Creencias cántabras

Entre las creencias de los cántabros encontramos la del culto a las grandes deidades protectoras, como la adoración del Sol como atestiguan varias estelas cántabras, así como el culto al fuego. Asimismo, se rinde culto a una divinidad paterna suprema llamada Candamo, quien estaba asociado con Júpiter (Júpiter Candamo) y el culto solar en la época romana, luego con el Dios cristiano más tarde.

Las creencias de los cántabros

Debido a la disposición guerrera de los habitantes de Cantabria, se dedica un culto a un dios de la guerra, entonces identificado como la Marcha de los Romanos, a quien se ofrecían sacrificios de cabras, caballos y muchos prisioneros, como el relato Estrabón, Horacio y Silio Itálico. Durante estas hecatombe, los participantes bebieron la sangre aún tibia de los caballos para que la comunión fuera verdadera, como menciona Horacio sobre la gente del pueblo. Concanos.

Para los antiguos habitantes de Cantabria estas prácticas tenían un origen místico ya que los animales involucrados eran considerados sagrados. Estos ritos a veces se han relacionado con una variante de un dios solar, Marte. céltico de los cuales los animales habrían sido la reencarnación.

Martín de Braga también menciona los sacrificios humanos entre los pueblos del norte: estos sacrificios eran una manifestación de arrepentimiento y servían para predecir el futuro, como entre los demás pueblos del norte. Celtas gálico donde eran comunes. Así, Estrabón relata que quienes examinaban las entrañas de los sacrificios las cubrían con finas túnicas y luego les cortaban la mano derecha, que luego consagraban a los dioses. La predicción del futuro se leía según la caída realizada por la persona sacrificada.

La diosa madre fertilizadora estaba asociada a la Luna y ejercía su influencia en los periodos de siembra y cosecha de los cultivos; Esta creencia persistió en el campo durante mucho tiempo. El arqueólogo Joaquín González Echegaray explica que en un altar votivo del pueblo de Topusko, Croacia, se encontró una inscripción que menciona a una diosa madre; conecta a esta diosa con la diosa madre de los cántabros. Este epigrama habría sido grabado por uno o más soldados pertenecientes a las legiones romanas.

Aún en época romana, el culto dedicado a un dios del mar se asimilaba al del dios Neptuno: en Castro-Urdiales, en el extremo oriental de Cantabria, se descubrió una estatuilla de este dios que presenta características propias del dios de los cántabros. .

Los antiguos cántabros creían en la inmortalidad del espíritu. Así, la cremación era el rito funerario más frecuente; sólo los cuerpos de aquellos que habían muerto en la batalla debían permanecer en el campo de batalla antes de que los buitres los destriparan, permitiendo que el alma abandonara el cuerpo y lo llevara al más allá, donde luego podría "unirse en gloria con las almas de los antepasados". Una inscripción grabada en la estela de Zurita atestigua esta práctica.

El sacrificio jugó un papel importante y dual dentro de la compleja sociedad cántabra: respondía a la necesidad de ajustarse a las exigencias divinas así como a la prevalencia de la comunidad sobre el individuo. Así, en una sociedad guerrera como la de los cántabros, la inmolación permitía comprobar la fuerte determinación que habitaba en quien iba a ser sacrificado, adquiriendo el acto por este aspecto una mayor importancia. Allá devotio, practicado por los cántabros, era uno de esos singulares y enteros sacrificios en los que la comunidad unía su destino al de su líder.