La creación de los guambianos

los mito de la creación de los Guambianos que sigue está tomado de la primera parte de un relato publicado en el sitio del antropólogo colombiano Luis Guillermo Vasco. La creación de los Guambianos es la siguiente:

El mito de la creación de los Guambianos


Primero fue la tierra…y luego vinieron las lagunas, las grandes lagunas. El mayor de ellos fue el de Nupisu, Piendamo, en medio de la sabana, del páramo, como un útero, como un corazón; Es Nupirrapu, que es un agujero muy profundo.

El agua es vida. Primero tierra y agua. El agua no es ni buena ni mala. De ahí vienen las cosas buenas y las cosas malas. Allí, en las alturas, era agua. Llovía intensamente, con lluvias torrenciales, chubascos, rachas, tormentas. Los ríos se hicieron grandes, con grandes derrumbes que arrasaron las montañas y trajeron piedras como casas; hubo grandes inundaciones e inundaciones.

Era agua mala. En ese momento, estos profundos guaicadas (creux entre deux montagnes) et ces rochers n'étaient pas comme ça, comme on les voit aujourd'hui, tout cela était de la montagne pure, ces rivières les faisaient quand elles coulaient jusqu'à former la mer. L'eau, Así es la vida. Nace en las aguas aguas arriba y desciende en los ríos hasta el mar, y vuelve, pero no por los ríos mismos, sino por el aire, por las nubes.

Trepando por las guaicadas y los cerros, llega al páramo, a las sabanas, y vuelve a caer la lluvia, cae el agua, la buena y la mala. Allí llega ella, como la tierra y el agua, ella es él-ella (La Pishimisak es la unidad perfecta, la pareja perfecta; contiene en su ser los dos principios, el masculino y el femenino, que juntos dan la multiplicación; pero, a la vez, está formada por dos personajes: el pishimisak en sí mismo y el kalim).

Es el Pishimisak, masculino y femenino a la vez, que siempre ha existido, todo blanco, todo bueno, todo fresco. Del agua nació el kosrompoto, el arco iris que iluminaba todo con su luz; allí brilló, el Pishimisak lo vio encenderse.

Dieron mucho fruto, dieron mucha vida. El agua estaba en el desierto. Al fondo, las plantas se secaban, las flores caían, los animales morían. Cuando bajó el agua todo creció y floreció, creció toda la hierba y aquí había alimento. Era buena agua.

Antes, en las sabanas del páramo, el Pishimisak tomó todas las comidas, toda la comida. Todo le pertenecía. Ya estaba allí cuando se produjeron los derrumbes que arrastraron piedras gigantescas que formaron las guaicadas. Pero hubo otros deslizamientos de tierra. A veces el agua no nacía en las lagunas para correr hacia el mar, sino que se filtraba en la tierra, la revolvía, la aflojaba y se producían los derrumbes.

Estos se derrumbaron con siglos de antelación, dejando grandes heridas en las montañas. De ellos salieron los humanos que fueron la raíz de los indígenas. Llamaron al colapso pirran uno, es decir, dar a luz agua.

Los humanos que nacieron allí, los llamaron los Pishau. Los Pishau vinieron de derrumbes, vinieron de la crecida de los ríos. Debajo del agua, venían arrastrándose y golpeando las piedras grandes, arriba, el barro, la tierra, luego el agua sucia; en la superficie, la empalizada, las ramas, las hojas, los árboles arrancados y, sobre todo, los niños, los chumbados, han llegado.

Los anteriores nacen del agua, vienen en el shau, restos de vegetación arrastrándose y creciendo. Han sido nativos de aquí durante siglos y siglos. Donde ocurrió el derrumbe, en la gran herida de la tierra, quedó olor a sangre; es la sangre rociada por la naturaleza, así como la mujer rocía sangre al dar a luz a un niño.

Los pishau no eran otros pueblos, eran los mismos guambianos, gigantes muy sabios que comían sal de aquí, nuestras propias sales, y que no estaban bautizados. Ocuparon todo nuestro territorio, construyeron todos nuestros nupirau antes de la llegada de los españoles. Nuestra tierra era grande y muy rica.

Había minas de minerales muy preciosos, como el oro que se encontraba en Chisquío, San José y Corrales, maderas finas, pescado, animales de monte y muchos otros recursos que supimos utilizar en nuestro trabajo para vivir bien.

Este fue el mito de la creación de los gambianos.