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PalancaCuentos vascos
Aquí hay varios cuentos. vasco : La herradura y las cerezas, Las hilanderas de Eremediio, El arriero de Bargota
La herradura y las cerezas
Una vez, mientras iban por el País vasco, el Señor Jesús, mostrándole algo en el suelo, dijo a San Pedro: Recoge esta herradura del suelo. Pero Saint-Pierre patea sigilosamente la herradura, diciéndose a sí mismo:
– “¿Por qué coleccionar esta asquerosa chatarra?
Entonces el Señor Jesús, también con sigilo, recogió él mismo el hierro, y al llegar al pueblo, lo vendió por dos sous a un herrero. Luego, con estos dos centavos, compró cerezas. Y partieron de nuevo. Hacía un calor insoportable. Saint-Pierre, con la boca reseca, miró en todas direcciones y se dijo:
“¿No vamos a ver, por aquí, sólo un pequeño manantial?
En ese mismo momento, y como si nada hubiera pasado, al Señor Jesús se le cayó una cereza de su bolsillo. San Pedro la agarró enseguida y con avidez se la llevó a la boca, temiendo ser visto por el Señor Jesús. Un poco más adelante, una, dos, diez veces, veinte veces, era otra vez el mismo juego: el Señor Jesús tiró las cerezas, y San Pedro se las comió hasta la última.
Luego se detuvieron por un momento bajo la cubierta de un árbol, y el Señor Jesús le dijo a San Pedro:
“¡Si te hubieras agachado una sola vez para levantar la herradura, no habrías tenido que agacharte veinte veces para comer las cerezas!
Hilanderos de Eremedio
En la casa de Eremediio, todas las noches, se reunían las hilanderas. Alguien dice:
“Nadie puede dar tres vueltas a una casa por la noche”.
Una de las hilanderas dijo que podía hacerlo sin miedo, su nombre era Catalin.
Ella salió a hacerlo. Dio dos vueltas. En el tercero ella desapareció.
Sus compañeros, preocupados, se dirigieron a la entrada de la casa:
“¡Catalina! ¡Catalán! »
Ella no respondió.
Más tarde, desde el puente cerca de la casa Erzillegi parece que se escuchó una voz que decía:
Katalin, bahía Katalin!
Katalin Gaueko'ok eaman din
-(Catalina, si Catalina,
-Gaueko lo ganó)-
No hubo más noticias de Catalin. Es porque el Puente Erzillegi se llama Katalinzubi (Puente de Catalina).
Mula de Bargota
Un arriero pasó cerca de la iglesia de Bargota (Navarra) con su rebaño. Se encontró con Juanis, el párroco.
Entonces notó que el sonido de los cascabeles de la última mula le llegaba de manera muy débil. Volvió la cabeza para ver y se dio cuenta con horror del espectáculo que ofrecían todas sus mulas errantes por el aire, alrededor del campanario de la iglesia. Empezó a gritar.
Juanis se le acercó y le dijo:
“No tengas miedo, te los traeré enseguida”.
Qué hizo. Fue porque tenía encima un estuche de agujas en el que guardaba un ejército de pequeños seres llamados mamur.
Eran capaces de maravillas. Podrían, por ejemplo, transportarlo en un instante a países lejanos. También podían construir una casa en una sola noche, provocar la aparición de misteriosos toros, compañías de perdices y manadas de caballos.