Para el estudio de este texto, Erec y Enide, utilizaremos la edición de Jean-Marie Fritz, según el manuscrito BN. En 1376, El libro de Poche, “Letras góticas” n° 4526, 1992. He aquí la primera parte del estudio: la Locura de Erec.
Contenido
PalancaErec y Enide, la locura de Erec
Desde las primeras páginas de la novela, Érec se nos presenta, a pesar de su corta edad, como un ser racional, capaz de analizar una situación y desarrollar una estrategia: así, desafiado por el siniestro trío de Mezquindad, Orgullo y Violencia, tiene cuidado de no precipitarse en una pelea desigual:
La locura no son vasallajes;
De ambos puños boca Erec y sabio (v. 231-232)
La "locura" de Erec sólo se manifiesta después de su matrimonio con Enide; será analizado un poco más adelante, respecto a la Texto 2.
Esta locura, ceguera temporal, es sólo un accidente para el héroe, un error temporal, y una prueba a superar en su realización personal; tendrá que superarlo para convertirse en lo que realmente es, un perfecto caballero y Rey.
Los otros personajes
A lo largo de sus aventuras, Érec se encontrará con personajes cuya locura a menudo adopta la forma de exceso.
“Hybris”
Ella está encarnada por Ydier y su dama; orgulloso hasta el punto de dejar que su enano ofendiera a la reina Ginebra sin intervenir, convencido de ganar siempre en el juego del halcón... y obligado por Erec a humillarse y admitir la derrota. Pero al menos en combate singular, Ydier respeta las reglas de caballería. Y, una vez derrotado, se somete de la manera más franca.
Violencia desenfrenada
Ya sean los tres caballeros saqueadores, los cinco caballeros ladrones, los gigantes que atacan a la virgen, los adversarios del héroe se caracterizan por una violencia extrema, que no se ve contrarrestada por ninguna barrera moral; Los enanos o gigantes, por su tamaño o por su deformidad, llevan dentro de sí esta barbarie. Son inevitablemente derrotados por el Caballero.
Más sutilmente, la violencia de un Galoain o de un Conde de Limors va acompañada de una astucia indigna de un caballero, de un desprecio por las leyes de la hospitalidad -ambos aprovechan la confianza de su anfitrión para intentar apoderarse de su Señora- y de un exceso de violencia. orgullo. Et si la « folie » de Galoain peut sembler passagère et susceptible de guérison (et de fait, pris de remords, il finira par renoncer à son entreprise criminelle), celle de Limors semble intrinsèque à sa personne, et ne peut se dénouer que par la muerte.
¿Un mundo al borde de un ataque de nervios?
Pero la mayoría de los personajes, buenos o malos, parecen vivir en el filo de la navaja, dispuestos a caer en una locura asesina a la más mínima oportunidad; Basta una silueta no reconocida, una palabra mal entendida para designar una violencia muy difícil de canalizar para que estalle.
Dos ejemplos lo demuestran:
- El encuentro entre Érec y el senescal Keu: cuando Érec se niega a seguir a Keu a la corte, éste quiere llevarlo allí por la fuerza y no duda en atacarlo (v. 4023-4046)
- Segundo encuentro entre el guerrero Guivret y Érec: al no haber reconocido a su amigo, ¡Guivret está dispuesto a masacrarlo! (v. 4992-5014).
En cualquier caso, cuando se trata de un error temporal, basta una palabra para calmar el ardor bélico, y el héroe vuelve a ser compasivo, acogedor y generoso; reconoce fácilmente su falta; y si la locura persiste, entonces es condenado y muere miserablemente.
Pero también hay otro tipo de locura, que proviene menos de una violencia excesiva que de una falta de adaptación a las reglas sociales, es decir, caballerescas.
Mabonagrain y su virgen
En la maldición llamada “Alegría de la Corte”, la locura es doble:
- La locura de Mabonagrain, que se entregó de pies y manos a los deseos de su amiga, sin saber siquiera lo que ella le pediría; pero el juramento prestado lo vincula absolutamente y debe cumplir, voluntaria o involuntariamente, lo que ha prometido. ¡Y es una serie de peleas incesantes, que lo aíslan totalmente de la Corte y le impiden hacer aquello para lo que nació!
- A esta locura se suma la de su amiga, que se entrega incontrolablemente a un amor destructivo y profundamente egoísta, que además la aísla completamente de la sociedad.
Ambos malinterpretan la verdadera naturaleza del amor cortés, que también Erec casi olvidó en su período de “recreacionismo”, y que está en proceso de reconquistar.
La victoria de Érec supondrá la curación de Mabonagrain y su amiga, y su regreso a la sociedad: será la famosa "Alegría de la Corte", mayor que cualquier alegría individual.
Conclusión
La locura consiste, por tanto, en una incomprensión de uno mismo, de sus límites y de su misión en la sociedad. Un caballero no vive para sí mismo, ni siquiera para su “Dama”; al menos esto, si es prudente, le alienta a realizar aquello para lo que nació: servir a la “Corte”, es decir a la sociedad, contribuir a su armonía, respetando y defendiendo sus valores.
Luchando contra la barbarie, defendiendo a los débiles, el Caballero tiene, por tanto, en esta sociedad violenta y brutal, un papel eminentemente civilizador.