Una noche, la Virgen se apareció en sueños a dos ancianos, uno que vivía en Caparica y el otro en Alcabideche. Obsesionados por esta visión, cada uno por su cuenta, partieron en busca del lugar donde ocurrió esta aparición. Después de vagar un rato, los dos hombres se encontraron en el cabo Espichel, cuyo paisaje árido y salvaje se parecía mucho al de sus sueños. Se conocieron y se sorprendieron al saber que habían tenido la misma visión la misma noche.
Contenido
PalancaCabo Espichel
Parados en el borde del acantilado, de repente escucharon, como poderosos golpes de martillo mezclados con el rugido del viento y el rompimiento de las olas. Acercándose al precipicio para buscar el origen de estos golpes, quedaron petrificados frente a una escena que luego certificaron como un milagro. ¡Porque lo que vieron fue realmente increíble!
Una yegua, cargando a una mujer, trepó por la pared vertical del acantilado, conocida como Pedra da Mua. Bajo la tensión, sus cascos golpearon la roca en lluvias de chispas. La dama, rodeada de un halo de luz, vibró con un poder sobrenatural que hizo retroceder a los dos hombres.
Fue entonces cuando comprendieron que tenían ante ellos, a la Virgen, emergiendo en todo su esplendor, como en su visión. Cayeron de rodillas, con los ojos cerrados, deslumbrados por tanta magnificencia. A la hora de levantarse, la aparición había desaparecido. Sin embargo, las huellas dejadas en la piedra por la formidable yegua demostraron a los dos mayores que no habían soñado.