Guardia de los chorlitos dorados

Voici l’histoire de la garde des Pluviers dorés. Il y avait une femme qui avait trois fils : le premier fils dit qu’il était depuis assez longtemps à la maison et qu’il serait temps pour lui d’aller chercher fortune.

Guardia de los chorlitos dorados

– Très bien, dit la mère, très bien, mon fils, dit-elle, tu peux te mettre en route demain matin.

Al día siguiente, la madre hizo un pastel, y cuando estaba listo para partir, le dijo:

– Lequel des deux préfères-tu, mon fils, dit-elle, la petite moitie avec ma bénédiction, ou la grande moitié et ma malédiction?

– Ma foi, dit-il, je préfère la grande moitié, quelle que soit la chose que tu me donneras avec.

Entonces ella le dio la mitad grande, él la metió en su bolso y se fue; ella se quedó en su puerta maldiciéndolo hasta que se perdió de vista.
Continuó hasta que estuvo cansado, y cuando llegó la mitad del día llegó al borde de un bosque; había un campo en barbecho al borde del bosque y una fuente al pie de un árbol en una esquina.

– ça se trouve bien, se dit-il à lui-même, je vais m’asseoir ici auprès de la fontaine et manger un morceau puisque je suis fatigué et que j’ai faim.

Se sentó junto a la fuente, y cuando miró dentro de ella, vio que la parte superior era miel y la parte inferior sangre; sacó su pastel y comenzó a comer, cuando un perrito se acercó al oeste de él y le pidió una porción de su pastel.

– En vérité, je ne t’en don­nerai pas un morceau grand ou petit, se dit-il.

El perrito se fue; metió su cola en la fuente de modo que la parte superior se convirtió en sangre y la parte inferior en miel.

– Tu aurais mieux fait, dit-il, de me donner le morceau que je t’avais demandé.

El hijo entonces fue delante de él, por el mundo, en busca de fortuna, y llegó a una casa grande donde vivía un granjero.

– Que cherches-tu ? lui dit le fermier.

– Je cherche à me mettre en service, dit-il.

– Es-tu un bon journalier?

– Assez bon, dit celui-ci, je ferai tout mon possible.

– Très bien, dit le maître de la maison, voici le marché que je vais faire avec toi, si tu n’es pas capable de faire l’ouvrage que je te donnerai, je te couperai la tête.

Hicieron el trato juntos; luego cenó bien, se acostó y se acostó.
En la mañana del día siguiente se levantó y cuando hubo desayunado el granjero lo llevó afuera al establo que era de su propiedad, abrió la puerta y ¿qué vio salir? Doce chorlitos dorados.

– Voici l’ouvrage que je te donne, dit-il, c’est de les faire pâturer le long du jour et de les ramener à la maison le soir.

Entonces lo dejó.

– Ma foi, dit le garçon, voilà un ouvrage que je ne pourrai pas faire et je suis perdu, dit-il.

Los chorlitejos se fueron, él fue tras ellos, pero pronto se perdieron de vista y mi pobre hombre se cansó de buscarlos; tuvo que volver a casa sin ellos por la noche, y le cortaron la cabeza.
Ahora, al año siguiente, el segundo hijo, dijo que iría a buscar fortuna. La madre le horneó un pastel y le preguntó cuál de los dos prefería, la mitad pequeña con su bendición o la mitad grande con su maldición.

– Oh! donne-moi la grande moitié, dit-il, quelle que soit la chose, bénédiction ou malédiction que tu me donneras avec.

Luego se fue y la madre se quedó maldiciéndolo hasta que lo perdió de vista.
Cuando llegó a la fuente, la parte superior de la cual era miel y la parte inferior sangre, el perrito se acercó y le pidió un pedazo de su pastel; no lo consiguió y metió la cola en la fuente de modo que la parte de arriba se convirtió en sangre y la de abajo en miel. Fue antes que él, pues, a la casa del mismo labrador donde había estado su hermano; el dueño de la casa hizo lo mismo con él y como no podía quedarse con los chorlitejos, le cortaron la cabeza.
Así que al año siguiente, el joven hijo le dijo a la madre:

– Il est temps pour moi, ma mère, dit-il, de me mettre maintenant en route pour chercher fortune.

– Tu le peux, mon fils, dit-elle, attends jusqu’à demain matin, et alors tu pourras partir, dit-elle.

Por la mañana, al día siguiente, hizo un pastel y le preguntó:

– Lequel des deux préfères-tu, la grande moitié et ma malédiction ou la petite moitié et ma bénédiction?

– Je préfère, dit celui-ci, la petite moitié et ta bénédiction.

– Tu l’auras, mon fils, dit-elle.

Entonces él partió y ella se quedó para darle su bendición hasta que se perdió de vista; luego caminó hasta que llegó el mediodía y llegó a la fuente donde la parte superior era miel y la parte inferior era sangre. Así que se sentó y sacó su pastel; el perrito se acercó al oeste de él y le pidió una gota para beber y un bocado para comer.

– Oh, ce n’est pas une goutte ni un morceau que je te donne­rai, dit celui-ci, mais viens ici vers moi et mange ta part comme moi-même, je partagerai avec toi tout ce que j’ai.

– Tu as bon coeur, dit le petit chien, et c’est tant mieux pour toi.

Luego comieron y bebieron juntos hasta quedar satisfechos.
Cuando se levantó para partir, el perrito le dijo:

– Tu vas chercher fortune comme ont fait tes deux frères avant toi; tu vas aller jusqu’à une grande maison et le maître de la maison te demandera si tu veux entrer à son service ; tes deux frères ont été dans cette maison avant toi, et comme ils n’ont pas pu faire leur ouvrage on leur a coupé la tête ; voici l’ouvrage que le maître de la maison te donnera à faire: c’est de garder douze pluviers, et de les ramener à la maison avec toi le soir. Tu ne pourrais pas faire cela sans aide; voici pour toi une petite flûte. Souffle dedans et les pluviers viendront à toi, mais sur ton âme, ne t’en sépare pas ou tu seras perdu.

El perro luego se fue.
El muchacho se puso en camino, anduvo y anduvo largo rato hasta llegar a la altura de la casa grande; salió el dueño de la casa y le preguntó qué buscaba.

– Je cherche de l’ouvrage, dit celui-ci.

– Que peux-tu faire?

– Tout l’ouvrage que tu me donneras à faire, je ferai mon pos­sible pour l’exécuter, dit celui-ci.

– Voici le marché que je vais faire avec toi, dit le maître de la maison; si tu n’es pas capable de faire l’ouvrage que je vais te donner, je te couperai la tête.

– Et si je suis capable de le faire, dit le garçon, me donneras ­tu la permission de te couper la tête?

– Je ne te la donnerai certes pas, dit celui-ci, mais je te donne­rai un bon salaire de ton travail.
Hicieron un trato y se arreglaron juntos de esta manera; el muchacho encontró una cena y una buena cama y se acostó.
En la mañana del día siguiente, cuando hubo desayunado, el granjero lo condujo al establo, abrió la puerta, los doce chorlitos salieron al instante y allí estaban en el aire.

– Voici l’ouvrage que tu as à faire aujourd’hui, c’est de garder les pluviers, dit le fermier, et qu’ils soient tous de retour avec toi, ce soir, ou je te couperai la tête.

Cuando se perdió de vista, el niño sacó su pequeña flauta, la sopló y todos los chorlitos lo rodearon.

– N’allez pas trop loin de moi maintenant, dit celui-ci.

Un sirviente vino a traerle la cena; cuando hubo comido y el criado se hubo ido, tocó su flauta y los chorlitos lo rodearon.

– N’allez pas trop loin de moi, dit-il.

Cuando estaba a punto de partir por la noche, volvió a tocar su flauta y los reunió a todos, y cuando los labradores y la gente de la casa lo vieron venir, se asombraron mucho en el mundo de que los doce chorlitos estaban con él.

– Je vois que tu as fais ton ouvrage cette fois-ci, lui dit le fermier.

– Oh oui, il n’est pas pénible, dit notre homme.

Esa noche cenó y se fue a la cama. El granjero y su esposa se sorprendieron mucho de que hubiera podido traer a los chorlitos a casa con él, y se aconsejaron juntos durante toda la noche para averiguar qué harían para averiguar qué tipo de cosa tenía para acorralar a los chorlitos. .
Al día siguiente, mientras atendía a los chorlitos hacia el mediodía, enviaron a su hija pequeña a traerle la cena; mientras comía ella conversó con él y le preguntó cómo podía reunir a los chorlitos salvajes.

– Avec la petite flûte que voici, dit celui-ci en la tirant, attends un peu que j’aie mangé mon dîner et je te montrerai comme ils arriveront quand j’aurai soufflé dedans.

Cuando hubo cenado, tocó la flauta y los chorlitos lo rodearon.

– Je les rassemble deux fois par jour, dit-il, au milieu du jour, de crainte qu’ils n’aillent trop loin de moi, et une seconde fois quand je vais le soir a la maison.

La niña volvió a su casa y les dijo que el niño tenía una flauta pequeña, y con ella recogió los chorlitos.

– Il faudra que nous nous la procurions, dirent ceux-ci.

Cuando llegó a casa esa noche, el maestro le dijo que le gustaría comprar la flauta que tenía y que su esposa podría ir a ver los chorlitos y él no tendría nada que hacer.

– Oh ! dit celui-ci, je ne veux pas m’en séparer.

Entonces la mujer dijo que iría ella misma y se lo compraría; era una mujer muy hermosa; ella fue a él al día siguiente con su cena, y le dijo que había oído a su hija decir que él tenía una flauta que juntaba chorlitos.

– Oui, dit-il.

– Ne me la montrerais-tu pas ? dit-elle.

Lo sacó y se lo mostró.

– Ne me la vendrais-tu pas ? dit-elle.

– En vérité, elle n’est pas à vendre, dit celui-ci, mais que me donnerais-tu pour elle?

– Je te donnerai cinq libros, ella dice.

– Je ne te la céderai pas, dit-il.

– Je te donnerai dix livres, dit-elle.

– Je ne te la donnerai pas, dit-il.

– Je te donnerai cinquante livres, dit-elle.

– Je ne te la donnerai pas, dit-il.

Ella se fue a casa, y él reunió algunos chorlitos y los llevó a casa con él esa noche.
Al día siguiente ella vino a él con la cena y le prometió cien libras por la flauta.

– Ma flûte n’est pas a vendre du tout, dit-il.

El hombre se enojó cuando la mujer llegó a casa sin la flauta.
Al día siguiente fue a buscarlo de nuevo con la cena.

– Je vais te dire, dit-elle, le marché que je vais faire avec toi; je vais te donner deux cents livres pour ta flûte et quelque chose par-dessus le marché.

– Et qu’est-ce qu’il y aura par-dessus le marché ? dit-il.

– La permission de m’embrasser pendant une demi-heure, dit ­elle.

– Il faut me donner d’abord ce qui est par-dessus le marché, dit-il.

Obtuvo lo que pidió.

– Maintenant, dit-elle, donne-moi la flûte.

– En vérité, je ne te la donnerai pas, dit-il, il n’y a pas de danger que je te la donne, je t’ai déjà dit qu’elle n’était pas à vendre.

Tuvo que irse a casa así sin flauta; ella se enojó mucho y le dijo a su esposo:

– Le misérable qui est venu ici, dit-elle, je ne peux plus rester avec lui ; chasse-le d’ici tout à fait, lui et sa flûte, et je ne l’aurai plus sous les yeux.

Cuando el niño llegó a casa esa noche con sus chorlitos, el amo le dijo que ya no necesitaba un jornalero.

– Va-t’en, dit-il.

– J’ai fait l’ouvrage que tu m’as donné à faire et je l’ai bien fait, dit le garçon, et tu m’as promis un bon salaire de mon ouvrage ; il faudra que tu me donnes plein deux sacs d’or et que tu les mettes sur la vieille jument que voici.

Él la rechazó, pero al final, mientras aguantaba, le dio una bolsa de oro; el niño luego se fue, fue a su casa a buscar a su madre y desde ese día fue rico.