Contenido
PalancaLa historia de Sifo
Había una vez una virgen muy hermosa llamada Sina que tenía cuatro pretendientes: Pili, Ulio y Moko, que eran lagartijas; y Sifo, que era un hombre. Pili vino primero a pedirle matrimonio y al acercarse le cantó una cancioncilla: “Soy Pili, la lagartija, que ha venido a pedirte que te cases conmigo; pero, ¡ay!, no puedo caminar y solo puedo arrastrarme”. Sina se volvió hacia Pili y le dijo: “¿Cómo puedes ser mi esposo? No puedes caminar y no puedes hacer tu trabajo”.
Entonces Ulia se acercó a ella y le cantó una cancioncilla: “Soy Ulia, la lagartija, que ha venido a pedirte que seas mi esposa; pero, ¡ay!, solo puedo arrastrarme y no puedo caminar”. Sina siente a Ulia lejos, porque él tampoco podía hacer nada. Moko fue el siguiente, pero Sina también lo despidió porque era un lagarto. Finalmente, el hombre se acercó a Sina y le dijo: “Ya voy. Soy un hombre que camina y no gatea. Me gustaría que fueras mi esposa”. Sus padres aceptaron su matrimonio y Sina se convirtió en la esposa de Sifo y se fue a vivir con él a su isla.
Cuando estaban en la casa de Sifo, Sina hizo un sonido de succión con los labios (miso). Sifo le preguntó qué deseaba y ella dijo que quería beber. Afuera de la casa había dos cocoteros, uno el árbol de los dioses y el otro el árbol de los hombres. Sifo trepó al árbol de los dioses, que era un árbol tapu cuyas nueces nadie podía beber sin morir, y recogió una nuez para su esposa. Tinilau estaba a la mitad del árbol, atrapó la nuez y la arrojó al árbol de los hombres, quitándose así el tapu antes de que la nuez cayera al suelo. Sina bebió el coco y comió el grano sin efectos desastrosos.
Después de eso, el hombre llevó a su esposa al bosque que era propiedad de los espíritus. Se fue por el lado del mar del monte, pero envió a su esposa por el camino del medio. Mientras avanzaban, llamó a su esposa para ver si aún vivía y para preguntarle dónde estaba. Tinilau caminaba detrás de ella y cuando llegaron a cada lugar espiritual (malae atu) en el monte, que había muchísimo, le dijo el nombre y ella lo gritó a su marido.
Así con Tinilau escapó de ser raptada por los espíritus de la selva. Finalmente llegaron a un anciano, Patikole, que estaba machacando cáscaras de coco para obtener fibra para hacer cuerdas. Tinilau le pidió a Patikoli que pusiera a Sina debajo de su pierna mientras él se sentaba como un sastre. Sifo se acercó a ellos y en ese momento Sina hizo un sonido con los labios (miso) llamándolo. Sifo la escuchó y preguntó qué era, pero Patikoli dijo que era su rodilla la que hacía el sonido. Patikoli estaba muy enojado porque Sina había hecho un miso y no la dejaba levantarse.
Sifo regresó a casa y llevó su flauta al borde del arbusto y tocó para su esposa. Ella lo escuchó pero no pudo ir hacia él. Finalmente Tinilau la llevó a su tierra y se casó con ella, y Sifo volvió a casa a llorar por su esposa.