El cuento del hombre rico

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El cuento del rico

El cuento del hombre rico

Haro-Karo era un hombre rico, muy rico y muy bueno. Tenía tres hijos, dos hijas y una esposa. El diablo se estaba alejando de ese hombre. Haro-Karo comió hasta saciarse, su esposa alimentó a los niños.

Un día, cuando iba al campo, vio a unos pilluelos que habían cogido una culebra y la estaban golpeando con piedras, torturándola con palos. Su corazón se hunde, da diez sueldos a cada niño, libera a la serpiente, que huye y se va.

Al día siguiente, dos hombres llegan a su casa y le dicen:

Nuestro rey te llama, ¡ven, vamos!

Su esposa le dijo:

Mi amigo, sé quién te está llamando. Si te dice: “¿qué quieres? “Dirás: “que mi fortuna sigue siendo la misma, que puedo comer hasta saciarme con mi esposa y mis hijos, no pido nada más”.

El hombre se va. Una gran puerta se abre frente a él, ve al rey sentado en su trono.

El rey dijo:

Buen hombre, ayer salvaste a mi hijo de las manos que lo torturaban, pide lo que quieras, te lo daré.

 Viva el rey, no quiero nada. ¡Que mi fortuna siga siendo la misma, que pueda comer con mi mujer y mis hijos! " 

Pregúntame algo más dijo el rey, Eso no te lo puedo dar, tus bienes y tu fortuna son dominio de mi mujer, si ella acepta, te los dará.

El hombre va a la esposa del rey. Ella dijo :

Tus bienes y tu fortuna están en mi poder. No lo cambiaría por cien hijos.

El hijo del rey oye las palabras de su madre, grita con ira:

 " Me voy ! ¡Me perderé, me matarán! ¡Pase lo que pase! " 

La madre, preocupada, lo llama y le dice:

 " ¡Por amor a ti, acepto que tu salvador conserve sus bienes y su fortuna, que vaya a beber y a comer con su mujer y sus hijos, que se vistan y se alegren! " 

El hombre vuelve a casa, se beneficia de su propiedad y de su fortuna.

No hay nada más que añadir.