Cuentos vascos 27

Cuentos vascos

Aquí hay varios cuentos. vasco : la lámina de Kobaundi, la dama de Aketegi, la lámina de Leziaga

Cuentos vascos

La lamiña de Kobaundi

Un joven de la casa Korrione (Garagarza-Arrasate) vio una lamiña en la entrada de la cueva de Kobaundi. Se enamoró de él.
Detuvieron el proyecto de casarse siempre que el joven adivine la edad de la lamiña.

Una de sus vecinas se acercó entonces a la cueva de Kobaundi, se paró de espaldas a la entrada, inclinada de modo que con la cabeza entre las piernas miraba hacia la cueva. Entonces, una lamiña que salía gritó al ver tal espectáculo:
“En quinientos años de existencia nunca he visto tal cosa”.

Así pudo saber el joven de Korrione la edad de la lamiña.

Sin embargo, al notar que tenía patas de pato, se dio cuenta de que no era un ser humano y por lo tanto no podía casarse con ella. Se puso enfermo, triste y dolorido, murió de eso. La lamiña fue a Korrione a cuidar allí su cuerpo, lo cubrió con una sábana que sacó de una cáscara de nuez.

Cuando la difunta fue llevada a su lugar de sepultura, ella formaba parte del cortejo fúnebre pero se detuvo en la puerta de la iglesia de Garagarza.


La Dama de Aketegi

En la finca lthurriotz de Mufiloa vivía un matrimonio que tenía una hija muy desobediente, cuya ocupación más importante era peinar su larga y hermosa cabellera, lo que le impedía realizar las tareas que le correspondían.

Un día su madre lo mandó a la fuente a buscar agua. En ese preciso momento se desató una fuerte tormenta que fue motivo para que la joven rechazara el servicio. Su madre, ya cansada de culpar a su hija por su comportamiento, le dijo:
“¡Bueno, deja que el rayo te lleve! »

En ese momento la joven fue secuestrada y desapareció de la vista de su madre. Casi al mismo tiempo, un pastor que estaba apacentando su rebaño cerca de la cueva de Aketegi, vio entrar en la cueva con un gran ruido, un misterioso fantasma humano cuyo cuerpo entero gritaba.

Se cree que es la famosa joven negada por su madre y que desde entonces vive en esta lúgubre cueva. Es habitual verla pasar en dirección a Aralar y Anboto disfrazada de guadaña de fuego.

Se le dice a Cegama que si alguien lo llama diciendo tres veces “¡Aketigiko Dama! ella viene a pararse sobre su cabeza.

También se dice que en Aketegi, Mari lava la ropa los miércoles y hornea el pan los viernes. Cuando está ocupada con estas tareas, una pequeña nube blanca aparece sobre la cueva.


La lamiña de Leziaga

Una joven de la Casa Usi (Orozko) visitó el lamiñak de la cueva de Leziaga.
Le dieron una cierta cantidad de oro con la condición de que nunca regresara a ese lugar.
Pero un poco más tarde, la niña volvió, ya no salió de la cueva.

Su familia vino a buscarla, escucharon una voz que salía de la cueva:
“En el futuro no faltará el oro en Usi pero siempre habrá algunos locos. »