Esta historia se llama la mujer que comía poco. Érase una vez una casa cuyo marido pastoreaba un rebaño de cabras. El valiente iba a la montaña todos los lunes y solo regresaba a casa el sábado. ¡Estaba delgado! delgada ! como una caña ¡Y su esposa estaba gorda! grande ! como un viejo roble.
Contenido
PalancaLa mujer que comía poco
Cuando su esposo estaba allí, la esposa no comía casi nada; se quejó de dolores de estómago y dijo que en realidad no tenía hambre. Su esposo se sorprendió:
- Mi esposa no come nada; y ella es muy gorda; es raro.
Le contó la historia a otro pastor que le dijo:
- El lunes, en lugar de subir a la montaña, escóndete en la casa y mira si tu esposa come.
Llegó el lunes; el pastor se echó la bolsa al hombro y le dijo a su mujer:
- Hasta el sábado ! Cuídate mucho ! No te enfermes por no comer nada.
Ella le respondió:
- ¡Pero mi pobre hombre, no tengo hambre! Solo pensar en comer me hace vomitar, ¡uf! ¡Es mi naturaleza ser gordo!
El pastor echó a andar en dirección a la montaña, pero a mitad de camino se dio la vuelta y, sin mostrarse a su mujer, se coló en su casa y se escondió en la trascocina.
Desde este puesto de observación, la vio comiendo una gallina con arroz. Por la tarde, probó una tortilla de chorizo. Al caer la noche, el pastor salió de su escondite, entró en la cocina y le dijo al goloso:
- Buenos dias !
- Pero ¿por qué volviste? ella le preguntó.
- Había tanta niebla en la montaña que tenía miedo de perderme. Además, estaba lloviendo y caían grandes granizos.
Entonces ella le dijo:
- Deja tu bolso y siéntate, te serviré la cena.
Puso un tazón de leche y gachas de maíz sobre la mesa. El pastor le dijo:
- ¿No vas a cenar, esposa mía?
- Cómo ! En el estado donde estoy! ¡Tienes suerte de tener hambre! ¡Puaj!
Pero dime: ¿cómo es que no estás mojado si llueve y graniza tanto en las montañas?
- Te lo diré ! Es porque pude refugiarme debajo de una piedra tan grande como el pan que empezaste. Y gracias a este sombrero improvisado casi tan grande como la tortilla que te comiste a las cuatro, no me tocaron granizos tan gruesos como el arroz que comiste para acompañar a la gallina que comiste.