Es una crónica del siglo XVII que arroja luz sobre los simiotas. Se trata de seres malvados que alguna vez vivieron en Vallespir. Aquí está el texto de esta historia, ya que todavía se puede leer.
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Palancalos simiotas
"Debes saber que hay en medio de Arles, en un valle atravesado por el río Tech llamado por los habitantes, en el condado de Roussillon, en el territorio de Vallespir, en la diócesis de Elna, un monasterio de monjes benedictinos de orden de Cluny. Sin embargo, hubo un largo período durante el cual estallaron terribles granizadas cuando la cosecha iba a recompensar el duro trabajo de los campesinos: en las vides no quedaban hojas ni frutos y en los campos sólo quedaba paja sin el grano.
Pero, lo que es peor, la región no solo fue azotada por devastadoras granizadas, sino que estuvo infestada día y noche de animales malignos, incluidas bestias feroces parecidas a gatos e incluso monos que, sin temor al hombre, entraban en las casas, sacaban a los niños de sus cunas, los asfixiaba y se los llevaba para devorarlos. Todos los habitantes de la región, tanto monjes como laicos, estaban horrorizados.
Hicimos un consejo para ver qué sería bueno hacer. Ahora bien, había en aquel tiempo en el monasterio un tal abad Arnulfe, hombre de santa vida y buenas costumbres, adornado de virtudes, humilde, piadoso y lleno de sabiduría. (…) El Santo Abad se dijo a sí mismo que todo esto había sucedido por sus propios pecados y los de los habitantes de la región, el flagelo solo podía evitarse con la llegada a este lugar de Arles de las reliquias de algunos santos. »
Entonces Arnulfe se fue a Roma.
Hombre de bondad, obtuvo de Juan XIII importantes reliquias de San Abdón y Sennen. Pero quizás aún quedaba por hacer la parte más difícil: traerlos de regreso a Arles sur Tech. Para salir de ella decidió esconder las reliquias en barriles falsos. Pidió dos barriles con tres compartimentos. Llenó las partes superior e inferior con vino y escondió las reliquias en las partes intermedias. Y es gracias a esta estratagema que pudieron llegar sanos y salvos, donde aún hoy se les puede ver.
L’histoire raconte que dès que le convoi arriva, les Simiots disparurent… et la leyenda ¡comenzó!