est triste.
Le meurtre de Fiachna, fils de Conchobar.
N’est pas plus beau ce qu’on a raconté de lui,
Le meurtre de Carpre fils de Fedilmid.

3 Ce n’est pas la puissance des Ulates que s’efforce de soutenir
Dubthach, fils de Lugaid et petit-fils de Casruba.
Voici ce qu’il fait aux hommes :
Quand il ne vient pas aux mains avec quelqu’un, il en parle mal .

4 Elle ne plairait pas aux exilés d’Ulster
La mort de leur fils qui n’a pas encore toute sa barbe ;
Quand les habitants d’Ulster rassemblés vous atteindront
Ils vous envelopperont.

5 Vos troupeaux seront séparés et fort éloignés de vous
Devant les habitants d’Ulster quand ils se lèveront ;
De grandes histoires raconteront des exploits,
Parleront de grandes reines.

6 [Des cadavres seront sous les pieds,
Des corbeaux s’y trouveront chez eux ;
Des boucliers seront couchés sur la pente des collines,
Il y aura plus que jamais des actes de cruauté.

7 Je vois vos femmes élever
Leurs visages pour regarder les exploits.
Je vois que votre grande reine
Ne se lève pas pour combattre.

8 Il ne fera ni exploit, ni acte honorable
Le fils de Lugaid, l’héroïsme lui fait défaut.
Devant les rois, les pointes de lance ne se rougiront pas,
Si celui qui les manie est Dubthach à la langue paresseuse.

Ici se termine « Le char armé de faux ».

CAPÍTULO XVIII.

1. Meurtre d’Oengus, fils d’Oenlam.

Alors s’approcha des troupes d’Irlande un guerrier très hardi d’Ulster; il s’appelait Oengus, il était fils d’Oenlam Gabe. Il fit tourner devant lui les armées des Mod Loga qu’on appelle Lugmod [aujourd’hui Louth] jusqu’aux deux tombes sur le mont Fuaid. Voici ce que les savants racontent; si les guerriers d’Irlande lui avaient livré des combats singuliers successifs, il aurait tué les deux tiers de l’armée ennemie avant de succomber lui-même. Mais les guerriers d’Irlande ne procédèrent pas ainsi ; organisant une embuscade, ils l’enveloppèrent de toutes parts et il succomba au gué des deux tombes sur le mont Fuaid.

2. Coup manqué de Belach Eoin (Passage d’Oiseau).

Alors vint à eux Fiacha Fialdana d’Ulster. Il voulait avoir un entretien avec le fils de la sœur de sa mère, avec Mane le diligent de Connaught. Avec lui arriva Dubthach le paresseux d’Ulster. Mane le diligent amena avec lui Doche, fils de Maga. Quand Doche, fils de Maga, vit Fiacha Fialdana, il lui lança un javelot qui traversa le corps de Dubthach le paresseux, son ami. Fiacha Fialdana lança un javelot à Doche de Maga, mais ce javelot traversa le corps de Mane le diligent de Connaught, son ami.

« C’est un coup manqué, ce qui leur est arrivé », dirent les hommes d’Irlande ; « chacun d’eux a tué son ami, son parent. » De là le nom de « Coup manqué du passage d’Oiseau ». On dit aussi « L’autre coup manqué du passage d’Oiseau ».

3. Déguisement de Tamon.

Alors les hommes d’Irlande dirent à Tamon l’idiot de mettre sur lui les vêtements et le diadème d’or d’Ailill et d’aller au gué, cela sous leurs yeux.

Tamon mit sur lui les vêtements et le diadème d’or d’Ailill et alla au gué qui était sous les yeux des hommes d’Irlande, ceux-ci plaisantèrent et applaudirent pour se moquer de lui. « Le vêtement que tu portes, Tamon », dirent-ils, « ô Tamon l’idiot! c’est le vêtement d’Ailill; tu as aussi son diadème d’or ». Cûchulainn vit Tamon, et n’étant pas au courant il crut que c’était Ailill lui-même ; il lui lança de sa fronde une pierre et Tamon l’idiot tomba sans vie sur le gué où il se trouvait. De la pour ce gué le nom de Gué de Tamon.

De là aussi « Déguisement de Tamon » titre de cet épisode.

CAPÍTULO XIX.

1. Combat de Fergus.

Quatre des cinq grandes provinces d’Irlande prirent étape et campement cette nuit au pilier de pierre en Crich Ross. Medb demanda aux hommes d’Irlande un d’eux pour combat et bataille contre Cûchulainn le matin suivant. Chacun disait : « Ce ne sera pas moi, je ne sortirai pas de l’endroit où je suis, personne de ma famille ne doit rien à Cûchulainn ».

Alors Medb demanda à Fergus de faire contre Cûchulainn le combat, la bataille refusés par les hommes d’Irlande. « Il serait inconvenant pour moi », répondit Fergus, « de me battre avec un jeune garçon imberbe, qui n’a pas de barbe du tout et qui a été mon élève. » Medb se plaignit fortement du refus par Fergus de s’engager à faire combat et bataille. [Elle lui fit donner du vin, l’enivra fortement et renouvela sa demande.]

Ils passèrent là cette nuit. Le lendemain matin, Fergus se leva de bonne heure et alla au gué du combat où se trouvait Cûchulainn ; Cûchulainn vit Fergus venir à lui. « Ce n’est pas en grande sûreté », dit-il, « que mon maître Fergus vient à ma rencontre; il n’a pas d’épée dans le fourreau d’où sortaient de si grands coups. » C’était vrai. [Nous avons dit plus haut comment Ailill s’était emparé de cette épée.] « Cela m’est tout à fait égal, » répondit Fergus, « car si j’avais une épée, elle ne t’atteindrait pas, je ne l’emploierais pas contre toi; mais en reconnaissance des jouissances et de l’éducation que je t’ai données, que t’ont données les habitants d’Ulster et Conchobar, prends la fuite en présence des hommes d’Irlande. » — « Il me répugne », répondit Cûchulainn, « de fuir devant un guerrier dans l’Enlèvement des vaches de Cooley. » — « Cela ne doit pas te répugner, » répliqua Fergus, « car je fuirai devant toi au moment où tu seras blessé, ensanglanté, criblé de plaies, à la bataille de l’Enlèvement. Et quand moi seul j’aurai pris la fuite, les hommes d’Irlande se mettront tous à fuir comme moi. » La perspective de ce futur succès des habitants d’Ulster fut très agréable à Cûchulainn ; il fit amener son char de combat, il y monta et au plus vite se mit à fuir loin des hommes d’Irlande. Ceux-ci le virent prendre la fuite. « Il a fui devant toi, » dirent-ils tous, « il a fui devant toi, ô Fergus ». — « Il faut le poursuivre, » dit Medb, « il faut le poursuivre, ne pas le laisser s’éloigner de toi. » — « Non certes, » répondit Fergus, « je ne le poursuivrai pas davantage. Quoique cette espèce de fuite que je lui ai infligée soit peu importante, pareil succès n’a été obtenu par aucun des hommes d’Irlande qui l’attaquèrent dans l’Enlèvement des vaches de Cooley. En conséquence, tant que les hommes d’Irlande n’auront pas cessé de lui livrer des combats singuliers, je ne recommencerai pas à combattre cet homme. »

Ainsi finit l’épisode du combat de Fergus.

2. Place de tête de Ferchu.

Ferchu l’exilé était de Connaught, cependant ses relations avec Ailill et Medb étaient celles d’un ennemi qui les combattait et les pillait. Depuis le jour où ils prirent possession de la royauté, il ne se rendit pas une seule fois dans leur camp, ni dans leur armée pour leur venir en aide dans les moments difficiles, en cas de nécessité, après convocation à une assemblée indispensable ; il ne faisait que dévaster leur pays et leur terre après les avoir envahis derrière eux. Ce fut alors qu’il arriva à l’est d’Ai. Sa troupe était de douze hommes. On lui avait dit qu’un seul homme arrêtait, retenait quatre des cinq grandes provinces d’Irlande depuis le lundi commencement de l’hiver jusqu’au commencement du printemps, tuant au gué un homme chaque jour et cent guerriers chaque nuit.

Alors il demanda à ses gens leur avis sur son projet.

« Pourrions-nous faire mieux, » dit-il, « que d’aller attaquer cet homme qui arrête et retient quatre des cinq grandes provinces d’Irlande ? Emportant avec nous sa tête et ses armes, nous irons trouver Ailill et Medb. Quelque grands que soient les maux que nous avons fait subir à Ailill et à Medb, nous obtiendrons d’eux la paix pour avoir fait tomber cet homme sous nos coups. » Ce plan fut approuvé. Ferchu et ses compagnons allèrent dans l’endroit où se trouvait Cûchulainn et alors ils n’employèrent pas le procédé loyal du combat singulier. Tous les douze aussitôt se tournèrent contre Cûchulainn. Celui-ci se tournant contre eux coupa leurs douze têtes en un instant ; il dressa pour eux douze pierres et sur la pierre de chaque homme mit la tête de cet homme. Il mit aussi sur une pierre la tête de Ferchu l’exilé. On appelle « Place de tête de Ferchu » l’endroit où Ferchu l’exilé a laissé sa tête, c’est en Irlandais cenn-aitt Ferchon.

3. Combat de la famille Calatin.

Alors chez les hommes d’Irlande, on se demanda qui serait capable de livrer combat et bataille à Cûchulainn, le lendemain matin, de bonne heure. Tous dirent que c’était Calatin le hardi avec ses vingt-sept fils et avec son petit-fils Glass, fils de Delga. Voici ce qui les caractérisait : chacun d’eux portait du poison, chacun d’eux avait du poison sur chacune de ses armes, aucun d’eux ne manquait son coup, et si les hommes blessés par eux ne mouraient pas tout de suite, ils succombaient avant la fin du neuvième jour. On leur promit de grands présents, en récompense du combat et de la bataille à livrer. Ils s’engagèrent à combattre et on convint que cette obligation serait contractée en présence de Fergus.

Mais Fergus refusa d’intervenir, n’admettant pas que le combat livré par Calatin le hardi accompagné de ses vingt-sept fils et de son petit-fils Glass, fils de Delga, fut un combat singulier; la famille de Calatin soutenait que chaque enfant de Calatin le hardi était un membre du corps de Calatin, une partie de son corps, et que, venant avec eux, il n’amenait que la totalité de son corps.

Fergus rentra dans sa tente près de ses gens, la fatigue causée par la douleur lui fit pousser très haut un gémissement.

« On nous fera demain une triste action, » dit-il. — « Quelle action ? » demandèrent ses gens. — « On tuera Cûchulainn, » répondit-il. — « Hélas, » reprirent-ils, « qui le tuera ? » — « Calatin le hardi, » répondit Fergus, « Calatin le hardi avec ses vingt-sept fils et avec son petit-fils Glass, fils de Delga. Voici ce qui les caractérise : chacun d’eux porte du poison, chacun d’eux a du poison sur chacune de ses armes. Quand les hommes blessés par eux ne meurent pas tout de suite, ils succombent avant la fin du neuvième jour. Si à ma connaissance, il y avait quelqu’un qui irait assister au combat et qui viendrait m’apprendre comment Cûchulainn aurait été tué, je ne lui donnerais ni ma bénédiction ni mes armes. » — « J’irai », dit Fiachu, fils de Ferfébe.

Ils ne bougèrent pas de la nuit. Le lendemain matin de bonne heure, Calatin le hardi se leva avec ses vingt-sept fils et Glass fils de Delga, son petit-fils. Ils allèrent à l’endroit où se trouvait Cûchulainn. Fiachu, fils de Ferfébe y alla aussi. Aussitôt que Calatin le hardi fut arrivé à l’endroit où se trouvait Cûchulainn, ils lui lancèrent leurs vingt-neuf javelots. Aucun des coups ne manqua le but, mais Cûchulainn fit avec son bouclier le tour d’adresse du tranchant. Les javelots atteignant le bouclier s’y enfoncèrent seulement dans une partie de leur longueur, en sorte que les coups, atteignant le but, n’avaient pas fait couler le sang et les pointes des javelots n’avaient pas rougi. Alors Cûchulainn, tirant son épée du fourreau que lui avait donné Bodb, déesse de la guerre, se mit à couper les javelots pour décharger son bouclier. Pendant qu’il était ainsi occupé, ses adversaires accoururent et tous ensemble mirent contre sa tête les vingt-neuf poings de leurs mains droites. Ils le maltraitèrent, le terrassèrent, en sorte que sa face, son visage, sa figure touchèrent le sable, le gravier du gué. Alors Cûchulainn poussa très haut son cri de guerre, cri provoqué par l’inégalité du combat; et, sauf les gens endormis, tous les habitants d’Ulster alors en vie entendirent ce cri. Fiacha, fils de Ferfébe, vint près de lui et le vit dans cette situation. Cette marque de sympathie rendit la force à Cûchulainn, il tira son épée du fourreau que Bodb lui avait donné ; d’un coup il trancha les vingt-neuf poings et les vingt-neuf guerriers tombèrent sur leurs dos avec une violence égale à l’intensité de l’effort qu’ils venaient de faire.

Cûchulainn leva la tête et respira, la fatigue lui fit pousser un soupir, et il vit celui qui était venu à son aide. « Ton secours m’est arrivé à propos, cher frère nourricier, » dit Cûchulainn. — « Si mon secours t’est arrivé à propos, » répondit Fiacha fils de Ferfébe, « il ne fut à propos pour nous. Peut-être sommes nous les trois mille meilleurs guerriers de la tribu de Rudraige [en Ulster] venus à l’étape et au campement des hommes d’Irlande, nous sommes tous exposés aux coups de tes javelots et de ton épée, et quoique tu ne nous donnes que de petits coups, nous saurons les reconnaître. » — « J’en donne ma parole, » répondit Cûchulainn, « si depuis que j’ai levé la tête et respiré, tu fais des exploits qu’un jour on racontera, aucun de ceux-ci n’en fera. »

Et se tournant du côté de la famille Calatin, Cûchulainn se mit à les frapper et à les hacher ; il coupa les corps en quatre et en plus petits morceaux le long du gué au levant et au couchant. Un seul homme essaya de lui échapper, comptant sur la rapidité de sa course, pendant que Cûchulainn décapitait les autres, ce fut Glass, fils de Delga. Cûchulainn se mit à courir après lui; il l’atteignit près de la tente d’Ailill et de Medb ; Glass ne put que crier Fiach ! Fiach ! (dette! dette!), au moment où Cûchulainn, le frappant, lui coupa la tête. « Cet homme là va vite, » dit Medb, « de quelle dette Glass a-t-il voulu parler ? O Fergus !» — « Je ne sais pas, » répondit Fergus. « Peut-être doit-il quelque chose à certains guerriers qui sont à l’étape et au campement. Est-ce à eux qu’il a pensé ? Cependant autre chose est possible ; il s’agit peut-être d’une dette de sang et de chair due par lui. Mais, » ajouta Fergus, « je donne ma parole que maintenant toutes ses dettes à la fois sont payées. »

Ce fut ainsi que sous les coups de Cûchulainn, succomba Calatin le hardi avec ses vingt-sept fils et avec son petit-fils Glass, fils de Delga.

Encore aujourd’hui subsiste au fond du gué la pierre autour de laquelle ils firent leurs maladroits actes de bravoure et leurs combats. Là furent posées les poignées de leurs épées et leurs genoux, leurs coudes et les pointes de leurs lances.

Voilà pourquoi à l’ouest du gué de Ferdéad, se trouve le gué dit Gué du fer de sang ; de sang, parce que là, le tranchant d’une arme a été couvert de sang.

Ici se termine le récit de la bataille livrée par la famille Calatin.

CHAPITRE XX.
COMBAT DE FERDÉAD.

Le combat de Ferdéad avec Cûchulainn est une addition à la rédaction primitive de l’Enlèvement [du taureau divin et] des vaches de Cooley dont il forme le chapitre XX.

Au chapitre XXIV, Sualtam, père nourricier de Cûchulainn, se rend à Emain Macha dans le palais du roi d’Ulster Conchobar pour demander aux guerriers d’Ulster de venir en aide au héros qui depuis trois mois tient tête à une armée de trente-cinq mille hommes. Sualtam avait précédemment appris la situation difficile où Cûchulainn se trouvait pendant son combat contre Calatin le hardi que vingt-sept fils et un petit-fils accompagnaient. Il était alors allé voir Cûchulainn et l’avait trouvé vainqueur, mais couvert de blessures et incapable de continuer à combattre. Après avoir fait cette constatation, Sualtam se mit en route pour gagner Emain Macha, capitale de l’Ulster. Quand a été rédigé l’exposé des causes qui décidèrent Sualtam à se rendre au palais du roi Conchobar, le combat de Ferdéad n’avait pas encore pénétré dans la composition épique que nous traduisons.

La date relativement récente du combat de Ferdéad est aussi établie par ce fait que Ferdéad y porte un casque et Cûchulainn non seulement un casque, mais aussi une cuirasse. Des dix-neufs chapitres qui précèdent, il n’en est qu’un seul où le casque et la cuirasse apparaissent, c’est le dix-septième chapitre et cela dans le morceau relativement récent composé par un auteur chrétien pour éliminer le dieu Lug, père naturel de Cûchulainn, l’empêcher de monter avec son fils dans le char armé de faux, lui ôter ainsi toute part dans la gloire du grand massacre de la plaine de Murthemne et attribuer toute cette gloire au seul Cûchulainn. Dans les dix-huit autres chapitres on ne rencontre ni casque ni cuirasse : le bouclier, un bouclier aussi haut que l’homme, est encore, comme aux temps les plus anciens, l’unique arme défensive du guerrier celtique.

Le combat de Ferdéad est un morceau très émouvant à cause de l’amitié qu’ont l’un pour l’autre les deux adversaires qui cependant ne se ménagent pas et dont l’un finit par tuer l’autre.

Expliquons le point de départ de cette amitié.

Suivant le texte irlandais Sétanta est le nom primitif de Cûchulainn, c’est ce que dit son oncle le roi Conchobar, c’est ce que le jeune héros affirme deux fois lui-même.

Sétanta est la prononciation irlandaise de Setantios, nominatif singulier de Setantii, nom d’un peuple gálico de Grande-Bretagne d’où vient un terme géographique, Setantiwn limhn, port des Setantii, qui désigne une baie située en face de l’Irlande, sur la côte occidentale de la Grande-Bretagne. On ne peut guère déterminer rigoureusement à quelle latitude cette baie se trouvait. Forbiger hésite là-dessus. Elton dans ses Origins of english History la met près de Lancastre et pense que les Setantii formaient une tribu des Brigantes. los Brigantes étaient un des principaux peuples de la Grande-Bretagne, leur territoire touchait à l’est la mer du Nord et à l’ouest atteignait le canal qui sépare la Grande-Bretagne de l’Irlande ; Eburacum, York, paraît avoir été leur ville principale; ils avaient une colonie en Irlande dans la région sud-est de cette île aux environs de Wexford. Ce sont eux qui ont apporté en Irlande le nom de Sétanta.

Un autre peuple gaulois de Grande-Bretagne sous l’Empire Romain, ce sont les Dumnonii établis à l’extrême sud-ouest, là où sont aujourd’hui les comtés de Cornwall et de Devon160.

los Dumnonii étaient gaulois, du rameau brittonique, gens Brittana, comme dit Solin, 22, 7; de ce que chez eux les Irlandais, passagèrement conquérants vers la fin de l’Empire Romain d’Occident, ont laissé par des inscriptions ogamiques la trace de leur passage, on ne doit pas conclure que les Dumnonii appartinssent au rameau goidélique. Ils eurent trois colonies : une dans la région septentrionale de la Grande-Bretagne ; une autre dans la région nord de la Bretaña continentale depuis Lanmeur (Finistère) jusqu’à Dol (Ille-et-Vilaine), en comprenant ces deux localités ; de là le nom de Domnonée donné à cette région pendant le moyen âge à partir du sixième siècle. D’autres Dumnonii étaient allés plus anciennement s’établir en Irlande dans la partie septentrionale du Connaught, là où est aujourd’hui le comté de Mayo, région appelée à cause d’eux au moyen âge campus Domnon y Domnan. Dans cette colonie irlandaise dite Irros Domnann habitaient les Fir Domnann.

Le dernier en date des guerriers qui suivant notre épopée livra à Cûchulainn un combat singulier, Ferdéad, appartenait à la tribu des Fir Domnann. Ainsi étant comme Cûchulainn d’origine gauloise et brittonique, il se trouvait appartenir à la même race que ce héros, être son parent : tu m’aicme, tu m’fhine, dit Cûchulainn à Ferdéad.

Tous deux gallo-brittons par leur naissance, Cûchulainn et Ferdéad étaient allés tous deux apprendre le métier des armes en Grande-Bretagne à l’école de l’amazone Scáthach où ils devinrent intimes amis et où deux jeunes amazones Uathach et Aife, dont la première était fille de Scáthach, se trouvaient avec eux comme élèves. Cûchulainn rendit grosse Aife et ainsi devint père de Conlaech que plus tard il tua, faute de l’avoir reconnu à temps.

La liaison de Cûchulainn avec Ferdéad eut aussi un terme fort triste puisque Ferdéad fut tué par Cûchulainn.

Le nom de Ferdéad comme celui de Cûchulainn n’est en réalité qu’un surnom épique sous lequel se cache le vrai nom, caché si bien qu’il a été oublié. Ferdéad veut dire « Fin des guerriers », parce que ce guerrier est le dernier de ceux qui, faisant partie de l’armée de Medb, livrèrent à Cûchulainn des combats singuliers. De même le nom de Cûchulainn « chien de Culann » rappelle un épisode de la vie du jeune héros, quand, ayant tué le chien de garde du forgeron Culann, il consentit à remplacer ce chien momentanément et ainsi joua au service de Culann le rôle d’un chien.

Alors les hommes d’Irlande se mirent à délibérer sur la question de savoir qui serait capable de livrer combat et bataille à Cûchulainn le lendemain matin de bonne heure. Tout le monde dit que ce serait Ferdéad, fils de Daman et petit-fils de Dare, le guerrier le plus brave des hommes de Domnann. Ses procédés dans les combats et les batailles étaient les mêmes que ceux de Cûchulainn. Tous deux près des mêmes institutrices avaient appris à faire acte d’habileté, de bravoure et de guerre. Ces institutrices étaient Scáthach, Uathach et Aife. Il n’y avait qu’un point sur lequel un des deux eût la supériorité sur l’autre, c’était le javelot de sac manié par Cûchulainn, il donnait à Cûchulainn la supériorité malgré la peau de corne dont Ferdéad était pourvu en combat et bataille contre guerriers au gué.

On adressa des messagers, des envoyés à Ferdéad. Il refusa, repoussa, fit retourner ces messagers, ces envoyés sans venir avec eux. Il savait ce qu’on voulait obtenir de lui, livrer combat à un ami, à un camarade, à un frère nourricier. Alors Medb envoya à Ferdéad des filid, des gens de science, de rudes insulteurs, pour prononcer contre lui trois satires magiques faute d’avancer, et trois malédictions, afin de faire lever sur son visage trois boutons, bouton de honte, bouton d’opprobre, bouton de déshonneur, d’où résulterait sa mort ou immédiate, ou avant la fin des neuf jours suivants, s’il ne venait. Ferdéad vint avec eux dans l’intérêt de son honneur; il aimait mieux succomber frappé des javelots qui sont lancés par exploits de guerriers, par acte de guerre et de bravoure, que de périr, sous les coups des javelots que lancent les auteurs de satires magiques, d’insultes et d’outrages. Quand il fut arrivé, on lui fit honneur, on prit soin de lui, on lui donna un breuvage agréable à boire, beau, enivrant, en sorte qu’il entra dans une ivresse gaie ; on lui promit de grands présents en récompense du combat et de la bataille : un char valant quatre fois sept femmes esclaves, des vêtements de toutes couleurs de quoi habiller douze hommes, puis en échange de sa terre en Ulster, l’équivalent dans les fertiles champs d’Ai, sans avoir à payer rente, ni cens ; sans obligation d’aller au camp, ni de faire service de guerre quelconque, sans charge aucune pour lui, pour son fils, pour son petit-fils, pour son arrière petit-fils, pour aucun de ses descendants jusqu’à la fin des temps; enfin il aurait Findabair pour unique épouse et par dessus le marché la broche d’or fixée dans le manteau de Medb. Puis Medb prit la parole : voici ce qu’elle dit et ce que Ferdéad répondit :

1. Medb « Tu auras grand salaire : ma broche
Avec ta part de champs et de forêts ;
Affranchissement de ta race
D’aujourd’hui à jamais.

O Ferdéad, fils de Damán !
Ce que tu obtiens est au-dessus de toute attente.
Quelle raison aurais-tu pour ne pas accepter
Ce que tout le monde accepterait ? »

2. Ferdéad
« Je n’accepterai pas sans une garantie,
Car je n’ignore pas l’art de lancer les javelots.
Demain serait lourd pour moi,
Serait puissant l’effort que je ferais.

Le chien surnommé de Culann
A une lance qui pique fortement.
Il ne serait pas facile de supporter cette piqûre,
La plaie serait forte. »

3. Medb
« Des guerriers seront garants ;
Tu n’iras pas les chercher aux assemblées;
De belles brides, de beaux chevaux
Te seront donnés en garantie.

O Ferdéad, homme de guerre,
Tu es un brave ;
Pour moi tu seras homme d’amour
Au-dessus de tous sans avoir tribut à payer. »

4. Ferdéad
« Je n’irai pas sans cautions
Au jeu qui se jouera au gué ;
La mémoire de ce jeu durera jusqu’au jour du dernier jugement
Avec le souvenir de son ardeur et de sa force.

Je n’accepterai pas, qui que ce soit qui m’entende,
Qui que ce soit qui compte sur moi ;
Je n’accepterai pas sans serment par le soleil et par la lune
Par la mer, par la terre. »

5. Medb
« Quelle raison as-tu pour retarder cette convocation ?
Prends l’engagement : afin que tu sois content,
La main droite de rois de grandes et de petites provinces
Viendra se poser sur la tienne.

Il y a ici quelqu’un qui ne t’ôtera rien ;
Tu auras tout ce que tu désires,
Car on sait que tu donneras la mort
A l’homme qui vient à ta rencontre. »

6. Ferdéad
« Je n’accepterai pas sans six cautions ;
Je n’exige pas moins,
Avant que je fasse mes exploits
Là où sont les armées.

Si ma demande m’était accordée,
Je consentirais malgré la chance inégale
A entreprendre le combat
Contre le cruel Cûchulainn. »

7. Medb
« Que les cautions soient Domnall ou Carpre,
Ou le brillant Niaman du massacre,
Ou qu’ils soient pris dans la troupe des bardes,
Tu en trouveras sans aucun doute.

Prends pour caution Morann [le juge],
S’il t’est agréable d’avoir son concours ;
Prends Carpre de la belle plaine de l’île de Man,
Prends nos deux fils. »

8. Ferdéad
« O Medb, au langage plein de poison,
Le mérite du fiancé [de ta fille] ne te retient pas ;
Il est certain que tu es gardeuse de vaches
A Cruachan que des remparts défendent.

Haute gloire, force haute et sauvage,
Je recevrais du satin de couleurs variées ;
Donne-moi ton or et ton argent,
Car ils m’ont été offerts. »

9. Medb
« N’es-tu pas le héros suprême
A qui je donnerai ma broche munie de crochets
Pour la garder d’aujourd’hui au jour du seigneur
Il n’y a pas d’espace de temps plus long.

O puissant et célèbre guerrier,
Tout bijou aimable sur terre
Te sera ainsi donné,
Tout sera à toi.

Ne te mets pas en colère : Findabair
Est reine de l’ouest de l’Irlande ;
Quand tu auras tué le Chien du Forgeron
Findabair sera à toi, ô Ferdéad ! »

Alors Medb obtint de Ferdéad l’engagement de livrer le lendemain combat et bataille à six guerriers à la fois ou à Cûchulainn seul s’il le trouvait plus facile. À son tour elle prit avec Ferdéad l’engagement de faire en sorte que ces six guerriers seraient caution de l’exécution des promesses qu’elle lui avait faites, pour le cas où Cûchulainn serait tué par lui.

Alors, on prit les chevaux de Fergus, on les attela à son char et Fergus se rendit à l’endroit où était Cûchulainn pour lui raconter ce dont Medb et Ferdéad étaient convenus. Cûchulainn souhaita le bonjour à Fergus : « Ta visite est la bienvenue, maître Fergus », dit Cûchulainn. — « Je considère cette salutation comme loyale, ô mon élève, » répondit Fergus, « mais je suis venu pour t’apprendre qui viendra te livrer combat et bataille demain matin de bonne heure. » — « Nous t’écoutons, » reprit Cûchulainn. — « Ce sera, » répliqua Fergus, « ton meilleur ami, ton camarade, ton frère nourricier, l’homme qui est ton égal en tours d’adresse, de combats et d’exploits, Ferdéad, fils de Damán et petit-fils de Dare, le guerrier le plus redoutable des hommes de Domnann » — « En conscience, » répondit Cûchulainn, « nous ne désirons pas que notre ami vienne à notre rencontre. » — « Mais », répliqua Fergus, « je suis venu te prévenir de te mettre en garde, de te préparer, car Ferdéad, fils de Dare ne ressemble pas aux adversaires qui jusqu’ici t’ont livré combat et bataille dans l’enlèvement des vaches de Cooley, » — « Je suis ici, « répondit Cûchulainn, « à retenir et arrêter quatre des cinq grandes provinces d’Irlande depuis le lundi fin de l’été jusqu’au commencement du printemps ; pendant ce temps il n’y a pas eu d’homme devant qui mon pied ait pris la fuite, il est à supposer que devant Ferdéad je n’agirai pas autrement. »

Voici comment Fergus parla et exposa le danger; il dit les paroles qui suivent et Cûchulainn répondit :

1. Fergus
« O Cûchulainn! une rencontre brillante!
Je la vois ; il est temps de te lever ;
Contre toi est arrivé en colère
Le fils de Damán, Ferdéad au visage rouge. »

2. Cûchulainn
« Je suis ici, mon voyage n’a pas été mince.
Avec force j’arrête les guerriers d’Irlande;
Jamais mon pied n’a reculé
En combattant aucun homme. »

3. Fergus
« Terrible est le guerrier que la colère anime,
Terrible à cause de son épée rouge de sang ;
Et la peau de corne qui enveloppe le belliqueux Ferdéad
Résiste avec succès aux combats, aux batailles. »

4. Cûchulainn
« Tais-toi, ne répète pas ce que tu viens de dire,
O Fergus, redoutable guerrier :
En nulle contrée, en nul pays
Il n’y a pour moi combat inégal. »

5. Fergus
« Terrible est Ferdéad l’homme aux vingt exploits,
Il n’est pas facile de le vaincre ;
Il a la force de cent guerriers, ce brave ;
Ni pointe ne le perce, ni tranchant ne le coupe. »

6. Cûchulainn
« Si nous nous rencontrons sur le gué
Moi et Ferdéad qui avons la pratique de la guerre,
On comprend comment nous nous séparerons
Après avoir en colère combattu avec armes tranchantes. »

7. Fergus
« Ce serait pour moi mieux qu’un salaire,
O Cûchulainn à l’épée rouge,
Si c’était toi qui devais porter à l’est
Le trophée conquis sur l’orgueilleux Ferdéad. »

8. Cûchulainn
« Je donne ma parole et j’en suis garant,
Sans être habile dans les combats entre orateurs,
Ce sera moi qui triompherai de lui,
Du fils de Damán, du petit-fils de Dare. »

9. Fergus
« C’est moi qui ai réuni les armées de l’est,
En réparation de l’insulte à moi faite par les habitants d’Ulster
A moi sont venus d’Ulster
Les héros, les guerriers de cette province. »

10. Cûchulainn
« Si Conchobar n’était pas malade,
Son voisinage serait dur à supporter ;
Medb de Mag in Scáil ne serait pas venue
A une expédition qui produirait plus encore de douleur. »

11. Fergus
« Ta main produira exploit plus grand
Au combat avec Ferdéad fils de Damán ;
Une arme dure qui aura dure pointe
Sera à toi, ô Cûchulainn. »

Fergus retourna à l’étape et au campement.

Ferdéad gagna sa tente et rejoignit ses gens. Il leur raconta l’excellent engagement obtenu de lui par Medb, combat et bataille le matin contre six guerriers à la fois, ou combat et bataille contre Cûchulainn seul, s’il le trouvait plus aisé.

Il leur dit l’engagement obtenu par lui de Medb, faire cautionner par les six guerriers l’exécution des promesses faites par elle pour le cas où Cûchulainn succomberait vaincu par lui. Les gens abrités par la tente de Ferdéad ne furent ni gais, ni contents, ni sans souci, ni de bonne humeur, cette nuit là; ils furent tristes, soucieux, de mauvaise humeur; ils savaient en quel endroit se battraient les deux héros, ces deux hommes capables de briser cent barrières ; ils savaient qu’un d’eux succomberait là, ou que tous deux y périraient. Ils pensaient que si un seul était tué, ce serait leur maître, car il n’était pas facile de livrer combat et bataille à Cûchulainn dans l’enlèvement des vaches de Cooley.

Ferdéad dormit profondément au commencement de la nuit; quand arriva la fin de la nuit, le sommeil le quitta, son ivresse était terminée. La pensée lui vint du combat, de la bataille, il ordonna à son cocher de prendre ses chevaux et de les atteler à son char. Le cocher lui conseilla de changer de projet : « Cela vaudrait mieux pour vous, » dit ce garçon. — « Tais-toi, mon garçon, » répondit Ferdéad. Et il parla ainsi, voici ses paroles et ce que le garçon répliqua :

1. Ferdéad
« Allons à cette rencontre
Pour combattre cet homme.
Rendons-nous à ce gué
Sur lequel [la déesse de la guerre] Bodb poussera des cris ;

Quand je rencontrerai Cûchulainn,
Quand, frappant au travers de son petit corps,
Je lui ferai blessure si profonde
Que d’elle il mourra. »

2. Le garçon « Mieux vaudrait pour vous rester ici,
Contre vous la menace n’est pas douce.
Il y aura quelqu’un qui se trouvera mal ;
Votre séparation sera triste.

Aller à la rencontre du plus noble des Ulates,
C’est aller au devant d’un désastre ;
Le souvenir en durera bien longtemps ;
Malheur à qui fera cette expédition ! »

3. Ferdéad « Ce que tu dis n’est pas juste :
Être timide n’est pas se conduire en héros.
Notre devoir n’est pas d’être modeste,
Nous ne resterons pas ici à cause de toi.

Sois sans inquiétude sur nous mon garçon ;
Le moment est venu de nous conduire en braves.
Mieux vaut fermeté que crainte
Allons à la rencontre. »

Les chevaux de Ferdéad furent pris et attelés à son char, il arriva au gué du combat quand il ne faisait pas encore plein jour, « Eh bien, mon garçon », dit Ferdéad à son cocher, « étends sous moi, dans mon char, les couvertures et les fourrures; je vais m’assoupir et m’endormir profondément. »

Parlons maintenant de Cûchulainn. Lui ne se leva qu’en plein jour; il ne voulait pas faire dire aux hommes d’Irlande, que, s’il se levait plus tôt, la crainte, la terreur en étaient cause. Quand il fit plein jour, il ordonna à son cocher de prendre ses chevaux et de les atteler à son char.

« Eh bien ! mon garçon », dit Cûchulainn, « prends nos chevaux et attelle-les au char, car le guerrier qui est venu à notre rencontre, Ferdéad, fils de Damán, petit-fils de Dare, est de ceux qui se lèvent tôt. Le cocher prit les chevaux, les attela au char : « Montes-y », dit-il à Cûchulainn, « et que ta valeur guerrière n’en reçoive pas de honte ».

Ce fut alors que monta dans son char le héros frappeur, le faiseur de tours guerriers, le vainqueur à l’épée rouge, Cûchulainn, fils de Sualtam ; en conséquence les génies à face de bouc, les génies à visages pâles, les fées des vallées, les démons de l’air poussèrent des cris autour de lui. En effet, les gens de la déesse Dana jetaient leurs cris autour de lui afin de rendre d’autant plus grand l’effroi, la crainte, l’épouvante, la terreur qu’il inspirait dans tous les combats, dans tous les champs de bataille, dans toutes les luttes belliqueuses, dans toutes les batailles où il allait.

Avant d’avoir attendu longtemps, le cocher de Ferdéad entendit quelque chose: bourdonnement, fracas, bruit confus, tapage, sorte de tonnerre, vacarme, tumulte, bruit éclatant causé par le choc des boucliers, jeu et cliquetis de lances, sons divers produits par les épées qui s’entrechoquaient, par le casque, par la cuirasse, par les armes qui se heurtaient dans un maniement furieux, par les cordes, par les roues, par l’ensemble du char, par les sabots des chevaux, enfin par la puissante voix du héros, du guerrier batailleur qui arrivait au gué. Le cocher de Ferdéad s’approcha et posa la main sur son maître : « Eh bien », dit-il, « ô Ferdéad, lève-toi, ton adversaire est près de toi au gué ». Et il prononça les paroles que voici :

« J’entends le roulement d’un char
Avec un joli joug d’argent.
Un homme de haute taille
Est assis sur ce char dur.

Traversant Bri Ross, traversant Brane,
Ce guerrier et son cocher suivent la route
Au delà du tronc d’arbre du lieu dit de l’arbre sacré.
Leur supériorité est victorieuse.

Le chien adroit qui a ordonné d’avancer
Est un guerrier beau, conquérant, monté sur un char.
Un noble faucon aiguillonne
Ses chevaux à sa droite.

Sa chair est couleur de sang.
Il est certain qu’il arrivera près de nous.
On sait, — inutile de le taire, —
Qu’il vient nous livrer bataille.

Malheur à qui sera sur la colline
En face de ce beau chien !
J’ai prédit l’année dernière,
Qu’il viendrait n’importe quand.

Le chien d’Emain Macha,
Chien de toute couleur,
Chien de frontière, chien de bataille,
Je l’entends, il nous a entendus. »

« Eh bien! mon garçon », dit Ferdéad, « quel motif as-tu eu pour louer cet homme depuis que tu es venu de la maison ? Étant donné l’excès de ces louanges, je ne manque pas de raisons pour te quereller. Ailill et Medb ont prédit que cet homme succomberait sous mes coups; et comme j’en serai récompensé par eux, je le mettrai vite en pièces. Le moment est arrivé que tu me viennes en aide. » Voici les paroles qu’il dit et la réponse du cocher :

1. Ferdéad
« Le moment est venu de me donner ton concours,
Tais-toi, ne le vante pas.
N’agis pas avec lui en ami,
Ne me trahis pas sur la frontière.

Si tu vois le héros de Cooley
Avec les tours d’adresse dont il est si fier,
Pour la récompense à moi promise
Il sera vite mis en pièces. »

2. Le cocher
« Si je vois le héros de Cooley
Avec les tours d’adresse dont il est si fier,
Il ne s’éloigne pas de nous en fuyant,
Il se dirige vers nous.

Il court, ce n’est pas lentement ;
Quoique très adroit, il n’économise pas les efforts.
Ainsi l’eau coule sur pierre,
Ainsi le tonnerre s’élance impétueux. »

3. Ferdéad
« La cause de querelle entre toi et moi est petite :
C’est l’excès des éloges que tu lui a donnés.
Pourquoi as-tu choisi ce sujet
Depuis que tu es venu de la maison ?

Quand on élève un homme très haut,
Quand on le vante,
On ne se prépare pas à l’attaquer.
Mais soyons des hommes forts. »

Le cocher de Ferdéad ne fut pas long pour arriver au gué. Une fois arrivé, il vit quelque chose : un beau char à quatre angles pointus, allant avec une impétueuse rapidité, conduit avec une grande habileté, surmonté d’un pavillon vert; la caisse du char, faite de bois mince, sec, haut, long comme l’épée d’un héros, s’avançait derrière deux chevaux rapides, sauteurs, aux grandes oreilles, faisant jolis sauts; ils avaient des narines aussi larges que des sacs, de larges poitrails, les coeurs vifs, les flancs élevés, les sabots larges, les pieds minces, très forts, agressifs. Un de ces chevaux était gris, à hanches larges, sautillant, à longue crinière. De l’autre côté du joug, était attelé au char un cheval noir à la crinière bouclée, à la marche rapide; on pouvait le comparer à un faucon en chasse, un jour où le vent serait aigu, où un vent capable de tout déchirer soufflerait contre lui au printemps, en mars, sur une plaine. Au début la démarche des deux chevaux de Cûchulainn ressemblait à celle d’un cerf farouche à la première approche des chiens, au commencement de la chasse; on aurait pu croire qu’ils marchaient sur une pierre rendue brûlante par le feu ; l’impétuosité de leurs mouvements simultanés secouait et soulevait la terre.

Cûchulainn arriva au gué; Ferdéad s’arrêta sur la rive méridionale ; Cûchulainn s’assit sur celle du Nord. Ferdéad souhaita bienvenue à Cûchulainn. « Je te félicite d’être arrivé ici », dit Ferdéad. — « Je ne considère pas comme loyale », répondit Cûchulainn, « la salutation que tu m’adresses en ce moment. Je n’aurai désormais aucune confiance en elle. Je serais en droit de te souhaiter bienvenue plutôt que toi à moi. C’est toi qui viens dans mon pays, dans ma province m’attaquer, me combattre, sans raison légitime; ce serait plutôt à moi à venir te livrer combat et bataille, car c’est toi qui t’es emparé de mes femmes, de mes fils, de mes gentils garçons, de mes chevaux, de mes nombreux chevaux, de mon bétail, de mes troupeaux, de mes vaches. » — « Fort bien », répliqua Ferdéad, « mais quelle est donc la raison qui t’a décidé à me livrer combat et bataille? Lorsque nous étions chez Scáthach, chez Uathach et chez Aife, c’était toi qui pour moi faisais fonction de domestique, qui armais mes lances, qui dressais mon lit. » — « C’est bien vrai », répondit Cûchulainn, « c’était à cause de ma jeunesse, et c’est parce que j’étais alors adolescent que je te rendais ces services, mais la situation n’est plus du tout la même aujourd’hui. Aujourd’hui il n’y a pas au monde un guerrier que je ne repousserais. » Alors chacun d’eux reprocha vivement à l’autre d’avoir renoncé à leur précédente amitié. Voici les paroles que dit Ferdéad et les réponses de Cûchulainn :

1. Ferdéad
« Quel motif, ô toi qui louches, t’a conduit
Au combat contre un robuste guerrier. ?
Ta chair sera rouge de sang
Au-dessus des haleines de tes chevaux.

Malheureux le voyage que tu as fait !
Ce sera comme dans une maison un charbon ardent.
De guérison tu auras besoin
Si à ta demeure tu arrives. »

2. Cûchulainn
« Je suis venu au-devant des guerriers,
Comme un sanglier sur mer orageuse avec quantité de vagues
Pour combattre des centaines d’hommes,
Pour te jeter sous l’eau.

En colère contre toi, pour te mettre à l’épreuve
En combattant de cent façons.
Ce sera toi qui seras volé,
Je prétends prendre ta tête. »

3. Ferdéad
« Il y a ici quelqu’un qui te broiera,
Ce sera moi qui te tuerai ;
…………………………………………..
Car c’est de moi qu’elle vient :

La fuite de leurs meilleurs guerriers
En présence du reste des habitants d’Ulster,
Afin que le souvenir en dure longtemps
Le souvenir de leur anéantissement. »

4. Cûchulainn
« La question est de savoir comment nous combattrons,
Nos chairs blessées nous ferons gémir ;
Qu’importe ? nous irons
Au combat dans le gué.

Sera-ce à coup d’épées dures,
Ou de nos lances rouges ?
Tu seras tué devant tes troupes,
Si tu viens à l’heure convenue. »

5. Ferdéad
« Avant le coucher du soleil, avant la nuit,
Puisqu’il faut que je t’attaque,
Je te combattrai près du mont Bairche
Au combat le sang ne fera pas défaut.

Les habitants d’Ulster viendront à ton appel :
Il l’a pris, écoute, [crieront-ils] ;
Ce qu’ils verront leur sera désagréable,
Leur fera impression profonde. »

6. Cûchulainn
« Tu es allé dans le gouffre du danger ;
La fin de ta vie est arrivée ;
Le tranchant de l’épée sera manié sur toi,
L’habileté de ton adversaire ne sera pas mince.

Ce sera un guerrier aux grands exploits qui te tuera ;
Des guerriers seront venus par groupe de deux ;
Tu ne seras pas le chef du groupe en marche,
Toi d’aujourd’hui au jour du jugement [dernier]. »

7. Ferdéad
« Donne à d’autres ton avertissement.
Tu es le plus grand bavard du monde.
Tu n’auras ni salaire ni pardon.
On ne peut te comparer à un buisson qui mis sur un autre l’écrase.

C’est moi qui te connais :
Tu as le coeur que couvrent les plumes des oiseaux ;
Tu es un garçon qu’on chatouille ;
Tu n’as ni bravoure ni force. »

8. Cûchulainn
« Quand nous étions près de Scáthach
Pratiquant nos exercices guerriers accoutumés,
Nous voyagions ensemble à l’entour,
Nous allions à l’entour chercher occasion de combattre.

Tu es mon camarade de coeur,
Tu es de ma race, tu es mon parent ;
Autrefois je n’ai rencontré personne qui me fut plus cher,
Ta mort m’attristerait. »

9. Ferdéad
« Tu as grand tort de renoncer à ton honneur
En me proposant de ne pas combattre.
Avant que le coq chante,
Ta tête sera posée sur un pieu.

O Cûchulainn de Cooley !
Folie et trouble d’esprit se sont emparés de toi ;
De nous te viendra tout le mal ;
A toi la faute. »

« Eh bien ! ô Ferdéad », dit Cûchulainn « il n’est pas bien à toi de venir me livrer combat et bataille à cause de la querelle que nous font Ailill et Medb. De tous ceux qui sont venus m’attaquer, aucun n’a obtenu victoire ou avantage quelconque ; tu tomberas sous mes coups. » Voici ce qu’il dit : il parla le premier, Ferdéad l’écoutait.

1 . « Ne viens pas m’attaquer, ô héros accompli !
O Ferdéad, fils de Damán !
Pour toi le résultat sera pire que pour moi
Et attristera beaucoup de monde.

2 . Ne m’attaque pas ce serait contre le bon droit.
Ce sera moi qui te coucherai dans ton dernier lit.
Pourquoi de nous deux es-tu seul à manquer de jugement ?
Mon combat est celui d’un grand guerrier.

3 . De nombreux tours d’adresse ne manqueraient pas de bientôt te vaincre
Malgré ta peau de corne pourpre ;
La fille qui t’a été promise
Ne sera pas à toi, ô fils de Damán !

4. Findabair, fille de Medb,
Quelque splendide que soit sa beauté,
Quelque gracieux que soient ses traits,
Ne te sera pas acquise par ta première attaque.

5. Findabair, fille du roi,
A été offerte comme salaire ; on en dira la vérité ;
Beaucoup ont été déjà trompés par cette offre,
Et ont péri comme tu périras.

6 . Ne viole pas sans savoir cela le serment qui te lie à moi,
Ne romps pas nos conventions, ne romps pas notre amitié ;
Respecte la parole que tu m’a donnée,
Ne m’attaque pas, ô guerrier accompli !

7 . Elle fut offerte à cinquante guerriers
Cette fille ; cette offre était insensée ;
Je fis descendre au tombeau ces cinquante hommes,
Ils n’avaient obtenu de moi que l’application du droit de la lance.

8 . Quoique Ferbaeth passât pour brave,
Quoiqu’il eût un cortège de bons guerriers,
Il me fallut peu de temps pour abattre sa fureur,
D’un seul coup de lance je le tuai.

9. L’exploit contre Srubdare le fit péniblement dépérir,
Il fut atteint dans un endroit qu’avaient connu des femmes.
Quand le temps de sa grande gloire fut terminé,
Ni or ni vêtement ne le protégèrent.

10. Si c’était à moi qu’était fiancée la femme
A qui sourit la reine des belles provinces,
Je ne ferais pas rougir de sang ton corps
A droite, ni à gauche, derrière ni devant. »

« Eh bien Ferdéad », dit Cûchulainn, « voici pourquoi il n’est pas juste que tu viennes me livrer combat et bataille. Lorsque nous étions chez Scáthach, chez Uathach et chez Aife, c’était ensemble que nous allions à tous les combats, à tous les champs de batailles, à toutes les luttes, à toutes les guerres, à toutes les forêts, à tous les déserts, à tous les endroits obscurs, à tous les repaires. Et alors il parla ainsi : voici les paroles qu’il dit :

« Cûchulainn et Ferdéad ont été amis de coeur
Ils ont été ensemble dans les bois,
Ils ont couché ensemble dans le même lit,
Où nous dormions ensemble d’un profond sommeil
Après de longs combats.
Dans de nombreux pays étrangers
Nous voyagions ensemble,
Nous parcourions tous les bois ;
C’était l’enseignement de Scáthach. »

Voici la réponse de Ferdéad :

« O Cûchulainn, toi qui fais de si jolis tours d’adresse,
Nous avons agi en braves avec un art égal ;
Des conventions ont triomphé de notre amitié,
Tes premières blessures ont été achetées.
Tu ne te souviens pas de notre commune éducation ;
O toi qui louches! elle ne te protège pas. »

« Il y a maintenant », dit Ferdéad, « trop longtemps que nous sommes oisifs ici. Quelles armes emporterons-nous aujourd’hui ? ô Cûchulainn !» — « À toi le choix des armes aujourd’hui », répondit Cûchulainn, « puisque c’est toi qui es arrivé le premier au gué. » — « Te rappelles-tu surtout », dit Ferdéad, « les premiers principes de l’art de la guerre que nous pratiquions chez Scáthach, chez Uathach et chez Aife ? » — « Évidemment je me les rappelle », répondit Cûchulainn. — « Si tu te les rappelles, partons », répliqua Ferdéad.

Ils se mirent en route, en se conformant aux principes de l’art de la guerre. Ils prirent leurs deux grands boucliers d’égales dimensions, leurs huit petits boucliers à bordure tranchante, leurs huit petits javelots, leurs huit épées avec poignées d’ivoire, leurs huit javelots aussi à poignées d’ivoire. D’abord éloignés l’un de l’autre, ils se rapprochèrent comme font les abeilles, un jour de beau temps. Chacun d’eux ne lança aucun projectile qui n’atteignit l’adversaire. Ils lancèrent leurs javelots avec cette habileté depuis le point du jour le matin de bonne heure jusqu’au milieu du jour à midi. Telle était leur grande habileté, qu’à l’aide des bossettes et des bords des boucliers, chacun repoussait les javelots lancés par son adversaire. Autant l’attaque avait de supériorité, autant en avait la défense , ni l’un ni l’autre ne fit couler le sang de son adversaire, et ainsi ne le tacha de rouge.

« Maintenant cessons cet exercice, ô Cûchulainn! » dit Ferdéad, « il ne produira aucun résultat décisif. » — « Oui cessons », répondit Cûchulainn, « le temps en est venu ». Ils cessèrent, ils jetèrent leurs javelots aux mains de leurs cochers. « Avec quelle arme, irons-nous maintenant au combat ? ô Cûchulainn ! » demanda Ferdéad. — « À toi le choix des armes jusqu’à la nuit », répondit Cûchulainn, « car c’est toi qui es arrivé le premier au gué. » — « Prenons maintenant », répliqua Ferdéad, « nos javelots bien taillés, polis et durs qu’on lance avec de fortes cordes de lin. » — « Oui, il le faut », répondit Cûchulainn. Alors ils prirent pour leur défense deux boucliers forts, également solides, un pour chacun. Puis ils saisirent leurs javelots polis et durs qui se lancent avec de fortes cordes de lin. Chacun d’eux de midi au coucher du soleil lança des javelots à l’autre. Quelque supérieure que fût la défense, le jet des javelots fut encore plus habile, il fit couler le sang, produisit des taches rouges, des plaies chez les deux combattants. « Cessons maintenant, ô Cûchulainn ! » dit Ferdéad. — « Oui cessons, l’heure est venue, » répondit Cûchulainn. En effet ils cessèrent, ils jetèrent leurs armes aux mains de leurs cochers.

Puis chacun s’approcha de l’autre et mettant la main autour du cou de son adversaire lui donna trois baisers.

Leurs chevaux passèrent cette nuit-là dans le même enclos, leurs cochers se mirent auprès du même feu, et de joncs frais ils firent une litière pour servir de matelas aux deux blessés. Des gens capables de guérir des malades, des médecins vinrent les traiter, les guérir ; ils mirent des herbes, des plantes médicinales, sur les excoriations, les plaies, les articulations, les nombreuses blessures ; ils prononcèrent sur elles les formules magiques qui guérissent. Les herbes, les plantes médicinales, les formules magiques, employées pour les excoriations, les plaies, les articulations, les bosses, les multiples blessures de Cûchulainn, furent portées en même quantité à Ferdéad au delà du gué à l’ouest. Il ne fallait pas que les hommes d’Irlande pussent attribuer la défaite de Ferdéad à la plus grande abondance des soins donnés à Cûchulainn. De chaque aliment, de chaque breuvage bon à boire, salutaire, enivrant apporté à Ferdéad par les hommes d’Irlande, une part égale fut envoyée par lui à Cûchulainn au delà du gué au Nord. En effet, les gens qui nourrissaient Ferdéad étaient plus nombreux que ceux qui nourrissaient Cûchulainn : tous les hommes d’Irlande nourrissaient Ferdéad, comptant qu’il les débarrasserait de Cûchulainn. Les hommes de Breg apportaient de la nourriture à Cûchulainn; ils venaient chaque nuit causer avec lui.

Cûchulainn et Ferdéad restèrent là cette nuit. Le lendemain matin ils se levèrent de bonne heure et allèrent au gué du combat. « De quelles armes nous servirons-nous aujourd’hui ? ô Ferdéad ! » demanda Cûchulainn. — « À toi le choix évidemment », répondit Ferdéad, « puisque c’est moi qui ai choisi les armes hier ». — « Prenons nos lourdes et grandes lances », dit Cûchulainn, « nous les emploierons comme piques et sans les lancer comme nous faisions hier. Que nos cochers saisissent nos chevaux et les attèlent à nos chars ; nous combattrons avec nos chevaux et sur nos chars aujourd’hui ». — « Oui, partons, il le faut, » répondit Ferdéad. Alors ce jour-là ils prirent deux larges et très forts boucliers ; ils emportèrent aussi leurs grandes et lourdes lances. Du matin de bonne heure, du lever du soleil à son coucher le soir, ils firent chacun des efforts pour percer, perforer, renverser, terrasser l’adversaire. Il y a des oiseaux dont la coutume est de venir en volant sur les cadavres; ces oiseaux venaient sur les corps des deux guerriers pour emporter en l’air, et jusque dans les nuages, des gouttes de sang, des morceaux de chair sortis des blessures et des plaies.

Quand au soir arriva le coucher du soleil, leurs chevaux furent épuisés, leurs cochers accablés de fatigue; les deux héros, les deux vaillants guerriers étaient eux-mêmes exténués. « Maintenant cessons le combat, ô Ferdéad ! » dit Cûchulainn, « nos chevaux sont épuisés, nos cochers fatigués; et, puisqu’ils se trouvent dans cet état, pourquoi n’y serions-nous pas nous-mêmes ? » Voici comment il parla et quel langage il tint :

«Il ne faut pas que nous soyons terrassés », dit-il ;
Cela exigerait un effort digne des Fomôre .
Qu’on mette aux pieds des chevaux leurs entraves
Puisqu’ils ne font plus si grand bruit. »

« Oui, cessons », dit Ferdéad, « l’heure est venue ». Ils cessèrent; ils jetèrent leurs armes dans les mains de leurs cochers, et chacun, s’approchant de son camarade, lui mit la main au cou, lui donna trois baisers.

Leurs chevaux furent au même enclos cette nuit-là et leurs cochers au même feu; leurs cochers firent une litière de frais joncs pour servir de matelas à ces hommes blessés. Des médecins habiles dans l’art de guérir vinrent les garder, les examiner, veiller sur eux cette nuit.À cause de la gravité des excoriations, des plaies, des nombreuses blessures, les médecins n’employèrent que breuvages magiques, paroles magiques et prières pour arrêter le sang qui coulait, qui jaillissait ; les breuvages magiques, les paroles magiques, les prières dont on se servit pour guérir les plaies et les blessures de Cûchulainn furent en égale quantité portés à Ferdéad au delà du gué à l’Ouest. Tous les aliments, tous les breuvages bons à boire, salutaires, enivrants, apportés à Ferdéad par les hommes d’Irlande, furent en égale quantité transmis à Cûchulainn au delà et au nord du gué. Car ceux qui donnaient la nourriture à Ferdéad étaient plus nombreux que ceux qui nourrissaient Cûchulainn : tous les hommes d’Irlande apportaient de la nourriture à Ferdéad comptant sur lui pour éloigner d’eux l’ennemi ; les gens de Breg étaient seuls pour fournir nourriture à Cûchulainn. Les deux guerriers causèrent ensemble cette nuit comme les précédentes.

Cette nuit ils restèrent là. Le matin suivant, ils se levèrent de bonne heure et allèrent au gué du combat. Ce jour-là Cûchulainn vit que Ferdéad avait mauvaise mine et l’air sombre : « Tu vas mal aujourd’hui, ô Ferdéad », dit Cûchulainn, « ta chevelure s’est assombrie; ton regard est somnolent; tu as perdu ta mine, ton aspect, tes façons ordinaires. » — « Ce n’est pas certes que tu m’effraies », répondit Ferdéad, « ce n’est pas que tu m’inspires une terreur quelconque aujourd’hui ; il n’y a pas en Irlande un guerrier que je ne serais capable d’arrêter. » Cûchulainn se mit à gémir et à se plaindre ; voici ses paroles et ce que Ferdéad lui répondit :

1. Cûchulainn
« O Ferdéad ! quand à toi,
Pour moi certainement tu n’est plus qu’un malheureux cadavre nu.
Comment as-tu pu sur conseil de femme
Aller combattre ton frère nourricier ? »

2. Ferdéad
« O Cûchulainn, sage accompli,
O vrai héros, ô vrai guerrier !
Chacun va forcément
Au gazon sous lequel est son dernier gîte. »

3. Cûchulainn
« Findabair, fille de Medb,
A beau être très belle,
Si on te l’a donnée, ce n’est point par amour pour toi.
C’est pour mettre à l’épreuve la supériorité de ta force. »

4. Ferdéad
« Ma force est depuis longtemps éprouvée,
O chien si bien conformé !
On n’a pas entendu parler d’un plus brave que toi,
Jusqu’aujourd’hui je n’en ai pas trouvé. »

5. Cûchulainn
« Tu seras cause du résultat prochain
O fils de Damán, ô petit fils de Dare !
Aller par conseil de femme
Échanger des coups d’épée avec ton frère nourricier ! »

6. Ferdéad
« Si je me séparais de toi sans combat,
Quoique, ô gentil chien ! nous soyons frères nourriciers,
On ferait peu de cas de ma parole, de ma réputation
Chez Ailill et chez Medb de Cruachan. »

7. Cûchulainn
« S’il a été donné nourriture aux lèvres de Cûchulainn,
S’il n’est pas né de plus grand guerrier
Ni à roi ni à reine en bonne santé,
Ce n’est pas pour que je te fasse du mal. »

8. Ferdéad
« O Cûchulainn, auteur de nombreux exploits!
Ce n’est pas toi, c’est Medb qui nous a trahis.
Tu obtiendras victoire et gloire,
Nos fautes ne retombent pas sur toi. »

9. Cûchulainn
« Mon bon coeur s’est gonflé de sang,
Il s’en est peu fallu qu’il ne perdît la vie.
J’ai fait trop d’exploits pour qu’en force tu sois mon égal,
Quand je combats contre toi, ô Ferdéad ! »

« Aujourd’hui, tu me plains beaucoup », dit Ferdéad ; «quelles armes emporterons-nous aujourd’hui? » — « À toi, aujourd’hui, le choix des armes », répondit Cûchulainn, « car c’est moi qui les ai choisies, le jour passé. » — « Partons aujourd’hui », répliqua Ferdéad, « avec nos lourdes épées qui donnent de forts coups ; au combat nous serons plus près l’un de l’autre pour nous frapper avec nos épées aujourd’hui, qu’hier avec la pointe de nos lances ». — « Allons, il le faut », répondit Cûchulainn. Ils prirent ce jour-là, deux boucliers longs, très grands. Ils partirent avec leurs épées lourdes aux forts coups; chacun entreprit de frapper et d’abattre, de renverser et de terrasser, de faire tomber et de tuer son adversaire.

Tous les morceaux que du tranchant de l’épée chacun d’eux enlevait aux épaules, aux hanches, aux omoplates de son adversaire, étaient aussi gros que la tête d’un enfant de l’âge d’un mois.

Les deux guerriers se mirent à se frapper réciproquement de cette façon depuis le matin de bonne heure au point du jour jusqu’à ce qu’au soir arrivât le coucher du soleil. « Maintenant cessons cet exercice », dit Ferdéad. — « Oui certes cessons, puisque l’heure est venue », répondit Cûchulainn. Ils cessèrent et jetèrent leurs armes dans les mains de leurs cochers.

D’ordinaire les deux combattants étaient des guerriers joyeux, gais, sans souci, de bonne humeur; mais à leur séparation ce soir là, tous deux furent tristes, soucieux, de méchante humeur. Leur chevaux ne passèrent pas la nuit ensemble dans le même enclos, ni leurs cochers au même feu.

Cûchulainn et Ferdéad restèrent la nuit en cet endroit. Le lendemain Ferdéad se leva de bonne heure et alla seul au gué du combat. Il savait qu’était arrivée la journée décisive du combat, de la bataille, et qu’un des deux guerriers succomberait ce jour-là, où que même les deux périraient. Avant d’aller à la rencontre de Cûchulainn, il revêtit son équipement belliqueux de combat, de bataille et de guerre. Nous allons dire en quoi consistait cet équipement belliqueux de combat de bataille et de guerre. Ferdéad mit sur sa blanche peau un brillant pantalon de soie avec bordure à la fois d’or et de beaucoup de couleurs. Par dessus, il revêtit un pantalon de cuir brun bien cousu. Sur ce second pantalon, il plaça [devant lui] une bonne pierre aussi grande et grosse que la meule d’un moulin à bras.

Puis il s’enveloppa d’un troisième pantalon fort et profond, en fer refondu, qui couvrait la bonne pierre aussi grande et grosse que meule de moulin à bras. Il mit autour de sa tête son casque noir de combat, de bataille et de guerre, garni de quarante escarboucles, orné d’émail rouge, de cristal, d’escarboucles et où étaient représentées de brillantes plantes d’orient. Il saisit de la main droite la lance avec laquelle il frappait et frappait si fort. Il mit à sa gauche son épée courbe de bataille avec sa poignée d’or, d’or rouge, sur toutes les faces. Il plaça sur la courbe éminence de son dos son grand et beau bouclier de peau de buffle, orné de cinquante bossettes, sur chacune desquelles pouvait s’ajuster l’image d’un sanglier, sans compter la grande bossette du milieu en or rouge. Puis Ferdéad se mit à faire très haut des tours d’adresse brillants, nombreux, étranges, variés, que ne lui avait précédemment enseigné personne, ni institutrice, ni instituteur, ni Scáthach, ni Uathach, ni Aife; sans les avoir appris de qui que ce soit, il les fit ce jour-là en face de Cûchulainn.

Cûchulainn arriva aussi au gué. Il vit les tours d’adresse brillants, nombreux, étranges, variés, que faisait très haut Ferdéad. « Tu vois là, maître Lôeg », dit Cûchulainn, « les tours d’adresse, brillants, nombreux, étranges, variés que Ferdéad fait très haut. Je vais sur l’heure venir à bout d’imiter ces tours-là ; si je cours risque d’être vaincu, tu te mettras à me surexciter en te moquant de moi, en disant du mal de moi le plus possible afin de provoquer d’autant plus mon irritation et ma colère. Puis, si je cours risque d’être vaincu, renseigne-moi, donne-moi des louanges, dis-moi de bonnes paroles afin que j’aie d’autant plus de courage. » — « Oui, il sera fait comme tu le demandes, mon petit Cûchulainn », répondit Lôeg.

Et alors Cûchulainn prit son équipement belliqueux de combat, de bataille et de guerre. Il fit très haut des tours d’adresse, brillants, nombreux, étranges, variés, que jusque-là ne lui avait enseignés personne, ni Scáthach, ni Uathach, ni Aife. Ferdéad vit ces tours d’adresse et comprit qu’un moment viendrait où ces tours d’adresse l’atteindraient.

« Quelle arme emporterons-nous ? ô Ferdéad ! » demanda Cûchulainn. » — «A toi le choix des armes », répartit Ferdéad. — « Allons faire au gué nos tours d’adresse », répondit Cûchulainn. — « Oui, allons-y », répliqua Ferdéad. En dépit de cette réponse, il lui était fort pénible d’y aller, car il savait que le triomphe était assuré à Cûchulainn sur tout guerrier, sur tout héros contre lequel il ferait ses tours d’adresse au gué.

Un grand exploit fut accompli sur le gué ce jour-là. Les deux héros, les deux grands guerriers, les deux combattants en char de l’Europe occidentale, les deux flambeaux : de l’art de la guerre chez les Goidels, les deux bienfaiteurs dont la main distribuait la faveur et les salaires au nord-ouest du monde, les deux vétérans de la bravoure qui avaient la clef de l’art de la guerre, combattaient loin de chez eux à cause de l’expédition belliqueuse entreprise par Ailill et Medb.

Ils firent l’un contre l’autre des tours d’adresse depuis le matin de bonne heure au point du jour jusqu’au milieu de la journée à midi. Quand arriva le milieu du jour, la colère des deux guerriers devint féroce, et ils se trouvèrent très rapprochés l’un de l’autre.

Alors Cûchulainn, dépassant la rive du gué, atteignit la bossette du bouclier de Ferdéad, fils de Damán; il allait au-delà du bord supérieur de ce bouclier frapper son adversaire à la tête.

Mais du coude gauche, Ferdéad donna un coup à son bouclier qui repoussa Cûchulainn et le renvoya comme un oiseau sur la rive du gué. Alors de nouveau Cûchulainn, dépassant la rive du gué, atteignit le bord du bouclier de Ferdéad, fils de Damán ; il pouvait au-delà de ce bouclier frapper Ferdéad sur la tête ; mais d’un coup de genou à ce bouclier Ferdéad envoya Cûchulainn comme un petit enfant sur la rive du gué.

Lôeg remarqua cela. « Hélas ! » dit-il, « le guerrier qui est en face de toi t’a infligé une correction ainsi qu’une aimable femme en donne à son fils ; il t’a lavé comme dans l’eau on lave une coupe ; il t’a moulu, comme un moulin moût le bon grain ; il t’a transpercé, comme une hache transperce un chêne; il t’a lié, comme le liseron lie les arbres ; il s’est élancé sur toi ainsi qu’un vautour sur de petits oiseaux. Par conséquent c’en est fini de tes prétentions, de ton droit, de ta bravoure, de ta capacité .guerrière jusqu’au jour du jugement dernier et de la vie éternelle, ô lutin contorsionné ! ».

Alors Cûchulainn se leva une troisième fois, rapide comme un coup de vent, prompt comme une hirondelle, impétueux comme un dragon en l’air dans les nuages, et il atteignit le bord du bouclier de Ferdéad, fils de Damán, voulant parvenir à le frapper à la tête de l’autre côté du bouclier. Mais Ferdéad donna à son bouclier une secousse qui rejeta Cûchulainn sur la rive du gué, en sorte que celui-ci se trouva dans la même situation que s’il n’avait pas fait le saut immédiatement précédent. Alors Cûchulainn fit sa principale contorsion : son corps enfla et devint bouffi comme une vessie dans laquelle on souffle ; il prit la forme d’un arc terrible, effrayant, varié, étrange ; la taille de ce guerrier si brave devint aussi grande que celle d’un Fomóre ou d’un homme de mer dépassant ainsi en ligne droite la tête de Ferdéad.

Les deux adversaires se rapprochèrent tellement qu’ils heurtèrent en haut leurs têtes l’une contre l’autre, de même en bas leurs pieds l’un contre l’autre, leurs mains se rencontrèrent au milieu sur les bords, sur les bossettes de leurs boucliers. Dans cette rencontre, les deux guerriers furent si rapprochés que leurs boucliers s’entr’ouvrirent et se fendirent des bords au centre ; ils furent si rapprochés que des pointes aux rivets, leurs lances se courbèrent en arc et se creusèrent; ils furent si rapprochés que des bordures de leurs boucliers, des poignées de leurs épées, des bouts de leurs lances, les génies à face de bouc, les génies à visage pâle, les fées des vallées, les démons de l’air poussèrent des cris; les deux guerriers furent si rapprochés que leurs corps puissants déplacèrent la rivière ; il y eut à côté d’eux dans le gué assez d’espace vide pour qu’on eût pu y installer un roi ou une reine; il n’y eut plus là une goutte d’eau sauf celles que les deux héros, les deux guerriers, piétinant et glissant, faisaient jaillir du sol. Dans cette rencontre, les deux adversaires furent si rapprochés, qu’effrayés par leur choc les chevaux des Goidels se mirent à sauter comme fous furieux, brisèrent leurs liens, les entraves de leurs pieds, les cordes qui les attachaient, et qu’ils écrasèrent des femmes, de gentils enfants, des nains, des gens débiles et idiots parmi les guerriers d’Irlande dans le camp au sud-ouest.

Pendant ce temps les deux adversaires jouaient du tranchant de l’épée. À un moment, Ferdéad mit Cûchulainn en danger; de l’épée à poignée d’ivoire il lui donna un coup qui fit blessure, le sang de Cûchulainn tomba dans la ceinture de ce guerrier, et de ce sang qui sortait du corps du blessé le gué fut fortement rougi. Cûchulainn ne supporta pas que Ferdéad lui donnât des coups si forts, si destructeurs, si longs, si vigoureux, si grands.

A Lôeg fils de Riangabair, il demanda le javelot de sac ; ce javelot était dans le cours d’eau et il fallait le lancer au moyen de deux doigts d’un pied. Le coup de ce javelot dans le corps d’un homme y faisait pénétrer trente pointes, et, pour l’arracher, il fallait tout à l’entour couper le corps de cet homme.

Ferdéad entendit qu’on parlait du javelot de sac ; pour protéger le bas de son corps il fit descendre son bouclier. Cûchulainn saisit son court javelot ; il le lança du plat de sa main sur le bord du bouclier et sur la face de la peau de corne de Ferdéad, de sorte qu’une moitié du corps de ce dernier aurait été visible après que le javelot lui aurait percé le coeur

Ferdéad, pour protéger le haut de son corps, donna un coup à son bouclier qu’il fit remonter, mais il prit cette précaution trop tard. Lôeg ayant préparé le javelot de sac dans le cours d’eau, Cûchulainn le saisit, et, le tenant entre deux doigts d’un pied, le lança à la distance où se trouvait Ferdéad. Le javelot de sac traversa le pantalon solide, profond, de fer refondu, il brisa en trois morceaux la bonne pierre, grande comme meule de moulin, et à travers les vêtements il pénétra jusqu’au corps ; les pointes de ce javelot remplirent toutes les articulations, tous les membres de Ferdéad. « C’est assez maintenant », dit Ferdéad, « je suis terrassé par ce projectile; de ton pied droit tu m’as vigoureusement frappé; il n’aurait pas été régulier que je succombasse par un coup de ta main. » Voici comment il parla ; nous reproduisons ses paroles :

1 « O chien qui fais de beaux tours de guerre !
Il n’était pas légitime pour toi de me tuer.
A toi la faute dont je suis victime,
C’est sur toi qu’est retombé mon sang. »

2 « Le succès fait défaut aux malheureux,
Ils sont précipités dans les abîmes qu’a creusés la trahison.
J’ai la faible voix d’un malade ;
Hélas! de moi a été séparée la fleur. »

3 « Mes côtes, dépouilles d’un moribond, sont brisées ;
Dans mon coeur le sang est figé ;
Je n’ai pas bien livré la bataille,
Je suis terrassé, ô chien ! »

D’un saut Cûchulainn l’atteignit, et, joignant les deux mains derrière lui, le souleva avec ses armes offensives et défensives, avec ses vêtements, et le porta au delà du gué au nord ; il voulait que ce témoignage de sa victoire fût au nord du gué [en Ulster] et non à l’ouest du gué [en Connaught] chez les hommes d’Irlande. Cûchulainn laissa le cadavre de Ferdéad à terre, puis il lui vint sur les yeux un nuage, il sentit un malaise, il s’évanouit à cause de ce mort. Lôeg vit Cûchulainn dans cet état, et tous les hommes d’Irlande se levèrent pour venir attaquer le héros. « Eh bien ! mon petit Cûchulainn », dit Lôeg, « lève-toi maintenant ; les hommes d’Irlande viendront t’attaquer et ce ne sera pas un combat singulier qu’ils livreront pour venger sur toi la mort de Ferdéad, fils de Damán, petit fils de Dare. »

— « Pourquoi me lèverai-je ? mon garçon », répondit Cûchulainn. « Ce serait parce que c’est sous mes coups que cet homme a succombé. » Voici ce que dit Lôeg, nous reproduisons ses paroles et les réponses de Cûchulainn :

1. Lôeg
« Lève-toi, chien de guerre d’Emain,
Un grand courage est plus à propos pour toi que pour tout autre ;
Tu as terrassé le belliqueux Ferdéad ;
Par le jugement de dieu, dur est ton combat. »

2. Cûchulainn
« Pourquoi aurais-je grand courage ?
Délire et douleur m’ont étreint,
A cause du meurtre que j’ai commis
En frappant ce corps si durement de l’épée. »

3. Lôeg
« Il n’y a pas lieu pour toi d’en gémir ;
Il est plus à propos de t’en glorifier ;
Celui qui, par ses pointes de lance, faisait rougir ton corps,
T’a laissé gémissant, blessé, sanglant. »

4. Cûchulainn
« Pourquoi ne m’a-t-il pas coupé mon seul pied sain ?
Pourquoi ne m’a-t-il pas aussi coupé une main ?
Il est triste que Ferdéad ne soit pas au-dessus de ses chevaux
Pour toujours, à jamais en vie. »

5. Lôeg
« Mieux vaut pour elles, ce qui a été fait de lui ;
Je parle des filles qui fréquentent la salle du Rameau rouge ;
Mieux vaut que lui soit mort et que tu restes ;
Pour elles la mort qui vous sépare à jamais n’est pas un petit événement. »

6. Cûchulainn
« Depuis le jour où je vins de Cooley
Pour combattre Medb la hautement brillante,
Il y eut glorieux massacre de ses hommes,
De ses guerriers que j’ai tués. »

7. Lôeg
« Tu n’a pas dormi en repos,
Depuis que tu luttes contre le grand Enlèvement.
Ta troupe consiste en un seul guerrier ;
De bonne heure, de grand matin, tu te lèves. »

Cûchulainn se mit à gémir et à plaindre Ferdéad et voici ce qu’il dit : « Eh bien, ô Ferdéad, il a été malheureux pour toi qu’avant notre rencontre au combat, à la bataille, tu n’aies pas eu d’entretien avec quelqu’un des gens qui connaissent mes corrects actes de bravoure et de guerre. »

« Il a été malheureux pour toi que Lôeg, fils de Riangabair, ne t’ait pas rappelé comme un reproche notre commune éducation. »

« Il a été malheureux pour toi de ne pas mieux accueillir l’avertissement si sage de Fergus. »

« Il a été malheureux pour toi que l’aimable Conall riche en trophées, triomphant, victorieux, ne t’ait pas donné l’aide de ses conseils en te rappelant notre commune éducation. »

« Car ces hommes-là ont su que jusqu’au jugement dernier et à la vie éternelle, il ne naîtra personne qui fasse contre les habitants du Connaught et contre toi des exploits semblables aux miens, aussi grands que les miens. »

« Car ces hommes-là n’auraient point parlé de messages, de désirs, de rendez-vous, de promesses mensongères concernant des femmes à belle tête de Connaught, en mêlant cela avec le maniement des écus et des boucliers, des javelots et des épées, avec le jeu des corbeaux noirs et des échecs, avec la conduite des chevaux et des chars. »

« Il n’y aura pas désormais une main de guerrier qui tranche la chair des héros, comme l’a fait Ferdéad, qui aujourd’hui ne vit plus qu’en forme de nuage. »

« On n’entendra plus Bodb aux lèvres rouges hurler comme sur une brèche, près des magasins où l’on dépose des boucliers à l’ombre qui les tache de couleurs variées. »

« Maintenant, ô fils à visage rouge de Damán », ajouta Cûchulainn, « il n’y aura jusqu’au jugement dernier et à la vie éternelle personne qui à Cruachan essaie de faire des conventions semblables à la tienne. »

Alors s’étant levé et regardant la tête de Ferdéad, Cûchulainn dit : « Eh bien, ô Ferdéad ! les hommes d’Irlande t’ont grandement trahi et abandonné, quand ils t’ont décidé à me livrer combat et bataille : il n’était pas aisé de me livrer combat et bataille, à l’Enlèvement des vaches de Cooley. » Voici comment il s’exprima et quelles furent ses paroles :

1. « O Ferdéad ! la trahison t’a vaincu ;
Combien triste a été ta rencontre dernière ;
Tu es mort ; moi je reste en vie ;
Longuement triste sera notre longue séparation. »

2. « Si nous étions restés de l’autre côté de la mer
Chez Scáthach, Búadach, Búanann,
Au-delà de l’eau jusqu’au grand jugement,
Nous n’aurions pas renoncé à notre amitié ! »

3. « Chère est à moi la très noble rougeur de tes traits,
Chers à moi ces traits aimables et parfaits,
Cher à moi ton œil d’un bleu si pur et si beau,
Chère à moi ta sagacité, ton éloquence. »

4. « Jamais n’alla au combat trancher la peau des guerriers,
Jamais contre eux ne se mit en colère,
Jamais ne porta bouclier sur un vaste dos,
Ton pareil, ô fils rouge de Damán ! »

5. « Jamais je n’ai rencontré,
Depuis la mort du fils unique d’Aife
Ton égal en exploits de guerre ;
Non je ne l’ai pas trouvé, ô Ferdéad ! »

6. « C’est en vain que Findabair, fille de Medb,
A une beauté si distinguée ;
Une baguette d’osier autour d’un tas de sable
Aurait valu autant qu’elle quand on te l’a montrée, ô Ferdéad ! »

Alors Cûchulainn se mit à regarder le cadavre de Ferdéad ; « Eh bien ! ô mon maître Lôeg » ! dit-il, « maintenant dépouille Ferdéad et prends lui son équipement, ses vêtements; je veux voir la broche [donnée par Medb] et pour laquelle il a livré le combat, la bataille. » Lôeg alla dépouiller Ferdéad, il lui ôta son équipement, ses vêtements. Cûchulainn vit la broche, se mit à gémir, à se plaindre, voici les paroles qu’il dit :

1 . « Triste est ta broche d’or,
O belliqueux Ferdéad !
Toi qui donnais de bons et forts coups,
Ta main fut victorieuse. »

2. « Ta grande et blonde chevelure
Était bouclée, te faisait un joli ornement.
Ta ceinture, qui semblait formée de molles feuilles.
Enveloppa tes flancs jusqu’à ta mort. »

3. « Notre aimable camaraderie !
La longue vue de ton œil noble !
Ton bouclier bordé d’or !
[Ton épée] qui fut si belle ! »

4. « [Ton bracelet d’argent blanc
Autour de ta noble main !
Ton échiquier qui valait un trésor !
Ta belle joue pourpre !»]

5. « Ma main, en te terrassant,
Fit acte incorrect, je le comprends ;
Ce ne fut pas un beau combat.
Triste est la broche d’or de Ferdéad. »

6. « Triste est ta broche d’or,
O belliqueux Ferdéad !
Toi qui donnais de bons et forts coups,
Ta main fut victorieuse. »

« Eh bien, mon maître Lôeg », dit Cûchulainn, « entaille le corps de Ferdéad et tires-en le javelot de sac ; car moi je ne puis me passer de mon arme. » Lôeg alla trancher le corps de Ferdéad et en tira le javelot de sac. Cûchulainn vit son arme toute rouge de sang à côté du cadavre de Ferdéad ; voici les paroles qu’il dit :

1. « O Ferdéad ! triste est notre rencontre :
Je te vois à la fois rouge et très pale,
Je ne puis me servir de mon arme jusqu’à ce qu’elle soit lavée,
Toi tu es couché sur un lit sanglant. »

2. « Quand nous passions nos journées à l’Est,
Près de Scáthach et de Uathach,
Il n’y avait pas de lèvres blanchies par la mort
Entre nous et les armes destinées à tant de combats. «

3. « Voici ce qu’a dit Scáthach à la lance aiguë :
Sa recommandation fut énergique et très précise :
Levez-vous, allez vite au combat :
los Alemán rude, d’un gris-bleu, va venir. »

4. « J’ai dit à Ferdéad
Et à Lugaid plein d’honneur
Et au fils de Baetan le blanc
D’aller avec nous se mettre en face du Germain. »

5 . « Nous sommes allés au rocher du combat
Sur la pente de Loch Lind Formait ;
Nous avons emmené quatre cents guerriers, sortis
Des îles de l’Athissech. »

6. « Quand j’ai été avec le belliqueux Ferdéad
A la porte de la forteresse du Germain,
J’ai tué Rind, fils de Nêl ;
Ferdéad a tué Rûad, fils de Fornel. »

7. « Sur la pente Ferbaeth a tué
Blath, fils de Colba à l’épée rouge ;
Lugaid, l’homme furieux et rapide a tué
Mugairne de la mer Tyrrhénienne. »

8. « Quand nous y sommes allés, j’ai tué
Quatre fois cinquante hommes à la colère sauvage ;
Ferdéad a tué une troupe de furieux
En selle, aussi nombreux que les eaux du déluge. »

9 « Nous avons dévasté la forteresse de l’adroit Germain
Au delà de la mer large à l’eau bigarrée ;
Nous avons emmené captif le Germain en vie
Avec nous chez Scáthach au large bouclier. »

10. « Notre institutrice avait mis glorieusement lien
Entre nous de forte alliance et d’union,
Pour empêcher que chez nous il ne surgît de colère
Entre les races de la belle Irlande. »

11. « Triste matinée cette matinée de mars,
Où fut frappé, restant impuissant, le fils de Damán !
Hélas ! il est tombé l’ami
A qui pour breuvage j’ai donné un rouge sang. »

12. « Si je t’avais vu succomber
Au milieu des guerriers des grands griegos,
Je ne serais pas resté en vie après toi,
Nous serions morts ensemble. »

13. « Triste est l’état où nous a mis notre combat,
Nous, élèves de Scáthach ;
Moi blessé, rouge de sang ;
Toi qui ne voyageras plus en char. »

14. « Triste est l’état où nous a mis notre combat,
Nous, élèves de Scáthach ;
Moi blessé, couvert de sang figé,
Toi mort tout entier. »

15. « Triste est l’état où nous a mis notre combat,
Nous, élèves de Scáthach ;
Moi vivant, actif, toi mort !
Le rôle des hommes est d’être en colère et de se battre. »

16. « O Ferdéad ! triste est notre rencontre,
Je te vois à la fois rouge et très pâle ;
Je n’ai pas mon arme qu’il faudra laver ;
Toi tu es couché sur un lit sanglant. »

« Eh bien! mon petit Cûchulainn », dit Lôeg, « maintenant partons du gué ; voilà bien longtemps que nous y sommes ». — « Oui nous partirons, ô mon maître Lôeg », répondit Cûchulainn ; « mais tous les combats, toutes les batailles que j’ai livrés, n’étaient que jeu et plaisanterie, en comparaison du combat et de la bataille soutenus contre Ferdéad. « Et voici ce qu’il dit, nous reproduisons ses paroles :

1. « Tout a été jeu, tout a été plaisanterie
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué :
« Nous avions trouvé la même instruction,
La même générosité puissante,
La même et si douce institutrice,
Qu’on nomme avant toute autre. »

2. « Tout a été jeu, tout a été plaisanterie
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué : »
« Nous produisions chez l’ennemi la même terreur,
Nous avions coutume de faire la guerre de la même façon ;
Scáthach nous avait donné deux boucliers,
L’un à moi, l’autre à Ferdéad. »

3. « Tout a été jeu, tout a été plaisanterie
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué :
« Cher ami, colonne d’or,
Que j’ai terrassé au gué !
Il était le taureau des peuples ;
Il était plus brave que tous les autres guerriers. »

4. « Tout a été jeu, tout a été plaisanterie
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué ;
Ferdéad comparable à un lion enflammé, féroce,
A une vague insensée, colossale comme le jugement dernier. »

5. « Tout a été jeu, tout a été plaisanterie,
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué ;
« Il me semblait que l’aimable Ferdéad
Serait à ma suite jusqu’au jugement dernier. »
Hier il était aussi grand qu’une montagne,
De lui il ne reste plus aujourd’hui que son ombre. »

6. « Trois fois, à l’Enlèvement, des troupes innombrables
Ont succombé par mes mains ;
Une foule de bêtes à cornes, d’hommes, de chevaux
Ont été de tous côtés frappés par moi. »

7. « En dépit du nombre des troupes,
Qui vinrent de Cruachan si dur,
Plus d’un tiers, un peu moins que moitié,
A été tué par les armes que rudement je maniais. »

8. « Il ne vint à champ de bataille,
L’Irlande n’a nourri de ses mamelles,
Il n’arriva ni de mer, ni de terre
Aucun des fils de rois qui ait acquis plus de gloire. »
Tout a été jeu, tout a été plaisanterie,
Jusqu’à ce que Ferdéad arrivât au gué. »

Ici se termine l’épisode intitulé : Meurtre de Ferdéad.

Au début du Táin bó Cúanlge les guerriers d’Ulster et Conchobar, leur roi, ne peuvent prendre les armes pour la défense de leur pays. Une malédiction, prononcée contre eux par la déesse Macha, leur a infligé une maladie qui leur impose un humiliant repos. Du chapitre VI au chapitre XX, Cûchulainn seul lutte contre l’armée où la reine Medb, voulant envahir l’Ulster, a réuni les guerriers de quatre des cinq grandes provinces d’Irlande. Il n’y a pas à insister ni sur le paragraphe 2 du chapitre XVII, où cent cinquante gens, qui, vu leur âge, n’avaient pas été atteints par la malédiction de la déesse Macha, veulent lui porter secours et perdent la vie, ni sur le concours que le héros reçut du Dieu Lug, son père, au grand massacre de la plaine de Murthemne, paragraphe 4 du même chapitre.

A partir du chapitre XXI, la scène change : Cûchulainn, dans ses combats 1° contre Calatin Dana, ses 27 fils et son petit-fils, chapitre XIX, § 3, 2° contre Ferdéad, chapitre XX, a reçu tant et de si terribles blessures, qu’il est incapable de combattre. Les guerriers de l’Ulster sont, pour la plupart encore, ainsi que leur roi, retenus à Emain Macha, leur capitale, par la maladie mystérieuse que leur a infligée la déesse Macha. Quelques-uns cependant peuvent venir au secours du héros malade ; c’est le sujet des chapitres XXI, XXII et XXIII.

CHAPITRE XXI
CÛCHULAINN ET LES COURS D’EAU

La croyance à la divinité des cours d’eau était générale dans l’antiquité Griego et romaine. Chez les Gaulois, le Rhin était le juge auquel on s’adressait, quand un mari, doutant de la fidélité de sa femme, se posait la question de savoir s’il était bien le père de l’enfant que cette femme avait mis au monde. Les malades demandaient au cours d’eau la guérison de leurs maux, de là, par exemple, le surnom de sauveur, swthr, donné à un affluent du Strymon, fleuve de Thrace, de là aussi les vota adressés à la déesse Seine, deae Sequanae, dans l’endroit où surgissait sa source à Saint-Seine, Côte-d’Or ; de là les nombreux ex voto trouvés récemment à une des sources du Mont-Auxois, près d’Alise-Sainte-Reine.

Cûchulainn, couvert de blessures, va chercher et trouve sa guérison dans vingt et un cours d’eau d’Irlande. De cette guérison notre texte donne une raison relativement moderne : les gens de la déesse Dana avaient mis dans ces cours d’eau des herbes et des plantes médicinales. La doctrine primitive élevait ces cours d’eau au rang des dieux et leur divinité était la cause des guérisons qu’ils opéraient.

Alors vinrent, chacun séparément, plusieurs guerriers d’Ulster pour porter en cet endroit, à cette heure, aide et secours à Cûchulainn : ce furent Senal. Uathach, puis les deux fils de Gegg (nom de femme), c’est-à-dire Muridach et Cotreb. Ils l’emmenèrent avec eux aux ruisseaux et aux rivières de Conaille en Murthemne pour soigner en les lavant dans ces ruisseaux et dans ces rivières, les trous faits par la pointe des lances, les déchirures, les nombreuses plaies de Cûchulainn. En effet, pour apporter aide et secours à Cûchulainn, les gens de la déesse Dana mettaient dans les ruisseaux et rivières du pays de Conaille en Murthemne des herbes et des plantes médicinales propres à rendre la santé ; elles donnaient une teinte bigarrée à la surface de ces cours d’eau. Voici les noms des cours d’eau auxquels Cûchulainn dut sa guérison : Sáis, Buáin, Bithlain, Findglais, Gleóir, Glenamain, Bedg, Tadg, Telaméit, Rínd, Bir, Brenide, Dichaem, Muach, Miliuc, Cumung, Cuilend, Gainemain, Drong, Delt, Dubglass.

CAPÍTULO XXII

Avant que tous les guerriers d’Ulster se réunissent et aillent ensemble livrer bataille à ceux du reste de l’Irlande, comme on le verra aux chapitres XXV-XXVII, plusieurs guerriers d’Ulster vont seuls ou par petits groupes donner aide à Cûchulainn. C’est le sujet des chapitres XXII, XXIII. Le premier de ces guerriers est Cethern (chapitre XXII). Cethern reçoit de graves blessures. Quatorze médecins de Connaught, appelés pour le guérir, se déclarent incapables d’y réussir et sont tués par lui ; un quinzième tombe à demi mort de saisissement quand il voit les cadavres de ses quatorze confrères. Mais alors Cûchulainn a recours à un fath-liaig « prophète-médecin » d’Ulster. Ce médecin appartient à la catégorie des fáthi, ouateix, vates, qui forment au dessous des druides la seconde classe des gens savants chez les Gaulois et en Irlande. Il connaît la provenance de chacune des nombreuses et graves blessures de Cethern, il les guérit. Mais le trop hardi Cethern ne survécut pas longtemps à cette merveilleuse cure.

PREMIÈRE PARTIE.
Rude combat de Cethern.

Alors les hommes d’Irlande dirent à Mac Roth, le principal courrier, d’aller comme éclaireur en observation jusqu’au mont Fuaid de crainte que les guerriers d’Ulster ne vinssent les attaquer sans préalable avertissement et à l’improviste. Mac Roth alla au mont Fuaid. Peu de temps après y être arrivé, il vit sur cette montagne quelqu’un qui, venant du Nord, s’avançait seul tout droit vers lui dans un char. C’était un homme farouche, rouge, nu, qui dans ce char arrivait sans vêtement et sans armes, sauf un épieu de fer qu’il tenait à la main. Il en piquait son cocher et ses chevaux. Il parut à Mac Roth que jamais ce guerrier n’atteindrait l’armée. Mac Roth, pour raconter ce qu’il avait vu, alla dans l’endroit où se trouvait Ailill, Medb, Fergus et les nobles d’Irlande. Quand il fut arrivé, Ailill lui demanda des nouvelles : « Eh bien, Mac Roth », dit Ailill, « as-tu vu un des habitants d’Ulster suivre aujourd’hui les traces de cette armée-ci? » — « Je ne sais pas », répondit Mac Roth, « seulement j’ai vu quelqu’un dans un char sur le mont Fuaid; il se dirigeait vers nous. Il y avait dans ce char un homme farouche, rouge, nu, sans vêtement, ni armes, sauf dans sa main un épieu de fer, dont il piquait également son cocher et ses chevaux. Il me parut qu’il n’atteindrait jamais cette armée-ci! » — « Qu’en penses-tu, ô Fergus ? », dit Ailill. — « Il me semble », répliqua Fergus, « que ce serait Cethern, fils de Fintan, qui serait venu là ». Ce que disait Fergus était la vérité ; c’était bien le fils de Fintan, c’était Cethern qui était venu là; il parvint à les atteindre; il les attaqua jusque dans leur camp, en tout sens, de tout côté; il blessa tout le monde autour de lui. Il fut blessé aussi lui-même en tout sens, de tout côté ; puis il s’éloigna d’eux; les entrailles, les intestins lui sortaient du corps; il vint à l’endroit où se trouvait Cûchulainn, espérant obtenir là traitement et guérison. Il demanda à Cûchulainn un médecin pour le soigner et le guérir. « Eh bien, maître Lôeg », dit Cûchulainn, « va à la forteresse, au camp des hommes d’Irlande, et dis aux médecins de venir soigner Cethern, fils de Fintan. J’ajoute ceci : s’ils ne viennent pas, peu importe qu’ils soient sous terre ou dans une maison fermée ; ils recevront de moi, mort, meurtre, anéantissement, s’il ne viennent demain avant l’heure où nous sommes maintenant ». Lôeg se rendit à la forteresse et au camp des hommes d’Irlande et dit aux médecins des hommes d’Irlande de venir soigner Cethern, fils de Fintan. Il n’était certes pas aisé pour les médecins des hommes d’Irlande de faire ce que Lôeg demandait, aller soigner un étranger, leur adversaire, leur ennemi ; mais ils craignirent, s’ils ne venaient, de recevoir de la main de Cûchulainn, mort, meurtre, anéantissement. Quand chacun d’eux arrivait, Cethern, fils de Fintan, lui montrait les plaies faites par les pointes de lance, les déchirures, les blessures d’où le sang coulait, et le médecin déclarait que chez Cethern il n’y avait plus de vie, que la guérison était impossible; alors Cethern le frappait d’un coup de poing tout droit sur le plat du front, en sorte que la cervelle de ce médecin sortait par le trou de l’oreille ou par les sutures du crâne. Cethern, fils de Fintan, les tua ainsi jusqu’à ce qu’arriva le quinzième médecin ; quand celui-ci vint, Cethern avait cessé de frapper; mais ce médecin perdit connaissance et finit par rester à demi mort par l’effet du saisissement au milieu des cadavres des quatorze médecins qui l’avaient précédé. Il s’appelait Ithael, était médecin d’Ailill et de Medb. Alors Cethern demanda à Cûchulainn de lui procurer un autre médecin pour le soigner et le guérir. « Eh bien, maître Lôeg », dit Cûchulainn, « va me chercher Fingid, médecin-prophète, à Ferta Fingin, à Leccan du mont Fuain, c’est le médecin de Conchobar. Qu’il vienne soigner Cethern, fils de Fintan ». Lôeg alla trouver le médecin de Conchobar, le médecin-prophète de Ferta Fingin, de Leccan sur le mont Fuaid. Il lui dit de venir soigner Cethern, fils de Fintan. Fingin le médecin-prophète se rendit à cette invitation, et, aussitôt qu’il fut arrivé, Cethern lui montra les plaies que lui avaient faites les pointes de lance, les déchirures, les blessures d’où le sang coulait.

SECONDE PARTIE.
Sanglantes blessures de Cethern.

1. Fingin regarda le sang qui coulait d’une blessure de Cethern : « Mais, dit-il, cette blessure t’a été faite par un parent, à contre-cœur, elle n’est pas grave et tu n’en mourras pas tout de suite. » — « Mais c’est vrai » répondit Cethern, « l’homme qui m’a fait cette blessure était complètement chauve ; un manteau bleu l’enveloppait; il avait dans son manteau, sur sa poitrine, une broche d’argent ; il portait un bouclier courbe avec tranchant orné ; il tenait dans sa main une lance à cinq pointes; à côté de lui était un javelot fourchu; il m’a fait couler ce sang, il m’en a ôté peu. » — « Mais nous connaissons cet homme-là », dit Cûchulainn, « c’est Illand aux multiples tours, fils de Fergus; il ne voulait pas te faire tomber sous ses coups; il t’a donné une apparence de coups, pour empêcher les hommes d’Irlande de dire qu’il les avait trahis, qu’il abandonnait leur cause ».

2. « Regarde donc aussi, maître Fingin, regarde cette blessure sanglante-ci », dit Cethern. Fingin regarda cette blessure sanglante : « C’est le belliqueux exploit d’une femme orgueilleuse », dit le médecin. — « Oui certes », répondit Cethern, « une femme est venue me faire cette blessure. C’était une jolie femme au visage blanc, aux joues grandes et longues, aux cheveux d’un blond doré. Un manteau pourpre sans autre couleur l’enveloppait ; elle avait sur la poitrine dans ce manteau une broche d’or ; elle tenait en main une lance droite avec flamme rouge lui tombant sur le dos. C’est elle qui m’a fait cette plaie sanglante, elle m’a également ôté peu de sang ». — « Mais nous connaissons cette femme-là », dit Cûchulainn, « c’est Medb, fille d’Echaid Feidlech, roi suprême d’Irlande; elle a pris part à cette expédition-ci. C’aurait été pour elle une victoire, un triomphe, une occasion de se vanter, si tu étais tombé sous ses coups ».

3. — « Regarde aussi, maître Fingin, cette blessure sanglante que j’ai », dit Cethern. Fingin regarda la blessure sanglante. « Mais », dit le médecin, « c’est l’exploit belliqueux de deux guerriers ». — « Oui c’est vrai », répondit Cethern, « deux guerriers vinrent m’attaquer; deux manteaux bleus les enveloppaient; sur leur poitrine, dans leurs manteaux il y avait des broches d’argent ; un collier d’argent très blanc était autour du cou de chacun d’eux ». — « Nous connaissons ces deux guerriers là », dit Cûchulainn, « c’est Oll et Othinc de la maison d’Aillil et de Medb; jamais ils ne viennent combattre ensemble que pour faire sûrement des blessures à des hommes. Si tu étais tombé sous leurs coups, c’aurait été triomphe et gloire pour eux ».

4. « Regarde aussi, maître Fingin », dit Cethern, « cette blessure sanglante que j’ai ». Fingin regarda la blessure sanglante. « Deux jeunes guerriers qui vinrent m’attaquer m’ont fait cette blessure-là. Ils avaient un brillant équipement de guerre. Chacun d’eux me frappa d’un épieu. Je perçais l’un d’eux de cet épieu-ci ». — Fingin regarda la blessure sanglante. « Mais ce sang est noir », dit le médecin, « les blessures ont traversé ton coeur; elles se sont croisées au travers de ton coeur; je ne prédis pas guérison ; mais en employant un peu des herbes qui procurent guérison et en récitant une des formules magiques qui donnent la santé je pourrais t’éviter un désastre immédiat. » — « Mais », dit Cûchulainn, « nous connaissons les deux guerriers qui ont fait ces blessures, ce sont Bun et Mecconn, deux familiers d’Ailill et de Medb. Ils désiraient te faire tomber sous leurs coups ».

5. « Regarde sur moi cette sanglante blessure, ô Fingin, mon maître », reprit Cethern. Fingin regarda cette blessure. « C’est », répondit le médecin, « c’est le résultat de la rude attaque des deux fils du roi de la forêt ». — « C’est bien vrai », dit Cethern, « deux jeunes gens vinrent m’attaquer; ils avaient le visage blanc, de grands cils bruns et sur la tête des diadèmes d’or. Sur leurs vêtements, deux manteaux verts les enveloppaient et dans ces manteaux il y avait sur leurs poitrines deux broches de blanc argent. Dans leurs mains, ils tenaient deux lances à cinq pointes ». — « Mais », reprit le médecin, « les sanglantes blessures qu’ils te firent sont près les unes des autres. C’est à la gorge qu’ils t’ont atteint; c’est là qu’ensemble les pointes de leurs lances t’ont frappé. La guérison de ces blessures n’est pas facile ». — « Nous connaissons ces deux guerriers-là », dit Cûchulainn, « ce sont Broen et Brudne, tous deux fils du roi des trois flambeaux, tous deux fils du roi de la forêt; en te terrassant, ils ont obtenu victoire, triomphe, félicitations ».

6. « Regarde aussi sur moi cette plaie sanglante, ô Fingin, mon maître », reprit Cethern. — « Cette plaie », repartit le médecin, « a été faite par deux frères ensemble ». — « C’est bien vrai », répondit Cethern, « deux guerriers royaux de premier rang sont alors venus m’attaquer. Leurs cheveux étaient blonds; des manteaux vert foncé avec doublure à leur extrémité les enveloppaient; ils avaient dans ces manteaux sur leurs poitrines des broches de laiton en forme de feuilles; dans leurs mains étaient des lances aux pointes larges et vertes ». — « Mais nous connaissons ces deux guerriers », dit Cûchulainn, « ce sont Cormac, fils du roi Colba, et Cormac, fils de Mael Foga, de la maison d’Ailill et de Medb. Leur désir était que tu tombasses sous leurs coups ».

7. « Regarde aussi cette plaie sanglante, ô Fingin, mon maître! », dit Cethern. Fingin regarda cette plaie. « C’est », répondit le médecin, « le résultat d’une attaque faite par deux frères ». — « Mais certainement, c’est vrai », repartit Cethern, « ceux qui m’ont attaqué étaient deux tendres jeunes guerriers qui se ressemblaient. L’un avait les cheveux bruns et bouclés ; l’autre les cheveux aussi bouclés, mais blonds. Deux manteaux verts, mis sur leurs autres vêtements, les enveloppaient; dans ces manteaux, sur leur poitrine, il y avait deux broches de blanc argent ; ils portaient sur la peau deux tuniques de soie lisse et jaune. À leurs ceintures pendaient deux épées à poignée blanche. Ils avaient deux boucliers blancs sur lesquels, en blanc argent, étaient représentés des animaux. En leurs mains, ils tenaient deux lances à cinq pointes, ces lances ornées de cercles d’argent tout blanc ». — « Mais », dit Cûchulainn, « nous connaissons ces deux guerriers. Ce sont Mane, semblable à père, et Mane, semblable à mère, deux fils d’Ailill et de Medb; ils ont obtenu victoire, triomphe et félicitations, pour t’avoir fait tomber sous leurs coups ».

8. « Regarde sur moi cette plaie sanglante, ô Fingin, mon maître ! », dit Cethern. « Deux jeunes guerriers m’ont blessé là. Leur accoutrement était brillant, distingué, viril. Les vêtements qui les enveloppaient étaient étranges, merveilleux. Chacun d’eux me lança un javelot. J’en lançai un à chacun d’eux ». Fingin regarda cette plaie sanglante. « Mais, ils t’ont fait habilement ces blessures », déclara le médecin, « ils ont coupé les nerfs de ton coeur, en sorte que les mouvements de ton coeur dans ta poitrine ressemblent à ceux d’une pomme dans une voiture ou d’un peloton dans un sac vide ; il n’y a pas de nerfs pour le soutenir ; c’est un mal que je ne puis guérir ». — « Mais nous connaissons ces deux hommes-là », dit Cûchulainn, « ce sont deux guerriers de Norvège ; en les envoyant, Ailill et Medb n’ont eu qu’un but, c’était de te faire tuer ; car il n’est pas fréquent que leur adversaire survive au combat livré contre eux et le désir d’Ailill et de Medb était que tu succombasses sous leurs coups ».

9. « Regarde aussi cette blessure sanglante-ci sur moi, ô Fingin, mon maître ! » dit Cethern. Fingin regarda aussi cette blessure sanglante. « Mais », dit le médecin, « c’est l’effet de coups alternatifs donnés par un fils et par un père ». — « Certes, c’est vrai », répondit Cethern, « j’ai été attaqué par deux hommes de grande taille, rouges comme lumière de flambeau, portant sur la tête des diadèmes d’or, ornés de flamme d’or, enveloppés chacun d’un vêtement royal; à leurs ceintures pendaient des épées à poignées d’or dans des fourreaux d’argent tout blanc ; ils s’appuyaient dans leurs chars sur des coussins d’or et de diverses couleurs ». — « Mais nous connaissons ces deux guerriers-là » dit Cûchulainn, « c’étaient Ailill et son fils Mane, surnommé celui qui les prend tous. Ils ont obtenu victoire, triomphe, et félicitations, parce que tu es tombé sous leurs coups ».

Ici se termine le récit des blessures sanglantes reçues par Cethern à l’enlèvement des vaches de Cooley.

TROISIÈME PARTIE.
Guérison et mort de Cethern.

« Eh bien! ô Fingin! ô prophète-médecin! », dit Cethern, fils de Fintan, « quelle ordonnance, quels conseils me donnes-tu aujourd’hui? » — « Ce que je te réponds », répliqua Fingin, le prophète-médecin, « c’est que tu ne peux compter que tes grandes vaches te donneront des génisses cette année : quoi que tu comptes là-dessus, tu ne jouiras pas de ces génisses; ce n’est pas à toi qu’elles profiteront ». — « Ton ordonnance et ton conseil », dit Cethern, « sont ce que m’ont dit les autres médecins; ils n’en ont tiré ni victoire ni profit; ils sont tombés sous mes coups; toi non plus tu n’en tireras ni victoire ni profit et tu tomberas sous mes coups ». Et il lui donna un fort coup de pied, en sorte que Fingin tomba entre les deux roues du char. « Mais », dit Cûchulainn, « il a été terrible, ce méchant coup. » De là le nom du lieu dit Hauteur du coup de pied en Crich Ross depuis lors jusqu’aujourd’hui.

Cependant Fingin, le prophète- médecin, donna à Cethern le choix entre deux traitements : ou rester longtemps, peut-être un an, malade au lit et trouver remède par là, ou subir rouge cure de trois jours et trois nuits, pendant lesquels il laisserait à ses ennemis toute sa force. Cethern préféra le second procédé; Cethern, fils de Fintan, choisit rouge cure de trois jours et trois nuits pendant lesquels il laisserait à ses ennemis toute sa force, car ensuite, disait-il, il ne trouverait personne plus capable que lui-même d’exiger indemnité et de se venger.

Alors Fingin, le prophète-médecin, demanda à Cûchulainn un grand pot de hachis pour traitement et guérison de Cethern, fils de Fintan. Cûchulainn se rendit à l’étape et au campement des hommes d’Irlande; il en fit sortir ce qu’il trouva de troupeaux, de bestiaux, de bêtes à cornes ; de leur chair, de leurs os, de leur peau, il fit un grand pot de hachis, et Cethern, fils de Fintan, mis dans ce grand pot de hachis, y resta trois jours et trois nuits. Tout autour son corps absorba le hachis du pot. Le hachis du pot pénétra dans ses plaies, dans ses déchirures, dans ses articulations, dans ses multiples blessures. Au bout de trois jours et de trois nuits, Cethern sortit du grand pot de hachis, il tenait une planche de son char contre son ventre, de crainte que ses intestins, ses entrailles ne vinssent à s’en échapper.

Alors arriva du Nord, arriva de Dun-da-Benn sa femme Finda, fille d’Eochu; elle lui apportait son épée. Cethern alla attaquer les hommes d’Irlande. Au même instant ceux-ci lui envoyaient sommation. Ditholl, médecin d’Ailill et de Medb. était arrivé chez eux comme mort par l’effet de son grand évanouissement qui avait longtemps duré entre les cadavres des autres médecins: « Eh bien! ô hommes d’Irlande! » avait dit le médecin Ditholl, « Cethern, fils de Fintan, viendra vous attaquer après son traitement et sa guérison par Fingin, le prophète-médecin; attendez-le ». Alors les hommes d’Irlande avaient envoyé en avant le vêtement d’Ailill et son diadème d’or et les avaient fait mettre autour du pilier de pierre en Grich Ross, afin que Cethern, fils de Fintan, à son arrivée, tournât contre ce pilier sa colère. Cethern, fils de Fintan, vit le vêtement d’Ailill et son diadème d’or autour du pilier de pierre de Crich Ross, et n’étant pas au courant, crut que c’était Ailill en personne. Il s’élança comme un coup de vent et frappa le pilier de son épée qui y entra jusqu’à la poignée. « Il y a tromperie ici », dit Cethern, fils de Fintan, « et c’est pour moi que vous avez fait cette tromperie-là. J’en donne ma parole, il ne se trouvera chez vous personne qui revête ce costume royal et mette sur sa tête ce diadème d’or sans que mes coups lui tranchent les mains, lui ôtent la vie ». Mane Andoe, fils d’Ailill et de Medb, entendit ces paroles, il revêtit le costume royal, mit sur sa tête le diadème d’or et s’avança sur le sol occupé par les hommes d’Irlande. Cethern, fils de Fintan, se mit rapidement à sa poursuite et lui lança son bouclier dont la bordure ciselée coupa Mane Andoe en trois morceaux et le fit tomber à terre entre les chevaux et le char monté par le cocher. Les armées d’Irlande entouraient Cethern des deux côtés en sorte qu’il tomba mort au milieu d’elles dans la baie où il se trouvait.

Ainsi finit le récit du rude combat de Cethern, de ses plaies sanglantes (de sa guérison et de sa mort).

CAPÍTULO XXIII

Dans ce chapitre on voit plusieurs guerriers d’Ulster, succédant à Cethern, venus comme lui en aide à Cûchulainn incapable de combattre.

1. Combat de dents par Fintan.

Fintan, fils de Niall Niamglonnach de Dun da Benn, était père de Cethern, fils de Fintan. Il vint pour donner réparation à l’honneur des habitants de l’Ulster et pour venger son fils sur les troupes d’Irlande. Cent cinquante guerriers l’accompagnaient. Leurs lances étaient chacune armée de deux fers, l’un au bout haut, l’autre au bout bas, en sorte qu’on pouvait également frapper de chaque extrémité de l’arme. Ils livrèrent trois batailles aux hommes d’Irlande qui perdirent des guerriers en nombre égal à celui des assaillants, et les gens de Niall, fils de Fintan, succombèrent aussi tous sauf Crimthan, fils de Fintan. Crimthan fut sauvé grâce aux boucliers par lesquels Ailill et Medb le protégèrent. Alors les hommes d’Irlande dirent que Fintan, fils de Niall, pouvait sans honte évacuer leur lieu d’étape et campement en y laissant son fils Crimthan, fils de Fintan ; qu’alors les troupes d’Ulster reculeraient vers le Nord pendant une journée et cesseraient de faire acte de guerre jusqu’au jour de la grande bataille qui devait se livrer quand les guerriers des quatre grandes provinces d’Irlande arriveraient à Garech et à Ilgarech, lieu de la bataille de l’enlèvement des vaches de Cooley ainsi que l’avaient prédit les Druides des hommes d’Irlande. Fintan accepta cet arrangement, on lui rendit son fils. Il évacua le lieu d’étape et de campement des hommes d’Irlande et les troupes d’Ulster reculèrent vers le Nord pendant une journée, puis s’arrêtèrent, cessèrent d’avancer. On dit alors que de ses gens, Fintan, fils de Niall, avait recouvré un et qu’en compensation il avait donné un homme aux guerriers d’Irlande ; les lèvres et le nez de chacun de ces deux hommes avaient été mis entre les dents de l’autre : c’est un combat de dents pour nous, dirent les guerriers d’Irlande, c’est un combat de dents pour les gens de Fintan et pour Fintan lui-même. De là le titre de cette section : Combat de dents par Fintan.

2. Affront qui rougit Menn.

Menn, fils de Salcholga était un des Renna de la rivière de Boyne. Ses hommes étaient au nombre de douze, armés de lances sur le bois desquels il y avait deux fers, un fer en haut, un fer en bas, en sorte que des deux bouts chaque lance pouvait blesser l’ennemi. Ils attaquèrent trois fois les troupes d’Irlande et trois fois tuèrent un nombre d’ennemis égal au leur, tous les douze ils succombèrent aussi. Menn lui-même fut durement blessé, en sorte qu’il rougit, devint rouge écarlate. De là résulta ce que dirent les hommes d’Irlande : «Voilà», dirent-ils, « un affront qui rougit Menn, fils de Salcholga. Ses gens sont tués, sont exterminés et lui-même est blessé ; sur lui est une teinte rouge, écarlate ». De là pour cet épisode le titre d’affront qui rougit Menn ; alors les hommes d’Irlande dirent que pour Menn, fils de Salcholga, il n’y aurait pas honte à sortir de leur lieu d’étape et campement; que les troupes d’Ulster reculeraient d’une journée de marche vers le Nord, cesseraient de combattre et de blesser les guerriers d’Irlande jusqu’à ce que Conchobar fût guéri de sa maladie de neuf jours ou nuits, jusqu’au moment où serait livrée la bataille de Garech et Ilgarech, comme avaient prédit les Druides, les prophètes, les gens savants des hommes d’Irlande.

Menn, fils de Salcholga, accepta cet arrangement ; il sortit du lieu d’étape et de campement des guerriers d’Irlande et les troupes d’Ulster reculèrent d’un jour de marche pour y rester et y attendre jusqu’au jour de la bataille.

3. Expédition des cochers.

Alors les cochers d’Ulster vinrent attaquer les hommes d’Irlande. Ils étaient cent-cinquante. Ils leur livrèrent trois batailles ; ils leur tuèrent un nombre de guerriers égal à leur propre nombre et ils succombèrent tous eux-mêmes. Telle fut l’expédition des cochers.

4. Combat blanc de Reochaid.

Reochaid, fils de Fathemon, un des hommes d’Ulster, accompagné de cent cinquante guerriers s’installa sur une colline en face des hommes d’Irlande. Findabair, fille d’Ailill et de Medb, le vit faire. Elle alla causer avec Medb sa mère. « J’ai aimé ce guerrier-là, il y a certes longtemps de cela », dit-elle, « et il est encore mon bien-aimé, mon choix est fait, qu’il me demande en mariage ». — « Si tu l’aimes, ma fille », répondit Medb, « va dormir avec lui cette nuit et demande-lui armistice pour nos troupes, jusqu’au jour de la grande bataille où les hommes des quatre grandes provinces d’Irlande rencontreront ceux d’Ulster à Garech et Ilgarech, à la bataille de l’enlèvement des vaches de Cooley. Reochaid, fils de Fathemon, accorda cette armistice et Findabair dormit avec lui cette nuit-là. Un vice-roi de Munster, qui était au camp des hommes d’Irlande, entendit raconter cela. Il dit à ses gens : « Cette fille-là m’a été fiancée, il y a de cela certes longtemps, et c’est à cause de cela que je vins à cette expédition-ci. » Il y avait là sept (autres) vice-rois de Munster ; (Findabair leur avait été dernièrement promise et c’était la raison pour laquelle ils étaient venus à l’expédition); « Pourquoi n’irions-nous pas », dirent-ils, « tirer vengeance de l’insulte qui nous a été faite dans la personne de notre femme ? Vengeons-nous sur les Mane qui sont de garde derrière l’armée d’Irlande à Imlech et à Glendammair ». Cet avis prévalut chez eux. Ils se levèrent avec vingt et un mille guerriers. Contre eux se levèrent Ailill avec trois mille guerriers, Medb avec trois mille, les fils de Maga avec trois mille, enfin les Galiain, les gens de Munster et les gens de Tara. Un arrangement se fit entre ces deux armées, les guerriers s’assirent les uns à côté des autres, chacun ayant ses armes à côté de lui. Mais avant cet arrangement qui sépara les deux armées, elles s’étaient battues et huit cent très braves guerriers avaient succombé. Findabair, fille d’Ailill et de Medb, entendit raconter que ce nombre de guerriers avait péri dans une bataille dont elle était cause; et dans sa poitrine son coeur se brisa comme on casse une noix, tant elle fut honteuse et humiliée; on appelle Findabair du mont l’endroit où elle tomba. Les hommes d’Irlande dirent alors : « C’est un combat blanc qu’a livré Reochad, fils de Fathemon: huit cents très braves guerriers sont tombés dans ce combat à cause de lui ; mais lui s’en est tiré sans qu’une goutte de sang lui ait rougi la peau. »

De là le titre de cet épisode : combat blanc de Reochad.

5. Combat de projectiles par Iliach.

Iliach était le fils de Cass, son grand-père était Bacc, son arrière-grand-père Ross Ruad, et au quatrième degré il descendait de Rudraige. On lui raconta que quatre grandes provinces d’Irlande avaient envahi et dévasté l’Ulster et le pays des Pictos depuis le lundi commencement de novembre jusqu’au commencement de février ; il délibéra avec ses gens sur un plan qu’il avait formé : « Pourrais-je », dit-il, « faire un meilleur projet que celui d’aller attaquer les hommes d’Irlande, de remporter victoire sur eux, de venger ainsi l’honneur d’Ulster ; peu importe si finalement je succombais moi-même ». Son idée fut acceptée. On prit pour lui deux vieilles rosses sèches, épuisées, qui étaient sur la plage à côté du camp. On les attela à son vieux char sans housse ni fourrure aucune. Il emporta avec lui son bouclier raboteux et gris de fer, bordé à l’entour de dur argent. Il mit à sa gauche son épée grossière et grise dont les coups produisaient des exploits. Il plaça près de lui dans son char ses deux javelots au sommet vibrant et pointu. Ses gens garnirent autour de lui son char de pierres, de blocs, de projectiles. En cet équipage il alla trouver les hommes d’Irlande et sur son char ceux-ci le virent entièrement nu. « Certes », dirent-ils, « il serait avantageux pour nous que les habitants d’Ulster vinssent tous dans le même équipage nous attaquer ». Doche, fils de Maga, le rencontra et lui souhaita le bonjour : « Tu es le bien venu ô Iliach », dit Doche, fils de Maga. — « Cette salutation que tu m’adresses est loyale », répondit Iliach, « mais viens me trouver au moment où mes exploits seront terminés, où ma vigueur guerrière aura disparu, qu’alors ce soit toi qui me coupes la tête, que ce ne soit aucun autre homme d’Irlande. Mon épée restera entre tes mains pour que tu la transmettes à Loegaire [Buadach, ton petit-fils] ». Il mania ses armes contre les hommes d’Irlande aussi longtemps qu’il put se servir d’elles, puis lorsqu’elles furent hors d’usage, il lança aux hommes d’Irlande des pierres, des blocs, de grands morceaux de rochers, et quand les projectiles lui firent défaut pour atteindre les hommes [qui étaient plus près de lui], il broya rapidement ces hommes entre ses avant-bras et le plat de ses mains en sorte qu’il fit d’eux une masse où chair, os, nerfs et peau étaient mêlés. Deux hachis servirent longtemps de pendant l’un à l’autre; ce sont le hachis que, pour guérir Cethern, fils de Fintan, Cûchulainn fit avec les os des bestiaux d’Ulster et celui qu’Iliach fit avec les os des hommes d’Irlande. Cet exploit d’Iliach fut le troisième massacre d’innombrables victimes pendant l’Enlèvement. On l’appelle combat de projectiles par Iliach. En effet Iliach dans ce combat se servit de pierres, de blocs, de morceaux de rochers. Doche, fils de Maga, le rencontra : « Cet homme n’est-il pas Iliach? » demanda Doche, fils de Maga. — « C’est bien moi », répondit Iliach. « Viens à moi et coupe-moi la tête, de plus garde près de toi mon épée pour la donner à ton bien aimé [petit-fils] Loegaire [Buadach]. Doche s’approcha de lui et d’un coup d’épée lui coupa la tête.

Ici se termine le récit du combat de projectiles par Iliach.

6. Haut campement d’Amargin à Teltown.

Cet Amargin était fils de Cass; son grand -père s’appelait Bacc, son arrière-grand-père Ross et au quatrième degré il descendait de Rudraige. Il atteignit les troupes d’Irlande au delà de Teltown à l’Ouest et en les tournant au delà de Teltovvn au Nord. À Teltown il mit sous lui son coude gauche et ses gens le fournirent de pierres, de rocs, de grands blocs. Puis il se mit à lancer sur les hommes d’Irlande ces projectiles jusqu’au bout de trois jours et trois nuits.

7. Aventures de Cûrôi, fils de Dare.

On raconta à Cûroi qu’un seul guerrier avait arrêté et retenu quatre grandes provinces d’Irlande, depuis le lundi commencement de novembre jusqu’au commencement de février. Cela lui fit de la peine, il n’eut pas la patience d’attendre l’arrivée de ses gens; il partit pour aller livrer combat et bataille à Cûchulainn. Mais quand il arriva où Cûchulainn se trouvait, il le vit là gémissant, couvert de plaies, criblé de blessures; il pensa qu’il ne serait ni honorable ni beau de livrer combat et bataille à Cûchulainn après le combat de Ferdéad, parce qu’une fois Cûchulainn mort on dirait que ç’aurait été l’effet des plaies et des blessures que ce guerrier avait précédemment reçues de Ferdéad. Cûchulainn cependant lui offrit combat et bataille, [mais Cûrôi refusa]. Il se mit en route pour aller trouver les hommes d’Irlande et comme il s’approchait d’eux, il vit Amargin le coude gauche sous lui, près et à l’ouest de Teltown. Puis du nord il atteignit les hommes d’Irlande qui le munirent de pierres, de morceaux de rocs, de blocs rocheux et il se mit à les lancer en face dans la direction d’Amargin dont les belliqueux projectiles rencontraient au-dessus d’eux les siens en l’air jusque dans les nues, en sorte que chaque pierre se brisait en cent morceaux. « Au nom de ta valeur, je t’en conjure », dit Medb, « cesse de lancer tes projectiles; ils ne sont ni un aide ni un secours pour nous, ils nous rendent un mauvais service ». — « Je donne ma parole », répondit Cûrôi, « que je ne cesserai pas avant le jugement dernier et la vie éternelle tant que lui-même, Amargin, n’aura pas cessé ». — « Je cesserai », répondit Amargin, « si tu t’engages à ne plus venir donner ton aide et ton concours aux hommes d’Irlande ». Cûroi accepta et partit pour regagner son pays et ses gens.

8. Suite du haut campement d’Amargin à Teltown.

Alors les hommes d’Irlande allèrent au-delà de Teltown à l’Ouest. « Il ne m’a pas été prescrit », dit Amargin, « de ne pas lancer de nouveau des projectiles aux troupes d’Irlande », et il alla les attaquer à l’Ouest en tournant au delà de Teltown au nord-est; puis il se mit à leur lancer des projectiles; et il se livra longtemps à cet exercice. Alors les hommes d’Irlande dirent que pour Amargin il n’y aurait pas de honte à s’éloigner de leur camp, à condition que leurs troupes reculassent d’une journée de marche au Nord et s’y arrêtassent, y séjournassent; lui à son tour cesserait de faire contre elles acte de guerre jusqu’au jour de la grande bataille, quand à Garech et Ilgarech se rassembleraient quatre grandes provinces d’Irlande pour livrer la bataille de l’Enlèvement des vaches de Cooley. Amargin accepta cet arrangement. Les troupes des hommes d’Irlande reculèrent d’une journée de marche en partant du Nord. Ici se termine l’épisode dit : haut campement d’Amargin à Teltown.

CAPÍTULO XXIV

I. LONG AVERTISSEMENT DE SUALTAM

Suivant la mythologie grecque Alcmène, femme d’Amphitryon, roi de Tirynthe, eut un amant, le dieu suprême Zeus, et de là naquit un fils, le célèbre Héraclès, dont les douze travaux peuvent être comparés aux exploits de Cûchulainn principalement dans le Táin bó Cúalnge. De son mari Alcmène eut un autre fils, Iphiclès. Comme Alcmène, l’Irlandaise Dechtire, sœur de Conchobar, roi d’Ulster, céda à l’amour d’un dieu, le Lugus des Gaulois, le Lug des Irlandais ; elle en eut un fils, le célèbre héros et demi-dieu Cûchulainn. Mais la leyenda irlandaise ne parle pas d’enfant qu’elle aurait eu de Sualtam son mari. Celui-ci, achetant sa femme suivant l’usage, avait acquis par là juridiquement la puissance paternelle sur les enfants que sa femme mettrait au jour pendant le mariage. Par conséquent Cûchulainn avait deux pères : un père naturel, le dieu Lug, un père légal, Sualtam. Au chapitre XVII du Táin on voit apparaître le père naturel ; le dieu Lug vient soigner et guérit Cûchulainn que de nombreuses blessures ont épuisé et presque anéanti ; puis, quand dans son char armé de faux le héros va massacrer une grande partie de l’armée ennemie, le dieu son père l’accompagne dans cette expédition. Au chapitre XXIV, Cûchulainn se trouve de nouveau dans le même état d’épuisement qu’au début du chapitre XVII. Qui lui vient en aide ? Ce n’est plus le dieu son père naturel, c’est le mortel qui est légalement son père, qui pendant l’enfance du héros a pris soin de lui, comme le dit le nom sous lequel ce père légal est connu, Sualtam, « bon nourricier ». Il s’agit d’aller demander l’intervention du roi Conchobar. Ce rôle de messager ne pouvait convenir à un dieu.

Sualtam dont il est ici question était fils de Becaltach et petit-fils de Moraltach; il était père de Cûchulainn dit fils de Sualtam. On lui avait raconté la pénible situation où se trouvait son fils en livrant, dans l’enlèvement des vaches de Cooley , un combat inégal à Calatin le hardi, accompagné de ses vingt-sept fils et de son petit-fils Glass, fils de Delga. « Nous sommes loin », dit Sualtam, « du désastre qui se produirait si le ciel se brisait, si la mer débordait et si la terre se fendait, mais bien pénible est la situation de mon fils dans le combat inégal qu’il livre pendant l’Enlèvement des vaches de Cooley. » Sualtam pensait dire vrai, et il alla se renseigner; il y alla sans se presser. Une fois arrivé à l’endroit où se trouvait Cûchulainn, Sualtam se mit à gémir et à se plaindre. Cûchulainn ne considéra pas comme étant à son honneur, comme beaux pour lui, les gémissements, les plaintes de Sualtam . Quoique blessé et criblé de plaies, il savait que Sualtam était incapable de le venger; car c’est ainsi qu’était fait Sualtam : sans être un mauvais guerrier, il n’était pas guerrier distingué, c’était un homme doux et bon : « Eh bien, maître Sualtam », dit Cûchulainn, « va trouver les guerriers d’Ulster à Emain Macha et dis-leur d’aller tout de suite poursuivre ceux qui sont venus les piller, car je ne suis plus capable de les défendre davantage dans les vallées, dans les défilés du pays qu’on appelle Conaille de Murthemne. Je suis seul en face de quatre grandes provinces d’Irlande depuis le lundi commencement de novembre jusqu’au début de février; j’ai chaque jour tué un homme au gué et cent guerriers chaque nuit. On n’observe pas à mon égard les engagements qu’on a pris, de ne me livrer que des combats singuliers ; personne ne songe à m’apporter une aide ni à me secourir. Des baguettes en forme d’arc placées sous mon manteau l’empêchent de toucher mes blessures; des touffes d’herbes sèches sont dans mes articulations. Du sommet de ma tête jusqu’à la plante de mes pieds, il n’y a aucun poil sur lequel tiendrait une pointe d’aiguille en haut duquel il n’y ait une tache de sang très rouge; même sur ma main gauche, qui portait mon bouclier, il y a cent cinquante taches de sang. Si les guerriers d’Ulster ne viennent immédiatement me venger, ils ne me vengeront pas avant qu’arrivent le jugement [dernier] et la vie [éternelle]. »

Sualtam monta sur le Gris de Macha [un des deux chevaux qui d’ordinaire étaient attelés au char de Cûchulainn] et partit pour donner avertissement aux guerriers d’Ulster. Quand il arriva à côté d’Emain Macha, il dit : « Hommes sont tués, femmes sont enlevées, vaches sont emmenées, ô guerriers d’Ulster ! » Il ne reçut pas la réponse qu’il attendait et en conséquence venant se placer en face d’Emain Macha il répéta : « Hommes sont tués, femmes sont enlevées, vaches sont emmenées, ô guerriers d’Ulster! » Il ne reçut encore pas la réponse qu’il attendait. Il y avait défense aux guerriers d’Ulster de parler avant leur roi, au roi lui-même de parler avant ses druides. Sualtam s’avança jusque sur la pierre des otages dans l’intérieur d’Emain Macha : il répéta : « Hommes sont tués, femmes sont enlevées, vaches sont emmenées. » — « Mais qui les a tués? qui les a enlevées ? qui les a emmenées ? » demanda Cathba le druide. — « Ailill et Medb vous ont attaqués », répondit Sualtam; « sont enlevés vos femmes, vos fils, vos gentils enfants, vos chevaux, vos troupes de chevaux, vos troupeaux, vos bestiaux, votre bétail : et Cûchulainn est seul pour arrêter, pour empêcher d’avancer l’armée de quatre grandes provinces d’Irlande, dans les défilés, dans les vallées du pays qu’on appelle Conaille de Murthemne. On n’observe pas à son égard les conventions qui prescrivaient des combats singuliers, aucun guerrier ne vient combattre à ses côtés, personne ne lui apporte aide ni secours. Ce jeune homme blessé a les articulations disloquées ; des baguettes en forme d’arc fixées sous son manteau empêchent son manteau de toucher ses blessures. Du sommet de sa tête à la plante de ses pieds, il n’y a aucun poil sur qui tiendrait une pointe d’aiguille, en haut duquel il n’y ait une goutte de sang très rouge; même sur sa main gauche qui portait son bouclier il y a cent cinquante taches de sang. Si vous ne venez immédiatement le venger, vous ne le vengerez pas avant qu’arrivent le jugement [dernier] et la vie [éternelle] ». — « Il est juste » dit Cathba le druide « de massacrer, de tuer, de mettre à mort celui qui insulte ainsi le roi ». — « Certes, c’est vrai », dirent tous les guerriers d’Ulster. Sualtam partit en colère, le coeur plein de haine, il n’avait pas reçu des guerriers d’Ulster la réponse qu’il attendait. Le Gris de Macha se cabra sous lui et alla se placer en face d’Emain Macha. Alors le bouclier de Sualtam se tourna contre Sualtam lui-même. Le bord de ce bouclier trancha la tête de Sualtam. Le cheval rentra dans Emain ; sur son dos il portait le bouclier et sur le bouclier était la tête de Sualtam ; cette tête répétait les mêmes paroles : « Hommes sont tués, femmes sont enlevées, vaches sont emmenées, ô guerriers d’Ulster ! » dit la tête de Sualtam. — « Ce cri est un peu trop fort », dit Conchobar ; « le ciel est au-dessus de nous, la terre sous nous, la mer tout autour nous enveloppe, mais si le firmament ne vient pas avec sa pluie d’étoiles sur la face de la terre où nous sommes campés, si la terre en tremblant ne se brise pas, si l’Océan aux bords frangés de bleu ne vient pas sur le front chevelu du monde, je ramènerai chaque vache à son étable et à son enclos, chaque femme à sa maison et à sa demeure après avoir remporté la victoire dans les combats, dans les batailles, à la guerre. » Et alors arriva celui des gens de Conchobar, qui lui servait de courrier, Findchad Ferbenduma, fils de Fraechlethan. Conchobar lui dit d’aller convoquer et rassembler les guerriers d’Ulster. Il lui fit le compte des vivants et de ceux qui étaient morts par l’effet de l’ivresse qu’avaient produite chez eux le sommeil (magique) et la maladie de neuvaine. Voici les paroles de Conchobar.

2. CONVOCATION DES GUERRIERS d’ULSTER.

« Lève-toi, ô Findchad;
Je t’envoie :
Il ne faut pas perdre de temps :
Parle aux guerriers d’Ulster. »

Suit une liste de ces guerriers comprenant environ cent-cinquante noms. Il n’y a pas d’accord exact entre les manuscrits. —

[[ Va vers Derg, vers Deda dans sa crique, vers Lemain, vers Follach, vers Illann fils de Fergus à Gabar, vers Dornaill Feic à Imchlar, vers Derg Imdirg, vers Fedilmid fils de Ilar Cetach de Cualnge à Ellonn, vers Reochad fils de Fathemon à Rigdonn, vers Lug, vers Lugaid, vers Cathba dans sa crique, vers Carfre à Ellne, vers Laeg sur sa chaussée, vers Gemen dans sa vallée, vers Senoll Uathach à Diabul Ard,. vers Cethern fils de Fintan à Carrloig, vers Cethern à Eillne, vers Tarothor, vers Mulach en son fort, vers le poète royal Amargin, vers Uathach Bodba, vers la Morrigan à Dûn Sobairche, vers Eit, vers Roth, vers Fiachna en son tertre, vers Dam drend, vers Andiaraid, vers Manè Macbriathrach (‘l’Eloquent’), vers Dam Derg (‘le rouge’), vers Mod, vers Mothus, vers Iarmothus à Corp Cliath, vers Gabarlaig en Linè, vers Eocho Semnech en Semne, vers Eochaid Laithrech à Latharne, vers Celtchar fils de Uthecar en Lethglas, vers Errgè Echbel (‘Bouche-de-Cheval’) à Bri Errgi (‘Colline d’Errgè’), vers Uma fils de Remarfessach (‘Barbe-Epaisse’) à Fedain en Cualnge, vers Munremur (‘Cou-Epais’) fils de Gerrcend (‘Petite-Tête’) à Moduirn, vers Senlabair à Canann Gall (‘des Etrangers’), vers Fallomain, vers Lugaid, roi des Fir Bolg, vers Lugaid de Linè, vers Buadgalach (‘le Héros Victorieux’), vers Abach, vers Fergna à Barrene, vers Anè, vers Aniach, vers Abra, vers Loegaire Milbel (‘Bouche-de-Miel’), jusqu’à son feu (?), vers les trois fils de Trosgal à Bacc Draigin (‘Creux-de-l’Epine’), vers Drend, vers Drenda, vers Drendus, vers Cimb, vers Cimbil, vers Cimbin à Fan na Coba (‘la Pente de …), vers Fachtna fils de Sencha à son fort, vers Sencha, vers Senchainte, vers Bricriu, vers Briccirne fils de Bricriu, vers Brecc, vers Buan, vers Barach, vers Oengus des Fir Bolg, vers Oengus fils de Letè, vers Fergus fils de Letè, vers … (?), vers Bruachar, vers Slangè, vers Conall Cernach (‘le Victorieux’) fils de Amargin à Midluachar, vers Cuchulainn fils de Sualtaim à Murthemne, vers Menn fils de Salcholga à Rena (‘la Voie-navigable’), vers les trois fils de Fiachna, Ross, Darè et Imchad à Cualnge, vers Connud macMorna à Callann, vers Condra fils de Amargin à son fort, vers Amargin à Ess Ruaid, vers Laeg à Leirè, vers Oengus Ferbenduma (‘Celui-à-la-Corne-de-cuivre’), vers Ogma Grianainech (‘Face-Lumineuse’) à Brecc, vers Eo macFornè, vers Tollcend, vers Sudè à Mag Eol en Mag Dea, vers Conla Saeb à Uarba, vers Loegaire Buadach (‘le Triomphant’ à Immail, vers Amargin Iarngiunnach (‘Cheveux-Noirs’) à Taltiu, vers Furbaide Ferbenn (‘l’homme-avec-des-Cornes-sur-son-casque’) fils de Conchobar à Sil en Mag Inis (‘la Plaine-de-l’île’), vers Cuscraid Menn (‘le Frappeur’) de Macha fils de Conchobar à Macha, vers Fingin à Fingabair, vers Blae ‘l’Hospitalier d’une centaine,’ vers Blae ‘l’Hospitalier-de-six-hommes,’ vers Eogan fils de Durthacht à Fernmag, vers Ord à Mag Sered, vers Oblan, vers Obail à Culenn, vers Curethar, vers Liana à Ethbenna, vers Fernel, vers Finnchad de Sliab Betha, vers Talgoba à Bernas (‘le Gouffre’), vers Menn fils des Fir Cualann à Mag Dula, vers Iroll à Blarinè, vers Tobraidè fils de Ailcoth vers Ialla Ilgremma (‘aux-nombreuses-Captures’), vers Ross fils de Ulchrothach (‘aux-Nombreuses-Apparences’) à Mag Dobla, vers Ailill Finn (‘le Noble’), vers Fethen Bec (‘le Petit’), vers Fethan Mor (‘le gros’), vers Fergus fils de Finnchoem (‘le Blond charmant’) à Burach, vers Olchar, vers Ebadchar, vers Uathchar, vers Etatchar, vers Oengus fils de Oenlam Gabè (‘le Forgeron-Manchot’), vers Ruadri à Mag Tail, vers Manè fils de Crom (‘le Bossu’), vers Nindech fils de Cronn, vers … (?), vers Mal macRochraidi, vers Beothach (‘le Joyeux’), vers Briathrach (‘le Bavard’) à son fort, vers Narithla à Lothor, vers les deux fils de Feic, Muridach et Cotreb, vers Fintan fils de Niamglonnach (‘aux brillants Exploits’) à Dun da Benn (‘le Dûn-aux-deux-Pans’), vers Feradach Finn Fechtnach (‘le Noble et Intègre’) à Nemed (‘le Sanctuaire’) de Sliab Fuait, vers Amargin fils de Ecetsalach (‘le forgeron-crasseux’) au Buas, vers Bunnè fils de Munremar, vers Fidach fils de Dorarè, vers Muirnè Menn (‘le Cogneur’). ]]

Findchad n’eut pas de peine à faire la convocation et le rassemblement prescrit par Conchobar. Tous les guerriers qui se trouvaient à l’Est d’Emain, à l’Ouest d’Emain, au Nord d’Emain arrivèrent dans la pelouse d’Emain à la suite de leurs rois, obéissant à la parole de leurs chefs et là ils attendirent le lever de Conchobar. Tous les guerriers qui se trouvaient au Sud d’Emain allèrent immédiatement sur les traces de l’armée ennemie en suivant les empreintes laissées par les sabots des chevaux.

Dans leur première marche, cette nuit-là, les guerriers d’Ulster qui entouraient Conchobar atteignirent la pelouse d’Irard Cullenn.« Qu’attendons-nous donc ? ô hommes! » dit Conchobar. — « Nous attendons tes fils », lui répondit-on : « nous attendons Fiabach et Fiachna qui sont allés chercher Erc, fils de Fedelmid aux neuf formes, ta fille, et de Carpre Niafer, afin qu’il vienne maintenant nous rejoindre avec sa nombreuse levée de soldats, son rassemblement, sa troupe, son armée. » — « Je donne ma parole », répondit Conchobar « que je ne l’attendrai pas davantage ici. Je ne veux pas que les hommes d’Irlande n’entendent point parler de mon lever à cause de l’état maladif où je suis, des souffrances que j’éprouve; car ils ne savent pas si je suis encore vivant. »

Alors Conchobar et Celtchar, accompagnés de trois mille guerriers en char et armés de lances aiguës, allèrent au gué d’Irmide. Là ils rencontrèrent cent soixante hommes de grande taille, des gens d’Ailill et de Medb, emmenant comme butin cent soixante femmes. C’était leur part du butin fait sur les habitants d’Ulster ; les cent soixante hommes tenaient chacun une femme prisonnière. Conchobar et Celtchar coupèrent les cent soixante têtes de ces hommes et délivrèrent les cent soixante femmes. Le gué, qui s’était appelé gué d’Irmide jusque là, fut dès lors dit gué des Fêné, parce que sur les bords de ce gué combattirent les guerriers des Fêné tant de l’Est que de l’Ouest.

Cette nuit-là Conchobar et Celtchar retournèrent à la pelouse d’Irard Cullenn près des guerriers d’Ulster. Celtchar les excita au combat. Voici ce qu’il dit aux guerriers d’Ulster cette nuit là à Irard Cullenn.

1. ………………………..
…………………………….
…………………………….
…………………………….

2 « Trois mille cochers,
Cent dures troupes de chevaux,
Oui cent, autour de cent druides,
Pour nous conduire ne feront pas défaut. »

3 « L’homme du pays
Autour des emportements de Conchobar
Prépare la bataille.
Réunissez-vous, ô Fêne ! »

4 « Le combat sera livré
A Garech et à Ilgarech
Ce matin à l’Est. »

Cette même nuit Cormac à l’intelligent exil, fils de Conchobar, dit les paroles qui suivent aux hommes d’Irlande à Slemain de Meath :

1 « Merveilleuse matinée !
Temps merveilleux !
Des armées se mêleront
Des rois seront mis en fuite. »

2 Des cous seront brisés,
Le sable rougira,
Devant sept chefs triompheront
Les armées d’Ulster autour de Conchobar. »

3 « Elles combattront pour leurs femmes,
Elles reprendront leurs troupeaux,
A Garech et à Ilgarech,
Ce matin à l’Est. »

La même nuit Dubthach le paresseux d’Ulster dit aux hommes d’Irlande à Slemain de Meath les paroles que voici :

1 « Très grande matinée,
La matinée de Meath ;
Très grand armistice,
L’armistice de Cullenn ! »

2 « Très grand combat,
Le combat de Clartha ;
Très grande cavalerie,
La cavalerie d’Assal. »

3 « Très grande mort,
La mort des gens de Bresse ;
Très grande victoire,
La victoire des guerriers d’Ulster autour de Conchobar. »

4 « Ils combattront pour leurs femmes,
Ils reprendront leurs troupeaux,
A Garech et à Ilgarech,
Ce matin à l’Est. »

Alors Dubthach fut réveillé dans son sommeil ; en effet Nemain (Déesse de la guerre) avait pénétré au milieu de l’armée des hommes d’Irlande; de leurs lances et de leurs épées, elle faisait sortir un bruit d’armes qui, semblable à des cris, s’élevait en l’air ; la terreur que ce bruit causait tua, dans leur camp, à leur poste, cent guerriers. Avant ou après cet événement, la nuit ne fut pas plus calme pour les hommes d’Irlande : une prophétie, des fantômes, des visions leur avaient annoncé (le désastre prochain).

CHAPITRE XXV
LES BATAILLONS MARCHENT EN AVANT

1 . Alors Ailill prit la parole : « J’ai certes été » dit-il « dévaster l’Ulster et le pays des Pictes depuis le lundi commencement de l’hiver jusqu’au commencement du printemps. Nous avons enlevé leurs femmes, leurs fils, leurs gentils enfants, leurs chevaux, leurs troupes de chevaux, leurs troupeaux, leurs bestiaux, leur bétail ; nous avons abattu derrière eux leurs montagnes, les faisant tomber dans les vallées que nous avons nivelées. Aussi ne les attendrai-je pas ici davantage; ils viendront, s’il leur plaît, me livrer bataille dans la plaine d’Ae. Mais nous disons aussi ceci : que quelqu’un aille dans la grande et vaste plaine de Meath voir si les guerriers d’Ulster y viennent; et s’ils y viennent, je ne m’enfuirai pas à la forteresse (de Cruachan) ; fuir n’a jamais été la coutume des rois. » — « Qui faut-il envoyer là? » demanda chacun, « qui donc, si ce n’est Mac Roth, le roi des coureurs ? »

Mac Roth s’en alla inspecter la grande et vaste plaine de Meath. Il n’y était pas depuis longtemps quand il entendit quelque chose : bourdonnement, tapage, fracas, vacarme ; ce n’était pas un bruit léger ; il lui sembla que c’était comme si le firmament tombait sur la face de la terre animée par les hommes, comme si l’Océan aux bords frangés de bleu arrivait sur le front chevelu du monde, comme si la terre se mettait à trembler, ou comme si les arbres des forêts étaient précipités sur les rameaux et sur les branches fourchues les uns des autres. Quoi qu’il en soit, ce qui était certain, c’est que les animaux sauvages de la forêt avaient été chassés dans la plaine en sorte qu’ils rendaient invisible le front chevelu de la plaine de Meath. Mac Roth alla raconter cela à l’endroit où se trouvaient Ailill, Medb, Fergus et les grands seigneurs d’Irlande. Il leur fit son rapport.

« Qu’est-ce que cela ? O Fergus ! » dit Ailill. — « Cela n’est pas difficile à comprendre » répondit Fergus. « Ce bourdonnement, ce tapage, ce tumulte qu’il a entendus », dit Fergus, « ce bruit, ce tonnerre, ce fracas, ce vacarme, résultent de ce que, devant leurs chars autour des guerriers, des héros, les hommes d’Ulster ont avec leurs épées coupé le bois; en ce faisant, ils ont chassé dans la plaine les animaux sauvages, derrière lesquels a cessé d’être visible le front chevelu de la plaine de Meath. »

Mac Roth alla une seconde fois inspecter la plaine de Meath : il aperçut un grand nuage gris qui remplissait l’intervalle entre le ciel et la terre. Il lui semblait voir dans ce nuage des îles sur des lacs dans des vallées. Il crut distinguer des cavernes béantes à l’entrée de ce nuage. Il lui sembla voir des pièces de toile toutes blanches ou des flocons de neige pure s’échapper d’une fente de ce nuage. Il lui sembla qu’il y avait là soit une foule énorme d’oiseaux aussi étranges que nombreux, soit la clarté d’étoiles multiples, étincelantes comme en une nuit froide et sans nuage, soit les étincelles parties d’un feu très rouge. Il entendit bourdonnement, tapage, tumulte, bruit, tonnerre, fracas, vacarme. Il alla raconter cela à l’endroit où se trouvaient Ailill, Medb, Fergus et les grands seigneurs d’Irlande. Il leur fit son rapport.

« Qu’est-ce que cela ? ô Fergus ! » demanda Ailill. — « Cela n’est pas difficile à comprendre » répondit Fergus. « Le grand nuage gris que Mac Roth a vu remplissant l’intervalle entre le ciel et la terre, c’est le produit de l’haleine des chevaux et des guerriers ; c’est aussi la vapeur émanée du sol, la poussière du chemin soulevée au-dessus des guerriers par le souffle du vent; voilà ce qui a causé ce grand nuage très gris dans les cieux et les airs.

« Les îles sur les lacs que Mac Roth a vues, les sommets des collines et des montagnes au-dessus des vallées du nuage, ce sont les têtes des guerriers et des héros au-dessus des chars, ce sont les chars eux-mêmes.

« Les cavernes que Mac Roth a vues béantes à l’entrée du nuage, ce sont les bouches et les nez par lesquels les chevaux et les héros aspirent le soleil et le vent pendant la marche précipitée de la foule.

« Les pièces de toile toutes blanches que Mac Roth a aperçues, la neige pure qu’il a vue tomber, c’était de l’écume et encore de l’écume qui s’échappant des bouches des forts et vigoureux chevaux arrivait sur les mors des brides pendant la marche impétueuse de la troupe des guerriers.

« La foule énorme d’oiseaux étranges, nombreux, que Mac Roth a aperçue là, c’étaient les immondices qui du sol et de la surface de la terre étaient soulevées par les pieds, par les sabots des chevaux, et que le vent faisait voler au-dessus d’eux.

« Le bourdonnement, tapage, tumulte, bruit, tonnerre, tracas, vacarme qu’a entendus Mac Roth, c’est le cliquetis des boucliers, des fers de lances, des belliqueuses épées, des casques, des cuirasses, des armes de toute sorte que maniaient des guerriers furieux ; c’est le frottement des cordes, le grincement des roues, le choc des sabots des chevaux, le roulement des chars; c’est la puissante voix de basse des guerriers, des héros.

« La clarté d’étoiles multiples, étincelantes, que Mac Roth a vue briller, comme en une nuit froide et sans nuage, les étincelles parties d’un feu très rouge, dont parle Mac Roth, ce sont les yeux terribles, avides de sang, sortant des beaux casques élégants et finement parés, de ces guerriers, de ces héros ; ceux-ci sont pleins de colère et de fureur contre ceux auxquels ils n’ont pas jusqu’ici livré combat, sur lesquels ils n’ont pas remporté de victoires et n’en remporteront pas jusqu’au jugement (dernier) et à la vie (éternelle). »

« Nous ne faisons pas grand cas d’eux » dit Medb; « de bons soldats, de bons guerriers sont venus nous offrir leurs services ». — « Je ne compte pas là-dessus », répondit Fergus; « j’en donne ma parole, tu ne rencontreras pas en Irlande ou en Grande Bretagne une armée capable de se disputer avec des guerriers d’Ulster, quand ils sont entrés en fureur. »

Alors les quatre grandes provinces d’Irlande prirent cette nuit étape et campement à Clathra. Ils laissèrent des hommes de garde en surveillance devant les guerriers d’Ulster de peur que ces guerriers ne vinssent les attaquer sans sommation préalable, à l’improviste.

2. Ce fut alors que s’avancèrent Conchobar et Celtchar avec trois mille guerriers en char et armés de lances. Ils s’arrêtèrent en Slemain de Meath derrière les armées des hommes d’Irlande. Mais ici nous nous trompons, ils ne s’arrêtèrent pas là; et conformément à un présage ils allèrent au camp d’Ailill et de Medb pour rougir leurs mains dans le sang de tous leurs adversaires. Mac Roth ne fut pas longtemps à arriver près d’eux, et voici ce qu’il vit : une troupe de chevaux très grande, extraordinaire, tout droit au Nord-Est en Slemain de Meath. Il retourna là où étaient Ailill, Medb et les grands seigneurs d’Irlande. Dès qu’il fut arrivé, Aillil lui demanda des nouvelles. « Eh bien ! ô Mac Roth » demanda Ailill, « as-tu vu aujourd’hui quelqu’un des guerriers d’Ulster sur les traces de cette armée-ci? » — « Certes, je ne sais pas », répondit Mac Roth; « mais j’ai vu une très grande et extraordinaire troupe de chevaux tout droit au Nord-Est en Slemain de Meath. » — « Mais quel nombre de chevaux y a-t-il dans cette troupe? » dit Ailill. — « Il n’y a pas dans cette troupe » répliqua Mac Roth « moins de trois mille guerriers en char armés de lances, dix fois cent, plus vingt fois cent guerriers en char armés de lances ».

« Eh bien ! ô Fergus ! » demanda Ailill , « que penses-tu de l’épouvante à nous causée par la poussière ou par la vapeur qu’exhalent les haleines d’une grande armée, si jusqu’à cette heure le nombre d’ennemis que tu nous as annoncés n’est pas plus considérable que cela. »

« Tu te hâtes un peu trop de les prendre en pitié », répondit Fergus, « car il se peut que ces troupes soient plus nombreuses qu’on ne l’a dit ». — « Tenons conseil là-dessus avec maturité et brièvement », repartit Medb. « On sait que nous serons attaqués par l’homme très grand, très sauvage, très emporté qui s’approche de nous, par Conchobar, c’est-à-dire par le fils de Fachtna Fathach, par le petit-fils de Ross, par l’arrière-petit-fils de Rudraige, par le roi suprême d’Ulster, par le fils du roi suprême d’Irlande. Que les hommes d’Irlande disposent devant Conchobar un cercle de guerriers qui ait une ouverture et lorsque Conchobar sera entré par cette ouverture, que trois mille hommes la ferment derrière lui et fassent sa troupe prisonnière sans la blesser. Inutile qu’ils viennent plus nombreux, ils auront le talent de le prendre. » C’est une des trois plus grandes moqueries qui ont été dites à l’enlèvement [du taureau divin et] des vaches de Cooley, de faire Conchobar prisonnier sans le blesser, et d’avoir le talent de prendre les trois mille guerriers qui l’accompagnaient de la race royale d’Ulster.

Cormac à l’intelligent exil, fils de Conchobar, entendit le discours de Medb et il sut que si on n’en tirait pas immédiatement vengeance, la vengeance n’en pourrait être obtenue avant le jugement [dernier] et la vie [éternelle]. Alors Cormac à l’intelligent exil, fils de Conchobar, se leva avec sa troupe de trois mille vaillants guerriers pour livrer un noble combat à Ailill et à Medb. Mais Ailill se leva avec ses trois mille vaillants guerriers; Medb se leva avec ses trois mille guerriers; les Mane se levèrent avec leurs trois mille guerriers ; les fils de Maga se levèrent avec leurs trois mille guerriers; les Galiáin, les gens de Munster, ceux de Tara se levèrent et après s’être entendus entre eux s’assirent les uns près des autres à côté de leurs armes. Alors Medb disposa des guerriers en forme de cercle ouvert devant Conchobar et plaça une troupe de trois mille hommes pour fermer ce cercle derrière Conchobar. Conchobar pénétra dans ce cercle par l’ouverture, et, pour en sortir, il ne se préoccupa pas de chercher une issue : il fit devant lui en face dans le combat une brèche de la largeur d’un homme, puis à droite une brèche aussi large que cent hommes, à gauche une brèche aussi large que cent hommes, et frappant dans la masse, y pénétrant, il tua huit cents guerriers très braves, puis il s’éloigna; aucune goutte de son sang n’avait rougi sa peau et il s’assit en Slemain de Meath en avant de l’armée d’Ulster.

« Eh bien ! ô hommes d’Irlande! » dit Ailill, « que l’un de nous aille inspecter la grande et vaste plaine de Meath pour savoir comment les guerriers d’Ulster sont arrivés sur les hauteurs de Slemain de Meath, pour nous faire la description de leurs armes, de leurs équipements, de leurs héros, de leurs guerriers, capables de briser cent clôtures, et de leurs gens du commun. Pour que nous entendions bientôt son rapport, qu’il parte tout de suite. » — « Qui donc irait là? » demanda chacun. — « Qui ? » répondit Ailill, «si ce n’est Mac Roth, le roi des coureurs ».

Mac Roth partit et alla s’asseoir en Slemain de Meath devant les guerriers d’Ulster. Les guerriers d’Ulster firent sur ces hauteurs une marche qui, commencée de bonne heure le matin au point du jour, continua jusqu’au soir au moment du coucher du soleil. Sous eux pendant ce temps, la terre n’était pas nue. Chaque armée entourait son roi, chaque bataillon entourait son chef; chaque roi, chaque chef, chaque seigneur était accompagné de sa troupe, de sa suite, de son groupe, de sa levée de guerriers. Ainsi les guerriers d’Ulster arrivèrent tous avant le coucher du soleil sur la hauteur de Slemain de Meath. Mac Roth partit pour gagner l’endroit où étaient Ailill, Medb et les nobles d’Irlande, pour leur décrire le bataillon qui marchait en tête, les armes, les équipements, les guerriers, les héros, capables de briser cent clôtures, et les gens du commun. À son arrivée Ailill et Medb lui demandèrent des nouvelles. « Eh bien, ô Mac Roth! », dit Ailill, « comment s’est produite la venue des guerriers d’Ulster sur les hauteurs de Slemain de Meath ? »

3. « Certes, je n’en sais rien », répondit Mac Roth. «Ce que je sais, c’est que sur les hauteurs de Slemain de Meath il est venu une troupe ardente, puissante, très belle. Si j’ai bien regardé et bien observé, il y avait là trois fois trois mille guerriers, qui tous se débarrassèrent de leurs vêtements et creusant le sol firent un tas de mottes de terre qu’ils placèrent sous le siège de leur chef, un guerrier mince, de longue et haute taille, distingué et très fier qui était en avant d’eux. C’est le plus beau des chefs du monde ; la crainte, la terreur qu’il inspire à ses troupes, les menaces qu’il leur adresse assurent son triomphe. Il a une belle chevelure blonde bouclée, élégante, touffue, avec toupet. Son visage est agréable, de teinte pourpre. Dans sa tête brille un œil gris bleu, terrible, avide de sang. À son menton pend une barbe à deux pointes, blonde, bouclée. Une tunique pourpre, galonnée, à cinq plis, l’enveloppe. Dans son manteau, sur sa poitrine est une broche d’or. Une chemise blanche avec capuchon orné d’entrelacs d’or rouge couvre sa blanche peau. Il porte un bouclier blanc avec ornements ronds d’or rouge en forme d’animaux. D’une main il tient une épée avec poignée d’or et entrelacs; dans l’autre main, une lance dont la pointe est large et bleue. Ce guerrier s’est assis sur le point le plus élevé de la hauteur; chacun s’est dirigé vers lui, sa troupe s’est rangée autour de lui. »

4. « Il est venu ensuite une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath » , dit Mac Roth. « Cette seconde troupe était de trois mille hommes. En tête de cette troupe était aussi un bel homme. Sur sa tête apparaissait une jolie chevelure blonde; autour de son menton une brillante barbe bouclée. Un manteau vert l’enveloppait. Dans ce manteau, sur sa poitrine, on voyait une broche d’argent blanc. Une chemise guerrière d’un rouge brun avec de rouges broderies d’or rouge couvrait tout autour sa blanche peau et descendait jusqu’à ses genoux. Sa lance, ornée de bandes d’argent et de galons d’or, ressemblait au flambeau d’une maison royale ; la tenant dans sa main, ce guerrier faisait des jeux et des tours d’adresse étranges. Du bas de la lance à l’emboîtement du fer, les bandes d’argent couraient tout autour de la hampe à côté des galons d’or ; de l’emboîtement du fer au bas de la lance, les galons d’or couraient tout autour de la hampe à côté des bandes d’argent. Il portait sur lui un bouclier avec tranchant orné pour frapper. À sa gauche pendait une épée à poignée d’ivoire parée de fils d’or. Ce guerrier s’assit à gauche de celui qui le premier était venu sur l’éminence. Sa troupe s’assit autour de lui. Mais, que disons-nous? Elle ne s’assit pas tout de suite. Elle s’agenouilla sur le sol, le bord des boucliers touchant les mentons, jusqu’au moment où elle fut mise en mouvement contre nous. J’ai encore remarqué autre chose, c’est le grand bégaiement du grand et orgueilleux guerrier qui est chef de cette troupe » .

5 . « Il est venu encore une autre troupe sur la même éminence », dit Mac Roth, « en Slemain de Meath ; elle tenait le second rang après la précédente par le nombre et le vêtement des guerriers réunis. En tête de cette troupe était un beau guerrier à tête large. Sa chevelure était divisée en tresses d’un blond foncé. Il faisait tourner dans sa tête un œil ardent, d’un bleu foncé. Une barbe brillante, bouclée, fourchue, étroite entourait son menton. Un manteau bleu foncé avec doublure à son extrémité l’enveloppait. Dans son manteau, sur sa poitrine, était fixée une broche de laiton en. forme de feuille. Il avait sur la peau une chemise à capuchon blanc. Il portait un bouclier blanc avec ornements d’argent arrondis en forme d’animaux. [La poignée de l’épée qu’on tient dans] le poing fermé était de bel argent et cette épée se trouvait cachée sous ses vêtements dans le fourreau de Bodb (déesse de la guerre). Dans sa main il avait une lance à cinq pointes. Ce guerrier s’assit sur le tas de mottes de terre où se trouvait déjà le guerrier arrivé le premier sur la hauteur. Sa troupe s’assit autour de lui. Autant est mélodieux le son prolongé de la harpe touchée par des mains d’artistes, aussi mélodieux me parut le son de la voix de ce dernier guerrier, causant avec le guerrier arrivé le premier sur la hauteur et lui donnant toute sorte de conseils. »

« Mais qui est venu là? » demanda Ailill à Fergus. — « Nous le savons assurément », répondit Fergus. « Le premier guerrier, celui pour lequel en creusant la terre on a fait un tas de mottes de gazon en haut de la colline et près duquel sont venus se placer les autres, c’est Conchobar, fils de Fachtna Fathach, petit-fils de Ross Ruad, arrière-petit-fils de Rudraige; c’est le roi suprême d’Ulster, c’est le fils du roi suprême d’Irlande.

« Le grand guerrier bègue qui s’est assis à la gauche de Conchobar, c’est Cuscraid le bègue de Macha, fils de Conchobar. Il a autour de lui les fils des rois d’Ulster et près de lui les fils des rois d’Irlande. La lance que Mac Roth a vue dans sa main on l’appelle « flambeau de Cuscraid » ; elle est ornée de bandes d’argent et de galons d’or. Ordinairement les bandes d’argent de cette lance ne courent autour d’elle à côté des- galons d’or que peu de temps avant le triomphe. Il est vraisemblable que cette course autour de la lance aura de peu de temps précédé le triomphe prochain.

« Le beau guerrier à tête large qui s’est ensuite assis sur le tas de mottes de gazon près du guerrier arrivé le premier sur la hauteur, c’est Sencha, fils d’Ailill et petit-fils de Maelchlo ; c’est l’éloquent orateur d’Ulster, celui qui apporte la paix aux armées d’Irlande. Mais j’ajoute un mot : ce n’est pas un conseil de lâcheté ni de poltronnerie qu’il donne à son maître en ce jour de bataille où nous sommes ; ce qu’il leur conseille, ce sont des actes de bravoure, des exploits, de hauts faits, de belles actions.

« Encore un mot », reprit Fergus ; « les bons guerriers qui se sont levés de bonne heure autour de Conchobar aujourd’hui sont gens capables de faire des exploits. » — « Nous ne faisons pas grand cas d’eux », répliqua Medb; « nous avons de bons guerriers, de bons soldats pour leur donner la riposte. » — « Je ne compte certes pas là-dessus », répondit Fergus. « Je donne ma parole que tu ne connaîtras jamais ni en Irlande, ni en Grande-Bretagne aucune armée qui puisse donner la riposte aux guerriers d’Ulster quand ils entrent en colère. »

6. « Une autre troupe est venue encore sur la même hauteur en Slemain de Meath », dit Mac Roth. « En tête était un bel homme de très haute taille. Son noble visage semblait jeter des flammes. Il portait une chevelure très brune fort peu épaisse sur son front. Un manteau gris l’enveloppait. Il y avait dans ce manteau sur sa poitrine une broche d’argent. Sur sa peau une chemise blanche à manches. Son bouclier était courbe avec tranchant orné. À la main il tenait une lance à cinq pointes. Une épée à poignée d’ivoire était près de lui à la place ordinaire. »

« Mais qui est-ce ? » demanda Ailill. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « Il a la main en position de combat, c’est un guerrier prêt pour la bataille ; il est l’anéantissement de tout ennemi qui vient l’attaquer. C’est Eogan, fils de Durthacht, c’est le robuste roi de Farney, dans le Nord.»

7. « Une autre troupe est venue là sur la même hauteur en Slemain de Meath », reprit Mac Roth. « On peut, sans mentir, dire qu’insolemment ils ont occupé cette hauteur-là. Forte est l’horreur, grande est la terreur qu’ils ont apportée avec eux. Derrière eux flottaient leurs vêtements. En tête de cette troupe s’avançait un guerrier héroïque, à grosse tête, avide de sang, terrible. Sa chevelure était légère, d’un gris brillant. Dans sa tête, on voyait de grands yeux jaunes. Un manteau jaune l’enveloppait. Une broche d’or jaune était fixée dans ce manteau sur sa poitrine. Il avait sur la peau une chemise jaune galonnée. Dans sa main il tenait une lance à rivets, avec large fer et longue tige, sur le tranchant de laquelle apparaissait une goutte de sang. »

« Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le connaissons, ce guerrier », répondit Fergus. « Celui qui est venu ici ne veut éviter ni combat, ni champ de bataille, ni lutte, ni engagement guerrier. C’est Loegaire le victorieux, fils de Connad le blond et petit-fils d’Iliach d’Immail dans le Nord. »

8. « Il est venu encore une autre troupe sur la hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe était un guerrier corpulent avec un gros dos. Il portait une chevelure noire et abondante sous laquelle apparaissait un visage pourpre et balafré. Dans sa tête étincelait un œil gris. La lance qu’il portait dans sa main avait des yeux et reflétait des ombres. Il avait un bouclier noir avec une dure bordure de laiton. Un manteau brun de laine frisée l’enveloppait. Dans ce manteau, sur sa poitrine, brillait une broche d’or. Sur la peau il avait une chemise qu’ornaient trois bandes de soie. Au dehors, sur ces vêtements apparaissait une épée avec poignée d’ivoire et ornements de fils d’or. »

« Mais qui est-ce ? », demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est un guerrier qui met la main au combat, c’est la vague qui venue de l’Océan noie tout, c’est l’homme aux trois cris, c’est une mer qui passe par dessus les murs; voici qui est venu : Munremur, fils de Gerrcend de Moduirn dans le Nord. »

9. « Une autre troupe est venue aussi sur la même hauteur en Slemain de Meath », dit Mac Roth. « En tête de cette troupe était un guerrier à large tête et gros corps, brun, ardent, pareil à un taureau. Dans sa tête apparaissait un œil brun et fier. Sur sa tête on voyait une chevelure blonde et très frisée. Il portait un bouclier rond de couleur rouge, entouré d’une dure bordure d’argent. Il tenait dans sa main une lance à large fer et longue tige. Un manteau rayé l’enveloppait. Sur sa poitrine il y avait dans ce manteau une broche de cuivre. Une chemise avec capuchon et ceinture lui descendait jusqu’aux mollets. Sur sa cuisse gauche pendait une épée à poignée d’ivoire. »

« Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes nous le savons », répondit Fergus. « C’est un pilier de bataille, c’est la victoire dans tous les combats. C’est la hache qui tranche quiconque se présente à lui. C’est Connad, fils de Morna de Calland dans le Nord. »

10. « Il est venu aussi une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath », dit Mac Roth. « Sans mentir, ces guerriers ont donné avec tant de force et d’impétuosité l’assaut à cette éminence, que les troupes arrivées avant eux en ont ressenti une secousse. À leur tête était un homme gracieux, aimable, le plus joli des hommes du monde, tant par les traits et la mine que par les formes du corps, tant par ses armes que par son équipement, tant par sa corpulence que par sa belle dignité, tant par son physique que par son habileté dans l’art de la guerre et sa noble attitude. » — « Mais », reprit Fergus, « Mac Roth n’a pas menti; sa parole est juste. Celui qui est venu là n’est pas un imbécile, pillard, ennemi de tout le monde ; il a une force irrésistible. Il est comme la vague qui dans la tempête vous noie. Ce bel homme a l’éclat de la glace. C’est Fedilmid fils de Cilar Cetal d’Elland dans le Nord. »

11. « Une autre troupe est encore venue sur la même hauteur en Slemain de Meath », dit Mac Roth. « On n’a pas vu souvent un guerrier aussi beau que celui qui était à la tête de cette troupe. Sa chevelure était abondante et d’un blond rouge. Il avait un visage fort joli et très large. Dans sa tête son œil gris, juvénile, gai, semblait un flambeau. Homme bien proportionné, il était grand, ni trop maigre, ni trop gros. Il avait les lèvres rouges et minces, les dents brillantes comme des perles, la peau blanche. Il portait un manteau pourpre et doublé. Sur sa poitrine dans ce manteau, il y avait une broche d’or. Une chemise de soie digne d’un roi, avec ornement d’or rouge, enveloppait sa blanche peau. Son bouclier était blanc avec ornements d’or rouge arrondis en forme d’animaux. À sa gauche pendait une épée à poignée d’or avec entrelacs. Une de ses mains tenait une longue lance dont l’extrémité tranchante était bleue ; dans l’autre main, on voyait un des javelots aigus à rivets de bronze que les guerriers lancent avec des cordes. »

« Mais qui est-ce ? », demanda Ailill à Fergus. — « C’est la moitié de la bataille, c’est un des deux guerriers qui livrent le combat singulier, c’est la rage sauvage du chien de guerre. Voici qui est venu : c’est Reochaid, fils de Fatheman de Rigdond dans le Nord. »

12. « Une autre troupe », dit Mac Roth, « est encore venue sur la même hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe était le guerrier qui la commandait, un homme à grosses cuisses, dont chaque membre était presqu’aussi gros que le corps d’un homme ordinaire ; sans mentir, c’était un guerrier jusqu’à terre (des pieds à la tête). Il avait une épaisse chevelure brune, le visage pourpre et rond. Dans sa tête luisait un œil orgueilleux. Tel était cet homme, brillant, rapide, avec des guerriers rusés aux yeux noirs, armés de lances rouges, flamboyantes, avides d’action, capables de livrer chacun sept combats singuliers et d’y triompher, de terminer ainsi la lutte sans recourir au concours de Conchobar. »

« Mais qui est-ce? », demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est un homme aussi remarquable par sa bravoure et sa science de la guerre que par ses débauches et son emportement. Il est le trait d’union entre les troupes et les armes, il dirige du nord le massacre des hommes d’Irlande. C’est mon cher camarade Fergus, fils de Leite, de Line dans le Nord. »

13. « Une autre troupe », dit Mac Roth, « est venue sur la même hauteur en Slemain de Meath. Elle a pris un autre campement que les premières. En tête de cette troupe était un guerrier beau, actif, agile ; il avait sur la peau une chemise bleue galonnée avec ornements arrondis et tissée avec d’excellents fils de laiton, aux fentes et au devant de laquelle on distinguait des boutons d’or rouge. Il portait un manteau fait de plusieurs pièces d’étoffe dont les couleurs semblaient toutes triomphantes. Il y avait cinq cercles d’or sur le bouclier qu’il portait. À sa gauche pendait une épée dure, une épée droite que ce héros devait glorieusement saisir. Il tenait à la main une lance à hampe droite, à fer courbe, à flamme rouge ».

« Mais qui est-ce? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. » C’est l’élite des poètes royaux. C’est lui qui donne l’assaut à la forteresse; il est le chemin qui mène au but. Sa bravoure est impétueuse. C’est Amargin, fils d’Ecetsalach le forgeron, c’est le beau poète de Buas dans le Nord. »

14. « Une autre troupe », dit Mac Roth, « est encore venue sur la même hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe était un beau guerrier blond. Tout était beau chez lui: chevelure, œil, barbe, sourcil, vêtements. Il portait un bouclier bordé. À sa gauche pendait une épée à poignée d’or ornée d’entrelacs. Dans sa main une lance à cinq pointes brillait sur toute l’armée. » — « Mais, qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « Celui qui est venu est certainement parmi le peuple un guerrier bien aimé. Il est bien aimé, cet ours qui frappe si fort, bien aimé cet ours aux grands exploits qui attaque les ennemis avec une force accablante. C’est Feradach Find Fechnach qui vient de Nemed sur le mont Fuaid dans le Nord. »

15. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. Deux tendres jeunes guerriers étaient en tête de cette troupe. Deux manteaux verts avec doublure les enveloppaient. Deux broches d’argent blanc étaient fixées dans ces manteaux sur leur poitrine. Ils avaient chacun sur la peau une chemise en soie lisse et jaune. À leurs ceintures pendaient des épées à poignée blanche. Dans leurs mains étaient deux lances à cinq pointes avec entourage d’argent tout blanc. Il y a entre eux petite différence d’âge. » — « Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « Ce sont deux exceptionnels champions, deux hommes au cou exceptionnellement vigoureux, flammes exceptionnelles, flambeaux exceptionnels, deux guerriers, deux héros, deux éminents maîtres de maison, deux dragons, deux feux, deux destructeurs, deux barres de fer, deux audacieux, deux furieux, deux bien aimés des guerriers d’Ulster qui environnent leur roi. Ce sont Fiachaig et Fiachna, deux fils de Conchobar, c’est-à-dire du fils de Fiachtna, du petit-fils de Ross Ruad, de l’arrière-petit-fils de Rudraige. »

16. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur. On se noierait dans cette troupe, tant elle est grande ; on peut la comparer à un feu de flamme rouge, son nombre exigera une bataille ; elle a la force d’un rocher, elle combattra pour détruire, elle a l’impétuosité du tonnerre. En tête de cette troupe était un homme colère, terrible, très effrayant, au grand nez, aux grandes oreilles, aux yeux aussi gros que des pommes, à la chevelure hérissée, brillante et grise. Un manteau rayé l’enveloppait. Dans ce manteau sur sa poitrine, une barre de fer allait d’une épaule à l’autre. Il avait sur la peau une dure chemise à trois raies. À son côté pendait une épée produite par la fusion de sept morceaux de fer. Contre lui se dressait un bouclier brun. Dans sa main il tenait une grande lance dont la douille était traversée par trente rivets. Aussi se produisit-il grand bruit d’armes parmi les combattants et les troupes, quand on vit ce guerrier et son bataillon arriver sur la hauteur en Slemain de Meath. » — « Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est la moitié de la bataille, c’est la tête de la lutte, la tête du combat par la bravoure ; c’est une mer qui sépare deux provinces, celui qui est venu là. C’est le grand Celtchair, fils d’Uthechar de Lethglass dans le Nord. »

17. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur, en Slemain de Meath. Elle est forte, pleine d’ardeur ; elle est affreuse, effrayante. En tête de cette troupe s’avançait un guerrier ventru, à grande bouche, borgne, à large tête, avec de longues mains. Il portait une chevelure très frisée. Un manteau noir flottait autour de lui. Dans ce manteau sur sa poitrine, on voyait une roue d’étain. Sur son vêtement pendait une épée très longue. Il tenait en sa main droite une lourde lance. Son bouclier faisait sur lui une sorte de bosse grise. » — « Mais qui est-ce? », demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est un lion féroce à main rouge, c’est un ours impétueux, terrible, qui triomphe de la bravoure. C’est Eirge, à la bouche de cheval, qui vient de Bri Errgi, dans le Nord. »

18. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe s’avançait un homme grand, éminent. Il portait chevelure très rouge. De grands yeux très rouges apparaissaient dans sa tête ; ces très grands yeux rouges dignes d’un roi étaient aussi longs que la courbe du doigt d’un guerrier. Un manteau moucheté l’enveloppait. Il portait un bouclier gris, une lance bleue et mince. Une troupe toute rouge de sang l’entourait ; lui-même au milieu d’elle était blessé, couvert de sang. » — « Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est un brave sans pitié, c’est un aigle de haut vol, c’est une lance audacieuse, un animal digne de la royauté, le coureur de Colptha, le victorieux brave de Bale : c’est le beuglant de Berna, c’est le taureau furieux, c’est Mend fils de Salchoga des Rena de la Boyne. »

19. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « un autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe s’avançait un guerrier à longue mâchoire brune, à chevelure noire, à longs pieds. Un manteau rouge de laine frisée l’enveloppait. Dans ce manteau, sur sa poitrine était une broche d’argent blanc ; sur sa peau une chemise de toile. Il portait un bouclier rouge comme du sang et bordé d’or. À sa gauche pendait une épée à poignée d’argent. Il portait une lance anguleuse avec douille d’or. » — « Mais qui est-ce? », demanda. Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est un homme de trois courses, un homme de trois chemins, un homme de trois grandes routes, c’est Fergna, fils de Findchonn, c’est le roi de Burach en Ulster dans le Nord. »

20. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. En tête de cette troupe s’avançait un homme beau et grand. Il ressemble à Ailill. Armé d’une lance aiguë, il arrêterait l’ennemi par l’éclatante supériorité de sa personne, par ses armes, son équipement, son courage, sa science de la guerre, ses glorieux exploits. Il avait un bouclier bleu avec bossette d’or. À sa gauche, pendait une épée avec poignée d’or. Il tenait à la main une lance à cinq pointes ornée d’or. Il portait un diadème d’or. » — « Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « Cet homme ainsi arrivé est la base virile de l’attaque victorieuse, c’est lui qui brise les guerriers ; c’est Furbaide Ferbend, fils de Conchobar; il est venu de Síl en Maglnis dans le Nord. »

21. « Il est venu encore », dit Mac Roth, « une autre troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. Sa force diffère de celle des précédentes. Les guerriers qui la composaient avaient les uns des manteaux rouges, les autres des manteaux d’un bleu clair, d’autres des manteaux d’un bleu foncé, d’autres des manteaux verts. Ils portaient des chemises d’un jaune clair et d’une brillante beauté. On voyait au milieu d’eux un petit garçon rouge bigarré revêtu d’un manteau pourpre ; sur sa poitrine une broche d’or était fixée dans son manteau ; sur sa blanche peau une chemise de soie digne d’un roi était ornée d’entrelacs d’or rouge. Une bossette d’or parait son bouclier qu’entoure une bordure d’or. Sous son vêtement pendait une petite épée à poignée d’or. Un javelot aigu jetait son ombre sur lui. » — « Mais qui est-ce ? », demanda Ailill à Fergus. — « Certes, je ne sache pas », répondit Fergus, « avoir laissé derrière moi en Ulster une troupe de ce genre, ni le petit garçon qui se trouve au milieu d’elle. Cependant une chose me paraît vraisemblable; ce peuvent être des hommes de Tara entourant Erc, fils de Fedelmid aux neuf formes et de Carpre Niafer. Si c’est eux, ils ne sont pas grands amis de leur chef. Probablement ce petit garçon est venu sans permission de son père donner aide à son grand-père en cette circonstance. Si ce sont eux, leur troupe sera une mer qui vous noiera. Les armes de cette troupe et du petit garçon qui est au milieu triompheront de vous dans la bataille qui va se livrer. » — « Comment cela ? » demanda Ailill. — « Cela n’est pas difficile », répondit Fergus. « Ce petit garçon ne connaîtra ni crainte, ni effroi ; il vous frappera, il vous massacrera, jusqu’à ce que votre armée soit abattue sur le sol. On entendra siffler l’épée de Conchobar, comme hurle un chien de guerre qui attaque l’ennemi, comme un lion qui se jette sur une troupe d’ours; Cûchulainn hors du champ de bataille dressera autour des combattants quatre murailles de cadavres d’hommes. Les chefs des guerriers d’Ulster, pleins d’affection pour leurs proches, combattront de façon à écraser leurs ennemis. Demain matin dans la bataille on croira entendre d’immenses taureaux mugir vigoureusement à l’enlèvement du veau de leurs vaches. »

22. « Il est encore venu », dit Mac Roth, « une troupe sur la même hauteur en Slemain de Meath. Elle ne comprend pas moins de trois mille hommes. C’étaient des guerriers sauvages, très rouges. On voyait parmi eux des hommes blancs, propres, bleus, pourpres; ils avaient des cheveux longs, d’un blond clair; de jolis et brillants visages; des yeux clairs dignes de rois ; des manteaux éclatants, ornés sur les bras de broches d’or très belles et de couleur pure ; des chemises de soie unie comme peau, des lances à pointe bleue comme verre ; des boucliers jaunes dont on pourrait donner de bons coups ; des épées à poignée d’or avec entrelacs pendaient le long de leurs cuisses. Il leur était arrivé un chagrin qui les faisait gémir très fort. Tous étaient tristes. Leurs chefs royaux étaient dans la peine. Cette brillante armée était orpheline ; ces guerriers n’avaient plus le chef accoutumé qui défendait leur pays. » — « Mais qui est-ce ? » demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « Ce sont des lions sauvages, des guerriers aux grands exploits, les trois mille hommes de la plaine de Murthemne. Ce qui leur fait tristement courber la tête, en bannissant toute gaieté, c’est qu’ils n’ont pas leur roi pour prendre part à leurs combats contrairement à la coutume, ils n’ont point avec eux Cûchulainn le victorieux à l’épée rouge, qui dans les batailles triomphe. »

« Il y a », reprit Medb, « de bonnes raisons pour que vous et vos compatriotes vous courbiez tristement la tête, en bannissant toute gaieté Il n’y a pas de mal que nous ne vous ayons fait. Nous avons envahi et dévasté l’Ulster depuis le lundi, commencement de novembre, jusqu’au commencement de février. Aux habitants nous avons enlevé leurs femmes, leurs fils, leurs gentils enfants, leurs chevaux, leurs troupes de chevaux, leurs troupeaux, leurs bestiaux, leur bétail. Nous avons abattu derrière eux leurs montagnes, les faisant tomber dans les vallées que nous avons nivelées. » — « Tu n’as pas, ô Medb », répliqua Fergus, « le droit de te vanter en rabaissant les guerriers d’Ulster, car tu ne leur as fait aucun mal, tu ne leur as infligé aucun dommage que le chef de ces vaillants guerriers n’ait vengé sur toi; car d’ici à l’Est de l’Irlande, toutes les tombelles, toutes les fosses, toutes les pierres funèbres, tous les endroits où des morts reposent sont les tombelles, les fosses, les pierres funèbres, les lieux de repos de bons guerriers, de bons combattants qui ont succombé sous les coups du chef excellent de cette troupe-là. Longue vie soit à celui qu’ils prendront pour chef! Malheur à celui qu’ils combattront! Demain matin quand les hommes d’Irlande défendront leur seigneur, et qu’ils seront arrivés à la moitié de la bataille, ils en auront assez. »

« J’ai entendu », dit Mac Roth, « un grand bruit causé par une bataille qui se livre à l’est ou à l’ouest. » — « Quel est ce bruit ? », demanda Ailill à Fergus. — « Certes, nous le savons », répondit Fergus. « C’est Cûchulainn qui voudrait aller au combat ; il est fatigué d’être resté si longtemps à Fertsciach (Tombe de l’Épine), maintenu prisonnier par des broches, des pioches et des cordes ; les guerriers d’Ulster ne lui rendent pas sa liberté à cause de ses plaies et de ses blessures. Il est incapable de livrer bataille depuis son combat avec Ferdéad. »

Fergus disait la vérité. Cûchulainn était fatigué de rester si longtemps à Fertsciach sous des broches, des pioches et des cordes. Alors Fethan et Collach, les deux satiristes, vinrent de l’étape et du campement des hommes d’Irlande. Ils voulaient provoquer chez Cûchulainn des larmes et des plaintes, en lui faisant un récit mensonger de la fuite des guerriers d’Ulster, du meurtre de Conchobar, et de la mort de Fergus en combat singulier.

CHAPITRE XXVI
ON DÉCIDE DE LIVRER BATAILLE

Ce fut cette nuit-là que la déesse de la guerre, Morrigan, fille d’Ernmas, vint prêcher la discorde, exciter l’une contre l’autre les deux armées dans leurs deux camps. Elle dit les paroles que voici :

Des corbeaux rongent
des cous d’hommes.
Le sang des guerriers jaillit ;
Un combat sauvage est livré.
Des esprits sont troublés,
des côtes sont percées
par des exploits belliqueux.
Près de Luibnech
il y a une attaque héroïque.
Viril aspect
ont les hommes de Cruachan ;
d’eux dépend
l’anéantissement de leurs ennemis.
Sous les pieds des autres
merveilleuse leur troupe : Salut aux habitants d’Ulster !
Malheur aux Erna !
Malheur aux habitants d’Ulster !
Salut aux Erna!

C’est à l’oreille des Erna que Morrigan disait :

Malheur aux habitants d’Ulster !
La gloire ne fera pas défaut
à ceux qui sont en face d’eux .

Alors Cûchulainn adressa la parole à Lôeg, fils de Riangabair. « Il serait honteux pour toi, ô Lôeg mon maître », dit-il « que tu ne me donnes pas connaissance des deux combats qui se livreront aujourd’hui entre les deux armées ». — « Je te raconterai, ô Cûchulainn, tout ce que je parviendrai à en savoir », répliqua Lôeg. « Mais regarde un petit troupeau qui est maintenant dans la campagne à l’Ouest hors du camp. Vois, derrière ce troupeau, une troupe de garçons qui le maintient et le garde. Vois aussi hors du camp à l’Est une troupe de garçons qui veut s’emparer de ce troupeau ». — « Mais certes, c’est vrai cela », répondit Cûchulainn. « C’est le présage d’un grand combat, ce sera la cause d’une bonne bataille. Le petit troupeau ira dans la plaine et les deux troupes de garçons se rencontreront. Quand elles se rencontreront, une grande bataille commencera ».

Cûchulainn avait dit vrai. Le petit troupeau vint dans la plaine et les deux troupes de garçons se rencontrèrent. « Qui livre bataille maintenant, ô mon maître Lôeg?» demanda Cûchulainn. — « Les gens d’Ulster » répondit Lôeg, « c’est-à-dire les jeunes gens ». — « Mais comment combattent-ils? » reprit Cûchulainn. — « C’est virilement qu’ils combattent », répliqua Lôeg. « Dans l’endroit de la bataille où seront les meilleurs guerriers de l’armée de l’Est, ils feront brèche à travers l’armée de l’Ouest. Là où se trouveront les meilleurs guerriers de l’armée de l’Ouest, ils feront brèche à travers l’armée de l’Est. » — « Il est dommage », dit Cûchulainn, « que je ne sois pas de force à mettre mon pied au milieu des leurs; car si j’étais de force à y mettre mon pied, on verrait aujourd’hui ma brèche dans l’armée ennemie ; cette brèche ne serait inférieure à aucune.» — « Jusqu’à aujourd’hui, ô Cûchulainn », repartit Lôeg, « ton habileté guerrière n’a subi aucune honte; aucune tache n’a souillé ton honneur. Tu as fait des exploits devant les ennemis, tu en feras encore. » — « Bien. Lôeg, ô mon maître ! » répondit Cûchulainn. « Maintenant excite au combat les guerriers d’Ulster; le moment est venu où il faut qu’ils arrivent ».

Lôeg alla exciter au combat les guerriers d’Ulster et voici ce qu’il leur dit :

Qu’ils se lèvent les rois d’Emain Macha,
guerriers aux grands exploits !
Bodb, déesse de la guerre, désire
les vaches d’Immel.
Par l’effet des exploits
le sang apparaît sur les coeurs,
sur les fronts des fuyards !
s’élève
le souci du combat;
Car on n’a pas trouvé
pareil à Cûchulainn,
Chien qui frappe selon le désir de Macha
de bonne heure,
quand à cause des vaches de Cooley
ils se lèveront.
Qu’ils se lèvent les rois d’Emain Macha,
guerriers aux grands exploits !

CHAPITRE XXVII
BATAILLE DE GARECH [ET ILGARECH]

1 . Les guerriers d’Ulster et Conchobar contre l’armée d’Ailill et Medb.

C’est alors que les guerriers d’Ulster se levèrent tous en même temps, à la suite de leur roi, à l’appel de leurs chefs, après les préparatifs provoqués par le discours de Lôeg, fils de Riangabair. Voici comment ils firent : ils se levèrent tout nus, sauf qu’ils tenaient leurs armes dans leurs mains ; ceux dont la tente avait une porte à l’Est sortirent cependant du côté de l’Ouest pour éviter la perte de temps qu’ils auraient faite en tournant autour de leur tente. « Comment, Lôeg ô mon maître », demanda Cûchulainn, « comment les guerriers d’Ulster se sont-ils levés pour aller au combat? » — « C’est virilement qu’ils l’ont fait », répondit Lôeg. « Tous se sont levés entièrement nus. Tous ceux qui avaient à l’Est la porte de leur tente sont sortis de leur tente du côté de l’Ouest pour éviter la perte de temps qu’ils auraient faite en tournant autour de leur tente. » — « Je donne ma parole », répondit Cûchulainn, « que l’heure était favorable quand, au matin de ce jour, les guerriers d’Ulster se sont levés autour de Conchobar. »

Alors Conchobar adressa la parole à Sencha, fils d’Ailill « Eh bien! ô Sencha, mon maître! » dit-il, « retiens les guerriers d’Ulster, ne les laisse pas aller au combat avant qu’un présage et un augure favorable ne viennent leur donner plus de force, avant que le soleil ne se lève aux voûtes du ciel et ne remplisse de sa lumière les vallées et les terrains bas, les hauteurs et les postes d’observation d’Irlande. » En effet les guerriers d’Ulster restèrent là où ils se trouvaient jusqu’à ce qu’un présage et un augure favorable vinrent leur donner plus de force, jusqu’à ce que le soleil se leva aux voûtes du ciel et remplit de sa lumière les vallées et les terrains bas, les hauteurs et les postes d’observation d’Irlande.

« Eh bien! Sencha, ô mon maître! » dit Conchobar, « excite au combat les guerriers d’Ulster, car le moment d’y aller est arrivé pour eux » . Sencha excita au combat les guerriers d’Ulster.

Voici ses paroles :

Qu’ils se lèvent tous : rois d’Ulster
et leurs gens dévoués !
Qu’ils broient les armes tranchantes de l’ennemi !
Qu’ils livrent bataille !
Que furieux ils percent,
ils brisent les boucliers !
Seront fatigués de mugir
et de mugir encore les troupeaux ;
il faudra les retenir.
La suite sera féroce :
on livrera bataille :
des guerriers tomberont sous les pieds des autres ;
des princes, des chefs prépareront la lutte.
Ah ! Quel nombre !
Le combat sera viril ;
ils approcheront
et seront battus aujourd’hui.
Ils boiront une pénible boisson de sang,
la douleur remplira le coeur des reines.
Ah ! Combien de plaintes pour les morts !
parce qu’il sera sanglant le gazon
qu’ils fouleront aux pieds,
quand à cause des vaches de Cooley
ils se lèveront.
Qu’ils se lèvent tous : rois d’Ulster
et leurs gens dévoués !
Qu’ils broient les armes tranchantes de l’ennemi !
Qu’ils livrent bataille !

Lôeg n’avait pas été longtemps là, quand il vit quelque chose : les guerriers d’Irlande se levaient tous en même temps, prenaient leurs boucliers, leurs javelots, leurs épées, leurs casques et menaient leurs troupes en avant à la bataille. Alors les hommes d’Irlande se mirent à frapper, à battre l’ennemi, à le déchirer, à le tailler en pièces, à le massacrer, et l’anéantir pendant un long intervalle, un temps considérable. Et tandis que devant le soleil il y avait un nuage lumineux, Cûchulainn adressa une question à Lôeg, fils de Riangabair : « Lôeg, ô mon maître ! » dit-il, « comment la bataille se livre-t-elle, maintenant ?» — « C’est virilement que l’on combat », répondit Lôeg. « Si je montais dans mon char et si Én, cocher de Conall Cernach, montait dans le sien et si nous allions d’une aile des armées à l’autre sur les pointes des armes, ni les sabots des chevaux, ni les roues, ni les caisses, ni les essieux des chars ne toucheraient le sol à cause de l’épaisseur de cette accumulation d’armes, et de la force, de la vigueur avec lesquelles en ce moment ces armes sont tenues dans les mains des guerriers.» — « Il est dommage », reprit Cûchulainn, « que je ne sois pas de force à me mêler à eux car si j’étais de force, on verrait ma brèche dans l’armée ennemie; cette brèche », ajouta-t-il, « vaudrait celle de tout autre. » — «Tu combattras ailleurs, ô petit Cûchulainn ! » répondit Lôeg. « Ce qui se passe aujourd’hui laisse ta valeur intacte, ne fais pas tache à ton honneur. Tu as bien agi jusqu’ici, tu agiras de même dans la suite. »

Alors les hommes d’Irlande se mirent à frapper et à battre l’ennemi, à le déchirer, à le tailler en pièces, à le massacrer et l’anéantir pendant un long intervalle, un temps considérable.

Au même instant arrivèrent les neuf guerriers d’origine norvégienne, tous combattant en char, et les trois fantassins de même race ; les neuf guerriers en char n’allaient pas plus vite que les trois fantassins. À eux se joignirent au même moment les gardes du corps du roi et de la reine. Leur but dans le combat était de tuer Conchobar parce que sa mort devait être le salut d’Ailill et de Medb, car c’était eux que Conchobar voulait frapper. Voici les noms de ces gardes du corps…

Suivent trente-quatre noms.

[[ Les trois Conarè de Sliab Mis, les trois Lussen de Luachair, les trois Niadchorb de Tilach Loiscthe, les trois Doelfer de Deill, les trois Damaltach de Dergderc, les trois Buder de Buas, les trois Baeth de Buagnige, les trois Buageltach de Mag Breg, les trois Suibnè de Siuir, les trois Eochaid de Anè, les trois Malleth de Loch Erne, les trois Abatruad de Loch Ri, les trois macAmra de Ess Ruaid, les trois Fiacha de Fid Nemain, les trois Manè de Muresc, les trois Muredach de Mairg, les trois Loegaire de Lecc Derg, les trois Broduinde de Berba, les trois Bruchnech de Cenn Abrat, les trois Descertach de Druim Fornacht, les trois Finn de Finnabair, les trois Conall de Collamair, les trois Carbre de Cliu, les trois Manè de Mossa, les trois Scathglan de Scairè, les trois Echtach de Ercè, les trois Trenfer de Taitè, les trois Fintan de Femen, les trois Rotanach de Rognè, les trois Sarchorach de Suidè Lagen, les trois Etarscel de Etarbane, les trois Aed de Aidnè, les trois Guarè de Gabal.]]

Alors Medb dit à Fergus : « Il serait glorieux pour toi d’employer pour nous aujourd’hui ta vigueur guerrière. Tu as été exilé de ton pays, chassé de ton héritage, et chez nous tu as trouvé asile, patrie, héritage; nous t’avons fait beaucoup de bien. »

« Si aujourd’hui j’avais mon épée », répondit Fergus, « certainement je couperais cous d’hommes sur cous d’hommes, bras d’hommes sur bras d’hommes, crânes d’hommes sur crânes d’hommes et têtes d’hommes sur les [ornements en forme d’oreilles [qui sont la parure] des boucliers; ces funèbres débris seraient aussi nombreux que les morceaux de glace brisés en hiver entre deux champs par une course des chevaux du roi. Tous les membres des guerriers d’Ulster, tant à l’Est qu’à l’Ouest, seraient aujourd’hui tranchés par moi, si j’avais mon épée. »

Alors Ailill s’adressant à son cocher, c’est-à-dire à Ferloga : « Donne-moi, ô garçon! » dit-il, «l’épée qui dans les batailles détruit la peau. Je donne ma parole que si grâce à toi, elle a conservé aujourd’hui sa bonne apparence, le bon état où elle était le jour où je la pris sur la pente de Cruachan Ai, tous les guerriers d’Irlande et de Grande-Bretagne auraient beau se réunir tous pour te protéger aujourd’hui contre moi, ils n’en viendraient pas à bout. » Ferloga alla chercher l’épée et l’apporta ; la bonne conservation, la beauté, l’éclat de cette épée fut pour lui un triomphe. Il mit cette épée dans la main d’Ailill qui la mit dans la main de Fergus. Et celui-ci souhaita bienvenue à l’arme : « Salut », dit-il, « ô Caladbolg (= Dure rapière), ô épée de Lete! J’en ai assez des combats singuliers. Sur qui jouerai-je de l’épée aujourd’hui? » — « Sur les armées qui de toute part t’entourent », répondit Medb. « Tu n’auras de complaisance ni de ménagement pour aucun de leurs guerriers à moins que tu ne te poses comme leur vrai ami. »

Alors Fergus prit ses armes et alla au combat. Ailill prit ses armes et alla au combat. Medb prit ses armes et alla au au combat. Ils livrèrent tous les trois la bataille avec succès en s’avançant vers le Nord jusqu’à ce que la machine appelée tas de javelots et d’épées les rejeta en arrière. Conchobar de la place où il était dans la bataille entendit trois guerriers s’avancer victorieusement vers le Nord. Alors il dit aux gens de sa maison, c’est-à-dire au cercle du Rameau rouge : « Tenez un peu, ô hommes ! là où je suis, tandis que j’irai savoir quels sont les guerriers qui trois fois se sont avancés vainqueurs contre nous au Nord. » — «Nous tiendrons », répondirent les gens de sa maison. « Le ciel est sur nous, la terre sous nous, la mer autour de nous de toutes parts. Si le firmament ne tombe pas avec la pluie de ses étoiles sur la figure des hommes qui peuplent la terre, si l’Océan sillonné de vagues bleues ne vient pas sur le front chevelu des vivants, si la terre ne se fend pas, nous ne reculerons pas d’un pouce jusqu’au jugement dernier et à la vie éternelle, ou jusqu’à ce que tu viennes nous retrouver. »

Conchobar s’avança jusqu’à l’endroit d’où il avait entendu le bruit d’un triple combat victorieux au Nord et il mit contre Fergus fils de Roeg son bouclier orné de belles oreilles, de quatre oreilles d’or, et orné aussi de quatre bordures d’or rouge.

Alors Fergus donna sur ce bouclier aux belles oreilles trois forts coups, tels qu’auraient pu les donner Bodb déesse de la guerre, en sorte que le bouclier de Conchobar se mit à rugir.

Quand le bouclier de Conchobar rugissait, tous les boucliers des guerriers d’Ulster rugissaient aussi. Autant Fergus frappa vigoureusement et violemment le bouclier de Conchobar, autant Conchobar déploya de bravoure et d’héroïsme par la façon dont il tenait son bouclier ; les bords du bouclier ne touchèrent pas l’oreille de Conchobar.

« Hélas ! ô guerriers ! » dit Fergus, « qui tient contre moi un bouclier aujourd’hui, en ce jour de bataille là où quatre puissantes provinces d’Irlande attaquent ensemble l’ennemi à Garech et Ilgarech, dans la bataille de l’enlèvement des vaches de Cooley? » — « Mais », répondit-on, « c’est un garçon plus jeune et plus vigoureux que toi, un fils de meilleure mère, de meilleur père que les tiens, un homme qui t’a chassé de ton pays, de ta patrie, de ton héritage, un homme qui t’a envoyé habiter là où résident les cerfs, les lièvres et les renards, un homme qui ne t’a laissé dans ton pays la plus petite largeur de terre, un homme qui t’a réduit à vivre des libéralités d’une femme, un homme qui au détriment de ton honneur t’a fait l’affront de tuer les trois fils d’Usnech, un homme qui te repoussera aujourd’hui en présence des hommes d’Irlande : c’est Conchobar, fils de Fachtna Fathach, petit-fils de Ross Ruad et arrière petit-fils de Rudraige, roi suprême d’Ulster; il est lui-même fils du roi suprême d’Irlande. »

« Certes, j’ai compris », répondit Fergus. Et saisissant des deux mains son épée, il en donna un coup en arrière de telle sorte que la pointe atteignit la terre. Puis il pensa donner aux guerriers d’Ulster les trois coups terribles dont Bodb déesse de la guerre frappe ses adversaires, en sorte que parmi ces guerriers les morts fussent plus nombreux que les vivants.

Cormac à l’intelligent exil, fils de Conchobar, ayant vu Fergus, s’approcha de lui, le prit entre ses bras. « Ton projet, Fergus, ô mon maître! », dit-il, « ne mériterait pas de récompense. Il est hostile et non amical, Fergus, ô mon maître ! Il est cruel, Fergus, ô mon maître ! Puissent les guerriers d’Ulster n’être pas tués, n’être pas anéantis par tes terribles coups, mais pense à leur honneur au moment du combat qui se livre aujourd’hui ». — «Éloigne-toi de moi, ô mon fils! » répondit Fergus. « Car si je reste en vie, je donnerai aux guerriers d’Ulster aujourd’hui les trois terribles coups dont Bodb déesse de la guerre frappe ses adversaires, en sorte que parmi ces guerriers les morts seront plus nombreux que les vivants. » — « Tourne ta main obliquement », reprit Cormac à l’intelligent exil, « et coupe les collines qui dominent l’armée; cela calmera ta colère. » — « Dis à Conchobar », répliqua Fergus, « dis-lui qu’il reprenne la place qu’il occupait sur le champ de bataille ». Et Conchobar retourna à cette place.

Voici comment était faite l’épée dont nous venons de parler, l’épée de Fergus. L’épée de Fergus, c’était l’épée de Lete ; elle venait du pays des dieux. Au moment où Fergus voulut en frapper, elle devint aussi grande que l’arc-en-ciel en l’air . Alors Fergus tourna la main obliquement au-dessus des armées; il coupa les trois têtes des trois collines voisines et les fit tomber dans le marais en face. Ces collines sont aujourd’hui les trois Chauves de Meath (Maela Mide).

2. Aventures de Cûchulainn.

Cûchulainn entendit Fergus frapper le bouclier de Conchobar. « Eh bien ! » dit-il, « Lôeg, ô mon maître ! Qui ose frapper ainsi sur le bouclier aux belles oreilles de Conchobar mon maître ? Et moi je suis encore en vie ! » Lôeg répondit : « Celui qui frappe ce bouclier est le choix des hommes, c’est Fergus, fils de Róeg ; un guerrier très brave, qui répand beaucoup de sang, un homme brillant, c’est Fergus, fils de Róeg. L’épée du char du palais des dieux avait été cachée [; elle est sortie de sa cachette]. Les chevaux de Conchobar mon maître sont allés au combat. »

« Détache vite, mon garçon », répliqua Cûchulainn, « les baguettes en forme d’arc qui éloignent mes vêtements de mes blessures ». Alors Cûchulainn, voulant partir, fit un mouvement violent : les baguettes en formes d’arc allèrent tomber à Mag Tuaga en Connaught. Les cordes qui entouraient Cûchulainn furent lancées jusqu’à Bacca en Corcommad. Les touffes d’herbe sèche mises dans ses blessures s’élevèrent en l’air jusqu’au ciel, allant plus loin que les alouettes un jour de beau temps sans vent. Ses blessures sanglantes se rouvrirent vigoureusement et le sang qui en sortit à flots remplit les fossés et les sillons de la terre. Le premier exploit qu’il fit après s’être levé fut accompli contre Fethan et Colla, deux femmes satiristes qui versaient d’inutiles pleurs et prononçaient d’inutiles plaintes. Il jeta la tête de l’une contre la tête de l’autre en sorte que ces têtes furent rouges de sang et grises des cervelles qui en sortirent. Il ne leur laissa pas leurs armes, il abandonna leur char. Il monta dans le sien et s’avança pour aller trouver les hommes d’Irlande et faisant passer son char sur les cadavres arriva là où était Fergus, fils de Róeg.

« Retourne-toi et viens ici, Fergus, ô mon maître ! » dit-il. Fergus ne répondit pas ; il n’avait pas entendu. Cûchulainn reprit : « Viens ici, Fergus, ô mon maître ! ou si tu ne viens pas, je te broierai comme un moulin moût le bon grain, je te laverai comme on lave une coiffe dans l’eau ; je t’enlacerai comme un liseron enlace les arbres; je me précipiterai sur toi comme fait le faucon sur les petits oiseaux. » — « Certes », dit Fergus, « ces paroles sont arrivées à mes oreilles. Qui donc ose m’adresser un discours si violent qu’il serait digne de Bodb déesse de la guerre, me l’adresser à Garech et à Ilgarech où viennent combattre quatre puissantes provinces d’Irlande dans la bataille livrée à cause de l’enlèvement des vaches de Cooley ?» — « C’est ton élève que voici », répondit Cûchulainn; « c’est l’élève des guerriers d’Ulster et de Conchobar, c’est Cûchulainn, fils de Sualtam ; tu m’as promis de fuir devant moi quand je serais couvert de plaies sanglantes, percé de blessures à la bataille de l’Enlèvement ; tu me l’as promis en compensation de ce que, attaqué par toi, j’ai fui pendant l’Enlèvement. »

Lorsqu’il eut entendu ces paroles, Fergus se retournant fit trois grands pas de guerriers ; dès qu’il se fut ainsi retourné, les hommes d’Irlande l’imitèrent et gagnèrent précipitamment la hauteur à l’Ouest. Le combat se livra à la frontière du Connaught. Cûchulainn y était venu au milieu du jour. Au coucher du soleil, il triompha du dernier débris de l’armée de Connaught sur la hauteur à l’Ouest. Des chars qu’avaient amenés les guerriers des quatre grandes provinces d’Irlande, il ne resta ni une roue, ni un essieu, ni une caisse que n’eussent brisés les coups donnés par les mains de Cûchulainn .

Alors Medb, prenant un bouclier pour abri, se plaça derrière son armée . Elle envoya à Cruachan le taureau brun de Cooley entouré de cinquante génisses et de huit palefreniers. Que n’importe quel événement se produisit ou non, cela lui était égal, pourvu que le taureau arrivât à Cruachan comme elle l’avait annoncé. Alors l’urine de Medb coula sanglante, et elle dit : « Soutiens, ô Fergus, le bouclier qui m’abrite derrière les guerriers d’Irlande ; je veux uriner à mon aise. » — « En conscience », répondit Fergus, « le moment pour uriner est mal choisi ; la chose n’est pas à propos. » — « Quoi qu’il en soit », répliqua Medb, « je ne puis faire autrement; je cesserai de vivre si je ne laisse couler mon urine. » Fergus alla soutenir le bouclier qui abritait Medb derrière les guerriers d’Irlande. Medb laissa couler son urine qui remplit trois grands fossés ; il y avait de quoi faire tourner une meule de moulin en chacun de ces trois fossés. L’endroit s’appelle encore aujourd’hui : Urine de Medb (Fual Medba).

Pendant qu’elle urinait, Cûchulainn s’approcha d’elle; mais il ne la blessa pas; il ne l’aurait pas blessée par derrière. «Je te demande aujourd’hui une faveur, ô Cûchulainn », dit Medb. — « Quelle faveur désires-tu? » demanda Cûchulainn. — « Qu’au nom de ton honneur », répliqua Medb, « tu prennes sous ta protection mon armée jusqu’à ce qu’elle arrive au grand gué de l’Ouest. » — « Je le promets », répondit Cûchulainn. Il alla sur un côté des hommes d’Irlande et y mit un bouclier de protection. Les gardes du corps d’Ailill et de Medb allèrent de l’autre côté. Medb prit sa place ordinaire à l’abri d’un bouclier derrière l’armée, qui avec Cûchulainn, les gardes du corps et Medb atteignit le grand gué à l’Ouest. Alors Cûchulainn saisit son épée et en face des trois montagnes chauves de Meath, il en frappa les trois montagnes chauves d’Ath Luain dont il trancha les trois têtes [qu’il fit tomber dans la vallée voisine].

Fergus se mit alors à regarder l’armée qui gagnait le grand gué à l’Ouest. «Voilà, » dit-il, une « bonne journée pour cette armée qui va derrière une femme. » — « Aujourd’hui », répliqua Medb, « arrivent au but des gens qui ont eu de grands maux à supporter. Cette armée que voilà aujourd’hui a été volée, dépouillée. Telle une troupe de juments qui, suivies de leurs poulains iraient en pays inconnu, sans un marchand, sans un chef capable pour les conduire, telle est cette armée aujourd’hui. »

CHAPITRE XXVIII
COMBAT DES TAUREAUX

1. Aventures de Medb.

Les guerriers d’Irlande rassemblés par Medb furent menés par elle à Cruachan où ils virent le combat des taureaux.

2. Aventures du taureau brun de Cooley.

Quand il vit ce joli pays qu’il ne connaissait pas, le Brun de Cooley crut à un signe de bonheur ; il poussa trois forts mugissements. Le Beau-Cornu (Findbennach) d’Ae l’entendit ; aucune bête du pays n’osait mugir aussi haut que le Beau-Cornu entre les quatre gués d’Ae, le gué Moga, le gué Coltna, le gué Slissen et le gué Bercha. Il leva la tête avec fureur et s’avança vers Cruachan pour chercher le Brun de Cooley.

Les hommes d’Irlande se demandèrent qui serait témoin du combat singulier des taureaux. Tous tombèrent d’accord que ce serait Bricriu, fils de Carbad. L’année qui avait précédé l’enlèvement des vaches de Cooley, Bricriu sortant d’Ulster était allé en Connaught demander à Fergus un emploi. Fergus l’avait gardé chez lui à ses frais et dépens. Or il arriva qu’un jour au jeu d’échecs une dispute s’éleva entre eux, et Bricriu dit à Fergus une grosse injure. Fergus donna un coup de poing à Bricriu, son subordonné. Ce fut à la tête qu’il le frappa ; il lui brisa un os de la tête. Pendant le long espace de temps où les hommes d’Irlande furent à l’expédition de l’enlèvement, Bricriu se faisait soigner à Cruachan. Le jour où ils revinrent de l’expédition, il se leva. Il ne prenait pas plus parti pour ses amis que pour ses ennemis. On le porta sur le bord d’un gouffre au delà duquel étaient les taureaux.

Chacun des deux taureaux, voyant son camarade, entra en fureur et se mit à gratter le sol, rejetant la terre sur lui, sur ses épaules et ses palerons ; dans leurs têtes, leurs yeux rougirent comme de fortes boules de feu ; leurs joues, leurs naseaux s’enflèrent comme des soufflets de forge ; chacun d’eux donna un coup terrible et bruyant à son camarade, cherchant à lui percer et perforer le corps, à le terrasser, à le tuer.

Dans son trajet, sa course aventureuse et vagabonde, le Beau-Cornu en fureur atteignit le Brun de Cooley et le frappa de sa corne au côté. Puis continuant leur course rapide, ils arrivèrent à l’endroit où était Bricriu ; ils l’écrasèrent, et la corne de leurs pieds s’enfonça dans le sol à la profondeur d’une coudée ; ce fut ainsi que Bricriu mourut de mort violente .

Cormac à l’intelligent exil, fils de Conchobar, fut témoin de la blessure faite au Brun de Cooley par le Beau-Cornu, et saisissant une lance dont la hampe lui remplissait la main, il en donna au Brun de Cooley trois coups de l’oreille à la queue . « En ce taureau », dit-il, « nous ne pouvons reconnaître un trésor durable, car il ne serait même pas capable de se défendre contre un veau de son espèce. » Le Brun de Cooley entendit et comprit ces paroles, car il avait l’intelligence d’un homme, et il se tourna contre le Beau-Cornu. Il y eut entre eux un combat qui dura longtemps, très longtemps, jusqu’à ce que la nuit tomba sur les hommes d’Irlande. Et quand la nuit fut tombée, les hommes d’Irlande ne cessèrent d’entendre le vacarme et le tapage des deux taureaux qui cette nuit-là parcoururent l’Irlande entière.

CHAPITRE XXIX
FIN DE LHISTOIRE DU BRUN DE COOLEY

Le lendemain matin de bonne heure les hommes d’Irlande eurent tôt fait de voir au-delà de Cruachan à l’Ouest le Brun de Cooley tenant au bout de ses cornes le Beau-Cornu, comme une masse informe. Les hommes d’Irlande se levèrent [pour regarder] ; car ils ne savaient pas lequel des deux taureaux était là. « Eh bien, ô hommes ! » dit Fergus, « si c’est le Beau-Cornu qui est là, laissez-le seul ; si c’est le Brun de Cooley, laissez-lui son trophée. Je donne ma parole que ce qui a été fait à cause des taureaux est peu de chose en comparaison de ce qui va se faire maintenant. »

Le Brun de Cooley s’avança, ayant Cruachan à sa droite . Il laissa là un tas de ses oreilles ; de là vient le nom de Cruachan Ae. Puis gagnant le bord du grand gué, il y laissa la hanche du Beau-Cornu, de là pour ce gué le nom de gué de la hanche, Ath Luain. Ensuite se dirigeant à l’Est, dans le pays de Meath, il atteignit Ath Troim, c’est-à-dire le Gué du foie, où il laissa le foie du Beau-Cornu.

Après cela levant violemment la tête pour secouer ce qui restait du Beau-Cornu, il en dispersa les débris sur l’Irlande . Il en jeta la cuisse à Port Large ; il en jeta les côtes à Dublin, d’où le nom irlandais de cette ville Ath Cliath, Gué de la claie. Ensuite tournant son visage vers le Nord, il voulut refaire connaissance avec la terre de Cooley, et l’alla visiter. Là étaient réunis des femmes, des enfants, de petites gens qui déploraient l’infortune du Brun de Cooley. Ils virent le front du Brun de Cooley s’approcher d’eux. « Front de taureau, viens à nous », dirent-ils. De là pour cet endroit le nom de Front de taureau (Taul Tairb). Alors le Brun de Cooley tourna sa fureur contre les femmes, les enfants, les petites gens de la terre de Cooley et il en fit un grand massacre. Puis allant de son dos heurter la colline voisine, il brisa son coeur dans sa poitrine, comme on brise une noisette. C’est ainsi que se termine le récit de ses aventures et l’histoire de l’enlèvement.

Béni soit quiconque se rappellera fidèlement le présent texte de l’Enlèvement et n’y fera pas de changement.