Es interesante situar la cuestión de las brujas en este mundo de creencias. La palabra bruja, (SORGIN), tiene dos aspectos:
– La bruja como ser mitológico, que tiene poderes específicos y que aparece en multitud de historias.
– El que hizo pactos con el diablo, y que además de participar en el Akelarre provoca “dolor de ojos” (begizko) y maldiciones.
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Palancabrujas vascas
El ser mitológico: este testimonio de Ataun (Gipuzkoa).
“Hace al menos 80 años que un vecino de Ataun, Inixio Tirrio, se encontraba en bidania de criado. Se decía que él no creía en las brujas y pensaba que lo que se decía de ellas era una tontería. Un día que regresaba del trabajo a su casa, deambulando por el barrio, se encontró con un grupo de brujas que se lo llevaron diciéndole:
“Sí, existimos, menos torpes, estamos todos aquí”.
A partir de ese día Inixio Tirrio nunca dijo que no había brujas”.
El segundo caso, el de la persona, fue el que se hizo famoso por su desgracia. La persecución de brujas generalizada en toda Europa tuvo un impacto particular en los países vasco. Los males asociados a las brujas eran inventados y cuando confesaban era consecuencia de las torturas que les habían infligido.
En estas preguntas estábamos mezclando dos cosas:
– Por un lado, les atribuíamos cosas leídas en el libros sobre brujería y se obligó a personas inocentes a confesar mediante tortura.
– Por otro lado, los hechos relatados por personas podrían ser motivo de acusación o los acusadores eran niños.
Tampoco podemos dejar de lado la posible continuidad de ritos antiguos, quizás de una religión primitiva que el cristianismo no pudo erradicar y que supo persistir bastante tarde. Hubo muchas víctimas entre las institutrices de los sacerdotes, SERORAK. Se trataba de viudas o personas solteras que oficiaban en las iglesias y en determinadas celebraciones religiosas.
Ha habido muchas sentencias y el caso de Zugarramurdi (Navarra) es el más conocido. Otros seguirán, aún más mortales. En Auritz-Burgete (Navarra), por ejemplo, unas brujas fueron quemadas en 1525. Dos años después, en la misma región, en Aezkoa, Zaraitzu y Erronkari, el inquisidor Avellaneda hizo ejecutar de la misma manera a 70 más. Todos estos juicios han provocado que la desconfianza y el terror se hayan extendido por todas partes.
No son raros los que piensan que se trató de un ataque al país, especialmente en Navarra cuyos juicios se produjeron justo después de la conquista por Castilla.
En Zugarramurdi se encuentran las famosas cuevas en las que se reunían las brujas en el Akelarre (Akelarre –páramo de cabras– es el nombre que recibe el lugar en medio de estas cuevas). No fue el único lugar de encuentro y fueron muchos: Fikozelaia en Sare (Labourd), Monte Artegaña en Altzai (Soule), Monte Petiriberro en Aezkoa (Navarra), Monte Jaizkibel (Gipuzkoa), Erpelanda en Muxika (Bizkay), Abadelaueta en Etxagurren (Alaba), Eiheralarre (Baja Navarra).
El caso de las brujas de Zugarramurdi adquirió notoriedad gracias al juicio sumario iniciado contra ellas por la Inquisición en Logroño en 1610. El inquisidor Alvarado, juez eclesiástico, pasó unos meses en el pueblo, naturalmente con la ayuda de intérpretes, y encontró 300 personas “involucradas” en brujería. A los más sospechosos los llevó a Logroño. Tras el juicio, 18 fueron puestos en libertad tras admitir su culpa y arrepentirse. 7 fueron quemados por no reconocer la acusación y algunos murieron a consecuencia de las torturas infligidas.
Maria de Zozaia fue la más conocida de estas brujas, así como Graciana Barrenetxe, Miguel Goiburu, Martin Bizkar, Joanes Etxalar, Maria Ttipia, Maria Etxaleku, Maria Iriart, Maria Iuretegia etc…