Leyendas de Taipa

los leyendas de taipa, que a menudo son los de un pueblo, generalmente pertenecen a la tradición oral. Cabe señalar que, a diferencia de las genealogías propiamente familiares que todos conocen (la costumbre que obliga a cada checheno o ingush a saber enumerar, al menos, ocho generaciones de la línea patronímica), estas leyendas no son conocidas por todos. En un pueblo siempre hay alguien que puede decírselo, pero los demás no lo saben (Ivanenkov, 1910, p. 10).

Hay genealogías, provenientes de una tradición épica, que pueden no tener conexión con el pasado árabe-musulmán. Algunos se refieren, por ejemplo, a los Nartes. Así, a finales del XIXmi siglo, muchas familias ingush se llamaron a sí mismas sus descendientes; uno de los observadores de la época conoció a un anciano que supo enumerar las veinte generaciones que lo separaban de un Narte (Dumézil, 1930, p. 14-15).

Parallèlement, on trouve des généalogies qui remontent aux ancêtres arabes les plus prestigieux. Ce peut être Abū Muslim (Abu Buslo dans une prononciation locale), personnage semi-légendaire à qui l’on impute la propagation de l’islam au Daguestán et dont se réclament plusieurs dynasties féodales daghestanaises (Istoria Dagestana, 1967, pág. 158). Muy a menudo, entre los fundadores hay ciudadanos de Shām (Siria). El gran conocedor de los chechenos de montaña, N. Ivanenkov, cita algunos ejemplos interesantes, todos los cuales datan de principios del siglo XX.mi siglo.

Ainsi, les habitants de deux villages voisins du bassin de la rivière Argun, Nakhtchi-Keloï et Tchebah-Keloï, se rattachent à Hasan et Husayn, descendants d’un ressortissant syrien. La leyenda raconte qu’un certain roi ou prince syrien décida d’introduire une nouvelle loi interdisant la vendetta et punissant de mort tout assassin. Malheureusement, le fils du prince, Nasho, doit subir ce sort le premier. Sa mère intervient alors pour le sauver : « Moi aussi, j’ai des droits sur mon fils ; que les juges prononcent leur verdict ! »Condamné à l’exil, Nasho quitte le pays ; finalement, il se retrouve à Nashkha (plateau au sud de la Tchétchénie, foyer légendaire de toutes les tribus tchétchènes). Là, il devient père de sept fils ; de l’un d’entre eux sont issus Hasan et Husayn, fondateurs des villages susnommés (Ivanenkov, 1910, p. 10). Des habitants d’autres villages de la même localité rapportent des histoires semblables sur les « frères issus du Shām ». Tel le village de Zumsoj, dont une partie des habitants se disent descendants de Shāmil Khān, l’un des cinq frères « issus de la maison du Prophète », qui auraient émigré pour fuir la colère du souverain syrien (Ivanenkov, 1910, p. 11-12).

los taipa Ersanoj, en Ichkeria (país del sureste de Chechenia), remonta su historia a Qulāb, habitante de la ciudad de Shām en Turquía. Según la leyenda, Qulāb se retira a Bukhara con su hijo Kusay, donde este último secuestra a Huzeymat, comprometido con un tal Ahmat. Con ella, se refugia en Nashkha, donde le da un hijo, Mulku. Ahmat encuentra a su agresor en Nashkha y lo mata; Huzeymat regresa a Bukhara con Mulku, con sus hermanos. A la edad de quince años, Mulku, que todavía mostraba una fuerza y una resistencia extraordinarias, se convirtió en un adolescente atrevido e insolente. Los viejos Bujariot persuaden a Huzeymat para que abandone la ciudad. Así fue como Mulku se encontró en Itchkeria y construyó su casa de piedra, justo enfrente del pueblo de Ersanoj (Popov, 1870, p. 9-10). Se puede notar la ausencia de cualquier indicación sobre la islamidad del fundador, que podría, en principio, ser pagano; En cualquier caso, los Ersenoj llevan una tradición particular, según la cual deben su conversión al Islam a un tal Bersan, un daguestán que habría llegado a ellos en la octava generación desde la llegada de Mulku (Popov, 1870, p. 13 ).