los sonazos (en lengua sarda) son campanas utilizadas por los pastores de Cerdeña para identificar animales. Estos cascabeles, atados al cuello de los animales, están fabricados en Cerdeña por artesanos muy refinados y son auténticos instrumentos musicales a pesar de su uso práctico. Cada cascabel tiene su propio cascabel y así se puede identificar al animal que lo lleva.
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Palancalos sonazos
El uso de sonazos caracteriza también momentos rituales en la vida de Cerdeña. Es el caso del carnaval que se celebra en el centro de la isla, en la zona montañosa: la Barbagia. el carnaval se llama carrascare Dónde Carré-de-Sécaré (en sardo), es decir carne viva de la membrana (en italiano), carne (carnicería) viva para desgarrar (lacerar, desgarrar en pedazos) (ver también: Turchi 1990, Maschere, Miti e Feste della Sardegna/Disfraces, Mitos y festivales sardos).
El ritual arcaico detrás del carnaval sardo se asemeja a los rituales dedicados a Dionisio. En el desfile de disfraces tradicionales encontramos la máscara de Mamuthone. Estas máscaras caminan lentamente por las calles del pueblo de Mamoiada llevando a la espalda numerosos cencerros de vaca u oveja, los sonazos, de distintos tamaños, y también huesos de animales, que sacuden mientras realizan un salto sincrónico. Tradicionalmente hay trece mamutones. Este ritual genera muchos sonidos de percusión seguidos de breves resonancias.
No conocemos la génesis ni el significado primordial del ritual ancestral. Es una “danza” muy lenta, oscura y fúnebre. Podemos suponer que simboliza las relaciones entre el hombre, los animales, la tierra y la naturaleza en el contexto del mundo agrícola y pastoril. Sin embargo, este ritual alude a un culto dionisíaco (Maimón para sardos es Dioniso).
La pantomima de mamutones es el ritual que simboliza el sacrificio de Dioniso, su asesinato, para devolver la vida a la naturaleza en primavera. Esto explica el nombre del carnaval de Carrasecare porque según el mito, el dios es desgarrado y devorado. Podemos suponer que en la antigüedad se practicaban en Cerdeña sacrificios humanos y en tiempos más recientes con toda seguridad el sacrificio de animales, cabras, ovejas, ovejas y vacas.
En el mito de Dioniso, el dios niño se siente atraído por los titanes que utilizan juegos, cencerros y campanas (los sonazos) para acercarse a él antes de desgarrar su cuerpo, devorarlo y arrojar los pedazos al agua. sonazos Tiene así el papel simbólico de composición inicial de una serie de piezas inspiradas en el mito y las culturas ancestrales del Mediterráneo y especialmente de Cerdeña.
Las campanas que atraen a Dioniso son también “señales” que nos despiertan y nos preparan para un universo sonoro diferente. Sin embargo, nuestra inspiración en el mito es de naturaleza sonora más que narrativa. Hemos imaginado mundos sonoros para potenciar y evocar estos rituales ancestrales a partir de nuestra percepción sonora del ritual. De ninguna manera queremos contar un episodio de forma narrativa.
La palabra sonazos también puede significar suonacci, cattivi suoni (en italiano), malos sonidos. Nuestro objetivo era hacer arte sonoro a partir de un sonido rudimentario. En el proyecto sonazos utilizamos un modelo formal tomado de la pantomima de mamutones que se puede describir de la siguiente manera: un grupo de sonidos golpeados violentamente (las máscaras sacuden la espalda dando un salto sincrónico) seguido de una resonancia del sonazos, seguido de silencio.
Dentro sonazos, una unidad musical inicial recuerda este gesto de las máscaras de mamutones y este fragmento sonoro se va transformando poco a poco mediante microvariantes. Este universo sonoro también puede recordar los movimientos de los animales en grupo en el silencio del campo, movimientos seguidos de los sonidos irregulares de sonazos.
En la pieza, la libre resonancia de las campanas se concibe como un espacio “elástico”, “ampliable”, “abierto” y temporalmente “variable”, donde nuevos materiales musicales encuentran su lugar. A nivel de macroforma, la obra se caracteriza por tres episodios: (1) el material primordial es primero presentado y elaborado, (2) interrumpido por un nuevo episodio central y luego (3) reexpuesto en la tercera parte donde se desarrolla aún más de forma dinámica.
En la pieza hay muchos instrumentos de percusión tocados por un solo intérprete. Dentro sonazos se utilizan: un vibráfono sin smorzatori, un platillo suspendido, tres gongs, un tom-tom, 2 congas, dos tom-toms de bajo, dos bloques de madera, dos timbales y cuatro bloques de metal (los sonazos) suspendido sobre la piel de los timbales.