Cuentos vascos 23

Cuentos vascos

Aquí hay varios cuentos. vasco : la laguna de Arbeiza, Sugoi y los dos hermanos, los carros volcados

La laguna de Arbeiza

En la localidad navarra de Arbeiza existió en la antigüedad un magnífico palacio habitado por señores muy ricos. Eran tan poco caritativos y tenían tan mal carácter que cuando veían acercarse a un mendigo a su puerta incitaban a sus perros contra él.
Uno de sus sirvientes, muy caritativo, se compadeció de las desgracias de estos pobres y sufrió al verlos así tratados.

Un día un hombre pobre llamó a la puerta. El criado lo vio y tomó un recipiente con agua. Fingiendo ir a la fuente y acercándose al pobre, le dio un trozo de pan.

El pobre le aconsejó que saliera de esta casa; le dijo que iba a haber un castigo ejemplar.
Por tanto, abandonó el palacio y éste, con sus señores y sus propiedades, desapareció bajo tierra. En su lugar apareció un lago.


Sugoi y los dos hermanos

Dos hermanos de la casa Iturribeiti, en Bargondia, vieron a Sugoi en forma de serpiente, en la cueva de Balzola.

El más joven le cortó la cola con una piedra. El mayor, más sensible, no aprobó este gesto.

Más tarde, este último se encontró muy lejos de casa y la nostalgia lo invadió. Un extraño lo transportó instantáneamente a la cueva de Balzola. Al dejarlo en la entrada, su misterioso benefactor le regaló una caja llena de oro para él, así como un cinturón rojo para su hermano. Pero él no quería usarlo.
Entonces lo ataron a un nogal que estaba allí frente a la casa. En el mismo momento el árbol estalló en llamas, y en su lugar sólo quedó un profundo abismo.


Carros volcados

Mientras viajaban por la tierra vasco, el Señor Jesús y San Pedro, un día, se encontraron con un hombre cuyo carro se había volcado. De rodillas, oró a Dios para que enderezara su carro. Jesús pasa junto a él y ni siquiera lo mira. Más adelante se encuentran con otro hombre cuyo carro también quedó volcado.

Y él estaba luchando con su carro, levantándolo para aquí, levantándolo para allá. Él persistió, se enojó. Empapado en sudor, se irritó y maldijo al diablo. Inmediatamente, el Señor Jesús dijo a San Pedro:
– » Ven, tenemos que ayudar a este señor a enderezar su carrito. »

Y San Pedro le dijo:
- " ¡Ey! ¡qué, señor! Antes no pudimos ayudar a un hombre mientras estaba orando, ¿y ahora tenemos que ayudar a este? ¡Pero él está jurando por todos los demonios! »
Y el Señor Jesús para responder a San Pedro:
– » Éste agota todos sus medios; el otro no. »