Diego Marcilla e Isabella de Segura se amaban desde niños a pesar de la diferencia social de las dos familias. Se les llama los amantes de Teruel. Cuando Diego pidió la mano de Isabella, por supuesto, fue rechazada, pero el padre de la joven le concedió cinco años para que regresara rico y digno de casarse con su amor.
Contenido
PalancaLos amantes de Teruel
Diego se unió entonces a las tropas cristianas de Pedro II de Aragón, luchando contra los musulmanes que ocupaban España.
En 1217, cumplidos los cinco años, no habiendo vuelto Diego, el padre de Isabel la obligó a casarse con Pedro de Azagra, hijo del señor de Albarracín. Pero, cuando Diego volvió al día siguiente de la boda, rico y victorioso, al enterarse de que Isabella se acababa de casar, entró en la casa de los esposos, sólo para pedirle un beso a su amor perdido. Pero Isabel, estando ya casada, lo rechazó y Diego murió de pena.
Al día siguiente, Isabella regresó a la iglesia de San Pedro donde se realizaba el funeral de Diego, y recostada sobre su cuerpo le dio el beso que le había negado cuando estaba vivo. Cuando alguien del público quiso levantarla, solo pudo ver que ella también había muerto de pena.
Desfallecidas, las dos familias decidieron entonces enterrarlos uno al lado del otro en una de las capillas de la iglesia de San Pedro.
Así es como el Leyenda de los Amantes de Teruel.
En 1555, durante los trabajos realizados en la iglesia, se encontraron los cuerpos momificados de un joven y una joven, que el rumor popular atribuyó inmediatamente a los de Diego e Isabel.
En 1578 los cuerpos fueron trasladados a la capilla de los Santos Cosme y Damián donde, durante los siglos XVII y XVIII, acudieron numerosos visitantes a verlos. Las dos momias muy dañadas fueron luego resguardadas en un cofre, luego trasladadas a un anexo de la iglesia de San Pedro. Durante la guerra civil los dos cuerpos fueron resguardados en un convento cercano. En 1955, para celebrar el cuarto centenario del hallazgo de los dos cuerpos, el escultor Juan de Avalos se ofreció a crear un mausoleo digno de esta triste pero hermosa historia.
Esta historia se ha repetido varias veces:
Ya en 1619, el notario Yagüe de Salas publicó un documento titulado “Historia de los Amantes de Teruel”.
En 1635, el dramaturgo Tisso de Molina hizo una obra de teatro que fue revivida en 1837 por Juan Hartzenbuch en el estilo romántico de su época.
La obra
Las estatuas de los dos enamorados, en alabastro, se colocan bajo una bóveda pintada con follaje dorado y blanco sobre fondo negro, con un farol en trampantojo.
Se dan la mano el uno al otro, apenas tocándose, con el rostro ligeramente vuelto para que en el Día del Juicio sean los primeros en verse.
Las dos momias descansan sobre pedestales de mármol calados, sostenidas por un ángel de bronce para Isabella y un león para Diego.
Miles de visitantes vienen cada año a ver este mausoleo, que sin embargo parece frío y sin emociones.
Más información sobre el artista
Juan Ávalos García Taboado nació en Mérida en 1911. Se formó en Madrid en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y se especializó en la restauración de obras antiguas. Luego enseñó en la Escuela de Bellas Artes de Mérida mientras participaba en numerosas exposiciones donde sus obras fueron muy apreciadas. Tras la guerra civil, deseoso de dedicarse únicamente a su arte, se instaló en Portugal antes de regresar en 1950 a España para participar en la estatuaria del Valle de Los Caídos.
Recibe numerosos encargos nacionales e internacionales porque su estilo académico estaba al gusto de la época. En 1974 fue elegido miembro de la Academia de San Fernando. Murió en Madrid en 2006.