Cuando el bretón de la costa se prepara a morir, su alma impaciente, cansada de su cuerpo, arde para hacerse anaón y zarpar mar adentro. Es allí que el Paraíso del Couchant no tiene latitud ni longitud que el Celtas se encuentran en sí mismos sin sextante ni brújula.
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PalancaSunset Paradise
los irlandesa llámalo Tir na n'Og y el Bretones Bro ar Re Yaouank, que significa Terre des Jeunes, porque allí no se cuenta el tiempo.
Una isla, una tierra flotante, que solo experimenta la misma ola una vez, permanece solo por un momento sobre cada estrella. Está mucho más lejos de lo que podemos decir y, sin embargo, solo se necesita una marea para alcanzarlo.
No puedes morir cuando el mar sube al máximo. El último aliento se exhala en mares en calma y el reflujo lleva el alma a la espesa espuma de su ola que regresa.
Pero necesitas el viento fuerte, el viento río arriba, para llevar un kornog. Si el viento lleva al alma en la estela del sol, navega en la isla afortunada, a la señal de un gran fuego que quema de noche y de día la más alta eminencia.
En la orilla lo espera una procesión de los elegidos en una luz sobrenatural donde toda impureza se disipa y se funde. Todos los árboles son verdes, todos los alimentos se resuelven en la manzana, todas las bebidas en el hidromiel de los manantiales vivos. Es un perdón sin fin, bajo las sombras, y los himnos hermosísimos de las hadas de rubias trenzas mecen a los bienaventurados en sus transparentes moradas.
Esto es lo que dijimos en Molène……